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sábado, 16 de diciembre de 2006

Gabriela: Clavo y canela.

Para mi querida Gabriela, con verdadero afecto:

“Toman a aquel que han de sacrificar y, en primer lugar, lo llevan por las calles y por las plazas muy bien adornado y con gran fiesta y alegría, y cada uno le cuenta sus necesidades, diciéndole que puesto que ha de ir a donde está su dios, que le diga aquella necesidad para que la remedie, y le da algo de comer o de otro género; y de esta manera recoge muchas cosas, como las que suelen recibir aquellos que llevan por los pueblos las cabezas de lobo, todo lo cual va a los sacrificadores, y lo llevan al templo donde hacen una gran fiesta y bailes, en la cual él también festeja y baila con los demás. Después aquel que lo ha de matar lo desnuda y lo lleva junto a las escaleras de la torre donde hay un ídolo de piedra, y lo apoya (en él) de espaldas atándole una mano (a un lado) y al otro lado la otra y después un pie atado a una arte y el otro a la otra, y allí de nuevo todos empiezan a bailar y cantar a su alrededor, y le dicen la embajada principal que ha de dar a su dios, y viene el sacrificador, que no es menor oficio entre ellos, y con una navaja de piedra, que corta como si fuera de hierro, pero tan grande como un cuchillo, y en lo que unos e haría la señal de la cruz, le da con él en el pecho, y se lo abre y le arranca el corazón aún caliente, lo cual toma enseguida el sumo pontífice y con la sangre que sale de él unta la oca de su ídolo principal, acto seguido echa de aquella sangre hacia el sol, o hacia alguna estrella (si es de noche), y después unta la boca a los otros ídolos de piedra y madera que ellos tienen y el dintel de la puerta de la capilla donde está el ídolo principal; después queman el corazón conservando sus cenizas como gran reliquia, e igualmente queman el cuerpo del sacrificado y los cenizas las conservan en otro vaso diferente al del corazón. Otras veces los sacrifican de otras maneras según las circunstancias y el momento, y asan el corazón y los huesos de las piernas, o brazos, envueltos en muchos papeles, los conservan como una gran reliquia”

Anónimo, “Relación de la Nueva España”.

¿Y este camino, Gabriela, a dónde nos conduciría? ¿A demostrar lo evidente: que no hay acto de cultura que no lo haya sido al mismo tiempo de barbarie? ¿Dónde detendremos finalmente las catapultas de nuestros ejemplos y contraejemplos? Yo me dentendría en Bartolomé de las Casas y, sobre todo, en Francisco de Vitoria. Todos los cimientos de la moderna doctrina del derecho internacional se elaboraron en Salamanca precisamente pensando las circunstancias del choque (vamos a no llamarlo descubrimiento) ibero-americano. Es decir, sólo se puede protestar –con fundamento en derecho- contra los abusos de los españoles en América recurriendo a las categorías elaboradas por Francisco de Vitoria.

8 comentarios:

  1. Exacto. Y por eso los llamados -y desde la cómoda Europa tan admirados- movimientos indigenistas son a estas alturas una broma pesada, por decirlo suave.

    Lola

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  2. Me encanta tu post, Gregorio.
    Creo que es curioso que los españoles del XVI se sintieran horrorizados por los sacrificios aztecas y no por los Autos de Fe, pero eso se puede entender porque ellos creían firmemente que su dios era el verdadero y único. La sutileza de derivar estos sacrificios al brazo secular no les resta el carácter sacrificial-religioso que tenían.
    Lo que se ve como barbarie en los otros, se ve natural en la propia sociedad. Incluso deseable, necesario, purificador.
    A pesar de que lo que dices de las leyes 'humanísticas' sea cierto, por desgracia la ley no evita la injusticia. Es letra muerta, como hoy mismo.
    En Mesoamérica se llevó a cabo la mayor masacre de la historia de la humanidad en toda su historia. En un siglo, hubo una caída demográfica tan terrible que no quedó más que el cinco por ciento de la población nativa. Hace tiempo escribí sobre esto. Y te diré algo también impactante: en el siglo XVIII en Nueva España se necesitaban todavía traductores porque los dominados eran escoria y nadie les enseñaba el castellano. No hacía falta: eran simples esclavos. Toda su civilización, tal como dice el manuscrito de París, se perdió. El mundo (para ellos) se hundió.
    ¿Qué civilización europea se opuso/impuso en África a la barbarie? ¿Qué cultura europea se legó ahí?
    ¿De qué han servido esas leyes?

    De todos modos, yo sé que no se puede ver con otros ojos. Un europeo ve un mundo. Yo veo otro.
    Un abrazo.

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  3. Gracias, Gabriela, por tus palabras iniciales que, evidentemente, me las creo.

