Mientras Sánchez busca su propia voz, dan las 10 y ya he vuelto de la playa.
El agua, transparente, proyecta sobre el fondo arenoso una red de inquietas líneas de sombras entre las que nadan pececillos, bachilleres, que a primera hora de la mañana parecen no sentir ningún temor por la proximidad del bañista. El sol, aún acogedor, ya va advirtiendo de que para media mañana te garantices el amparo de la sombra.
Mi sombra de media mañana es el Petit Cafè de la Plaza de Ocata. Desayuno y lectura. He comenzado las 1.500 páginas de la "Mística ciudad de Dios" de María de Jesús de Ágreda. La monja escribe entre maravillas que a mi me resultan completamente inaccesibles, pero entre maravilla y maravilla baja a mi nivel y me regala alguna idea densa, de esas que hay que rumiar despacio.
¿En qué edición lee la "Mística ciudad de Dios"?
ResponderEliminarEn la rerimpresión de 2009 de la edición de las Concepcionistas de Agreda que me dio la madre superiora del convento.
ResponderEliminarSi necesita una versión digital para copiar citas fácilmente, yo tengo varias.
ResponderEliminarEsa suya sobra-de-media-mañana, me recuerda de sopetón a la sombra de mediodía nietzscheana
ResponderEliminarH.Lehnri
A mi la hora del mediodía, se me hace un suplicio. Me entra una somnolència en esta época del año, que me parapeto entre las dos pantallas de la oficina cuando los ojos desfallecen y caen sus párpados pesadamente, como si vivieran al margen de mi voluntad. Pese a tener el aire acondicionado.
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