Las crisis, inevitablemente, sacan a relucir nuestras mejores virtudes y nuestros peores defectos. Son tiempos de cobardes y de héroes, de apóstatas y de mártires.
Dos ejemplos.
El martes pasado en La Línea, decenas de personas apedrearon y abuchearon a los policías que custodiaban a un grupo de 28 ancianos con coronavirus que trasladaban a esta ciudad desde la residencia de Alcalá del Valle. Los ingresaron en la residencia Tiempo Libre (¡cómo juegan con nosotros nuestras palabras!), dejando allí un dispositivo policial para garantizar la seguridad de los recién llegados.
El mismo día, en la residencia San Jerónimo, de Estella, 15 trabajadores decidieron encerrarse con los 62 ancianos residentes, recluyéndose para pasar junto a ellos el tiempo que haga falta. Todos los ancianos están sanos, pero así garantizan, cortando el contacto con el exterior, que lo seguirán estando. La idea surgió de los propios trabajadores.
En la mayoría de las residencias el virus no lo introducen los ancianos, sino el personal que los cuida o los familiares que los visitan.
En la residencia de un barrio rural de Zaragoza, en Garrapinillos, también se han encerrado las trabajadoras con los ancianos para evitarles contagios y atenderlos.
ResponderEliminarhttps://www.heraldo.es/noticias/aragon/zaragoza/2020/03/25/las-trabajadoras-de-una-residencia-de-garrapinillos-se-confinan-con-los-mayores-para-reducir-los-riesgos-1365681.html
Quedémonos con el cura que puso ud. ayer. Lo demás, pues es lo que hay..
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