Rememorando sus años de estudiante en
Repite la anécdota en un artículo titulado "Celan y Heidegger: diálogo en el silencio" (The Times Literary Supplement, 1 de octubre de 2004), pero afirmando ahora que Strauss repetía en sus clases que “Heidegger es, por supuesto, incomparable”, para añadir a continuación que estaba prohibido mencionar su nombre en su seminario.
Evidentemente si quieres que tus alumnos ignoren a Heidegger no hablas de él de esta manera en tus clases, arrojando sobre su nombre este halo de misterio un tanto inquisitorial. Pero claro, no obras así sólo en el caso de que estas sean tus pretensiones.
Steiner relata que, inevitablemente, los alumnos de Strauss se susurraban el nombre del innombrable y que al salir de clase corrían a la biblioteca. “Esa noche –dice de sí mismo-, intenté hincarle el diente al primer párrafo de "Ser y tiempo". Era incapaz de entender incluso la frase más breve y aparentemente directa. Pero el torbellino ya había comenzado a girar, el presentimiento radical de un mundo absolutamente nuevo para mí.”
La conclusión de todo esto es fácil: “Esta es la cuestión –concluye Steiner-. Llamar la atención de un estudiante hacia aquello que, en un principio, sobrepasa su entendimiento, pero cuya estatura y fascinación le obligan a persistir en el intento.”
Cómo estudiante me doy cuenta de una cosa. Uno va a ciertas clases con el interés de ver que se van a plantear preguntas que considera suyas. No es raro, entiendo, ir con cierto interés a la primera clase de ética puesto que el bien y el mal nos acompañan des de chiquillos y són centro de nuestras preocupaciones. Puesto que no a todas las clases uno va con el mismo sentimiento, con el mismo interés, el buen profesor debe ser aquel que convierta las cuestiones ajenas al alumno en propias. No es raro, entonces, ver cómo en ciertas facultades acaba uno yendo sin demasiado interés a las clases de ética y con auténtica fascinación a, por ejemplo, las de ontología.
ResponderEliminarLa verdad no hay nada para el ansia de saber que lo misterioso , lo desconocido , el tabu , yo empece a estudiar historia , ya en la edad madura , por la simple curiosidad que me suscito la cultura de creta en un viaje , y de ahi , indagando , leyendo por mi cuenta , me pase al saber academico .Es que el intelecto tiene en los retos su mejor aliado .
ResponderEliminarFerrancab: Creo que sé por dónde vas. Efectivamente, lo primero que hay que exigirle a un profesor es que sepa, lo cual es relativamente fácil, y lo segundo, que sepa saber, y esto es ya mucho más complicado. Pero sólo en este segundo caso se puede dar cuenta del propio saber a los demás.
ResponderEliminarPeggy: La mayor satisfacción del estudio está, sin duda, en el propio estudio, a medida que te va abriendo caminos por la selva de las preguntas. Pero normalmente los profesores nos limitamos a ofrecer a nuestros alumnos respuestas frías a preguntas que ellos no se han formulado. Una buena pregunta vale mucho más que mil mediocres respuestas.
ResponderEliminarPor eso también decidimos seguir viviendo: por incomparable, fascinante y porque no sabemos porqué.
ResponderEliminarMe encantó conocerla cara a cara, doña Calíope. Caliope no es un nombre, sino una descripción exacta.
ResponderEliminarUn destacado docente (psicólogo, filósofo, teólogo), Luís Cencillo, advierte que la edad para aprender, para adquirir una visión del mundo, concluye en la tercera década de la vida. Todo el esfuerzo de comprensión que no hayamos realizado entonces, de jóvenes estudiantes, será irrecuperable. Desde luego que en la cincuentena, la sesentena, o en la "tercera edad", es aún posible el estudio, pero ya irremisiblemente se hace instalados en unos determinados prejuicios y ópticas mundológicas. Yo que estoy en los 40 lo experimento. Siento afán por buscar la sabiduría, pero también compruebo que mucho de lo que oigo o leo me parece una repetición, o un "dejá vu", como dicen los modernos. Por eso los mayores suelen sentir envidia por los jóvenes que leen por vez primera a Platón o Aristóteles (por ejemplo).
