domingo, 28 de agosto de 2022

Lectura lenta

Me preguntaba esta semana un periodista por la relevancia de la lectura lenta. La defendí con tres argumentos que son, al mismo tiempo, morales e intelectuales.
 
El primero: la lectura rumiante es uno de los ejercicios imprescindibles para cumplir con el deber moral de ser inteligente. Si automutilarse físicamente es inmoral, no permitir el desarrollo de nuestras capacidades naturales, también lo es. El conocimiento riguroso es moralmente relevante (aunque solo sea porque nos proporciona experiencias de orden), pero, paradójicamente, la conciencia de su relevancia solo se da en quien ya posee conocimientos. La lectura rumiante, nos permite romper el círculo vicioso del narcisismo ignorante.

El segundo: la lectura lenta es un ejercicio muy razonable de humildad. Para leer con atención rumiante conviene no creerse más listo que el autor de cualquiera de los grandes libros de nuestra tradición y, por lo tanto, conviene dejar abierta la posibilidad de que ese autor pueda saber sobre nosotros algunas cosas importantes que el presente nos oculta o ignora. Aceptar como punto de partida que el pasado puede iluminar el presente, nos anima a buscarnos a nosotros mismos, con la mayor atención, en los grandes textos (cuyo tiempo es el presente continuo).

El tercero: La lectura lenta es la mejor vacuna contra el historicismo de baratillo dominante. Hoy es necesario recordar que es un poco ingenuo creer que escribes mejor que Proust por el mero hecho de escribir después de él. Pero eso significa que Proust sigue siendo un maestro de todo aquel que tenga altas expectatvas sobre su escritura. A mi modo de ver, reconocer a otro como maestro no es un gesto de sumisión, sino de grandeza, ya que todo maestro genuino sabe que, al ponernos en contacto con lo grande, está cumpliendo con su deber de incubar deslealtades.

6 comentarios:

  1. La gran mayoría de libros tiene un alto porcentaje de relleno. No hay más remedio que cribar esas partes con lectura en diagonal. La lectura lenta la dejo para cuando llego al meollo, si es que lo hay.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los malos libros, sí. También se podría plantear, inversamente, que un buen libro es aquél que merece ser leído lentamente.
      淑静

      Eliminar
  2. El concepto del deber moral de ser inteligente es difícil de entender en una sociedad en que hasta el más tonto creer ser la cúspide de la evolución.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy consciente de que cada vez que lo defiendo en público, parece que intento provocar, pero para entenderlo basta con disponer de alguna representación fiable de la propia ignorancia.

      Eliminar
  3. En charlas con un amigo, en más de una ocasión, surgía de forma anecdótica que, cuando él era un joven en ciernes, su padre, notario de profesión, le instruía advirtiéndole sobre que ser inteligente sobrellevaba un deber moral con respecto al prójimo.
    Su reseña, aparte de resultarme muy interesante y hacerme rumiar de lo lindo, me ha traído a la mente este grato recuerdo, que, en cierto modo, supone otra manera de abordar la cuestión.

    ResponderEliminar

Mi pueblo

 I Decía Leo Strauss que la política tiene un fuerte componente infantil. Duele darle la razón, pero los políticos (o sea, todos nosotros) n...