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sábado, 31 de diciembre de 2022

En busca del tiempo en que vivimos. 5.

«El auténtico investigador de la vida no tiene derecho a ser un hombre sedentario», asegura Lev Shestov. Y añade: «Pues mientras sean los sedentarios quienes busquen la verdad, la manzana del árbol del conocimiento no será arrancada»

viernes, 30 de diciembre de 2022

«Ve per lo món e meravella’t»

Este libro se comenzó a escribir en el autobús que me llevaba, la prometedora mañana del 25 de junio del 2021, de Córdoba a Hornachuelos. Durante el trayecto tomé apresuradamente las primeras notas que aquella misma tarde comencé a desarrollar en mi habitación de la hospedería del monasterio trapense de Santa María de las Escalonias, a donde me dirigía sin comprender muy bien el impulso que me guiaba, pero sintiendo nítidamente su fuerza y su empuje. Decidí seguir el horario de los monjes y levantarme a las cuatro de la mañana para acompañarlos en sus cantos con mi escucha atenta. En aquellos días, de los que recuerdo especialmente la serenidad de la noche profunda, con una luna inmensa, bruñida, que lucía su hierática majestad sobre los altísimos eucaliptos que aromatizaban de esperanza la avenida del monasterio, fui añadiendo más anotaciones. La impaciencia de las palabras que se arremolinaban en la punta del bolígrafo me forzaba a mantener la moleskine siempre abierta.

De las Escalonias me trasladé, caminando con mi bastón, la mochila a la espalda, mi sombrero de paja y mis sesenta y seis años, a Hornachuelos, punto central de mis caminatas radiales por los senderos de Sierra Morena, explorador caprichoso de límites, horizontes e instantes. Como se sabe, el horizonte es lo que dota de figura a un paisaje y permite interrogarlo por la contrafigura de lo indefinido que esconde la distancia, allá donde no alcanza la vista. ¿Y el instante, qué es, sino el hito del tiempo?

«Ser hombre», escribí aquella noche, «es tener la capacidad de fijarse límites» y, por lo tanto, de orientarse y errar. El errático es el que da la espalda a los límites y anda extraviado. Con razón un discípulo de Platón, Jenócrates, definía la sabiduría como la facultad de poner los límites —o mojones— adecuados a las cosas. Como un mojón, en griego, es un horos, la prudencia era para él una horística. 

Caminar por Sierra Morena a primera hora de la mañana es atender a los límites de las últimas penumbras y al barrunto de la luz que cantan, impacientes, las avecillas, habitantes naturales del entrambos. En uno de sus tan sugerentes comentarios de los textos mesiánicos, escribe Emmanuel Lévinas: «Todo el mundo es capaz de saludar a la aurora. Pero distinguir el alba en la noche oscura, la proximidad de la luz antes de que resplandezca, en eso consiste tal vez la inteligencia».  Ésa es, precisamente, la inteligencia que posee la alondra y le falta a la lechuza de Minerva.

Caminar cuando apunta el alba es sentirte teórico del cielo y del infinito, de esa íntima e inquietante lejanía de las estrellas. Schelling, siguiendo a los clásicos, decía que en el hombre la Naturaleza se contempla a sí misma y, al observarse a través de nuestros ojos, toma conciencia de sí. Efectivamente, sin el hombre, la naturaleza permanecería muda, ilegible, sin hitos ni horizontes ni fronteras. Nadie entendería la inteligencia de la alondra. Cuando despierta el rumor germinal de la naturaleza, caminar es un ejercicio de hitología —de «hito», dado que son hitos o mojones los que suelen marcar los límites— y una horística. En el Llibre de meravelles de Ramon Llull, un padre da este consejo a su hijo: «Ve per lo món e meravella’t» [Ve por el mundo y maravíllate] . Esto es lo que me decía a mí mismo cada noche al meterme en la cama.

jueves, 29 de diciembre de 2022

En busca del tiempo en que vivimos. 4.

Se trata de no contentarse con ser morales fragmentariamente y de aspirar a buscar en nosotros mismos el principio capaz de ordenar nuestra conducta. Este principio podría tener esta forma:

«Tú debes proyectar sobre tu futuro la unidad posible de lo mejor que ya has sido fragmentariamente, de forma que se convierta en principio ordenador de tu vida».

En busca del tiempo en que vivimos, 3.

La mejor manifestación de la filantropía es la defensa firme del mundo de la vida, que es el mundo en el que viven los hombres como realmente son y en el que tienen acceso a lo que pueden llegar a ser; el mundo de la inteligencia cotidiana del hombre corriente, de la copertenencia y de esa doxa que desde los griegos consideramos el villano contra el que han de mantenerse vigilantes la filosofía y la ciencia.

miércoles, 28 de diciembre de 2022

En busca del tiempo en que vivimos. 2.

El humano es un ser capaz de trascenderse o degradarse; de expandir o contraer sus límites. Por ello mismo, es un habitante de un entrambos. Es una bisagra. Se lo puede ver desde la posición a la que es capaz de elevarse o desde la posición a la que es capaz de degradarse. Pero desde la segunda no es visible la primera. No se puede entender la primacía del espíritu desde la primacía de la materia. El ocio no explica a Beethoven; el sexo no explica el amor; la sed no explica un buen vino; los ojos no explican Las meninas; la choza no explica el Partenón; la irracionalidad no explica la racionalidad, etc. Convencido de ello, sigo al Platón que afirma la existencia de una íntima relación entre filología y filantropía, por una parte, y entre misología y misantropía, por otra.

En busca del tiempo en que vivimos, 1.

El hombre se nos muestra en su búsqueda de sentido como ese fragmento mínimo, pero añorante, del Todo, que se pregunta por el sentido de las totalidades de las que forma parte, comenzando por su biografía y terminando por la historia del cosmos.

domingo, 4 de diciembre de 2022

sábado, 15 de octubre de 2022

Hoy, en La Vanguardia:

Entrevista que me hizo Albert Lladó para el Cultura/s de La Vanguardia:



1) Una de las tesis del libro es que el Siglo de Oro supone «una exploración colectiva del yo». ¿Cómo pensar un clima de autoafirmación que no lleve al narcisismo?

La condición necesaria para mejorar algo es estimarlo, pero como en el hombre todo es cuestión de grados, fácilmente pecamos por exceso o por defecto. Entre el amor propio autista de Narciso y el desprecio de sí mismo, se encuentra lo que Diego de Colmenares (1586-1651) llamaba la “filautía”, nuestra “autoestima” -un término que consideraba ya “españolizado”. La “filautía” sensata es la que encuentra su valor en el valor de la mirada que nos dirigen los otros, porque como dice la Rosaura del Animal de Hungría de Lope, “Para engendrar un yo, / otro yo es fuerza”. 

2) ¿Qué nos enseña el Siglo de Oro de la ‘teatralización’ de la vida?

El gran teatro del mundo surge de la sospecha de que somos actores, no autores, que no hemos diseñado autónomamente este “aparato de apariencias”. “Toda la vida humana / representaciones es”. Siendo muy consciente de ello, Olivares aseguraba que se contentaría con que “el vicio se escondiese y la virtud pareciese, aunque ni aquel faltase ni esta fuese verdadera”. El catalán Joaquim Setantí añadía que no vale para rey quien no sabe disimular.  Pero si todo es simulacro, entonces el sueño se convierte, como quiere don Quijote, en “alivio de las miserias para los que las sufren despiertos.”

3) Durante el ensayo, explicas que el mundo del pícaro hace el viaje inverso del del místico. Uno es arrojado a la calle, y otro hacia adentro. Pero, ¿en qué se parece esa indagación, aparentemente tan contraria?