ResponderEliminaren serio joaquin?
ResponderEliminarse me está acabando el tiempo, por dios,...
A riesgo de pecar de pedante (por pedante y no por pecador, que suena a cristiano) he de decirle que ayer por la tarde fuí uno de tant@s privilegiad@s que acudieron a su clase magistral sobre el parricidio filosófico en Platón en el Ateneu Barcelonés.
ResponderEliminarFué un placer de discípulo el haberle conocido por fin en persona. Es usted, como diría mi abuelo, un personaje "de envergadura" (él lo era), y uno más de tantos y tantos gigantes que luchan por establecer los límites del conocimiento.
Saludos cordiales, y hasta la próxima Don Gregorio. A ver si pudiera ser frente al mar y en cualquier café de Masnou.
El anterior comentario lo he firmado yo, pero me ha tomado por anónimo. Algo hice mal. Aquí queda mi firma pues.
ResponderEliminarEra sabio Steiner. Un poco como los padres que son duros con sus hijos para que se superen. Vamos Steiner también interpretando al primero.
ResponderEliminarEn cuanto al segundo... el otro día me pareció que para entenderlo no hay que hacerlo con la razón. Hay la cosa se pone jodida pero sí que es posible sentirlo que esconde...
Buenos días. Aquí atenta Don Gregorio.
Hoy sí :)
Besos
Leo a Joaquín y cuando escucho hablar de la sabiduría siempre se me viene la misma metáfora visual... esos tres monos... uno se tapa los oídos, probablemente para no escucharse ni escucharnos. El otro los ojos. No para no ver. Si no para recordar dentro lo que ha visto. Y el tercero para no descubrirlo. Para no estropearlo. Y creo que ellos lo hacen porque entienden a Heidegger...
ResponderEliminarCel.lia, en serio. Tampoco es una regla matemática. Pero a partir de la madurez, ya no se aprende, se almacena. Entiendo que a los veinteañeros se os haga difícil de admitir.
ResponderEliminarCada vez que un profesor nos repetía "Don Impío Baroja..." crecían en mi las ansias de leer más´a Don Pío. Y deboi dar las gracias al profesor del que no recuerdo nada más, y a Baroja, del que recuerdo mucho.
ResponderEliminarJoaquín, no se porqué, pero siento un repelús ante la afirmación de tu profesor y homónimo mío. Me gustaría que me la volvieras a repetir de aquí veinte años, si yo estoy claro, que si no...
Sobre sabiduría, ha aparecido en fecha muy reciente la entrada "wisdom" en la enciclopedia Stanford:
ResponderEliminarhttp://plato.stanford.edu/entries/wisdom/
Conclusion
A brief survey of four general approaches to understanding the nature of wisdom has left us with a promising, general, answer to our question. The basic theory we are left with is:
S is wise iff:
S has extensive factual and theoretical knowledge.
S knows how to live well.
S is successful at living well.
S has very few unjustified beliefs.
Clearly, every one of these conditions needs some careful explanation. However, this theory has all the benefits of the other theories and it lacks all the problems of the alternatives.
Joaquín: Yo creo en las segundas navegaciones solamente porque la vida es corta para permitirnos más. ¿NO crees que hay abundantes ejemplos de conversiones y apostasías en la edad madura?
ResponderEliminarPlleisa: Entre tantos y tantos gigantes, como usted dice, cada uno tiene que ser consciente de su altura. Y no se olvide usted que en el Ateneo yo hablaba subido a los hombros de Platón.
ResponderEliminarGracias.
Encantado de su presencia, como siempre, doña Kasandra.
ResponderEliminarLuís, a ver si esta tarde encuentro tiempo y busco la referencia precisa. Creo que está en su libro "Tiempo ganado, tiempo perdido" (¡toda una filosofía!).