    Ahora vamos por partes:

    1) Dices: "Creo que es curioso que los españoles del XVI se sintieran horrorizados por los sacrificios aztecas y no por los Autos de Fe, pero eso se puede entender porque ellos creían firmemente que su dios era el verdadero y único. La sutileza de derivar estos sacrificios al brazo secular no les resta el carácter sacrificial-religioso que tenían. Lo que se ve como barbarie en los otros, se ve natural en la propia sociedad. Incluso deseable, necesario, purificador."

    Respondo: Todo esto es evidente. Efectivamente. El ecosistema del hombre es su cultura y se aferra a ella como al aire. O dicho de otra manera: cada uno es esclavo de sus convicciones, especialmente de las que cree más nobles y elevadas. ¿Pero esta esclavitud es irredimible? ¿La razón es tan completamente coyuntural? ¿No hay ninguna posibilidad de elevarnos racionalmente de nuestra circunstancia inmediata? Yo creo que sí, y por eso te nombraba a Vitoria.


    2) Dices: "A pesar de que lo que dices de las leyes 'humanísticas' sea cierto, por desgracia la ley no evita la injusticia"

    Respondo: No la ley no evita la injusticia, ni tan siquiera se lo propone. Lo que intenta evitar es la ilegalidad. La justicia y la legalidad son diferentes. Tan diferentes que yo desconfío, y mucho, de todo aquel que intenta instaurar la justicia en el mundo. Me conformo con leyes sencillas, claras y ágiles. Y, sobre todo, perfectibles.

    3) Dices: "Es letra muerta, como hoy mismo."

    Respondo: Si te refieres a la justicia, de acuerdo; si te refieres a la ley, depende de la capacidad coercitiva del poder que tiene como obligación hacerla respetar. Ya el viejo Platón decía que los soldados tienen como función garantizar la libertad de los ciudadanos.

    4) D: "En Mesoamérica se llevó a cabo la mayor masacre de la historia de la humanidad en toda su historia. En un siglo, hubo una caída demográfica tan terrible que no quedó más que el cinco por ciento de la población nativa"

    R: Si por "masacre" entiendes la matanza voluntaria y sistemática de los nativos a manos de los invasores, no estoy de acuerdo. El descenso de población es evidente y la desaparición de algunos pueblos, también. Pero no creo que podamos sumar los muertos debidos al contagio involuntario de enfermedades con los muertos de manera violenta. Llamar a la suma "genocidio" -cosa que no haces tú, pero sí otros muchos- me parece una falacia peligrosa (por demagógica).


    5)D: "Y te diré algo también impactante: en el siglo XVIII en Nueva España se necesitaban todavía traductores porque los dominados eran escoria y nadie les enseñaba el castellano. No hacía falta: eran simples esclavos. Toda su civilización, tal como dice el manuscrito de París, se perdió".

    R: Gabriela, no voy a sacar datos que, a mi parecer, desmienten estas afirmaciones rotundas. Ahí están los libros de historia, que cada cual los consulte a su conveniencia. Y también los de literatura. ¿Cuándo nace la literatura indígena en español?

    En cierta forma pareces empujarme a caer en la dialéctica del "tú más", que he pretendido evitar. ¿Qué hago? ¿Caigo en la bajeza parvularia del "tú más"? ¿O busco argumentos para presentar a Europa como víctima? ¿Alego la expansión del Islam por tierras cristianas? ¡No, no puedo hacerlo porque eso sería eurocentrismo y políticamente incorrecto! Por supuesto de la invasión musulmana de la península ibérica, ni pío. Esas cosas hay que dejárselas decir a Bin Laden en exclusiva. Por este camino, Gabriela, acabaríamos desenterrando muertos para tirarnos sus huesos unos a otros.

    Me sorprenden, mucho, dos posiciones de tu argumentario:

    Una es psicológica, y consiste en apropiarse hereditariamente de un agravio histórico que, por supuesto, llega cronológicamente hasta donde interesa. ¿Acaso no hubo genocidios entre los pueblos americanos antes de la llegada de los españoles? Ese comportamiento me parece que no produce más que frustración. Yo te he planteado un hecho de cultura (Salamanca) que supone un avance jurídico notable; tú me contestas que las leyes no sirven. Y, evidentemente, una ley proclamada siempre tiene las de perder si se la compara con una injusticia de facto. Pero ignorar el progreso moral implícito en la misma posibilidad de comparación me resulta, Gabriela, un poco cínico.

    Otra es más filosófica. Se trata de tu deriva hacia el relativismo. Como respuesta a mi oferta de un lugar de encuentro en la escuela jurídica de Salamanca, me respondes -repito- que las leyes no valen y que cada cual ve el mundo a su manera. Pero si es así, y, por lo tanto, legitimas todas las visiones del mundo, entonces es cuando ya no entiendo, en absoluto, tu queja. ¿Por qué te crees con derecho a evaluar desde una visión del mundo a otra? ¡O existe un lugar de encuentro que nos sirva de criterio y medida o, si no existe, entonces legitimamos la conducta del más fuerte!

