Cuenta un antiguo relato árabe que un anciano mendigaba por las calles de Damasco sin que nadie le prestara atención, pasando totalmente desapercibido, como si fuera transparente. Sólo un recién llegado se interesó por él y, sorprendido, le preguntó:
- ¿Qué haces? ¿No ves que nadie se fija en ti?
El mendigo se volvió hacia el recién llegado y le contestó con tranquilidad:
- ¿Y a mi qué? Yo sí reparo en mí y eso me basta. Lo contrario sí que sería horrible: que todos reparasen en mí y que yo me ignorase.
Esta historia presenta evidentes similitudes con una anécdota de la vida de Diógenes el Cínico. Se dice que cierta vez alguien le preguntó:
- ¿No te importa, Diógenes, que todos se rían de ti?
- ¿Por qué ha de importarme? –preguntó a su vez Diógenes -¡Mientras yo me tome en serio!
¡Eso es tener buen estilo¡ Y yo aquí, a estas horas y pensando...¿Qué me pongo mañana?
ResponderEliminarEstilo es la manera de expresar, individualmente, con carácter poersonal y reconocible. En lenguaje, en cualquier tipo de lenguaje en que alguien pueda expresar: de ahí que no hay estilo sin talento. No se trata pues de una cuestión estética, apariencia de lo físico o de aquello que se percibe de manera casi inmediata. Hay quien para tener estilo se encamina a El Corte Inglés y compra lo que se lleva. Ese será el "estilo de los tiempos", tal vez. Generalmente poco talentoso también, perdida la individualidad.
ResponderEliminarguauu!! guardaré estas frases para un recordatorio.
ResponderEliminarSaludos
Hoy en día, a quien así piense, lo acusarán de exceso de egolatría.
ResponderEliminar¿Y a mí qué? -responderé yo.
Diógenes me resulta un personaje bastante antipático, me recuerda a Rousseau, o a Debord: siempre sermoneando, disfrazados de marginales, a sus conciudadanos por haber olvidado a saber qué esencia «natural». Tan ocupados en denunciar que los demás no vivían, que se olvidaron ellos mismos de vivir.
ResponderEliminarEso sí: siempre obteniendo la adulación que se otorga a los marginales: como si su «labor» fuese más importante que la de los que deciden aceptar el mundo como es (hermoso, cruel, sin sentido) y trabajar por sus pequeñas cosas.
Neelam: Sin duda. Diógenes hasta creó una manera de vivir, cosa que no es ninguna tontería.
ResponderEliminarLuis: Efectivamente, no hay estilo sin talento. Lo demás es puro llamar la atención.
ResponderEliminarShadow: Lo de "guauuu" me imagino que lo dices por Diógenes el Cínico. Los cínicos se hacían llamar así porque imitaban la vida del perro ("kinos", en griego).
ResponderEliminarArrebatos: Ni más ni menos.
ResponderEliminarJuanjo: Sócrates le dijo a Antístenes, el maestro de Diógenes que a través de los agujeros de su capa veía su inmensa vanidad. Y, efectivamente, con los cínicos uno siempre tiene esa duda. ¿Qué hay en ellos de naturalidad? ¿Qué hay en ellos de excentricidad meticulosamente buscada?
ResponderEliminarEn todo caso viven en la ciudad, no en el bosque. Pero claro, son perros no asilvestrados.
Magnífico blog el tuyo, Juanjo.
Buenísimo... simplemente buenísimo...
ResponderEliminarEso es saber darse valor a uno mismo haciendo caso omiso de las palabrerías ajenas.
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