Fui el martes pasado a la inauguración de la exposición de Anglada-Camarasa en CaixaForum. A Dios pongo por testigo que iba dispuesto a reconciliarme con él, siempre que, evidentemente, me diera algún motivo para ello. Es decir: una pizca de emoción. La verdad es que la exposición me brindó el motivo, pero en un cuadro firmado por Zuloaga y eso, evidentemente, en este caso no vale.
Volvía a tener la impresión de encontrarme más en un acontecimiento político que cultural. Confusión que no es circunstancial en la Barcelona del presente. Quiero decir que volví a reconocer en algunas caras de satisfacción el orgullo de exponer a “uno de los nuestros”.
Ya no critico estos gestos. Son inevitables. Posiblemente, tan inevitables como las mitologías políticas. Además cuando, como en este caso todo se reduce a escenografía, no merece la pena alterarse, porque, aunque los organizadores no lo sepan, estos homenajes, desmedidos acaban convirtiéndose con el tiempo en la memoria de un funeral.
Es lo que pasó, por ejemplo, con otra exposición que La Caixa dedicó a otro “de los nuestros”: Joan Ponç, un mal pintor. Lo sugerí en el recorrido de la exposición inaugural y sonó a sacrilegio, en aquella sobrecargada atmósfera religioso-política (que no artística). Se me objetó que se trataba de una artista fundamental de la resistencia cultural catalana y, evidente, se hizo grave mención del “desierto cultural” del franquismo y se pronunciaron con todo respecto las sacrosantas palabras “Dau al Set”. Lo desmedido de la reacción fue lo que me hizo ver que estaba asistiendo al entierro de Joan Ponç y que, desde esta perspectiva, el acto se merecía una cierta compostura.
El que un artista sea resistente o colaborar de un determinado régimen ni añade ni quita un ápice de valor a su arte, como es evidente.
Joan Ponç es un mal pintor y el tiempo se está encargando de ponerlo en su lugar, perteneciera o no a Dau al Set; así como Joan Brossa es un inmenso artista y el tiempo se está encargando de ponerlo en su lugar, perteneciera o no a Dau al Set.
Vuelvo a Anglada Camarasa. Hay un buen índice para valorar el clima de una inauguración: conviene recorrerla en el grupo de cola para contemplar mejor aquellas obras en las que la gente se detiene o, mejor, aquella gente que es detenida por el reclamo de una obra. La de Anglada Camarasa fue una de las más fluidas inauguraciones que recuerdo. Apenas hay nada en ella que conmueva. Casi todo se agota en fuegos de artificio. Alguna obra de las primeras épocas, cuando el artista aún era sincero consigo mismo, ciertamente es digna de atención, pero nada más. El conjunto naufraga por el exceso de artificio de un artista que sobrecargaba con demasiada facilidad su pincel de engreimiento. De ahí que resulte tan notable, por contraste, la austera sinceridad de un Zuloaga.
Al leer las críticas que están apareciendo en la prensa no es difícil notar los equilibrios que se ven obligados a hacer los críticos cobardes. Es divertido. Algunos, yo creo que por cubrir los espacios, nombran a Gustave Moreau. ¡Qué crueldad! ¡No hay ni punto de comparación! Anglada Camarasa no tiene nada que ofrecernos, ni tan siquiera morbo, que es lo menos que se le puede pedir a un artista de su tiempo.
Cuando comenté mis impresiones ante una profesora universitaria de arte, ésta me reconoció que “efectivamente es un poco valenciano”. Se trata de una tontería inmensa. ¿Es Pinazo valenciano? ¿Y Sorolla? Ya he oído varias veces este calificativo para denostar al artista al que se le ha ido la mano con las formas (para entendernos: Calatrava, al que todo el mundo en Barcelona adjetiva de "fallero"), pero no, en este caso, Hermen Anglada-Camarasa es, cabalmente, “uno de los nuestros”.