    Y ahora permíteme un recurso "ad hominem". Es, videntemente, una falacia, pero ahora la voy a cometer yo. Mi apellido, Gabriela, es Luri. Su origen o bien es sardo o bien judío (o ambas cosas). Por lo tanto, si hemos de ponernos a heredar agravios de los antepasados, que cada cual enfrente su memoria injuriada con la memoria del heredero contrario, por ejemplo, los nativos mexicanos con la de los herederos mexicanos de los conquistadores españoles.

    Por abrazos, evidentemente, que no quede. Y ahorita mismo me voy a poner a cantar, acompañando a "Los tigres del norte".

    Perdona Gabriela, y perdonad los demás, este castigo macrológico.

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  4. Luego te contesto con calma, porque ahorita ando con mucho trabajo.

    Por lo pronto:
    a) Sí, para los españoles es muy difícil entender que la herida de la conquista siga abierta en nosotros, los colonizados y que nos impliquemos con ello en un nivel emocional, como si fuera hoy.
    b) ¿Por qué mis apellidos son Zayas, De Lille (belga), Valadez, Borja, Aizpuru, Aja, Baca, de la Peña? La respuesta es obvia. Mis apellidos indígenas desaparecieron, aunque yo soy mestiza.
    c) Todo uso de fuentes es sesgado. Las Casas fue quien quemó los códices indígenas, por ejemplo.
    d) La caída demográfica no solo se debió al abuso de los españoles con el trabajo impuesto a los indios, las guerras y las nuevas enfermedades, también a la política de destrucción familiar programada, en la que se separaban las familias para que no se vieran más, destinándolos a las encomiendas del norte, del sur, del este y del oeste. En 'Visión de los vencidos' se cuenta que las madres mataban a sus hijos y después se suicidaban para evitar mayores oprobios. La 'chingada' no es una puta. Es una mujer violada.

    De todos modos, tengo por ahí alguna cosa sobre esto, sólo que no quiero seguir aquí, dándote la lata.
    Para el fin de semana próximo ya diré algo en mi sitio.

    PD: No me gustan 'Los tigres del Norte'.
    Abrazos.

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  5. El tema indigenista de América latina me lleva a cuestiones personales muy emotivas de las cuales no pienso hablar. Sin embargo, quizá sirva el dato para disculpar mi irrupción e interrupción, aquello de ¿Quién me ha dado vela en este entierro?

    Por lo que yo he intuído en el país com más población indígena, la herida de los colonizados se viene hurgando y hurgando por parte de aquellos que han podido acceder plenamente a la cultura de origen, primariamente, español.

    Efecto colateral e indeseable:

    Las capas sociales más pobres (¡Y qué pobreza, Dios mío!), indígenas puros en su inmensa mayoría, quedan abandonadas, así, a su suerte, culturalmente y, por tanto, económicamente hablando, a causa de un sentimiento de culpa de una cultura que se quiere salvajemente colonizadora y aniquiladora. Parece que latiera un curioso fondo de "por lo menos que sobrevivan éstos", aunque pasen hambre.

    Supongo que me he explicado con claridad. Y, quizá, brutalidad sobre la que pido disculpas.

    Lola

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  6. Lola, agradezco tu intervención. Y hago mías tus palabras al cien por cien.

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  7. Yo lo que tengo la impresión es que estamos hablando del siglo XVI, de los problemas del siglo XVI y de resentimientos del siglo XVI. Por cierto que en un idioma común y con apellidos de raices similares productos de la emigración del exceso demográfico europeo.
    Se habla de resentimientos tan antiguos que no se que pintan hoy en día. Salvo practicar un victimismo que debe permitir afrontar la negación del presente con tranquilidad y excusa.
    No creo que el problema hoy de América sea la caida demográfica del siglo XVII o la falta de traductores en el siglo XVIII: el primero un hecho dramático derivado de las pandemias y epidemias producidas por la entrada de enfermedades europeas, y el segundo puramente circunstancial en una sociedad en desarrollo, hacia donde fuera.
    El victimismo se da, no solamente en América sino aquí también. También tenemos en españa nuestras víictimas del siglo XVIII.
    Y creo que el tema primordial es comrpender la situación actual, que es justo por donde empezó este debate: planteando que la emigración tenía drecehgo a conservar sus raíces aunque fueran diversas y hasta contrarias a las constituciones. O así lo entendí.
    Dicho esto, me pregunto que quiere decir ser indígena y donde se es indígena. Porque debo asumir que en mi raiz más antigüa hay un celta o un ibero veinte veces colonizado. ¿O es que los únicos indígeneas están en América?
    Las causas del indigenismo atrasado se deben buscar en las estructuras socioeconómicas de sociedades que no parecen muy capaces de enfrentar un desarrollo económico, por razones del siglo XX, que puede ser el vecino del Norte, la acumulación de capital en pocas manos, la falta de incentivos a la producción, etc. etc.

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  8. Luis y Lola: Con frecuencia me haceís creer en la evidencia de la Santísima Trinidad. Gracias a los dos, de corazón, por acercaros por aquí.

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