ResponderEliminarLuis : A mi me pasaba algo parecido con los tan mentados -en nuestra infancia- pecados de la carne. Para ser totalmente sincero añadiré que entonces yo tenía como modelo de pecador al gran Carpanta.
ResponderEliminarGregorio, sobre "segundas navegaciones" ('deuteros plous'), esta tarde te contesto, si a bien lo tienes, con los textos platónicos y cencillescos delante.
ResponderEliminarGregorio: Conscientes somos los demás de las altura que alcanzan los Maestros que la vida nos pone delante cuando se nos presentan "sabiendo de su sabiduría". Aquí viene la comparación (humana si usted lo prefiere) con la grandeza del espíritu del abuelo. Por descontado que usted nos transmitió su saber desde los hombros de Platón, pero éso és lo que hacen los Maestros, hacer de transmisores del saber, porque no està ya Platón para ésos menesteres.
ResponderEliminarMe pido una piedra para lapidar la frase de ese tal Luis Cencillo que nos traía Joaquín. Hace poco me decían que, a nivel biológico, la decadencia del ser humano empieza a los 25. Ahora, esto.
ResponderEliminarAcabo de cumplir 27 y me pregunto ¿Para qué vivir más? Si todo es ir cuesta abajo...
Curiosamente, quienes hacen estas afirmaciones han pasado ya esa barrera imaginaria con creces.
Saludos.
Ah, aprovecho para pedir disculpas a la blogosfera por mi dilatada ausencia. Y lo que me queda...
el estudio a edades mas adultas tiene variados matices , se es mas critico , menos memoristico , mas esceptico , menos permeable a artilugios academicos inconsistentes , pero el ansia de saber , utilizo esta palabra en toda su plastica es muy palpable .Quizas la premura del tiempo marque y demanda real hay mucha , el ocio para ciertas personas pasa por el afan de aprender .
ResponderEliminarAcerca del tema del estudio a edades repletas de experiencias, me contó un Maestro la tesitura con la que se encontraba en sus clases en la Universidad, al tener que "lidiar" con jóvenes recién llegados de la selectividad -y a su vez y en el mismo ruedo- con auténticos "miuras" de la vida. Lo curioso y anecdótico de la cuestión es que para el Maestro era una sorpresa y una novedad escuchar los encendidos diálogos que surgían.
ResponderEliminarEn cambio, otro Maestro de la misma Universidad me comentó que estudiar entre aquellas paredes debía hacerse cuando tocaba.
Sobre gustos no hay nada escrito, pero me apunto a terminar como Sócrates, es decir, a irme de aquí unos segundos después de haber aprendido mi última lección.
Toda una galantería, Gregorio. Fue un placer asistir a su conferencia y espero encontrar más ocasiones para disfrutar de sus charlas.
ResponderEliminarPor otra part6e, mi querido Joaquín, me consta que a partir de los 60 se puede proceder al desaprendizaje y a la deconstrucción con el posterior proceso de adaptación, cosa que un joven no puede hacer porque sería, simplemente, prematuro.
ResponderEliminarJamás hubiese pensado yo que el ser del no ser pudiera dar tanto de sí.
ResponderEliminarAl final de la sala, junto a la puerta, había una pareja de jóvenes que en cuanto dije de qué iba a ir la cosa, se levantaron y se fueron discretamente. Yo pensé que a ellos les seguirá media sala. Pero para mi sorpresa, el aforo se quedó pequeño. Pero, para decir toda la verdad, a más de uno(estoy pensando en E.B.) de vez en cuando se le escapaba un incontenible bostezo.
Muy bien la conferencia, Gregorio. Pero el aparecer del ser te jugaría una mala pasada. Una amiga y yo casi flanqueábamos la puerta, y de allí no salió nadie.
ResponderEliminarTe seguiremos -como groopis (?)-; ve avisando.
Lola
LOla: En la sala, con forma de "L" hay dos puertas. Serás bienvenida.
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