Tras un amanecer amenazante y chulesco, ha aparecido el sol y he aprovechado a salir para hacer la compra, con la sospecha de que en Ocata no nos resistiríamos a la atracción de la luz.
La primera sorpresa. Me he encontrado en primer lugar con una vecina, una anciana, que me ha dicho, sin que yo le preguntase nada, que salía tranquila de casa porque en Ocata no había "ni un caso del coronavirus ese". He intentado convencerla de que un poco de prudencia no viene mal, pero me ha mirado como diciendo, "¿quién se creerá este joven que es para decirme a mí lo que tengo que hacer?"
La sorpresa de las colas. Colas largas para entrar en las tiendas, pero me ha parecido observar que las distancias entre las personas se va alargando día a día. Hoy no se dejaba menos de tres metros.
La sopresa de la gente que se para a hablar en la calle, al rebujo del calorcito del sol, comentando los tiempos que nos han tocado vivir, y que hay que tomarse las medidas en serio.
Seguimos.
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