Vía: Aqua
La imagen del árbol torcido, que de joven no quiso dejarse enderezar y de adulto simplemente ya no pudo, ocupa la plaza central del imaginario ético de mi infancia y mi adolescencia. ¿Cuántas veces me vi tropezando en ella? Después, de repente, resultó que lo correcto era ir de árbol torcido, y todos salíamos a la calle con ese uniforme. Más tarde aún me encontré con Heidegger y descubrí que todos somos posesión del viento que nos conforma. También lo dijo Bécquer en un cuento. Dos hojas secas son arrastradas por la corriente de un riachuelo, que discurre paralelo a un camino que lleva a un lugar del que "siempre regresan menos de los que van". Al encontrarse, una hoja le pregunta a otra: "¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?". La respuesta que obtiene, tan becqueriana, es la siguiente: "¿Lo sabe acaso el viento que nos guía?."¿Qué imagen ética ocupará el imaginario de mis hijos?
dem_si_d_ profundid_d p_r_ un_ recien resucit_d_ _ l_ res_c_ de _yer... volvere
ResponderEliminarLos árboles torcidos son aristotélicos.
ResponderEliminar¿Y no será que el árbol torcido busca un camino diferente de crecimiento?
ResponderEliminarYa sé la respuesta: quien a buen _rbol torcido se arrima... buena sombra le cobija. Pero a condición de que se tenga sobrio cuidado con las tormentas.
ResponderEliminarM_s besos.
Metafóricamente el árbol es considerado como el proceso de la vida humana... La imagen de ese árbol inclinado, torcido es sumamente descriptiva: está nutriéndose, acercándose a la madre tierra acariciado por el ala de la montaña, descansando en su vientre. No quiere iluminarse, le basta con notar, sentir, vivir humildemente en la tierra.¿Hay algo más bello?
ResponderEliminarCreo que este es el post que más me ha gustado de todos.
ResponderEliminarEs una síntesis de este blog/ventana:
Serenidad, curiosidad, belleza, cultura, provoca reflexionar, leer, recordar y anhelar.
Saludos!
Mi infancia y adolescencia está muy ligada a un árbol torcido no metafórico.
ResponderEliminarPasaba los veranos junto a la playa en una zona de pinos. Por efecto del salitre, muchos tienden a inclinarse hacia el interior, hacia el bosque, y uno de ellos había llegado a arrastrar todo el tronco, inclinando sólo la parte de la copa hacia arriba. Era el lugar idóneo para nuestros juegos infantiles.
Años más tarde, apoyarse en ese tronco era también común para los juegos adolescentes con nocturnidad.
Si ni siquiera el viento sabe en que direccion debe soplar , tampoco somos nosotros nadie para juzgar algo torcido ....
ResponderEliminarTe he visto herido por el comentario de un ex-alumno, y ahora melacólico como ese árbol cuya cabellera ha esculpido el viento. Mala época, la primavera. Mejor es el refugio del invierno. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarA veces, lo confieso, caigo -no sin cierto placer morboso- en la melancolía de la hoja seca y me canto a mi mismo los versos de Verlaine:
ResponderEliminarLes sanglots longs
Des violons
De l’automme
Blessent mon coeur
Monotone
Tout suffucant
Et blême, quand
Sonne l’heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure;
Et je m’en vais
Au vent mauvais
Qui m’emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
Feuille morte
Pero para no creerme demasiado mi propia melancolía, que es el sentimiento más traicionero, cuando esto ocurre me preocupo de tener a mano las sensatas palabras de Pla: “La desesperación absurda que en ciertas personas produce la visión de la caída de las hojas y de los árboles desarropados, que ha producido tantas poesías, puede resistir apenas el sentido del ridículo. La caída de la hoja tiene la intrascendencia de la mecánica vital.”
Josep Pla (a quien admiro) siempre tan pragmático, con igual romanticismo que un cuchillo afilado. Ese que utilizaba para diseccionar con fría ironía todo cuanto le rodeaba.
ResponderEliminarEn él sólo he percibido pasión ante una mesa bien servida. Y pese a todo, no podían escapar de su análisis crítico las viandas que degustaba. Era capaz de vapulear con igual ahínco una anchoa de Colliure mal sazonada que una escultura de Bernini.
Afortunadamente no todos los grandes han sido como Pla.
Arrebatos: Y eso que él sostenía que el hombre era mucho más romántico que la mujer (respecto a lo cual, salvando alguna remota excepción, estoy de acuerdo).
ResponderEliminarRespecto a las papilas gustativas de Pla, ¿qué le parece esta joya?:
“El vino de las viñas que dan al mar es bueno y tiene un sabor áspero que resiste y os muerde la lengua. Y, a veces, para empezar, coméis una seta o un níscalo a la brasa y es como si os comieseis una oreja de señorita impregnada de pinaza.” (“El cuaderno gris”).
¿Quien no ha sentido el vértigo de ser un árbol torcido? ¿Quien no ha oído en su interior la admonición necesaria para enderezar el curso de su inutilidad?
ResponderEliminarLos árboles torcidos escapan a la regla de la estética del bosque, buscando siempre la rectitud y la longitud. Al salir de la regla sirven como ejemplo de lo que no debe hacerse. Pero claro...
En cualquier caso no sé que pensaraán los jóvenes, mañana, de sus vidas y los ejemplares árboles torcidos.
Tiene razón Arrebatos cuando diece que un árbol es una metáfora de la vida de un hombre.
Perdónn, no era Arrebatos , que bien podía serlo, sino neelam el autor de la metáfora.
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