Sus diferencias son obvias, pero no es casual que el místico sea contemporáneo del pícaro. Si el mundo de la vida es el teatro de la propia virtud, la hipocresía es inevitable. El pícaro y el místico pueden entenderse como dos reacciones opuestas a esta hipocresía. Ambos buscan una vida sin apariencias y por ello comparten un cierto sentido de la desvergüenza. El fisgón Perlícaro compara las confesiones de la pícara Justina con las de Santa Teresa. Dejemos de lado a los místicos pícaros que fingían arrebatos para poder comer. Lo relevante es que si el místico, como decía San Juan de Ávila, sabe “desarrimarse de sí”, para “andar siempre arrimado a Aquel que todas las cosas sustenta”, lo que mejor diferencia al místico del pícaro es la búsqueda del “aquel” que los sustente.

4) También abordas un tercer arquetipo, el del político. Aquí Francisco Suárez es fundamental para entender la pluralidad que defiende la «doctrina española». ¿Qué es lo que más sorprende de la «singular relación» de los españoles de la época «con la libertad política»? ¿Cómo ha mutado, hoy, el concepto de libertad en nuestra sociedad?

La Defensio fidei de Suárez circulaba con toda normalidad por las tierras de la corona española, mientras que Jacobo I prohibió su lectura en Inglaterra y ordenó que el verdugo de Londres lo arrojara a la hoguera. Mientras en París el Parlamento ordenaba la quema de un libro de Mariana, Del Rey y la institución real, Olivares le regalaba un ejemplar a Felipe IV. Lo que ingleses y franceses rechazaban era la llamada “doctrina española”. Sus teóricos (Suárez, Vázquez de Menchaca, Juan de Roa Dávila, Alfonso de Castro, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina, Diego de Covarrubias, etc,). Sostenían que “el reino no es del rey, sino de la comunidad, y la misma potestad regia por derecho natural es de la misma comunidad y no del rey, por lo cual no puede la comunidad abdicar totalmente en ese poder” (Martín Azpilicueta). En consecuencia, las formas de gobierno son arbitrarias y solo se justifican por sus efectos. Este indiferentismo ante las formas de gobierno resurgió en la Segunda república con la CEDA y se mantiene viva entre no pocos monárquicos coyunturales.

5) Suele decirse que el Siglo de Oro culmina con la muerte de Calderón, en 1681. ¿Qué es lo que te parece más contemporáneo del dramaturgo? ¿Podemos imaginar, hoy, cómo sería Segismundo, cuáles serían sus prisiones?

¿Quién aceptaría mis palabras si osase decir que la ciudad es la caverna y que, en su seno, los ciudadanos -especialmente los mejores entre ellos- están tan apasionadamente comprometidos con sus opiniones, que viven lo arbitrario como lo más serio? ¿Encontraría a alguien que compartiera mi sospecha de que todo el que pregunta por la vigencia de un clásico, está viviendo muy cómodamente instalado, en los subterráneos de la caverna?

viernes, 14 de octubre de 2022

Haciendo las Américas

Sutilmente, nuestra amiga parisina, B.M., me pide una pequeña narración del viaje que hemos hecho estos días pasados mi mujer y yo por Colombia y Ecuador. No es una empresa fácil porque son muchas las personas memorables que hemos conocido, muy ricas e intensas las experiencias vividas y muy clamorosas las añoranzas. Estamos ya en casa, pero casi nos vamos arrastrando por el suelo como las iguanas de Ecuador. No podemos levantar cabeza por el peso del sueño y de la sucesión de los flashes de lo vivido. Espero que sirvan estas pinceladas.

Por supuesto, hemos caminado. Mucho. Nada más aterrizar en Bogotá, el 1 de octubre, subimos y bajamos (andando, por supuesto), la empinadísima y retorcida cuesta del cerro tutelar de Monserrate (3152 metros de altura, 512 sobre la ciudad). Yo ya sabía que para los colombianos esta es una inmejorable carta de presentación.

A lo largo del viaje hemos cometido una y otra vez errores de principiante, aunque sin consecuencias lamentables. Por ejemplo, el primer hotel lo elegimos en el centro de Bogotá, cerca de la catedral, olvidando que las zonas céntricas de estas ciudades no suelen ser ni las más limpias ni las más acogedoras, aunque sean las más populares y concurridas. Nos volvió a pasar algo parecido en Medellín cuando al disponer de un rato libre decidimos acercarnos a la catedral metropolitana y nos encontramos con el tristísimo espectáculo humano de la Plaza Bolívar, a cuya fuente van a limpiarse las legañas los vagabundos que aún conservan un poco de pundonor, que son la aristocracia de este sumidero de la dignidad humana.

No pretendo asustar a nadie. La verdad sea dicha, con un poco de precaución se puede caminar por la mayor parte de la ciudad, cosa que a nosotros nos exigía una continua resistencia a la tentación inercial de convertir la pobreza en motivo turístico. La pobreza es aquí escandalosa porque se pasa sin transición de la riqueza a la miseria, sin que la existencia de una clase media bien articulada permita una cierta convivencia en los espacios intermedios. De ahí que entre un hotel de cuatro estrella y otro de tres, haya un abismo

El martes, día 4, tuve el inmenso honor de participar, en Cúcuta, en el "Tercer Foro Internacional de Filosofía en la Escuela", que tiene lugar en el Colegio Julio Pérez Ferrero, de esta ciudad fronteriza, bajo la inteligente e incansable dirección del entrañable amigo Jorge Enrique Ramírez, filósofo y maestro de este centro.

Cúcuta es, posiblemente, la zona más devastada por los enfrentamientos civiles en Colombia: guerrilla, paramilitares, militares, narcotraficantes (primero, colombianos y ahora mexicanos)... De ahí la emoción que me embargaba al dirigirme a adolescentes que estaban, todos, marcados, por los desastres de la guerra. ¡Pero qué ganas tenían de hablar y con qué destreza lo hicieron! ¡Qué preguntas más hondas! ¡Cómo se agruparon en torno a mí para seguir hablando de todo, hasta del estoicismo. No olvidaré en mi vida ni este encuentro ni la inagotable generosidad de Jorge, que al día siguiente nos llevó a Pamplona, ciudad cercana a Cúcuta. Y. aprovecho para decir que esta última ciudad está bañada por el río Pamplonita. De Pamplona nos acercamos al puente internacional Simón Bolívar. Había en el aire una tensión difícil de definir. Mucha policía visible y mucha más intuible. A lo lardo de los días precedentes se habían ido formando grupos de emigrantes venezolanos dispuestos a ir caminando hasta la frontera de Estados Unidos -su última frontera-, siguiendo el éxodo épico de la pobreza expuesta a todo tipo de abusos.

De Medellín, a donde llegamos el día 5, me cautivó la frondosidad floral de su vegetación tropical. No tuve mucho tiempo para disfrutar de los espacios que se supone que todo turista debe visitar, porque el objeto de la visita era un congreso en el que tuve la fortuna de conocer a dos personas cuyos nombres ya ocupan un lugar de honor en mi agenda: Jorge Eslava (del Instituto Colombiano de Neurociencia) y al tan sabio como divertido Francisco Cajigao. Creo que también aquí pude hacer realidad mi lema: "Cuando vayas al mercado, no te olvides de volver con un amigo".

El lunes 10, aterrizamos en Guayaquil, y allí nos esperaban David Pacheco y su mujer, Jhaky Vega, que, después de cebarnos con una comida realmente exquisita, se empeñaron en llevarnos al Parque Nacional de El Cajas, por encima de los 4.000 metros. En esta ciudad hemos sido tratados de manera formalmente excelente y cordialmente cariñosa, si bien, al menos en mi caso, el cansancio acumulado se iba convirtiendo en una rémora que iba pesando cada vez más. De hecho, creo que lo que me ha proporcionado de manera incontestable este viaje es la evidencia de que ya no tengo veinte años.

