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jueves, 25 de enero de 2007

Luces y sombras

Maty me ha lanzado el guante en el Infierno y, evidentemente, no podía dejarlo sin respuesta.





16 comentarios:

  1. Claudio.

    Acabo de leer la discusión en el Infierno (que bien suena).
    Dos cosas:
    1. Me permito la impertinencia de señalar que la fábula "Cura" de Higinio se encuentra en este mismo blog (domingo, julio 02, 2006). ¡Hay que darse un poco de bombo, Grgorio! Lo del paño y el arca pocas veces pasa.
    2. Acerca de Heidegger, leí hace poco (¿también aquí?) algo así: qué poca persona para tanto cerebro.

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  2. Claudio,

    - En cuanto a (1): Gracias.

    - En cuanto a (2): Los franceses tienen un serio problema con su memoria y Heidegger. De hecho, tienen casi tantos problemas con su memoria como con su futuro. Pero, limitándonos a la primera, resulta que elaboraron un mito tan magnífico de sí mismos que cayeron encantados en el Síndrome de Estocolmo.

    La historia del heideggerianismo en Francia es inseparable de la del gran mentor de Heidegger, Jean Beaufret, que en 1978 envió una carta de apoyo al negacionista Robert Faurisson y que -parece- puso en duda hasta la existencia de las cámaras de gas. Que conste que yo tengo entre mis libros el comentario de Parménides de Jean Beaufret. Libro, magnífico aunque, como me concedió el gran helenista Luc Brisson, poco tiene que ver con Parménides. Casi tan poco como el "Parménides" de Heidegger con el Parménides real. Peor esta es otra historia.

    Todas estas cuestiones adquirieron una nueva y polémica actualidad cuando Emmanuel Faye publico, en 2005, su "Heidegger. L’introduction du nazisme dans la philosophie" (Albin Michel). La tesis de Faye era que el compromiso de Heidegger con el nazismo no fue un accidente de su personalidad, sino que se derivaba del núcleo de su pensamiento y era totalmente coherente con él. Es decir: existiría una coincidencia profunda entre el pensamiento de Heidegger y el nazismo.

    A partir de aquí se pone en movimiento una legítica contraofensiva de los heideggerianos franceses, encabezada por el traductor de Heidegger, François Fédier. El objetivo era reunir a varios estudiosos que pusieran de manifiesto la incompetencia filológica de Emmanuel Faye. Nada que objetar a esto, tampoco. No son pocos los helenistas que han puesto repetidamente de manifiesto los deslices y conclusiones gratuitas de Heidegger cuando se mete a filólogo griego. Nada que objetar, pero las cosas se van complicando, ¿verdad?

    El libro coordinado por Fédier debería haber sido editado por Gallimard, editorial, por cierto, bien poco antiheideggeriana, ya que ha publicado buena parte de la obra de Heidegger en Francia. Por los motivos que fueran, Gallimard, con un gesto bien inhabitual en ella, decidió rescindir el contrato de edición. La razón oficial es que los abogados de Gallimard desaconsejaron la edición para ahorrarse problemas legales. ¿Cuáles? Según Faye, y otros, la obra de Fédier entraba en el campo del negacionismo.

    A partir de aquí las cosas se me escapan. Hay quien dice que Fédier depuró los aspectos más conflictivos de la obra para que pudiera ser editada por otra editorial. Hay quien dice que no.

    En cualquier caso, quien quiera algún dato más puede consultar aquí:

    http://skildy.blog.lemonde.fr/2006/09/29/2006_09_heidegger_et_ga/

    http://blogs.elboomeran.com/fogel/2006/09/index.html

    http://skildy.blog.lemonde.fr/2006/09/29/2006_09_heidegger_et_ga/

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  3. Buena selección de fotografías, pero has de reconocer que contemplar un amanecer marciano es algo único. En cierto modo, recuerda a la foto de la Tierra desde la Luna.

    En cualquier caso, son todas fotografías que incitan a repensar las cosas, y eso siempre ha de valorarse y estimularse, ante la creciente banalidad en el presente bitacoril hispano.

