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domingo, 4 de marzo de 2007

Paradojas de la política

Las sociedades democráticas necesitan del consenso para preservar la libertad. Pero, como sabemos desde Platón, el principio del consenso poco tiene que ver con el principio de sabiduría. De ahí que optar por el consenso implique la sustitución de la sabiduría como único principio rector de la sociedad por el singular saber de la prudencia política.

La prudencia política es la capacidad para armonizar estos dos principios aparentemente incompatibles: sabiduría y consenso. Si la inteligencia fuese el único principio directivo de la política, entonces las sociedades estarían regidas por los sabios. La prudencia, más discreta, se conforma con sustituir la dictadura del sabio por la precaria estabilidad del consenso, con el convencimiento de que la no-sabiduría (vamos a ser prudentes) es capaz de contribuir honestamente a la vida política.

Claro que no parece muy prudente fiarse de que la prudencia se encuentre generosa y democráticamente repartida en nuestras sociedades:

The Voluntary Human Extinction Movement


Actualizado por culpa de Chema que me da un estirón de orejas: "Gregorio, me parece feo que no conteste usted por extenso al meme planteado por Eduardo: "La izquierda y la derecha definieron el siglo XX, ¿Qué será lo próximo?" Así que me tomo la libertad de emplazarle aquí a que lo haga. A ver si se cree que se va a librar así como así".

Contestaré Chema, apoyándome en un texto ajeno: One Nation, Two Cultures (1999), de Gertrude Himmelfarb. Como la señora no es que sea precisamente una superventas entre nosotros la presentaré como la mujer de Irving Kristol. Se conocieron en un mitin en un local trotskista de Nueva York cuando aún no tenían los veinte años. Ambos estudiaron después en Chicago, siendo alumnos de Leo Strauss.

En One Nation, Two Cultures Himmelfarb desarrolla la idea de que las nuevas diferencias sociales ya no están determinadas por la pertenencia a clases, sino por la afirmación de valores. O mejor por la afirmación, por unos, del relativismo y del politeísmo de los valores y, por otros, de convicciones fuertes y, por lo tanto, excluyentes. Define al primer grupo como nihilistas y al segundo como religiosos. No me parece mal, en la medida en que la afirmación de algo estable mas allá del permanente flujo de las modas, implica una cierta reivindicación de Dios (o de la metafísica, que es lo mismo). Entre uno y otro grupo se estaría abriendo una profunda grieta, porque las nuevas identidades se definirían en primer lugar por los valores morales y culturales que se asumen como propios.

Claro que se podría decir que todo el mundo defiende sus valores. Esto es lo que Himmelfarb pone en cuestión. Uno sólo posee, de verdad, valores cuando está dispuesto a sacrificarse por ellos. Y sólo un grupo estaría educado en el sentido del sacrificio. El otro se conformaría con una ideología del bienestar y un potpurrí ideológico de citas ilustradas aplicables según la conveniencia. El primer grupo seguiría creyendo en la Biblia y el segundo habría pasado a creer en los libros de autoayuda.

Estoy convencido –y cada día un poco más- de que la diferencia que va a separarnos progresivamente es la que se establece entre quienes se aferran a valores para proporcionarse una identidad fuerte y de quienes se aferran a productos para garantizarse una identidad líquida.

¿Satisfecho?

19 comentarios:

  1. Estupendo texto, y provocador.

    Porque cabría tratar de identificar los integrantes de la sabiduría ool´´itica, que serían básicamente aquellos que recomienda la prudencia.

    Se me ocurren:

    -La autoexclusión de radicalismos como principios de la acción política.

    -La renuncia a la exclusión y aniquilalción del contrincante político.

    -La renuncia a las políticas que no engloben el mejor bienestar, no solamente material, de mayorías amplias.

    -La auto obligación de buscar los acuerdos

    -La exclusión de la demagogía como arma de agitación política

    -La convicción reformista antes que revolucionaria

    -La ejemplaridad política basada en el progreso de la cultura, de la responsabilidad y del respeto

    -La única y exclusiva ocupación de la política del ámbito político

    Seguramente hay mucho más, escribo a vuela tecla, pero creo que la enumeración de lo anterior se nos debe antojar, hoy, como un imposible, porque este catecismo debe ser aceptado por los agentes políticos. ¿Y...?

