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jueves, 28 de julio de 2022

La selectividad a debate

He leído con la mejor predisposición la propuesta de un nuevo modelo de pruebas de acceso a la universidad que el Ministerio de educación pone a debate. El cambio es, sin duda, necesario. Hoy hay que hacer esfuerzos ímprobos para suspender la selectividad y su resultado no garantiza, en absoluto, la objetividad de la selección que pretende. En primer lugar, porque los centros educativos inflan el expediente de sus alumnos (que es el 60% de la nota final) y algunos lo hacen de manera muy generosa. La selectividad actual penaliza, por lo tanto, a los centros rigurosos. La nota del expediente de dos alumnos de diferente centro es de imposible homologación. Si añadimos que las pruebas de las diferentes comunidades autónomas tampoco son homologables, no es extraño que haya alumnos que a los 15 años (en las pruebas de PISA) se encuentren muy por debajo de la media española y en selectividad pasen a la cabeza. La selectividad penaliza también a las comunidades más exigentes. 

 

El Ministerio deja sin tocar las notas de expediente y pretende introducir una cierta homologación en el 40% de la nota que depende del examen de selectividad y para ello quiere centrar la prueba en la evaluación de las competencias generales que deben compartir todas las comunidades. Ahora bien, cuanto más ponga el acento en las competencias generales -que se prevé que supongan el 70% de la nota de la prueba-, más se estará valorando el C.I. del alumno y menos su aprendizaje escolar. Pero esta parece ser la opción, ya que volvemos a encontrarnos con las reticencias a la “mera reproducción de contenidos académicos” y a la “memorización para la ocasión”. A mí me parece que el conocimiento -el académico y cualquier otro-, si es claro y distinto, no tiene ninguna propiedad que le impida ser transmitido y que lo que no está en la memoria, no se ha aprendido. Pero es una opinión que parecen compartir cada vez menos pedagogos.

 

Muy de acuerdo, pues, con la intención de avanzar en “una mayor homologación y equilibrio entre las pruebas planteadas, para asegurar que sean efectivamente equiparables entre los distintos territorios”. Espero que tengan éxito. Muy de acuerdo, también, en que en los territorios con lenguas cooficiales se requiera “la presencia de las tres lenguas, tanto en la formulación de las preguntas como en la resolución por parte del alumnado".  Los que apoyaron la LOMLOE asumieron el compromiso de que “al finalizar la educación básica, todos los alumnos y alumnas” alcancen “el dominio pleno y equivalente en la lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial correspondiente". Esta puede ser una buena ocasión para reivindicar su voto.

8 comentarios:

  1. Se trata una vez más de nivelar por abajo. Un beso

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  2. Qué pena. Pero todos estos pedagogos, tan pagados de sí mismos, ¿no se dan cuenta del terrible error que están cometiendo? Para mí el derrumbe comenzó con la Logse, promovida por el, por otra parte, recordado Pérez Rubalcaba. Sólo por haber propiciado ese engendro, siempre he hablado mal de él como político, ganándome le inquina de más de uno (y una).. Si a aquel despropósito se le suman los que han venido después,, pues así estamos. Y lo que te rondaré.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Había borrado mi comentario pensando que era una pregunta ociosa, y pensando que las tres serían las lenguas españolas no castellanas , pero si resulta que la tercera es el inglés me acuerdo de aquello de que puesto que lo imposible pido lo posible no me deis. Quizá falta humildad en los objetivos de estas leyes, o quizá solo falte sinceridad en sus proponentes. Un saludo y gracias por contestar

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  4. Totalmente de acuerdo con su afirmación: "lo que no está en la memoria, no se ha aprendido"

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  5. Quisiera no equivocarme pero de alguna manera se tendrán que cubrir las plazas ofertadas por las Universidades. Así resulta que el porcentaje de aprobados debe mantenerse en torno al 90 y tantos por ciento. En fin, "es el mercado amigo".

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  6. Hasta que no veamos un enunciado completo de estas pruebas competenciales no sabremos de qué se trata. Pero me parece bastante claro: 1/ que la corrección de este tipo de pruebas puede caer más fácilmente en la arbitrariedad y, por esta razón, 2/ que estas pruebas probablemente cumplurán peor con su función selectiva.

    Completamente de acuerdo contigo, Gregorio: los alumnos con un CI superior, o con talento natural, superarán a los más trabajadores pero con menos facilidad para "seducir" a los correctores.

    Por otra parte, ¿saber retener conocimientos en la memoria no es una competencia necesaria para la mayor parte de los estudios universitarios? ¿Las universidades no van a decir nada? Aunque la ley diga otra cosa, no entiendo que la universidad no tenga un papel protagonista en la concepción - y no sólo en el diseño - de las pruebas de acceso...

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