Y ya estamos de vuelta, en casa, donde con tanto cariño me ha recibido mi sofá.

sábado, 1 de octubre de 2022

Emociones

En estos tiempos, cualquier desacomplejado con un cursillo de escasas horas se te presenta como especialista en neuroeducación, mindfulness, psicodiagnóstico, inteligencias múltiples, educación consciente, disciplina positiva, pedagogía de la luz... o educación emocional. Conozco a varios de estos últimos que bien podrían comenzar a educar sus propias emociones, para dar ejemplo. En cualquier caso, frente a la mermelada emocional dominante, suelo plantearles este dilema:

Las emociones o atienden o no atienden a razones. Si no atienden, no hay educación emocional; si atienden, eduquemos la razón.

En mis tiempos en los CV de un profesor lo que se resaltaba era algo tan propio de su oficio como "especialista en matemáticas" o "educación física".

jueves, 29 de septiembre de 2022

Deflactar

Me he levantado esta mañana con la pierna izquierda ligeramente deflactada.

El verbo deflactar se ha puesto de moda. Deriva del inglés "to deflate" que, originariamente, significada desinflar, y que procede del latín "deflatus", soplar.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Valera y Menéndez

“Siento que no estemos en el mismo partido político; pero ¿qué remedio? Y lo más tristemente chistoso es que estamos en opuestos partidos, no por ser opuestas nuestras opiniones e ideas, pues yo tengo la evidencia de que pensamos lo mismo en todo, sino por esto que llaman disciplina de los partidos, que nos tienen como alistados en una tropa o pandilla y regimentados a usted, bajo la bandera y mando de Cánovas, y a mí, bajo la bandera y mando de Sagasta, lo cual por mucho que estimemos a los tales caudillos, es incómodo y algo vejatorio”.

- Carta de Juan Valera, siendo embajador de España en Viena, a Marcelino Menéndez Pelayo. 17 de abril de 1893.

Le voy cogiendo cada vez más cariño a Valera a medida que voy conociendo sus debilidades, que son muchas, pero ninguna tan grande como sus virtudes.

martes, 20 de septiembre de 2022

Saludos de nuevo

Llevo varios días sin aparecer por aquí. Y no es por falta de cosas que contar, sino de tiempo para escribirlas.

El jueves pasado, día 15, conocí, al fin, personalmente, al maestro Benet Casablanca, posiblemente el compositor catalán más relevante en estos momentos y un gran, gran humanista. Hablar con él es un lujo y hacer planes conjuntos para el futuro, una aventura profesional que -ya lo verán- saldrá bien. 

Antes de nuestro encuentro en El Auditori, disfruté de una comida pantagruélica y una muy larga sobremesa con cuatro amigos en el 9Nine: Callos con garbanzos de primero y una monumental paella de segundo. 

Y antes estuve en la presentación de la editorial Rosamerón en un bar de l'Eixample.

Cuando puedo, voy recopilando documentos sobre Juan Rana, el conde-duque de Olivares y sor María de Jesús de Ágreda. Si cuaja lo que tengo entre manos, ya les contaré. Pero voy muy despacio.


Tengo en mis manos un ejemplar de Mi vida con Marx, de Alain Minc, publicado por Herder. Algo tengo que ver con su publicación y, además, he escrito el prólogo. Satisfecho, sin duda... aunque no me acaba de gustar la portada.

Ayer, lunes, presentación de El eje del mundo en la librería Alibri. Bien rodeado de personas a las que aprecio mucho y de algún desconocido que ha dejado de serlo. Hasta un navarro se coló por allí. Muy emocionantes las palabras de Dani Izquierdo, que hizo un esfuerzo titánico por estar allí. ¡Qué gran tipo! El sabio Andreu Jaume estuvo generoso y amable, incluso cordial. Lo primero que me dijo fue "¡Has citado la Biblia del Oso!" ¡Claro que la he citado! Él, Andreu, ha sido su reciente editor y ha escrito, además, un prólogo luminoso. 

He terminado y enviado las respuestas a unas preguntas sobre el Siglo de Oro que aparecerán en el Culturas de La Vanguardia y un artículo para Catalunya Cristiana en el que he cometido la impertinencia de defender la virtud de la obediencia. El artículo que apareció en ACEPRENSA ha tenido un eco considerable. Colaboraré en estos dos últimos medios con una periodicidad bimestral.

Todo está bien y todo es pasajero. Lo único realmente perdurable desde un punto de vista estrictamente biográfico no es el producto, sino la actividad. Y lo más gozoso, el reencuentro con la a mistad.

martes, 13 de septiembre de 2022

El niño y el viejo

Escribí recientemente por aquí, de pasada, que la infancia es la única etapa de la vida que no tiene etapas previas. Para la conciencia no hay una preinfancia. Uno llega al mundo sin memoria, vacío de experiencias y con expectativas que versan únicamente sobre lo inmediato. De ahí los caprichos del niño.

En la infancia todo parece estable, fijo, bien asentado. Las cosas son así porque no tenemos conciencia de que pueden ser de otro modo.

El mundo a estrenar por el niño solo es real para el niño.

A medida que vamos creciendo se acumulan las etapas previas al presente en el que vivimos. Y de ahí nace, por una parte, la conciencia de la fragilidad del presente y de lo inestable de las cosas humanas. El viejo tiene pocos motivos para ser dogmático; mientras que el niño los tiene todos.

La virtud del joven es el coraje; la del viejo, la prudencia.

El joven tiene más energía que sentido común para controlarla; el viejo no. Lo que tiene es más sentido común que energía, y de eso, con frecuencia, se lamenta.

El niño vive arrojado al futuro; al viejo todos los aromas del presente le despiertan recuerdos viejos, de ahí que más de una vez se lamente de su insensata prudencia. ¡Ah, si volviera a ser joven!

sábado, 10 de septiembre de 2022

Pensar cansa

No hay actividad que me resulte más agotadora y, al mismo tiempo, me cree más inseguridad, que la de corregir galeradas.

La experiencia me dice que mientras corrijo unos errores, con la corrección introduzco otros, que son los que me avergonzarán al abrir el libro recién salido del horno.

Pero esto no es lo peor. Lo peor es que a cada momento tengo la tentación de romperlo todo y tirarlo a la basura. Veo con claridad que esto que acabo de leer se podría decir mejor de otra manera, pero no encuentras esa manera y me pierdo en versiones laberínticas de un párrafo... hasta que decido recuperar la versión inicial. 

Me repito que deberían haber consultado a tal y a cual, que esa página sobra y que entre estas dos hace falta una que haga de puente. Quiero más fluidez, más ejemplos, más capacidad sintética al final de cada apartado.

Es agotador.

El pensar autónomo -o crítico, como todo el mundo dice ahora- tiene multitud de defensores, pero lo que yo constato es que, primero, pensar cansa, enerva y frustra. Agota. Y, con frecuencia, confunde.

lunes, 5 de septiembre de 2022

domingo, 4 de septiembre de 2022

Etapas

La niñez es la única etapa de la vida a la que no se llega. Simplemente se está viviendo allí. El niño no tiene conciencia de haber sido pre-niño. Para él, el presente inmediato es más intenso que su memoria. El niño vive precipitándose en el futuro que se anuncia. Por eso el niño melancólico -que alguno habrá- es un contrasentido. A las demás etapas de la vida, sin embargo, se va llegando.