En fin, tras esta exposición descansará en paz.
Gregorio ¿y si no hubieras acudido en la inauguración, y hubieras ido por gusto a ver la expo, estarías escribiendo lo mismo?
ResponderEliminarNo esty discutiendo que no te guste Anglada, sólo tu argumento...que veo un poco sesgado por el acto inaugural y la sensación que tuviste (que seguramente es justa, pero el pintor no tiene la culpa).
Un saludo.
Hombre, Gabriela, que no pretendo sentar cátedra. Me limito a decir lo que pienso, sin ninguna pretensión dogmática.
ResponderEliminarPor eso animo a quienes estén interesados en conocer una opinión -seguramente- más ecuánime que la mía, a visitar el magnífico blog de Gabriela: http://arteyliteratura.blogia.com/
No tengo opinión formada sobre Anglada Camarasa, pero si de Joan Ponç. Hace años. muchos, vi su obra en una sala del paseo de Gracia. Creo que fué una de las primeras veces sino la primera, que se expuso la obra en la posguerra.
ResponderEliminarNo sabía si me gustaba o no: esa fué mi reacción. Leí una crítica, me parece que en destino, pero no estoy seguro, y los argumentos del artista recuperado, de la historia de "nostra cultura" figuraba en ella.
Al cabo del tiempo di con la clave de mi incomodidad al ver esa pintura. Me parecía "literaria". Un arte de repetición, de tics propios del artista, de descubrimientos repetidos hasta la saciedad que coinvertían para mi la exposición en una muestra caligráfica. No atinaba a ver en ella la pintura, o lo que yo entendía por pintura: algo identificable en cada obra, algo propio, del autor y al mismo tiempo nuevo.
No soy un experto en pintura, si en mis apreciaciones de la pintura. Se cuando algo me gusta y cuando algo no. Intuí que la crítica de Destino envolvía al artista en la necesidad de existir del propio artista: se trataba de una mistificación transformando al arte en necesidad.
No he vuelto a pensar en ponç hasta ahora. Me alegra coincidir contigo, no se si en la apreciación completa: yo no puedo decir que es un "mal pintor" pero si estoy seguro de que es un pointor limitado a una caligrafía.
Qué razón tienes y cómo me tientas a asistir a la exposición.
ResponderEliminarSaludos
Insisto en que mi opinión no es, ni mucho menos, la de un especialista, sí es la de una persona que ama la pintura, que exige del arte una cierta provocación emocional y que quiere tener las ideas claras (por eso tiendo a formularlas de manera directa, para ponerlas a prueba). Ponç me parece un mal pintor porque creo que es incapaz de resolver los sencillos problemas técnicos que él mismo se plantea, y por eso cae en la repetición fotocópica de sus incapacidades.
ResponderEliminarHay un fenómeno sociológico interesante asociado a esta cuestión. Es, lo que podríamos denominar, sociología de la educación estética. Lo resumo. Un buen número de personas está convencido de que es arte cuanto aparece en las historias de arte (o literatura cuanto aparece en las historias de literatura, etc). Por lo tanto no se preocupa de educarse el gusto, sino que considera que debe entusiasmarse con lo que le dicen que tiene valor y punto. Así que el artista "que no suena" evidentemente ha de carecer de todo tipo de valor. Dos casos paradigmáticos: Pinazo, en Valencia (me parece inmenso) y Joaquín Mir en Cataluña (¡qué grande!, pero estuvo fuera de los circuitos parisinos, etc). En esta dirección, podemos añadir que es arte todo lo que se expone en La Caixa.
hay artistas que son muy apreciados en su tiempo y luego pasan al olvido (como es el caso de Anglada Camarasa). Que se recuperen para revisarlos me parece bien. Como ya he dicho, yo creo que hay que verlo en el contexto de Lautrec y de Klimt, entre el cartelismo y la crónica decorativista. Yo tampoco sé de pintura, ni de arte ni soy especialista. Anglada sí me habla, probablemente porque su color y su barroquismo son en cierto modo, elementos que me son muy afines. También porque tiene un estilo muy propio, un mundo reconocible como suyo, unos temas, unas formas, una paleta personales e intranseribles. Y por ahí me entra, me dice más que el vienés (aunque no que Lautrec, nomás faltaría).
