miércoles, 7 de marzo de 2007

Mi amigo Muhammad

Encuentro en La Vanguardia de hoy este titular: "Los barceloneses de clase media del Raval no llevan a sus hijos a las escuelas del barrio". Leyendo el artículo se deduce que quienes los llevan es porque no puede permitirse otra cosa. La noticia me ha recordado inmediatamente a mi antiguo amigo Muhammad.

A Muhammad lo conocí cuando estaba trabajando como peón en la construcción, hace ahora veinte años. En realidad estaba siendo esclavizado por un empresario sin escrúpulos. Lo ayudé y él me respondió con un torrente de generosidad que hasta me llegó a parecer un poco apabullante. No os contaré los detalles, pero tuve que pararle los pies. Llegó hasta el extremo de querer regalarme una casa que tenía en un pueblecito en la región de Tetuán.
- Pero Muhammad, yo no te puedo aceptar esto. Vende la casa. Seguro que tú necesitas el dinero más que yo.
- El dinero va y viene y nunca se queda, pero los amigos, cuando son de verdad, siempre se quedan. Yo quiero más un amigo de verdad cerca que una casa vacía lejos.
Cada vez que las cosas le mejoraban venía a Ocata a darme cuenta. Así me fui enterando de los nacimientos de sus hijos y, sobre todo, hijas; de cómo consiguió traer a su familia; del piso que consiguió en el Raval, que él mismo reformó de arriba a abajo; de las bodas de sus hijas mayores, etc.

Por entonces yo asistía a una pequeña tertulia que tenía lugar los domingos por la mañana en la terraza del Café Neptuno, en Ocata. Muhammad se presentó un día con su carnet de identidad en la mano. Había conseguido nacionalizarse español. Nunca lo había visto tan feliz. Se sentó con nosotros, muy seguro de sí mismo, y nos contó que lo primero que había hecho como español había sido sacar a sus hijas de la escuela pública del barrio (del Raval, evidentemente) y llevarlas a un colegio de monjas. Captó enseguida mi cara de extrañeza y me explicó sus razones:
- La escuela pública está llena de moros y paquistaníes.
Uno de los contertulios se interesó por si seguía siendo musulmán.
- ¡Eso no es importante! -le contestó Muhammad, sin ningún embarazo- ¡Lo importante es que Dios es el mismo en todas partes!

15 comentarios:

  1. ¿Eso no se puede considerar un buen ejemplo de integración, o habrá quien piense que es absorción cultural? Cada día agradezco más no sólo sus conocimientos, sino la elegancia con la que los expone. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Creo que en algún anrtículo de los míos hablaba de un licenciado en filología, guía turístico, extra en Lawrende de Arabia, marroquie y suní que afincado en Marruecos llevaba a sus hijas a las monjas belgas, por la calidad de la enseñanza que allí daban.
    Es lo que yo llamo la contaminación, y es la oportunidad de modernización de algunas capas de población del Norte de África. Conviene dar una ojeada a los intelectuales argelinos o marroquies.
    No obstante, hace unos días, en un reportaje de mujeres modernas en los Emiratos Árabaes, una de ellas le dijo a la periodista: "modernidad no quiere decir obligatoriamente occidentalización". Me dió que pensar.

    ResponderEliminar
  3. Claudio.

    Me ha venido a la cabeza un reciente artículo de Anne Applebaum sobre Ayaan Hirsi Ali y el escozor que produce en tantos intelectuales occidentales.
    La causa, razonaba Applebaum, no es que critique al Islam (en esto coincidiría con los que critican a la Iglesia) sino que alabe al West. Y eso no se puede perdonar.

    ResponderEliminar
  4. Desde luego, la actitud de Muhammad resulta, cuanto menos, desconcertante. La aportación de nuestro amigo luis rivera con la respuesta de esa mujer de los Emiratos Árabes, merece reflexión. Temo que Muhammad se haya occidentalizado y adquiera nuestros mismos males... Besos, querido amigo.

    ResponderEliminar
  5. Seguramente, si hubiese más casos así, los problemas derivados de la inmigración serían nulos.

    Está visto que el multiculturalismo está muy bien para reportajes y que a más de uno se le llene la boca de ilusiones perdidas pero, en la práctica, ya sabemos en qué desemboca.

    ResponderEliminar
  6. Tiro, quizás, por el atajo que nos propone Luis Rivera, y añado el enlace a un post que escribí a principios de año en mi blog, relacionado con el tema que nos ocupa aquí:

    http://lapedraalatordera.blogspot.com/2007/01/etnocentrismes.html

    ¿La solución es "occidentalizar" al inmigrante?. Ahí queda la duda.

    Saludos cordiales.

    PEDRO

    ResponderEliminar
  7. No tengo ni idea de si Muhammad es un fenómeno único entre la inmigración de origen musulmán, pero lo que sí constato, cada vez que la cuento, es que esta historia produce un extraño incomodo. Efectivamente, Claudio, no se acaba de aceptar que un marroquí asuma con naturalidad que lo que es bueno para los nativos también es bueno para él.

    ResponderEliminar
  8. Yo creo que lo que no se acepta con naturalidad es que, por el solo hecho de tener un DNI español, un moro, dicho sea con todos los respetos, ya no quiera que sus hijos se mezclen con los de otros moros. Eso si que es raro, por no decir absurdo.

    ResponderEliminar
  9. Ramon: me parece que las reticencias a admitir que un moro (no veo ningún sesgo peyorativo en tratar a alguien de nativo de la romana Mauritania)pueda optar libremente por nuestros prejuicios muestran una cierta incapacidad para comprender que no hay ciudad (y,desde luego, no hay democracia) sin prejuicios. Y no solamente esto: son los prejuicios, no la ciencia (ni ninguna ética de la elección racional) lo que constituye la base de la democracia.

    ResponderEliminar
  10. Todo emigrante aspira a la naruralización que le ofrecen las clases superiores entre las que se sumerge. Miremos el caso de Cataluña, donde el fenómeno de asimilación es absoluto: quien llega alcanza la naturalización (o asimilación) catalana que le ofrece el idioma y la cultura (sobre todo el idioma) en un contexto de poder que manejan los otros, los naturales.
    ¿Que diferencia hay entre que un andaluz o murciano quisiera que sus hijos estudiaran (pongo por caso los 70) en les escoles Tagore) a que un moro quiera que sus hijas estudien en el mismo lugar.
    ¿Que él es musulman? Cuantos tagorianos han sido hijos de ateos o escépticos, por ejemplo.

    ResponderEliminar
  11. Don Gregorio: Creo que su amigo Muhammad, no se integró, mimetizó lo que el ve, de la sociedad occidental y vio que entre esta sociedad el ir a una escuela con moros y paquistanis,no esta bien visto, es de clase baja y vino aqui para subir de clase y dar lo mejor a los suyos!! despreciar a los mas desfavorecidos le acerca mas al occidental!!!!! Creo que su amigo debe tener buenos sentimientos y sin duda quiere lo mejor para los suyos, por esto los llevo a un colegio que considera bueno, esto no es integrarse......esto es mimetizar nuestro comportamiento, que creo tambien deja mucho que desear!!! Muhammad, se equivoco, no es facil asimilar y digerir culturas tan diferentes en poco tiempo y nosotros hombres occidentales, abiertos, multiculturales ¿ cuando convimos de cerca con otras culturas pobres ( si son ricos es otra historia) como nos comportamos??? Creo que con frecuencia peor que Muhammad!

    ResponderEliminar
  12. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  13. Glauka: Es curioso. Un campesino murciano podía ayer ser del PSUC y cantar Els Segadors, sin ningún problema. Un campesino del Magreb puede hoy pertenecer a CCOO, ir en las listas de un partido político catalán y apasionarse de la crema catalana. Todo eso está bien. Muy bien, incluso. Mi amigo Muhammad sin embargo ha cogido una vía equivocada, la de la degradación. Claro está que somos nosotros los que establecemos lo que es noble y lo que no lo es, de manera que quienes actúan de acuerdo con nuestros criterios de lo noble, son nobles; y quienes no, no. En definitiva: El buen salvaje debe o hacer lo que a nosotros nos parece correcto o seguir siendo salvaje. Todo lo demás, anatema.
    ¿Es esto lo que quieres decir?

    ResponderEliminar
  14. Don Gregorio: esta claro que no me he explicado bien.Como puede crer que pueda pensar su ultima frase!!!!
    Los hombres de otras culturas, tienen sus principios muy arraigados y que no son ni mejores ni peores que los nuestros, simplemente diferentes, pero que nosotros NO PODEMOS JUZGAR bajo nuestra concepción de la vida. Muchos de estos inmigrantes por los que tengo todo mi respeto y admiración y lo digo por que trato con ellos en momentos dificiles, no entienden el porque del hombre occidental y lo mimetizan, por esto llevan a sus hijos a otros colegios, llevan relojes dorados Rolex y otras tantas anecdotas. Esto creo que pasa porque no encuentran en nuestra sociedad valores autenticos como ellos tienen de amistat, palabra etc e intentar imitar a los que consideran triunfadores. Yo admiro al hombre azul del desierto cuando dice " ustedes tienen el reloj para medir el tiempo, yo en el desierto tengo togo el tiempo"
    Yo reinvidico el respeto pòr el hombre con valores, con creencias con amor a su pueblo, odio la gilipollez y el snobismo que con frecuencia nos invade! Creo que su amigo se confundio si el pensaba que esto es integrarse, ojala lo hiciera para sacar el mejor partido posible de una sociedad sin valores, que con demasiada frecuencia por creemos el primer mundo, en dinero si, pero desgraciadamente en nada mas!!
    Me he explicado Don Gregorio

    ResponderEliminar
  15. Glauka: Eso es exactamente lo que le querá decir: TODOS mimetizamos aquello que apreciamos. Por lo tanto:
    1) O todo vale.
    2) O hay un criterio superior que permite evaluar lo que es y lo que no es valuoso.

    ResponderEliminar

Comer desde el reclinatorio

 I En el tren de vuelta a casa. Hace frío ahí afuera. Las nubes muy bajas, besando la tierra blanqueada por la nieve. Resisto la tentación d...