    Sobre la discusión filosófica, no puedo entrar. Sólo cursé filosofía en 2º y 3º de BUP, siendo Kant el filósofo más moderno que estudié (brochazos).

    Por lo demás, nunca he tenido ideología o creencia alguna, siempre he tendido a ir por libre, pensar por mí mismo, a mi aire, a contracorriente habitualmente.

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  4. Claudio.

    Sigo con H.

    No hay que negar la posibilidad de que fuera el mayor filósofo del siglo pasado. Ello no es incompatible con que fuera un nazi (cuando menos ligado a la tradición "illiberal"), sino que precisamente nos estaría diciendo algo de ese siglo.
    Por otro lado, si uno está interesado en los problemas actuales de la democracia liberal parece que su pensamiento, útil para detectar ciertos problemas de la misma, tiene como un "punto ciego".
    Me resultó útil el resumen de Mark Blitz (straussiano creo): "Understanding H" y "Nazi thinker"
    Gracias por los enlaces.

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  5. Siempre me ha intrigado la presencia de revistas de papel cuché en los cuartos de baño. Vaya uno a casa de un filósofo posmoderno o un jugador de bolos, encima del videt hay un manojo de revistas, y una gran probabilidad de que toparse con la Pantoja. Esta foto es la confirmación: hay un extraño maridaje entre la evacuación y el cotilleo. (Confío en que no haya ningún psicoanálista despierto )
    Por otra parte, albricias!, qué mejor noticia que este refinamiento en el arte de la limpieza espiritual.

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  6. Maty: Efectivamente, es difícil competir con un amanecer marciano. De hecho, s´lo pretendía recoger irónicamente el guante que me lanzaste.

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  7. Claudio: el tema es apasionante. Desde mi punto de vista es uno de los grandes temas que nos deja en herencia el siglo pasado: ¿Cómo rebatir al gran filósofo del siglo, mucho más inteligente que nosotros, para defender la democracia?
    Strauss partió en su juventud de posiciones claramente antiliberales (muy en sintonía con las defendidas por Schmitt o incluso con un Maurras), tanto es así que hay una carta de juventud en la que parece alabar el fascismo italiano. Su perspectiva no cambiará hasta llegar a los Estados Unidos. Yo creo que es en la Constitución Americana donde encuentra la posibilidad de articular una alternativa al nihilismo heideggeriano. Su propósito no fue nunca ni negar ni ignorar a Heidegger, sino buscar la vía que le permitiera, desde Heidegger, yendo más allá de él, afirmar la democracia. El intento, como mínimo, merece ser tenido en cuenta.

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  8. Joseph: Le aseguro que m casa es, siguiendo sus palabras, la excepción. Pero respecto a lo que usted dice a mi me cuesta entender que semejante asunto se le escapara a Freud. Seguro que Lacan entraría a fondo en el tema de la complementariedad eyectora - inyectora a la que usted hace referencia en alguno de sus seminarios. Y no tenga duda: los psicoanalistas nunca duermen.

    Respecto al WC de la primera foto: es un ejercicio de veyeurismo invertido que me tiene muy intrigado.

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  9. Sobre el libro "Heidegger à plus forte raison" (Fayard, 536) aparecen hoy en Le Monde Des Livres dos artículos que me parecen de sumo interés
    Nicolas Weill

    El primero es de Olivier Beaud,"Heidegger : l'avenir d'une compromission". Lo recojo íntegro. Pero permitidme que subraye su referencia a la actitud de Jan patocka, en contraposición a la de Heidegger:

    "Voici donc, en réponse au livre d'Emmanuel Faye Heidegger. L'Introduction du nazisme dans la philosophie (Albin Michel, 2005, réédité aujourd'hui au Livre de poche), l'ouvrage collectif des défenseurs français d'Heidegger. Rappelons que la non-publication de ce livre, prévu à l'origine chez Gallimard (qui édite les oeuvres d'Heidegger), avait déclenché un petit scandale ("Le Monde des livres" du 29 septembre 2006).
    Dans la version que Fayard a reprise, les développements auxquels le maître d'oeuvre, François Fédier, se livrait pour justifier les incursions de Jean Beaufret en terres négationnistes - cause du recul de Gallimard - ont disparu. Certaines rugosités ont été poncées.
    N'en demeure pas moins un ton polémique, s'attaquant parfois directement à la compétence d'Emmanuel Faye, au Monde, et à la vie intellectuelle en général, ce ton donnant des heideggeriens français l'image désagréable d'une citadelle assiégée. Il s'explique peut-être aussi par le fait que l'intérêt pour l'auteur de Sein und Zeit a aujourd'hui perdu de sa centralité dans l'université française, au profit d'autres approches (la philosophie analytique en particulier). Les outrances sont d'autant plus dommageables que pour peu qu'on s'attache à séparer dans cet ouvrage souvent répétitif le bon grain de l'ivraie, le cas finit par sembler plus plaidable et moins entendu qu'il n'y paraît en France, depuis la parution du réquisitoire de Victor Farias, Heidegger et le nazisme (Verdier, 1987).
    Certes, la "cause" ne gagne rien quand on qualifie, comme Françoise Dastur, l'offensive contre Heidegger de "racisme anti-paysan" dirigé contre ce philosophe souabe, amateur de chemins de campagne et de marches en forêt. Ni quand, comme Marcel Conche, on fait d'Heidegger, recteur pendant dix mois d'une université en cours de nazification, "objectivement un opposant". Suggérer que le philosophe aurait été en réalité un "résistant spirituel", voire un dissident avant la lettre, est tout simplement ridicule et surtout insultant pour ceux des contemporains, parfois convoqués comme témoins de moralité, qui payèrent par l'exil ou la vie leur opposition véritable à un régime totalitaire, comme le fidèle disciple pragois Jan Patocka, mort en 1977 après un interrogatoire par la police communiste...
    Si les auteurs, qui considèrent que l'engagement nazi fut une erreur passagère et non un crime, arrachent pourtant la conviction, c'est quand ils s'attaquent en philosophes à l'interprétation du texte même. Leurs réponses à l'accusation principale, qui voudrait que non seulement l'homme mais l'oeuvre elle-même fût en son fond nazie, sont bien étayées quand, par exemple, ils reprochent à Faye d'avoir systématiquement confondu dans sa lecture d'Heidegger ce qui ressortit à la description philosophique et ce qui relève du normatif (ce que l'on prône). Ainsi montrent-ils que la critique de la technique et du règne de l'efficience propre au sujet moderne ne naît pas après la défaite de la Wehrmacht, dans le but "négationniste" de faire oublier le soutien à Hitler, mais accompagne une réflexion déjà ancienne sur l'idéal cartésien de domination de la nature et sur la modernité, lesquels aboutiraient à une logique exterminatrice.
    Certaines contributions suggèrent, non sans raison, que l'hypothèse selon laquelle le langage même d'Heidegger a pu être nazifié rétrospectivement par ses critiques se tient. Ainsi, l'usage du terme "völkisch" ("national" ou "nationaliste") ne suffit-il pas à attester de la contamination raciste ou eugénique de toute sa pensée. D'avoir qualifié la sélection raciale de "métaphysiquement nécessaire" n'implique nullement qu'Heidegger l'ait considérée comme légitime, au contraire. L'univers conceptuel heideggerien n'est-il pas dominé, comme le rappelle Gérard Guest, par un appel constant au dépassement de la métaphysique, dont la technique représente une sorte de culmination, tel que cela apparaît dans les textes sur Nietzsche rédigés pendant la période nazie ?
    Du reste, si elle se veut une démarche visant l'origine, l'oeuvre d'Heidegger demeure avant tout une philosophie de l'existence, du surgissement et de l'événement, qui participe à ébranler la tranquillité des systèmes hérités de la tradition spinoziste ou hégélienne. En ce sens, on ne saurait dire sans déformation que, sous cette inspiration, l'homme se réduit à un produit purement passif de son histoire ou de ses gènes. De sorte qu'on peut - certains diront qu'il le faut - continuer à lire et étudier Heidegger comme l'une des plus importantes philosophies du XXe siècle. Et non comme le palimpseste hypocrite d'un des régimes les plus exécrables de l'histoire".
    ________________________________________