ResponderEliminarYo creo que un problema no menor del arte catalán (que creo que está en una esfera muy superior que la de su literatura o su música), es la politización y es una pena. Estoy de acuerdo contigo en que el mejor cuadro de la expo es el de ' La morfinómana' de Zuloaga, pero ¿es que el resto de la obra de Zuloaga, aparte de la fabulosa y también ya mencionada Condesa de Noailles es, en su conjunto, superior a la obra de Anglada Camarasa? Yo estuve en el Museo de Zuloaga en San Sebastián, y no me lo pareció. Hay destellos, sí, pero es una obra irregular. Sin embargo, no vamos a quitarle mérito a Zuloaga.
Y finalmente, es interesante tu comentario sobre si el arte es lo que se exhibe en el CaixaForum. En parte, sí. En parte, es arte aquello que los especialistas nos dicen que es arte y nos lo presentan como tal. Luego, si ese arte nos llega o no nos llega, es ya una cuestión muy personal.
Ya ves qué pasó con Van Gogh. Sólo hasta que fue admitido por los especialistas, su arte fue contemplado como tal. La aprobación de los especialistas es necesaria para la recepción de una obra como arte.
El otro tema: si Anglada está ahí por 'hacer patria' o por méritos propios, es cosa espinosa. Yo creo que en un panorama europeo no disuena, pero es mi opinión, claro. Y tampoco he podido ver in situ la obra de Klimt, porque cuando fui a Viena estaba en exposición itinerante en Japón.
A lo mejor el lugar de Anglada debía haber sido el de muralista, mira lo que te digo. En cualquier otro país eso hubiera ido a misa. Pero España es muy mala madrastra, como decía Lope y Catalunya, pues no sé, por ahí se anda.
Un abrazo. Y ya ves que he vuelto.
Gabriela, aquí siempre eres muy bien recibida. ¡Faltaría más! Bienvenidos sean los desacuerdos. Y ahora acabas de aportar uno inmenso: Klimt. Klimt me parece muy grande, como todo el modernismo centroeuropeo y, en concreto, como toda la ceseción. Expondré, por lo que veo, aún otro flanco a tu crítica: El modernismo austriaco, checo y alemán tiene una autenticisad que no tiene el catalán, que es, fundamentalmente, "Art Nouveau", es decir, decoración.
ResponderEliminarAcepto la premisa de que arte es aquello que está en un museo o en una sala de exposiones. Pero está premisa ha sido sometida a su vez a crítica artística. Estoy pensando en el inteligentísimo Piero Manzoni, y, por lo tanto, sólo es verdadera como ironía.
En todo caso lo que realmente me interesa es resaltar la diferencia entre la educación estética, que ha de ser siempre un proyecto personal y crítico (y, por lo tanto, sujeto a revisión y un poco desvergonzado) y la coyuntura artística.
A ni nguna persona con un gusto personal formado puede gustarle todo aquello que en un libro de historia de arte se considera arte. Una cosa es la historia del arte y otra bien distinta la estética de la recepción.
Yo conozco poquito de este pintor pero hubo un cuadro, en naranjas, un acantilado que me subyugó una tarde ....
ResponderEliminarAhora lo que dice usted si que es sabio.
Buenos días Don Gregorio.
(esa página que nos recomienda y que tarda en cargar ya lo ha hecho pero tengo que irme un minuto al baño)
Ya ves de qué sirve estudiar Historia del Arte, para que este señor me suene de lejos y lo conozca poco...