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  2. Gregorio, me parece feo que no conteste usted por extenso al meme planteado por Eduardo: "La izquierda y la derecha definieron el siglo XX, ¿Qué será lo próximo?" Así que me tomo la libertad de emplazarle aquí a que lo haga. A ver si se cree que se va a librar así como así.

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  3. Antonio Lastra me escribió ayer en un mail: "la provocación me parece lo que a Emerson le
    parecía: lo único que un alma puede recibir de otra". Con su permiso -espero- recojo aquí sus palabras.

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  4. Si si , muy acertado el análisis , ha recogido usted las actuales mentalidades ...y no hay punto de encuentro? quizas en la sabiduria que es algo inmutable

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  5. Estoy en (diría que absoluto) desacuerdo con esa clasificación y la posterior interpretación que de los dos grupos hace usted.
    Pero ahora no puedo argumentar, lo siento.


    Un abrazo.

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  6. Portorosa: Usted sabe bien que en este Café se reciben muy bien sus desacuerdos.

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  7. Me apunto la distinción de Gertrude Himmelfarb porque, al pensar exactamente lo contrario que yo, me ayuda a definirme mejor.

    Cuando se habla de la mayor fortaleza de la moralidad religiosa lo más urgente es definir cuáles son los límites de esa fortaleza. ¿Tan "fuerte" como para negar la ciencia, es decir, la verdad, en nombre de una mentira comunitaria? ¿Tan "fuerte" como una república islámica? De hecho, no hay sociedades en el mundo que se adecúen mejor al criterio de Gertrude Himmelfarb que aquellas dominadas por una muy poco relativista y "líquida" Sharia.

    La polarización religiosa de EE.UU no avanza precisamente hacia una moral más "fuerte", sino hacia una moralidad rígida, cada vez más incapaz de hacer transacciones y alcanzar consensos. El consenso, por cierto, no tiene por qué representar la antítesis de la razón; sino simplemente su transacción práctica. De lo que se trata es de alcanzar "consensos informados", y estoy de acuerdo en que nuestras democracias apenas lo consiguen todavía. Pese a las deficiencias, dudo que alguien pueda tomarse en serio la tesis del "gobierno de los sabios" como remedio de las democracias imperfectas.

    No hay una distinción tan fuerte entre la Biblia y los libros de autoayuda; y menos en la versión notablemente integrista de la derecha religiosa norteamericana que parece del gusto de Himmelfarb. De hecho, la mayoría de las ideas-fuertes de la literatura de auto-ayuda proceden...de la Biblia. El "Positive thinking", por ejemplo, se lo inventó un pastor protestante.

    Quizás la clave sería entender que "Liquidez" y "Fortaleza" no se oponen. Primero, porque el sentido de "liquidez" no es idéntico al de "relativismo": la liquidez de las ideas suele ser, en general, una buena garantía de su fortaleza.

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  8. Eduardo: He intentado contestar a la pregunta "¿Qué será lo próximo?", aparcando las consideraciones personales sobre si eso que veo aproximarse a toda velocidad me parece bien o mal.

    1. ¡Dios nos libre de un gobierno de los sabios! Pero no me parece mal plantearse teóricamente la necesidad del consenso a partir de una deficiencia del saber político. Que el consenso sea lo mejor que tenemos, no significa que sea inmaculadamente excelso.

    2. El fin de la democracia no es la virtud, sino la libertad de vivir noble o vilmente. Y el consenso ha de realizarse con los que eligen vivir digamos que de manera poco noble. Si de verdad se quiere defender la democracia hay que atreverse a mirarla cara a cara.

    3. Entiendo, de verdad, la preocupación tuya por la ciencia que, además, en el fondo me parece que es de sentido común. Lo que no sé si tú entiendes (no digo que compartas, evidentemente) es mi afirmación de que la ciudad es la caverna, es decir, está sustentada en la opinión (y no en la ciencia). Esto puede ser, también, mejor o peor, pero a mi parecer la ciencia política debería comenzar por una fenomenología de las cosas políticas que aceptase que lo real es lo que se presenta en la ciudad tal como se presenta.

    4. En este presentarse de lo real político siempre hay una orientación hacia lo que se considera bueno, es decir, saludable. Y lo saludable, en la ciudad, no coincide generalmente con lo verdadero.

