El humano es un ser capaz de trascenderse o degradarse; de expandir o contraer sus límites. Por ello mismo, es un habitante de un entrambos. Es una bisagra. Se lo puede ver desde la posición a la que es capaz de elevarse o desde la posición a la que es capaz de degradarse. Pero desde la segunda no es visible la primera. No se puede entender la primacía del espíritu desde la primacía de la materia. El ocio no explica a Beethoven; el sexo no explica el amor; la sed no explica un buen vino; los ojos no explican Las meninas; la choza no explica el Partenón; la irracionalidad no explica la racionalidad, etc. Convencido de ello, sigo al Platón que afirma la existencia de una íntima relación entre filología y filantropía, por una parte, y entre misología y misantropía, por otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario