Vengo de hacer la compra. Caminar es cada día que pasa un placer a la vez más intenso y más reticente. En el supermercado han cerrado la panadería, la pescadería y los productos cocinados. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido comprobar que la distancia de precaución, que era, hasta hace poco, una distancia de educación que hemos ido ensayando con buena fe, se ha convertido en una distancia de miedo. Nos rehuimos, nos separamos cuanto podemos, intentamos no cruzarnos en la acera, no rozarnos en el supermercado. Las reticencias crecen.
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