    5. Puede haber (te lo planteo también como hipótesis: pero como hipótesis digna de ser pensada) verdades poco saludables para la ciudad y mentiras nobles. Me remito a la platónica noble mentira, que es el fundamento de todo el edificio teórico de la República platónica. Porque ejemplo necesitamos la noble mentira de la igualdad de todos los hombres en democracia, a pesar de las evidencias de que nuestras diferencias no son meramente anecdóticas.

    6. La necesidad de consuelo requiere, con frecuencia, respuestas para ahora. Y el mito se ha mostrado más capaz de proporcionar ese consuelo que la ciencia.
    7. ¿Tenemos alguna garantía, Eduardo, de que la verdad última, es decir, la verdad sobre el Todo, sea tranquilizadora? ¿Es la naturaleza tranquilizadora?

    8. Ya conoces mi opinión con respecto a la ley: tiene por función olvidar la naturaleza.

    9. Permíteme una diferencia notable entre la Biblia y los libros de autoayuda: La Biblia sólo crea -si la crea- adicción a la Biblia, mientras que los libros de autoayuda son un negocio editorial precisamente porque su público es el de un lector compulsivo de novedades. Uno de cada cinco libros que se vende en el país es de autoayuda.

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  9. Claudio.

    Acerca del VHEMT, leí hace poco una definición de los libertarios: inmortales sin hijos.

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  10. Responderé de un modo algo caótico.

    Evidentemente, hay muchas diferencias entre la Biblia y los libros de autoayuda. Lo que quise decir es que estas diferencias están eclipsadas precisamente en los EE.UU, y precisamente en el tipo de "polarización" religiosa que a Himmelfarb le parece determinante para marcar diferencias entre los partidarios de la moral "fuerte" y los partidarios de la moral "líquida". Además, también es bastante obvio que la literatura de auto-ayuda proviene casi directamente de la interpretación protestante de la Biblia. Auto-ayuda y "Biblismo" son fenómenos relacionados, no aspectos opuestos.

    Aunque sea cierto que lo saludable no es idéntico a lo verdadero, o que lo político no es igual a lo científico (como descubrió Aristóteles, al distinguir retórica y ciencia), establecer diferencias terminantes entre Política y Verdad es muy peligroso. Si fuera cierto que la salud no tiene nada que ver con la verdad, entonces dejamos la vía limpia a los homeópatas, curanderos, sanadores espirituales, y toda clase de doctrinas pseudocientíficas...no sólo sobre los cuerpos individuales, sino también sobre los políticos -al fín y al cabo la metáfora del político como médico dedicado a restaurar la salud pública, también es socrática.

    Permite que dude sobre la "noble mentira" platónica del mismo modo que dudo de las "verdades frágiles" posmodernas. Noble, ¿para qué?, ¿para quienes?

    Y permite que dude sobre el consuelo de los mitos. Primero, porque no es inmediatamente cierto ni que el mito consuele a todos por igual, ni que sea imposible el progreso moral necesario para superar el consuelo mitológico. Segundo, porque el mito tiene también una relación con el "fármaco del miedo" platónico: el miedo atemoriza por lo menos en la misma medida en que "consuela".

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  11. Esa masa líquida también la veo. Pero tal vez ande en busca de un recipiente; en sí misma, me parece inviable, y por ello peligrosa, porque, a la manera de Chesterton, se puede hacer fuerte en alarmantes (políticamente) estupideces (estoy de acuerdo en la necesidad de alguna mentira básica, pero no a cualquier precio, no cualquier baratija). De hecho, individualmente (así, bajando a lo concreto), no parece que vaya muy bien; al contrario, hay una tendencia a afianzarse en unos nudos liadísimos (salvajes relaciones de pareja, por poner el ejemplo más vistoso); "s'emboliquen en una fulla de pi", en plástica descripción de una amiga mía. Y, desde luego, los libros de autoayuda son un producto más y su gracia está en el consumo.


    Aclaro: sea lo que fuere la visión científica del mundo y la moral de progreso que pueda conllevar y, por tanto, la serenidad espiritual (por llamarlo de alguna manera; el lenguaje cientifista es -¿todavía?-problemático para tratar problemas humanos, existenciales) capaz de generar, no se me alcanza a "verla" como líquida y, desde luego me parece demasiado sofisticada para dejar de ser elitista.

    Diría que el problema radica en qué va a pasar con los desamparados, que son legión y no precisamente encuadrables en clase social, de este mundo.