ResponderEliminarEstoy con Gregorio en que el arte no es necesariamente el que aparece en los libros, que hay arte que no aparece en los libros y que hay libros de arte, que apenas muestran arte.
Y para mí tiene mucho más valor la opinión de un amante del arte que de un especialista. El especialista tiene que mantenerse frío, objetivo y buscar un criterio universal; y todo eso lo aleja demasiado de un arte que tendría que hablar a las emociones antes que a la razón.
Saludos.
¿Arte es todo aquello que termina en una sala de exposiciones o que aparece en las enciclopedias? Dicxho de otra manera, ¿lo que figura en las historias de arte y lo que ha creado un poso en la historia de la cultura? Seguramente si, porque tiene detrás el acuerdo específico de generaciones de expertos, que son persopnas que así lo han considerado.
ResponderEliminar¿En función de qué?
Yo puedo acepotar que arte es Ponç, pero como no me emociona, que es como reconozco al arte, es para mi arte menor o menos aún, no es nada, porque no soy el encargado de enciclopediar el tema.
El problema con el que el espectador se encuentra es la incapacidad que tiene, fruto de la pereza, de reconocer al arte por si mismo, en función de su emoción, y necesita el catálogo de mano.
Si en el catálogo aparece la reflexión histórica, el punto emocional político y las dosis de sapiencia, mejor que mejor: ¿para que emocionarse por uno mismo si te venden la emoción catalogada?
Ahora la pregunta es... ¿Quién te vende esa emoción y por qué? Nada es inocente, ni siquiera en el arte.
ResponderEliminarUmla: El negocio de la emoción ha sido siempre el gran negocio. Si algo sobran son vendedores de emociones. Por eso es resposabilidad exclusiva de cada uno saber lo que compra y para qué.
ResponderEliminarEso está bien para el que compra, pero, ¿y si vendes?
ResponderEliminarUmla, en este caso se me ocurren dos alternativas:
ResponderEliminar1) Que el que vende, venda simulacros. Siempre encontrará un cursi que se emocione con ellos. Quizás así hasta pueda hacerse millonario/a.
2) Que no este dispuesto a renunciar a escuchar tu propia voz y a hacerlo con absoluta sinceridad. Aquí, dos posibilidades más:
2.1.)Que por falta de criterio su emoción, por muy profunda que sea, no valga nada. En este caso el cursi es el que vende. Cree que porque ofrece algo propio y sincero ya tiene un valor infinito. Facilmente se refigiará en un malditismo de salón y en las teorías conspirativas para explciar su fracaso. O en el psiquiatra. O si ees hijo/a de papá hasta puede ser feliz y acabar exponiendo en lugares importantes.
2.2.) Que renuncie a toda cursilería y componenda y se exponga, tal cual es, a la intemperie. Nadie la garantiza nada. Quizás no haya nadie que le entienda, pero al ser sincero consigo mismo está afirmando su propia esencia.
Buen resumen. Pero los blancos y negros cada vez son más indefinidos; así que yo diría que todo "vendedor" pasa, en mayor o menor medida, por alguna de las alternativas que propones. Imagino que algunos se estancan en la que más cómoda les resulta, pero eso no quiere decir que no hayan pisado los terrenos fangosos de las otras.
ResponderEliminarUn saludo.
Es que, después de todo, y parafraseando a Sartre, toda creación es una aventura personal, lo mismo que toda observación como espectador, que es otra forma de creación.
ResponderEliminarEs imposible establecer una normatiova para la creación y el descubrimiento y cada cual sabrá su nivel de sinceridad, su capacidad de msitificaciuón, etc. etc.
Hay algo más a añadir: a la creación y a la observación le sigue la "reacreación" que es la manuipulación por el poder o por el contrapoder. La apropiación del artista y de su obra por una ideología. Y escribo artista y obra porque poder y contrapoder suelen tratar con menor importancia la obra que al modelo moralñ del artista y a la propiedad social del recuerdo del artista.
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