La adolescencia, la primera, es, de hecho, una revuelta contra la niñez; un intento bastante chapucero de dejar de ser niño. Después las siguientes etapas se anuncian intensamente en las vidas de los otros, ya que un número creciente de miembros de nuestra generación va llegando a ellas.  

Ahí está, por ejemplo, el momento en que la gente comienza a emparejarse y a mostrarse en ufanamente con su novia o novio, de manera que, en poco tiempo, lo extraño es la soltería. Después a la gente le da por casarse y tener hijos y por mostrar con su coche y su casa lo que ha hecho con su vida. Los hijos crecen, estudian, se independizan y entonces la gente comienza a jubilarse.

Hasta aquí el proceso tiene una naturalidad que a todos nos parece obvia. Una etapa nos lleva a la otra. Y en eso estamos cuando la gente comienza a morirse. Y esto, entonces, se pone serio. Hasta hace poco la muerte de alguien de tu generación era lamentable por extraño; pero llega el momento en que no hay mes que no traiga la noticia de un deceso y, entonces, lo que comienza a ser extraño es tu condición de notario -sin duda, interino- de las muertes ajenas.

miércoles, 31 de agosto de 2022

La mirada del otro

Leo, ya sin sorpresa, que en una discoteca de no sé dónde han prohibido mirar a nadie sin su permiso. Visto cómo está circulando la noticia por los medios, me imagino que se trata de una inteligente campaña publicitaria, porque, ¿cómo sabemos que nos mira otro sin nuestro permiso si no lo estamos mirando sin su permiso?

A una desconocida no se le puede decir que es fea por la misma razón por la que tampoco se le puede decir que es guapa, por no pecar contra la denostada galantería. Como aconsejaba don Luis Morcillo en Unas gotas de humor, a una desconocida lo que hay que decirle, si es que nos vemos en la ineludible necesidad de hablarle, es algo así como "A mí, usted, ni fu ni fa".

O sea, hay que reaccionar ante las desconocidas de la misma manera que reaccionaríamos ante un comedor estilo renacimiento (con la inseguridad de los que han de aparentar que conocen la palabra adecuada para nombrar estas cosas).

martes, 30 de agosto de 2022

Dos cosas

La primera, esta de Sanz Irles: "Primero fuimos la 3ª edad, después, “nuestros mayores”, luego nos quisieron dignificar y fuimos “seniors” y ahora oigo que somos los “silver”. Vamos a ver, atajo de GILIPOLLAS (que no se puede ser más gilipollas), somos viejos, los viejos de toda la vida, ¡bobos de los cojones!"

La segunda. Ayer La Vanguardia nos hizo a los rosamerones un magnífico e inesperado regalo: dedicó dos páginas a una muy sustanciosa entrevista a nuestro autor Álvaro Pombo. "¿Usted cree en Dios", le preguntaron. Y Pombo contestó: "Habría que cambiar la palabra creencia, que es fe, por confianza. Yo tengo confianza".


lunes, 29 de agosto de 2022

Borrachos a caballo

Me preguntan desde Somiedo -tengo que hablarles un día del Monstruo de Somiedo- cuál es la clave de la vida en pareja. 

Buena pregunta, aunque no estoy seguro de que se pueda generalizar una respuesta. Posiblemente los emparejados sean como los no emparejados: no hay dos iguales.

Cuando estaba sometido a las rigideces de la vida laboral y sus horarios, pudiera haber contestado que la vida en pareja nos hace más soportables las tardes de domingo. Pero ahora ya no hay tardes de domingio Con la jubilación, las tardes de domingo se domestican y se convierten en un fragmento más del presente continuo.

Ante preguntas así uno siente la tentación de ponerse tremendo y dedicarle unas cuantas frases redondas a su propio narcisismo. 

Recuerdo aquello que decía Balmes: que el hombre es como un borracho a caballo, que si lo enderezas por aquí se te tuerce por allí. Pues bien, tu pareja es tu caballo.

Dice Aristóteles en la Ética a Nicómaco que el ser humano es "syndiastikós" (1162 a). Podemos traducir este término como "emparejado". Estas son las palabras de Aristóteles: "La relación (philía) entre marido y mujer parece darse por naturaleza. El hombre, por naturaleza, es antes un "syndiastikós" que un "politikós".

domingo, 28 de agosto de 2022

Feminismos

 Esto de Carmen Álvarez Vela

Lectura lenta

Me preguntaba esta semana un periodista por la relevancia de la lectura lenta. La defendí con tres argumentos que son, al mismo tiempo, morales e intelectuales.
 
El primero: la lectura rumiante es uno de los ejercicios imprescindibles para cumplir con el deber moral de ser inteligente. Si automutilarse físicamente es inmoral, no permitir el desarrollo de nuestras capacidades naturales, también lo es. El conocimiento riguroso es moralmente relevante (aunque solo sea porque nos proporciona experiencias de orden), pero, paradójicamente, la conciencia de su relevancia solo se da en quien ya posee conocimientos. La lectura rumiante, nos permite romper el círculo vicioso del narcisismo ignorante.

El segundo: la lectura lenta es un ejercicio muy razonable de humildad. Para leer con atención rumiante conviene no creerse más listo que el autor de cualquiera de los grandes libros de nuestra tradición y, por lo tanto, conviene dejar abierta la posibilidad de que ese autor pueda saber sobre nosotros algunas cosas importantes que el presente nos oculta o ignora. Aceptar como punto de partida que el pasado puede iluminar el presente, nos anima a buscarnos a nosotros mismos, con la mayor atención, en los grandes textos (cuyo tiempo es el presente continuo).

El tercero: La lectura lenta es la mejor vacuna contra el historicismo de baratillo dominante. Hoy es necesario recordar que es un poco ingenuo creer que escribes mejor que Proust por el mero hecho de escribir después de él. Pero eso significa que Proust sigue siendo un maestro de todo aquel que tenga altas expectatvas sobre su escritura. A mi modo de ver, reconocer a otro como maestro no es un gesto de sumisión, sino de grandeza, ya que todo maestro genuino sabe que, al ponernos en contacto con lo grande, está cumpliendo con su deber de incubar deslealtades.

sábado, 27 de agosto de 2022

La hipocresía

Corruptissima republica plurimae leges, decían los romanos. Viendo nuestro mundo, no hay duda de que no andaban equivocados. 

¿Pero es la corrupción de la sociedad la que exige más leyes o es el mismo incremento de las leyes el que provoca la corrupción social? ¿Será el deseo de ser buenos de nuestros legisladores -buenos a la moda, claro- el que nos está empujando hacia la corrupción?

No me voy a meter ahora en este berenjenal. Me limitaré a confesar mi sospecha de que todas estas leyes que están aprobando últimamente nuestros legisladores al amparo de la creciente ideología woke -la última, la famosa del "solo sí es sí"- conducen, inexorablemente, a una sociedad más hipócrita. La hipocresía, como bien vio La Rechefoucauld, no se reduce al arte de la simulación de la virtud carente, sino que es el tributo que el vicio rinde a la virtud cuando lo que se lleva es ser virtuoso y la naturaleza humana, simplemente, no da para tanto. Y esto, sosecho yo, lo sabe muy bien más de uno de los que votan a favor de domesticar la naturaleza humana sustituyendo la prudencia por el miedo a la ley.
 
Alguna vez he dicho, y cada día estoy más convencido de ello, que el nihilismo es el resultado del fracasado intento de sustituir la prudencia por la ciencia. O por la ley, añado ahora.
 

viernes, 26 de agosto de 2022

Rosamerón

Entre los regalos que me ha hecho el azar amigo últimamente, el más improbable y, por lo tanto, el más inesperado, ha sido el de montar una editorial con dos socios más a los cuales el mismo azar amigo ha tenido la generosidad de conducirme. 

- ¿Qué necesidad tienes de meterte en más complicaciones? -me preguntaba mi mujer.

Necesidad, ninguna, pero si el azar amigo llama a tu puerta, lo peor que te puede pasar es que no estés en casa.

Para mi fortuna, mis dos socios son grandes profesionales. Trabajan mucho y muy bien y a mi me dejan el puesto de diletante, que entretiene sin cansar. ¡Y cómo lo estoy disfrutando! 

Nos ha tocado aparecer en unas circunstancias difíciles. El precio del papel se ha disparado y no parece encontrar tope y las ventas se han reducido. Recientemente leía una estadística que aseguraba que en España el 86% de los libros que se publican no llega a los 50 ejemplares de venta. Gracias a Dios no es nuestro caso. A nosotros nos está yendo bien, si bien es cierto que, ya que no podemos prever los ingresos, hemos reducido los gastos corrientes al mínimo.

Tenemos a punto las publicaciones del próximo cuatrimestre y estoy completamente convencido de que no solo nos ayudarán a continuar navegando con vientos portantes, sino que alguno de los libros que tenemos en imprenta dará la campanada. Y, si no, al tiempo.

Fragilidad

La mayor prueba de la fragilidad del hombre es lo fácil que se olvida de su fragilidad.

jueves, 25 de agosto de 2022

Lo posible.

El hombre es, inevitablemente, un ser futurizador, decía Ortega, con razón.

Lo es porque todas las cosas -incluyéndolo a él mismo- están marcadas por la deficiencia de lo que aún no son pero pueden llegar. En la potencia hay siempre la huella de una carencia. En este sentido lo potencial es la manifestación de cierta irrealidad de lo real. O, dicho de otra manera, cuanto más presente tenemos lo potencial, menos consistente se muestra lo real. Lo posible y lo real van en sentido opuesto. Para el hombre lo más real es lo que ya no está, el pasado. No está y, sin embargo, nos arrastra con el peso de la memoria.

Lo posible ontológico tiene siempre algún sentido antropológico. Puede ser deseable y buscado; puede ser imaginado y fabulado; puede ser temido y evitado... Puede ser visto como la obsolescencia del presente y, en este sentido, vivido melancólicamente; como azar o como necesidad, como sorpresa...  etc.

Lo posible puede ser también vivido estratégicamente, como una planificación que puede incorporar o no ciertas renuncias prudenciales. Es el caso, por ejemplo, del trabajo, vivido como una inversión del esfuerzo para conseguir una posibilidad de ocio... Se retuerce lo posible para buscar lo deseable.

La manera más intensa de vivir lo posible es la de la inminencia expectante, que es la que abre para el hombre la posibilidad de la aventura, el juego (y el azar amigo). Aquí se encuentra la posibilidad de vivir la negación como afirmación del deseo y, como diría también Ortega, aquí se encuentran las formas de la vida feliz, cuyo paradigma es la caza.

miércoles, 24 de agosto de 2022

Gente de playa

A partir del 20 de agosto la playa está vacía a las 8 de la mañana. Casi vacía, mejor dicho, porque, vayas a la hora que vayas, siempre hay alguien que ha llegado antes que tú. Pero a la zona que yo acostumbro a ir, no nos encontramos más de tres o cuatro personas a esa hora. A partir de las 8:30 comienzan a llegar, parsimoniosamente, más bañistas.

Hoy me han llamado la atención dos parejas.

La primera ha llegado a la vez que yo. Estaba formada por dos adolescentes de unos 16 años. Ella se bañaba plácidamente y él se movía a su alrededor impulsado por una energía inagotable. Pura vitalidad del macho que estrena su condición. Salía del agua, corría unos metros por la arena y  volvía a zambullirse aparatosamente, estirando los brazos, haciendo giros inverosímles en el aire y riendo de alegría. Una y otra vez, sin parar. Así los he dejado cuando a las 9:15 he vuelto a mi casa.

La segunda ha aparecido más tarde. Unos treinta años. Han extendido sus toallas sobre la arena, han abierto la sombrilla, se han quedado en ropa de baño y él ha lanzado un palo al agua. Ella se ha lanzado a por el palo y ha vuelto junto al chico con el palo en la boca. Han repetido esto varias veces, como si fuera la conducta más natural del mundo y, después, se han estirado sobre las toallas dándose la mano.

martes, 23 de agosto de 2022

El instante

"¡Detente! -le pedía Goethe al instante- ¡Eres tan hermoso!"

Un filósofo musulmás sostenía que el castigo del diablo es no poder detener el instante. Cuando, por ejemplo, le llega el sonido de una bella melodía, quisiera detenerlo, apropiárselo y gozarlo sin descanso. Pero todas las cosas pasan y sólo Dios y el diablo permanecen. Dios vive en el instante porque es lo que siempre es actual; el segundo, está condenado al instante, porque siempre está cayendo en la inactualidad. Pero en ambos casos, el instante es lo eterno en el tiempo.

El hombre moderno ha sido capaz de congelar el instante y guardarlo en sus exomemorias (léase USB, ordenador, teléfono móvil...) para reproducirlo a su antojo cuando quiera. Vive así es una pluralidad de instantes que, si es posible, es porque el instante genuino ha perdido realidad.

domingo, 21 de agosto de 2022

El ser del tiempo

Tiro del apunte anterior.

Aristóteles acertó plenamente al utilizar los conceptos de potencia, acto y deficiencia para explicar la constitución histórica de los seres naturales. El ser es en potencia (tiene potencial) mientras pueda ser lo que aún no es (mientras sea deficiente con respecto a lo que siempre está llegando a ser) y es en acto cuando su potencia cuaja en una forma que podemos señalar como estando (momentáneamente al menos) ahí.

Si el ser lleva en su ser la posibilidad de ser lo que aún no es (en los límites, claro está, definidos por su especie), todo cuanto es está en estado deficiente (el acto es la coyuntura presente de la potencia) y en la captación de esta deficiencia por el sujeto está la posibilidad de lo histórico.

La historia es siempre relato de deficiencias permanentes y actos puntuales.

En este sentido podríamos decir que el universo comienza con una potencia sin acto, una deficiencia pura (dado que el inicio del famoso big-bang no tiene ni forma ni propiamente historia) y acabará como un acto sin potencia (dado que todo cuanto es tendría como destino una sopa cósmica inerte, fría, muda y ajena a toda variación porque no tendría sentido aplicarle el concepto de deficiencia).

Todo esto, perdonen ustedes, tiene que ver con algo que ando intentando escribir sobre el cosmos como unidad imposible de sentido.

El ser y el tiempo

Cada amanecer trae sus colores nuevos al día, que son como un preludio.

Ortega insistía en el carácter futurizador del hombre. Pero esto es como afirmar que somos seres que tienden espontáneamente a encontrar sentido narrativo a la sucesión de cuanto nos rodea. No nos pasan cosas. Nos pasan cosas porque, para que... No vemos cosas. Vemos cosas que son partes de un relato. Así, el amanecer es una introducción. No importa tanto a qué introduce como el hecho de que sea una promesa que confiamos que tenga de forma natural su continuidad.

El primer artículo filosófico que escribí se titulaba "La intuición narrativa" y defendía que todo, cuanto es un objeto de la experiencia, es incorporado a la misma como un momento de una narración cuyo relato está siempre abierto. Añadía que si vemos cosas que son parte de un relato es tanto porque el mero hecho de verlas ya las integra en nuestra biografía, como porque todo cuanto vemos está marcado por la insinuación de lo que aún no es. 

Ser es ser parte de un despliegue temporal.

sábado, 20 de agosto de 2022

67

Cumplo hoy 67 años con -por supuesto- la alegría grande de poder celebrarlos entre los míos, pero con la perplejidad de seguir sintiendo en mi interior, bien fresca y viva, la voz del niño que fui. Se han apagado muchas voces de lo que he sido, que quedan como crónicas y recuerdos, más o menos satisfechos, de distintos pasajes de mi vida. Pero el niño sigue vivo, remoloneando en mi interior, sorprendido de estos años en los que se va adentrando una parte muy sustancial de mí mismo, pero no todo. Algo de mí sigue chapoteando, irreductible, en los charcos de la niñez.

Ya no hago planes para el futuro mediato, pero sigo acumulando proyectos para mañana, eso sí. Mañana, amigos, me gustaría seguir vivo y deseo poder renovar la esperanza de conseguirlo cada día, para poder seguir siendo un futurizador de lo inmediato, dado que mi porvenir a medio plazo ya está escrito.

La esperanza que cree más en mañana que en pasado mañana tiene sus ventajas. Por ejemplo, ya no me preocupa mi C.V. Ya no hago nada para acumular puntos o prestigio o una línea más en mi  currículo. Ahora intento hacer lo que me apetece porque me apetece y, en este sentido, he ganado, sin duda, libertad y, sobre todo, sensibilidad hacia el azar amigo. Es una libertad que se resiente de las herrumbrosas rodillas, del tanteante oído, de la vista cansada; una libertad que no sabe permanecer en la cama cuando se despierta, que se ha vuelto gruñona, pero que disfruta, como nunca lo había hecho antes, de la libertad de pensamiento y, allá hasta donde parece prudente, de la libertad de palabra. Ya saben, "primum non nocere".

viernes, 19 de agosto de 2022

Amanece

El amanecer me pilla despierto.

De hecho, llevo despierto un buen rato. Me acuesto pronto y me levato pronto. Pero hay días que para las cinco de la mañana siento que ya he dormido lo suficiente y no encuentro manera de acomodar mi inquietud al abrigo de la cama, así que me levanto, ando por la casa, bebo agua, curioseo por las redes sociales, leo, escribo, y veo amanecer.

Hoy el amanecer descubre unos azules metálicos, fríos, tiñendo el cielo y el mar. Hay en el horizonte una gruessa linea caprichosa de nubes que juega a un paralelismo imperfecto con la remota línea del mar. Las ramas de las jacarandas, de un verde apagado, como cansado, se agitan frente a mi ventana como si ya fuera otoño. Y no apetece nada ir a darse un baño a la playa. Vuelvo a leer. Pero hoy me cuesta concentrarme y me quedo embobado y vagueo viendo cómo crece la claridad del día.

jueves, 18 de agosto de 2022

La vida hostil

Oigo decir a un bibliotecario que los libros te hacen la vida menos hostil. Pues dependerá de lo que se lea, ¿no? Hay libros sumamente inquietantes. ¿Don Quijote nos hace la vida menos hostil? ¿Y Homero? ¿Y qué decir de Sófocles o Ciorán? ¿Y los libros de historia serios? Los libros, como el saber, no tienen por misión domesticar la vida. De ahí la perversión pedagógica que pretende gamificar el conocimiento. Y si algún gran libro lo insinúa, se cuida mucho de advertirte que, por si acaso, duermas con un ojo abierto. Los libros -los grandes libros- te muestran la complejidad del mundo tal como es reflejada con sutileza por los grandes artistas de la palabra. Y es en ellos donde aprendemos alguna cosa relevante sobre la tragicomedia de la vida.

Oí decir a un vecino de Hoyuelos de la Sierra, cuando al atardecer salen de sus casas para sentarse en los viejos poyos de piedra, que de noche no graniza. No me sabía explicar por qué, pero estaba seguro de ello. Yo tuve que confirmarlo en google. Y así era. El deseo compartido por aquellos vecinos, que parsimoniosamente salían a recibir la brisa que llegaba de lo profundo del bosque, era que lloviera, pero que lo hiciera de noche, para que el granizo no hiciera mal. Eso, la tertulia al relente en el poyo de la puerta, es lo que hace la vida menos hostil.

miércoles, 17 de agosto de 2022

Tras regresar a casa...

Todo el día esperando que, de un momento a otro, el cielo cayera, de pleno, como un pájaro muerto, sobre nuestras cabezas. Pero todo lo que ha caído, hasta este mismo momento, han sido las temperaturas y cuatro tímidas y dispersas gotas de agua. Conociendo la volubilidad de las borrascas de verano en el Mediterráneo, seguro que por algún sitio se las habrán visto con lo que nosotros nos hemos ahorrado. Esta mañana en la playa estábamos cuatro gatos. Olía a final de verano.

Tras regresar a casa, después de diez días memorables en Hoyuelos de la Sierra, en la venerable Sierra de la Demanda, un lugar mágico en el que circula lentamete el tiempo en el tren de cola de la historia, intento poner orden en mis cosas y recuperar el ritmo de trabajo. Sigo con el reinado de Felipe IV, aunque ahora he pasado de sor María Jesús de Ágreda al conde-duque de Olivares. Es este último un personaje político de tal ambición en la intención, que la ejecución era imposible que estuviese a su altura. Además la vida política del conde-duque está dominada, toda ella, por un azar caprichoso e implacable que lo va arrojando a frentes inesperados de la realidad. No me explico cómo este hombre no es más estudiado por los filósofos políticos españoles. Me corrijo: ¿habrá algún filósofo político español que haya estudiado en serio a Olivares? El libro de Gregorio Marañón me parece lamentable. A Cánovas se le escapa viva su realidad... ¿quizás Sánchez de Toca?

Drive my car

Ayer por la noche pude ver, finalmente, Drive my car, la película de Ryusuke Hamaguchi (2021) basada en un relato de Haruki Murakami que tan buenas críticas ha tenido (con la notable excepción de la de Boyero). Es un relato sobre la representación, sobre el hombre como un actor que está representando, inevitablemente, papeles de sí mismo más allá de los cuales no hay ninguna autenticidad que recoja una supuesta verdad. Lo auténtico es el reto de representar el papel que estás reprenetando en este momento de la manera más verosímil posible.

De ahí que, a mi parecer, la clave de la película se encuentre en la penúltima escena, que representa una representación: la del monólogo final de Tío Vania, de Chéjov, uno de los textos más emocionantes, a mi manera de ver, de la literatura universal y que más exigen a los actores:

 

VOINITZKII. -(A SONIA): ¡Cuánto sufro!... ¡Si supieras cuánto sufro, pequeña mía!...

SONIA. -¡Qué se le va a hacer!... ¡Hay que vivir! ¡Y viviremos, tío Vania!... ¡Viviremos una larga, larga sucesión de días, de largos anocheceres... Soportaremos pacientemente las pruebas que nos depare el destino. No descansaremos nunca. Trabajaremos para los demás, ahora y también en la vejez. Y cuando llegue nuestra hora, moriremos resignadamente. Luego, más allá de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos conocido la amargura... Y Dios se apiadará de nosotros. Y entonces, tú y yo, tío..., conoceremos una vida maravillosa..., una vida de ensueño. Nos sentiremos gozosos y, con una sonrisa en nuestros rostros, volveremos con emoción la vista a nuestros actuales sufrimientos, y, por fin, ambos, descansaremos. ¡Yo tengo fe en ello! ¡Lo creo apasionadamente, con todo mi corazón! Y cuando llegue ese momento, descansaremos.  (El telón desciende lentamente.)

martes, 2 de agosto de 2022

A la playa

Me voy a la playa dando vueltas a una frase de Balmes: "El espíritu humano es como un borracho a caballo; cuando se lo endereza por un lado, se tuerce por el otro".

Efectivamente, el hombre no es un problema a resolver, como cree el progresismo, sino un enigma cuya resolución acabaría con lo humano.

domingo, 31 de julio de 2022

E lucevan le stelle


Ayer me llevé a Puccini a Sant Mateu. Le di la mano al salir de casa y se la solté al volver. O sea que podríamos decir que se tarda una "Tosca" en subir y bajar a Sant Mateu desde mi casa.


Como había llovido durante la semana el suelo estaba blando y en muchos lugares parecía intacto, sin la marrca de una suela. Estamos en ese momento del verano en que la vegetación comienza a parecer cansada y a los pinos se les han deslucido los verdes. Pero ayer el aire estaba limpio y nuevo.

A partir de las 20:00 comienza el espectáculo. El sol, al ponerse más allá de la montaña que está detrás de las montaañas, levemente insinuada en el horizonte, Montserrat, manda sus rayos casi horizontales a iluminar claros del bosque con una luz tamizada por el mismo bosque y el ambiente se carga de magia.


Todo evoluciona rápidamente. Los perfiles, apenas dibujado por la luz, se desvanecen, pero en su desvanecerse se permiten el lujo de componer una sinfonía cromática de una belleza efímera. El instante se carga de sentido precisamente por su evanescencia. Uno se siente cazador de momentos de una luz que invita a perderse en ella. 


Como en la caza, es la presa la que sorprende al cazador en estos atardeceres y el lance no es sino la inmersión apasionada en el instante del paisaje.
Y poco a poco se fue apagando todo "E lucevan le stelle" al abrir la puerta de casa..

sábado, 30 de julio de 2022

Aforismos de Balmes. I.

Cuando el corazón necesita una doctrina, el pensamiento se la presta, aunque sea fingiéndola.

 

Para formar un partido por malvado, por extravagante por reducido que sea, no se necesita más que levantar una bandera.

 

Hay hombres extremadamente vanos con mucho amor propio mal entendido que les inspira el deseo de singularizarse en todo, que al fin llegan á contraer un hábito de apartarse de lo que hacen y piensan los demás hombres, esto es, de ponerse en contradicción con el sentido común.

 

El arrojarse el hombre á merced del sentimiento, es arrojar un navío sin piloto en medio de las olas, esto equivale á proclamar la infalibilidad de las pasiones.

 

El orgullo es un reptil que si le arrojamos de nuestro pecho, se arrastra y enrosca a nuestros pies.

 

El espíritu se desenvuelve con el trato, con la lectura, con los viajes, con la presencia de grandes espectáculos, no tanto por lo que recibe de fuera como por lo que descubre dentro de sí.

 

La inconstancia, que, en apariencia no es más que un exceso de actividad, pues que nos lleva continuamente a ocuparnos de cosas diferentes, no es más que la pereza bajo un velo de hipócrita: he aquí retratados a los civilizados modernos con su charla.

 

El hombre es niño hasta la vejez; preséntase a los demás con toda la seriedad posible; mas en el fondo se encuentra a sí propio pueril en muchas cosas y se avergüenza.

 

El hombre tiene siempre un gran caudal de fuerza sin emplear: el secreto de hacer mucho, es acertar a explotarse a sí mismo; pero los nuevos civilizados no quieren más que explotar a los demás.

 

El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, peor no más de lo que hay. Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay.

 

El arte de pensar bien no se aprende tanto con reglas como con buenos modelos.

 

El primer medio para pensar bien es atender bien.

jueves, 28 de julio de 2022

La selectividad a debate

He leído con la mejor predisposición la propuesta de un nuevo modelo de pruebas de acceso a la universidad que el Ministerio de educación pone a debate. El cambio es, sin duda, necesario. Hoy hay que hacer esfuerzos ímprobos para suspender la selectividad y su resultado no garantiza, en absoluto, la objetividad de la selección que pretende. En primer lugar, porque los centros educativos inflan el expediente de sus alumnos (que es el 60% de la nota final) y algunos lo hacen de manera muy generosa. La selectividad actual penaliza, por lo tanto, a los centros rigurosos. La nota del expediente de dos alumnos de diferente centro es de imposible homologación. Si añadimos que las pruebas de las diferentes comunidades autónomas tampoco son homologables, no es extraño que haya alumnos que a los 15 años (en las pruebas de PISA) se encuentren muy por debajo de la media española y en selectividad pasen a la cabeza. La selectividad penaliza también a las comunidades más exigentes. 

 

El Ministerio deja sin tocar las notas de expediente y pretende introducir una cierta homologación en el 40% de la nota que depende del examen de selectividad y para ello quiere centrar la prueba en la evaluación de las competencias generales que deben compartir todas las comunidades. Ahora bien, cuanto más ponga el acento en las competencias generales -que se prevé que supongan el 70% de la nota de la prueba-, más se estará valorando el C.I. del alumno y menos su aprendizaje escolar. Pero esta parece ser la opción, ya que volvemos a encontrarnos con las reticencias a la “mera reproducción de contenidos académicos” y a la “memorización para la ocasión”. A mí me parece que el conocimiento -el académico y cualquier otro-, si es claro y distinto, no tiene ninguna propiedad que le impida ser transmitido y que lo que no está en la memoria, no se ha aprendido. Pero es una opinión que parecen compartir cada vez menos pedagogos.

 

Muy de acuerdo, pues, con la intención de avanzar en “una mayor homologación y equilibrio entre las pruebas planteadas, para asegurar que sean efectivamente equiparables entre los distintos territorios”. Espero que tengan éxito. Muy de acuerdo, también, en que en los territorios con lenguas cooficiales se requiera “la presencia de las tres lenguas, tanto en la formulación de las preguntas como en la resolución por parte del alumnado".  Los que apoyaron la LOMLOE asumieron el compromiso de que “al finalizar la educación básica, todos los alumnos y alumnas” alcancen “el dominio pleno y equivalente en la lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial correspondiente". Esta puede ser una buena ocasión para reivindicar su voto.

miércoles, 27 de julio de 2022

Eros domesticado

La República de Platón se desarrolla como un diálogo en la casa de un rico extranjero residente en Atenas, Céfalo. Pero el diálogo filosófico no comienza propiamente hasta que Céfalo, rico y viejo, tras reconocer que el tirano Eros ya ha abandonado su cuerpo, derrotado por la edad, se retira a orar a los dioses antes de irse a dormir. Es decir la Repúblca se despliega en la noche, mientras el sereno Céfalo duerme. Quizás porque hay cosas humanas que aquellos que han embridado a Eros ya son incapaces de comprender o quizás porque en una edad avanzada ya no se sueña con aquello que ha sido necesario reprimir durante el día. 

La moderna ingenuidad ilustrada parece creer en la posibilidad de domesticar a Eros, cuando la historia humana no es sino el reiterado fracaso de este intento.

martes, 26 de julio de 2022

Como gorilas bajo la lluvia

Ayer, pobre de mí, tuve que ir a Barcelona. Ya el mero hecho de ir de casa a la estación de tren se me antojaba una heroicidad de esas de "polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga". Pero me armé de valor y fui, bajo un sol compacto que fundía hasta los pensamientos. Y esperé, como esperaban los otros viajeros al tren, arremolinados en la sombra, como gorilas bajo la lluvia. Al fin, llegó el cercanías, se abrieron las puertas de los vagones y vimos que no cabía un alma más en su interior. No obstante, nos hicimos sitio. Incluso tuvimos que hacer sitio a los viajeros que se subieron en Montgat y en Badalona. Pero esto último nos dejó en una situación miserable. Sudábamos a gota gorda y "el cercanías" se convirtió en "el intimidad", con el agravante de que más de la mitad de los viajeros no llevaba mascarilla. Decidí bajar en San Adrián (lo conseguí, pero no sin esfuerzos) y esperar a un tren que transportase a humanos, aunque llegase tarde a la cita que, fue, por cierto, una muy sabrosa comida con dos editores... en un restaurante con el aire acondicionado estropeado

lunes, 25 de julio de 2022

La edad adulta

 Hace unos días hacía yo en otro lugar estas dos preguntas:

1. ¿Es "la edad adulta" la mayor utopía que ha construido la humanidad? 