    Lola

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  12. No sé si li pot interessar aquest article que vaig trobar al Guardian del 26 de febrer sobre la divisió entre gent de fe i relativistes.



    Faith


    Britain's new cultural divide is not between Christian and Muslim, Hindu and Jew. It is between those who have faith and those who do not. Stuart Jeffries reports on the vicious and uncompromising battle between believers and non-believers

    Monday February 26, 2007
    The Guardian


    Protesters from different faiths join to oppose proposed new regulations on gay adoption. Photograph: Martin Godwin



    The American journalist HL Mencken once wrote: "We must accept the other fellow's religion, but only in the sense and to the extent that we respect his theory that his wife is beautiful and his children smart." In Britain today, such wry tolerance is diminishing. Today, it's the religious on one side, and the secular on the other. Britain is dividing into intolerant camps who revel in expressing contempt for each other's most dearly held beliefs.

    Article continues

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    "We are witnessing a social phenomenon that is about fundamentalism," says Colin Slee, the Dean of Southwark. "Atheists like the Richard Dawkins of this world are just as fundamentalist as the people setting off bombs on the tube, the hardline settlers on the West Bank and the anti-gay bigots of the Church of England. Most of them would regard each other as destined to fry in hell.
    "You have a triangle with fundamentalist secularists in one corner, fundamentalist faith people in another, and then the intelligent, thinking liberals of Anglicanism, Roman Catholicism, baptism, methodism, other faiths - and, indeed, thinking atheists - in the other corner. " says Slee. Why does he think the other two groups are so vociferous? "When there was a cold war, we knew who the enemy was. Now it could be anybody. From this feeling of vulnerability comes hysteria."

    "We live together but we don't know each other," says Tariq Ramadan, the Muslim scholar and senior research fellow at St Antony's College, Oxford. "And this is something not just true of secularists, but of people of faith. I moved to Britain shortly after the July 7 2005 bombings in London and since then things have changed radically. Everyone treats the perceived 'other' as a threat."

    Or so one might be forgiven for thinking if one listens to the most vocal of dogmatic believers and non-believers.

    For example, Richard Dawkins, the British scientist and chair for the public understanding of science at Oxford University, whose perhaps timely insistence on the hideousness of the other fellow's wife and fatuousness of his offspring made his book, The God Delusion, sell 180,000 in hardback - a figure that rivals sales of Jordan's memoirs, thus demonstrating what an appetite there is for unapologetically militant atheism. This is the man so voguishly intemperate that when speaking to the Times recently about Nadia Eweida, the British Airways worker whose employer refused to allow her to wear a Christian cross openly to work, said: "I saw a picture of this woman. She had one of the most stupid faces I've ever seen."

    Before The God Delusion was published, Dawkins wrote about something called Gerin oil that was poisoning human society. "Gerin oil (or Geriniol, to give it its scientific name) is a powerful drug that acts directly on the central nervous system to produce a range of characteristic symptoms, often of an antisocial or self-damaging nature. If administered chronically in childhood, Gerin oil can permanently modify the brain to produce adult disorders, including dangerous delusions that have proved very hard to treat. The four doomed flights of September 11 were, in a very real sense, Gerin oil trips: all 19 of the hijackers were high on the drug at the time." Gerin oil, of course, was an anagram of religion. His bestseller charged that God was a "psychotic delinquent", invented by mad, deluded people.

    The backlash against Dawkins' abusiveness, as well as his arguments, has started. Oxford theologian Alister McGrath has just published The Dawkins Delusion?. He argues: "We need to treat those who disagree with us with intellectual respect, rather than dismissing them - as Dawkins does - as liars, knaves and charlatans. Many atheists have been disturbed by Dawkins' crude stereotypes and seemingly pathological hostility towards religion. In fact, The God Delusion might turn out to be a monumental own goal - persuading people that atheism is just as intolerant as the worst that religion can offer."

    It is worth noting that The God Delusion included an appendix entitled "a partial list of addresses, for individuals needing support in escaping from religion". In this Dawkins offers a similar service to the National Secular Society whose certificate of de-baptism is downloadable from www.secularism.org.uk. "Liberate yourself from the Original Mumbo-Jumbo that liberated you from the Original Sin you never had," urges the site.

