Alain Minc firmó ayer un interesantísimo artículo en Le Figaro: "Frente a la crisis, los estados y las sociedades civiles ofrecen serias razones para la esperanza".
Es un artículo que pone la probidad al servicio de la salud política colectiva, del que extraigo cinco ideas:
La primera: "En nuestra turbia vida cotidiana, es una higiene psicológicamente saludable atender a las razones para ser optimistas. Las autoridades se equivocan al proclamar que estamos experimentando una crisis peor que la de 1929: es paradójicamente gracias a ellas por lo que evitaremos otra Gran Depresión. Si los gobiernos y los banqueros centrales de aquel momento hubieran tomado las medidas adoptadas hoy por sus sucesores, tal vez Occidente habría evitado la cadena fatal que condujo a Hitler."
La segunda: "¿Quién hubiera imaginado que las opiniones mórbidamente individualistas, narcisistas y anarquizantes, tan renuentes a todas las formas de orden, aceptarían sin protesta restricciones en su forma de vida que ni siquiera habían conocido en tiempos de guerra y, lo que es más, las aprobarían en proporciones increíbles?"
La tercera: "¿Quién hubiera pensado, hace dos meses, que "héroe anónimo" pasaría a ser en un término genérico? No me refiero sólo a los trabajadores de la sanidad, sino a todos los trabajadores que se hacen cargo del país todos los días, desde cajeros hasta basureros, policías, repartidores, comerciantes..."
La cuarta: "En un mundo que se empeñó en descalificar cotidianamente la acción política, esta acción está conociendo una legitimidad desconocida durante década".
La quinta: "Un mínimo contrapunto a la dictadura del pesimismo y la melancolía es esencial".
Añadiré una que últimamente se oye poco: el sedentarismo mata
ResponderEliminarEl tabaco, y no los libros, es un bien esencial
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