2. Si así fuera, ¿sería una utopía prescindible?

Con respecto a la primera, si todo, desde la infancia al género, es una construcción social, la edad adulta también podría serlo. ¿Pero sería una construcción que se vive como realidad o como deseo? Quiero decir: ¿son los hechos de los mayores de edad los que nos hacen visible en ellos una cierta disposición de ánimo, una cierta visión prudencial de las cosas, un cierto dominio de uno mismo, etc? ¿O es un deseo, un fundamento mítico de la autoridad de determinadas personas, un principio regulativo o, elevando más el tiro, una utopía?

Con respecto a la segunda. Pudiera ser que fuese una utopía y que, sin embargo no pudiéramos prescindir de ella para hacer humanamente vivible nuestra falta colectiva de adultez. La edad adulta podría ser una ilusión necesaria que el hombre proyecta sobre sí mismo gracias a cuya luz puede verse como le gustaría ser y actuar de acuerdo con esta imagen?

Que quere claro: yo creo que la edad adulta existe en la medida en que alguien puede contar de manera creíble las historias familiares y colectivas cuando se reúne un grupo de humanos junto al fuego y en la medida en que las aristas de la vida han ido limando la energía de uno hasta hacerla más o menos controlable por su sentido común. En este sentido la edad adulta ha de ser la edad de la responsabilida para aquellos que por razones de edad tienen mucha más energía que sentido común para controlarla. Lo cual no eviata que observando ciertos comportamientos colectivos uno tienda a pensar que ciertas ideologías se reducen a una resistencia contumaz a la adultez.

domingo, 24 de julio de 2022

Sigue la canícula

Abandono la playa hacia las 9, cuando comienza a llenarse de familias dispuestas a blindarse tras dos metros cuadrados de arena. El sol comienza a pesar, los gritos aumentan y los peces se hacen invisibles. Hay formas muy diversas de la felicidad pero al llegar a casa pienso que tenía razón Palito Ortega y que la felicidad es una canción de verano. Me ducho, me visto, me cojo a mi sor María de Jesús y me voy al Petit Cafè de la Plaza de Ocata, a blindarme con el libro en mi mesa, bajo la sombra de los plántanos, que son mi particular sombrilla. 

Un detalle que me inquieta: vaya a la hora que vaya a la playa siempre hay alguien que ha llegado antes que yo.

Sor María de Jesús me tiene completamente confundido. A veces escribe como una iluminada con hilo directo con la Trinidad y a veces maneja los conceptos escolásticos con una agilidad y una seguridad asombrosa, si bien es cierto que en ocasiones da la sensación de querer cubrir con la terminología escolástica -Scoto siempre está latente- sus audacias místicas. Lo que más me interesa de ella son esos momentos en que parece que la pluma escribe sola y se permite el lujo de la esponntaneidad. Un ejemplo: “la duda sirve de estímulo al entendimiento para investigar la verdad”.

sábado, 23 de julio de 2022

Lo que no se dice

Ayer participé telemáticamente en un congreso de educación y psicología celebrado en la Universidad Católica de Honduras, en Tegucigalpa. Primero, con una ponencia y, después, a la tarde, en una mesa redonda. Como cada vez que me veo en estas cosas, acabo con la sensación de que la psicopedagogía actual cree saber lo que dice, pero como no sabe lo que no dice, lo primero no es evidente. Me explico. Hay muchas palabras que la psicopedagogía ha ido abandonando por el camino, como si fueran lastre. Eso estaría bien si las hubiera abandonado después de que un debate serio así lo hubiera aconsejado. Pero lo cierto es que el abandono se ha producido sin discusión. Nadie nos explica por qué ya no son pertinentes términos como voluntad, coraje, mérito, repaso, lección, esfuerzo, memoria, transmisión, examen, etc. Pero se usan hasta la saciedad palabras tan ambiguas como paradigma o competencias. Cada vez me parece más evidente que para analizar un discurso hay que estar más atento a lo que no dice que a lo que dice.

jueves, 21 de julio de 2022

Voces

Mientras Sánchez busca su propia voz, dan las 10 y ya he vuelto de la playa.

El agua, transparente, proyecta sobre el fondo arenoso una red de inquietas líneas de sombras entre las que nadan pececillos, bachilleres, que a primera hora de la mañana parecen no sentir ningún temor por la proximidad del bañista. El sol, aún acogedor, ya va advirtiendo de que para media mañana te garantices el amparo de la sombra.

Mi sombra de media mañana es el Petit Cafè de la Plaza de Ocata. Desayuno y lectura. He comenzado las 1.500 páginas de la "Mística ciudad de Dios" de María de Jesús de Ágreda. La monja escribe entre maravillas que a mi me resultan completamente inaccesibles, pero entre maravilla y maravilla baja a mi nivel y me regala alguna idea densa, de esas que hay que rumiar despacio.

miércoles, 20 de julio de 2022

A cuento del primer baño

Primer baño marino en dos años. 

Tras una tarde de bochorno espeso, tórrida, pesada, en la que no había postura que no te hiciera sudar, me he puesto el bañador y he bajado a la playa de Ocata. El agua estaba acogedora; el mar, calmado; el cielo, protector. Tras dar unas brazadas, he cerrado los ojos, me he puesto boca arriba, y me he dedicado a escuchar mi propia respiración. 

El mar es también nuestro elemento. Tenemos alguna biológica filiación con el agua. 

Flotando mansamente, pero con el cielo al alcance de la mano, escuchaba el silencio, solo roto de vez en cuando por alguna voz infantil. 

Creo que estoy aprendiendo a dominar el arte de quedarme en blanco, de no pensar en nada, de no sentir nada, de hacerme un vacío interior y como si fuera una madriguera recogerme en su clausura. Algo similar hago también en la iglesia. Voy a ella, fundamentalmente, a estar en silencio, a dejarme abrazar por un silencio profundo que se hace carne y que, como decía san Juan de Ávila, me permite desarrimarme de mí y encontrar un singular acomodo en un no-lugar.

Estoy leyendo diferentes texto de María Jesús de Ágreda y me he encontrado varias veces con esta expresión: "Levantarse el alma a sí sobre sí".  Está bien y, de hecho, me la he apropiado. Pero también hay un anonadarse a sí mismo desde sí mismo.

Y todo esto viene a cuento del primer baño.

Ustedes perdonen.

De repente las voces de los niños se han hecho más intensas y próximas. He braceado todo lo rápidamente que he podido hasta la última boya. He llegado a la orilla cansado físicamente pero con una intensa sensación de bienestar. Eran las 20:30. Se había levantado la brisa.

domingo, 17 de julio de 2022

Bordados


En las cuestiones relativas a las supuestas bilocaciones de sor María Jesús de Ágreda, cuento con la inestimable ayuda de la cónsul de España en El Paso. A ella acudí en cuanto conocí estos bordados de la monja:







La respuesta que he recibido es que en las aves y las plantas bordadas por sor María Jesús hay ejemplares que solo se encuentran en Nuevo México y Texas. Y ahí lo dejo.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...