    Dawkins and the National Secular Society, though, are no match for Christopher Hitchens in their hostility to religion. His new book, God Is Not Great: the Case Against Religion, is to be published by Atlantic Books in May. Its first chapter, drolly entitled Putting it Mildly, concludes: "As I write these words and as you read them, people of faith are in their different ways planning your and my destruction, and the destruction of all the hard-won human attainments that I have touched upon. Religion poisons everything." (Hitchens' italics.)

    John Gray, professor of European Thought at the London School of Economics, whose book Black Mass: Apocalyptic Religion and the Death of Utopia will be published later this year, detects parallels between dogmatic believers and dogmatic unbelievers such as Hitchens and Dawkins. "It is not just in the rigidity of their unbelief that atheists mimic dogmatic believers. It is in their fixation on belief itself."

    Gray argues that this fixation misses the point of religions: "The core of most religions is not doctrinal. In non-western traditions and even some strands of western monotheism, the spiritual life is not a matter of subscribing to a set of propositions. Its heart is in practice, in ritual, observance and (sometimes) mystical experience . . . When they dissect arguments for the existence of God, atheists parody the rationalistic theologies of western Christianity."

    The intolerance for people of faith, though, might not seem to be the preserve of only angry atheists such as Dawkins and Hitchens. Instead, there is a widespread fear that religion is being treated as a problem to British society, best solved by airbrushing it from the public sphere. British Airways' insistence that employee Nadia Eweida remove her Christian cross, and Jack Straw's plea to Muslim women constituents to remove their veils at his surgery, have helped bring a sense of mutual persecution to many people of different faiths (including yarmulke-wearing Jews and turban-wearing Sikhs) - and a sense of solidarity. Many people of faith share a concern that Britain may be following secularist France, where 2004 reforms meant that "conspicuous religious symbols" could not be worn in public places, such as schools.

    One particularly fraught current issue creating inter-faith solidarity is gay adoptions. Many Catholics, Anglicans, Muslims and Jews last month united against the government's sexual orientation regulations that would mean all adoption agencies could not discriminate against gay couples in placing children with adoptive parents.

    Catholic leaders warned that their seven adoption agencies could not breach Vatican guidelines against allowing gay couples to adopt. Dr Muhammad Abdul Bari, secretary-general of the Muslim Council of Britain, supported the Catholics' stand, as did the Federation of Synagogues. And, of course, the issue of homosexuality is also dividing the Anglican communion. For evangelical groups such as Reform, the C of E is polarising into two churches, one "submitting to God's revelation", the other "shaped primarily by western secular culture". Again, western secular culture - if not of Dawkins' stamp - is seen as the worm in the apple, corrupting not just British society but the church itself. By contrast, for liberals in the church, whose number includes many gay vicars, the evangelicals' hostility to homosexuality seems unChristian, as does their stance on gay adoption.

    The gay adoption issue also outraged many non-believers, among them philosopher AC Grayling, author of Life, Sex and Ideas: The Good Life without God. "These groups are trying to be exempt from the effort to be a fair society, and we are faced with the threat of a possible return to the dark ages. We are trying to keep a pluralistic society, and elements in the Christian church and other religions are trying to destroy it."

    Why this departure from tolerant, if nicely ironic, Menckenism? Why the increasing division of Britain into shrill camps shouting unedifyingly at each other? One thing is certain: we've been here before. In 1860, one year after the publication of Darwin's On the Origin of Species, the Bishop of Oxford, Samuel Wilberforce, and TH Huxley, the naturalist described as "Darwin's bulldog", went toe-to-toe at Oxford's Natural History Museum. According to a contemporary report in McMillan's magazine, "The bishop turned to his antagonist with smiling insolence. He begged to know, was it through his grandfather or his grandmother that he claimed his descent from a monkey? Huxley rose to reply ... He [said he] was not ashamed to have a monkey for his ancestor; but he would be ashamed to be connected with a man who used great gifts to obscure the truth ... One lady fainted and had to be carried out."

    "At that time the church was feeling very threatened and uncomfortable with non-religious society," says Hanne Stinson, executive director of the British Humanist Association. "There is a parallel with today - the church is feeling very threatened." Hence, perhaps, the nature of a dispute at Exeter University where the Christian Union was banned from using student union facilities after the Students' Guild charged that the CU was breaking equal opportunities policy by asking members to sign up to a list of beliefs that were discriminatory against non-Christians and gay people. The CU accused the guild of threatening its right to freedom of expression by imposing the ban: as in the gay adoption issue, anti-discrimination policy was running up against religious conviction. The Exeter ban has been repeated at other universities, prompting the Archbishop of Canterbury to argue that the bans threaten "the integrity of the whole educational process".

    But today everyone is feeling threatened. Not just religious groups, but also pressure groups seeking to represent those without faith (who Stinson, citing last December's Ipsos Mori poll, suggests amount to 36% of Britons). Slee argues that low (below 7%) church attendance is a result of Christians being revolted by "the church presenting itself as narrow and non-inclusive".

    In any event, the British Humanist Association campaigns against the existence of religious privileges in public life. Its symbolic struggle is BBC Radio 4's Thought for the Day slot, which the BHA argues unfairly excludes humanists and other non-faith people. But Radio 4 isn't the chief culprit: "We believe that the church having privileged access to government is not good," says Stinson. "The government has had this whole thing about giving a voice to religion, which was connected to the aim of building links with minority groups. But religions have become more and more dominating . It does connect to the whole multiculturalism debate because the government is funding faith schools in order to bind British minority ethnic groups to British society. But in so doing they are paying for people to be indoctrinated, to put it bluntly."

    The role of religion in education raises a terrifying spectre for Grayling. "People who cherish tolerant argument are fighting back against the teaching of creationism in schools." Last November the Guardian revealed that 59 British schools were using teaching materials promoting a creationist alternative to Darwinian evolution, called intelligent design. At the same time Dawkins, nicknamed "Darwin's rottweiler", announced he was setting up a charity that will subsidise books, pamphlets and DVDs attacking the "educational scandal" of theories such as creationism while promoting rational and scientific thought.

    Atheists such as Dawkins and Grayling fear that Britain may become more like the US, where creationism has more than a foothold. "In the US, two and half million people are educated at home because their parents don't want them exposed to Darwinian thinking," says Grayling. "Instead, they are often exposed to fundamentalist educational literature such as the A Beka books that maintain the world was created in 6,000 BC and that tyrannosaurus rex was a vegetarian. These developments worry intelligent people when the faith school issue comes up."

    Indeed, only last week such intelligent people were worrying when the Tory leader, David Cameron, said he would be sending his daughter to a Church of England primary school instead of one of the many non-faith state schools in his area.

    Children's author Philip Pullman argues that atheism should be taught in schools. "What I fear and deplore in the 'faith school' camp is their desire to close argument down and put some things beyond question or debate. It's vital to get clear in young minds what is a faith position and what is not, so that, for instance, they won't be taken in by religious people claiming that science is a faith position no different in kind from Christianity. Science is not a matter of faith, and too many people are being allowed to get away with claiming that it is."

    Others argue that faith schools should be abolished and religion have no role in public life. Such is the Dawkins-Hitchens position. Why such hatred for religion and the proselytisation for its removal from the public sphere? One answer comes from Rabbi Julia Neuberger: "I think they're so angry about Muslims being so strident," she says. "And then they become angry about the Church of England wading into the issue of gays and adoption."

    Neuberger is to take on Hitchens, Dawkins and Grayling when she speaks at a debate against the motion We'd Be Better Off Without Religion next month. The debate has been moved to a bigger venue. "What I find really distasteful is not just the tone of their rhetoric, but their lack of doubt," she says. "No scientific method says that there is no doubt. If you don't accept there's doubt in all things, you're being intellectually dishonest. "

    This is a thought taken up by Azzim Tamimi, director of the Institute of Islamic Political Thought. "I refer to secular fundamentalism. The problem is that these people believe that they have the absolute truth. That means you have no room to talk to others so you end up having a physical fight. They want to close the door and ignore religion, but this will provoke a violent religiosity. If someone seeks to deny my existence, I will fight to assert it."

    Tamimi's words also resonate with what the Archbishop of York, John Sentamu, said last November: "The aggressive secularists pervert and abuse any notion of diversity for the sake of promoting a narrow agenda." They also parallel the chilling remarks of Richard Chartres, Bishop of London: "If you exile religious communities to the margins, then they will start to speak the words of fire among consenting adults, and the threat to public order and the public arena, I think, will grow and grow."

    Another reason for secularist rage at people of faith, one might think, is exasperation on the part of militant atheists that religion has not died out as they hoped. "It has taken centuries and centuries to wrestle away from the churches the levers of power," says Grayling.

    Tamimi contends that this was not quite what happened. Rather, he suggests that Christians were complicit in their marginalisation from power. "Christians did that to themselves - they allowed religion to move to the private sphere. That would be intolerable for Muslims." Why? "Partly because secularism doesn't mean the same for Muslims from the Middle East. The story of secularism in the Middle East is not one of democracy, as we are always told it was in the west. Instead, it is associated with tyranny - with Ataturk in Turkey, for instance. Islam is compatible with democracy, but not with this secular fundamentalism we are witnessing."

    Grayling contends that during the late 20th century, Islam became more militant and assertive and this has changed British society radically. "In Britain we have seen Muslims burn Salman Rushdie's book. And to an extent other religions wanted to get a bit of the action - hence the protests against Jerry Springer: the Opera." When Stewart Lee, one of the writers of Jerry Springer, was interviewed amid protests against the allegedly blasphemous work being screened on TV, he suggested that Islamic culture had been more careful in protecting itself than Christian culture: "In the west, Christianity relinquished the right to be protective of its icons the day Virgin Mary snow globes were put up for sale at the Vatican. But in Islamic culture it is very different. To use a corporate image, Islam has always been a lot more conscientious about protecting its brand." Now other religions are becoming more publicly conscientious.

    One example of this growing conscientiousness is a recent paper for the new public theology think-tank Theos, in which Nick Spencer concluded that in the 21st century, liberal humanism would face a challenge from an "old man" - God. "The feeble and slightly embarrassing old man who had been pacing about the house quietly mumbling to himself suddenly wanted to participate in family conversation and, what's more, to be taken seriously." Indeed, in Britain's ethically repellent consumerist society, even some atheists might consider it would be good to hear from the old man again, if only to provide a moral framework beyond shopping.

    The refrain of Christians like Spencer is that unless religion is a part of public-policy debates, then society will be impoverished. Last November the Archbishop of Canterbury gave a lecture in which he distinguished between programmatic and procedural secularism. The former meant that in the public domain, everybody had to silence their fundamental convictions and debate in a value-free atmosphere of public neutrality. For Williams, this was a hopeless way of carrying on public discourse in a bewildering society that embraced not only many faiths but many anti-faith positions, and in which real disputes over very different values needed to take place. Better was procedural secularism, which promised that different groups could at least converse with each other in public discussions over sensitive questions of value and policy. This would involve, said Williams, "a crowded and argumentative public square that acknowledges the authority of a legal mediator or broker whose job it is to balance and manage real difference".

    It is an idea similar to one set out by Yahya Birt, research fellow at The Islamic Foundation. "One form of secularism suggests that religion should be kept in the private sphere. That's Dawkins' position. Another form, expressed by philosophers suc has Isaiah Berlin and John Gray, is to do with establishing a modus vivendi. It accepts that you come to the public debate with baggage that will inform your arguments. In this, the government tries to find common ground and the best possible consensus, which can only work if we share enough to behave civilly. Of course, there will be real clashes over issues such as gay adoption, but it's not clear to me that that's a problem per se."

    What should such a public square be like? It might not be Menckian, but it could be based on respectful understanding of others' most cherished beliefs, argues Spencer: "We should be more willing to treat other value systems as coherent, reasonable and even valuable rather than as primitive or grotesque mutations of liberal humanism to which every sane person adheres." It is, at least, a hope, albeit one, given our current climate, in which it would be foolish to place too much faith.

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  13. Eduardo:
    1. Maticemos: Lo saludable no “siempre” (y la negación de un universal es un particular contrario) es idéntico a lo verdadero.
    2. Claro que es peligroso establecer diferencias terminantes entre Política y Verdad: la más noble de las mentiras va por aquí.
    3. Algunas nobles mentiras:
    - El preámbulo de la constitución americana: “We the peole…”
    - Todos somos iguales.
    - Todo lo relativo a la identidad colectiva (y, en gran parte, lo relativo también a la identidad personal).
    - La fe (en todas sus dimensiones: por ejemplo aceptar que es verdad que quien me dice “te quiero” entiende lo que dice, es sincero/a y va mantener algún tipo de fidelidad a ese sentimiento).
    - Buena parte de los argumentos que utilizamos para educar a nuestros hijos y alumnos (“es por tu bien”… cómo si supiéramos cuál será su bien de aquí a veinte años).
    - Gran cantidad de las cosas que no quiero ver (y de manera progresiva) cada vez que me miro al espejo.
    - De esta agua no beberé.
    4. Eduardo sabes bien que a os nobles ciudadanos de un país se los moviliza con mucha más eficacia utilizando metáforas y sinécdoques que algoritmos. ¿Quién está dispuesto a dar la vida por un algoritmo? ¡Hay que ver cuántos están dispuestos a darla y a quitarla por una bandera!
    5. Cuando estaba escribiendo lo de la salud y la verdad, intuía que me ibas a contestar eso. Pero pensaba que se entendía que no me refería precisamente a la salud física.
    6. Sí, respecto al mito tienes razón, consuela y atemoriza y, evidentemente, no consuela a todos por igual.
    7. No creo en absoluto, Eduardo, en el progreso moral. ¿Es cuestión de fe o de mala fe?
    8. La cuestión que me parece más relevante, en todo caso es la de definir qué son las cosas políticas. Sean las que sean, ¿hay que contar entre ellas las opiniones, esperanzas, miedos, fobias, manías, caprichos, mitos… de los ciudadanos? Si nos negamos a considerar los elementos de este “mama” entre los datos de la política, ¿estamos actuando científicamente? Y, si los aceptamos, ¿qué tipo de ciencia es la política?

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  14. Lola: Efectivamente, ¿Qué pasa con la percepción del desamparo?

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  15. Adolf

    La necesidad de fe, es decir de creer en algo sin disponer de la garantía lógica de su verdad, forma parte de la naturaleza humana en tanto que animal político y, por lo tanto, necesitado de ley. Pero esta necesidad se convierte en peligrosa manía en cuanto la fe sobrepasa un determinado estado de ebullición emotiva. Es decir, no tengo nada contra el fundamentalismo si esto significa aceptar que todos necesitamos sentirnos fundamentados en algo; si tengo todo contra el fndamentalismo en cuanto se convierte misionero y utiliza a diestro y a siniestro tanto la hostia como la oblea.

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  16. Comprendo y estoy más o menos de acuerdo con las matizaciones, pero me parece que son el tipo de explicaciones que precisamente cuestionan la misma clasificación de Himmelfarb.

    En cuanto al "progreso moral", me parece que no es cuestión de creencia. No vivimos en el mejor de los mundos, y Pangloss no sé si sonreiría de no haber muerto ahorcado, pero ya no nos parecen moralmente permisibles muchos temas que no inquietaban al "common sense" de la antigüedad: la esclavitud, la discriminación femenina, los prejuicios raciales, el trabajo infantil...

    Quizás hablar de "progreso moral" de la humanidad sea un exceso triunfalista, pero algún nombre hay que dar a estos cambios tan importantes en la filosofía moral.

    Por cierto, creo que no hemos reparado suficiente en la elección de la palabra "mito" para caracterizar el consuelo religioso. Al "mitologizar" la religión, se la arrebata toda pretensión de verdad. Cualquier cristiano sincero debería sentirse ofendido porque se compare su fe con los mitos; de hecho el apologista podría defenderse argumentando que el cristianismo representa la lucha sin cuartel de la verdad contra los mitos.

    Las "mentiras" del tipo "We the people" son muy diferentes a las mentiras del tipo "Intelligent design". La primera ayuda a formar una teoría de la soberanía en la que se sustenta una idea de democracia que, pese a sus deficiencias, es preferible al franco despotismo; la segunda es una mentira específicamente comunitaria y consagrada sólo a sostener una autoridad particularista.

    Creo que no deberíamos subestimar la fuerza de la verdad para convertirse en símbolo. Acaso porque la diferencia fundamental entre Democracia y Despotismo es que en el sistema político llamado "democrático" no sólo es posible perseguir la felicidad, sino también la verdad; o por lo menos desvelar algunas mentiras.

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  17. ¡Demonios, Eduardo, a ver si vamos a acabar estando de acuerdo!

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  18. De esto ya han pasado años, pero he estado leyendo que muchos expertos en economía dicen que se avecina un colapso similar y no importa quien esté dirigiendo qué país, derecha o izquierda. De hecho, muchas empresas ya están notando la poca fluidez en el mercado y la falta de liquidez, y lo se porque trabajo con descuento de pagarés y veo como han decidido hacer frente a esta situación muchos negocios para seguir trabajando y funcionando.

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Vehemencia

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