    El segundo, del que extraigo algunos párrafos, es de Roger-Pol Droit, "Une fascination française"

    "Il y a bien une énigme Heidegger, mais ce n’est pas celle qu’on croit. Sa compromission politique avec l’Allemagne nazie est une affaire entendue. Quantité de preuves irréfutables – archives, témoignages des contemporains, travaux d’historiens – ne laissent aucun doute sur la réalité de l’engagement résolu du professeur auprès des autorités hitlériennes et des institutions du IIIe Reich.
    (…)
    La véritable énigme, c’est la fascination sans équivalent que cet auteur a exercé en France depuis soixante ans. Aucun autre pays en Europe ni ailleurs – à part le Japon –
    n’a vu ses librairies submergées de tant de publications de ou sur Heidegger, ses étudiants abreuvés de tant de cours inspirés par Heidegger, ses intellectuels animés, pour la plupart, de tant de pieuse ferveur envers le guetteur de la Forêt-Noire. Sans cette sacralisation, cette piété, cette singulière connivence dans l’admiration extatique, jamais le rappel des activités nazies du professeur de Fribourg, bien connues de tous, ne déclencherait de réactions hystériques. Cette fascination française est loin d’être vraiment élucidée. Deux volumes publiés par le philosophe Dominique Janicaud, en 2001, dans Heidegger en France, ont posé des jalons importants pour cette histoire (2).
    (…)
    Sartre a joué un rôle crucial en choisissant de réduire l’engagement hitlérien du philosophe à une vague faiblesse de caractère.
    (…)
    Le sacre français fut l’oeuvre de Jean Beaufret, puis de René Char.
    (…)
    Heidegger professe que seuls le grec et l’allemand sont des langues philosophiques, invente à tour de bras des étymologies farfelues, multiplie les contorsions verbales,
    fabrique une gnose poético-écologico-religieuse catastrophiste et incantatoire, désertifie
    l’histoire de la pensée en retenant quelques philosophes et en passant les autres sous silence, affirme que « la science ne pense pas », affiche continûment sa haine du
    cosmopolitisme et de la modernité, son mépris pour la rationalité, sa détestation de la technique, sa surestimation abusive du rôle des poètes. Ces aberrations bien connues
    n’intéressent pas grand monde entre Berkeley et Pékin. Comment se fait-il qu’elles aient retenu l’attention, au pays de Descartes, de tant de penseurs dissemblables mais estimables ?
    (…)
    (1) Pierre Bourdieu, L’Ontologie politique de Martin Heidegger (Minuit, 1988); Victor Farias, Heidegger et le nazisme (Verdier, 1987) ; Hugo Ott, Martin Heidegger. Eléments pour une biographie (Payot, 1990) ; Arno Münster, Heidegger, la science allemande et le national-socialisme (Kimé, 2002) ; Emmanuel Faye, Heidegger, l’introduction du nazisme dans la philosophie (Albin Michel, 2005, réédition Livre de poche, « Biblio-Essais », avec une préface inédite, 778 p., 9 ¤).
    (2) Deux volumes, Albin Michel, 2001. Cet ouvrage indispensable a été réédité en poche (Hachette « Pluriel Référence », 2005)".

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  10. Archivo de Férnandez de la Mora "Diario"
    14-5-46, conversación con Ortega: "Me dijo que Heidegger está más allá de su propia filosofía, y que es una pena de hombre ya perdido por commpleto"
    C.
    Un abrazo.

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  11. C. ¿No me digas que has consultado los archivos de Fernández de la Mora?

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  12. De un "juicio sintético a priori", se puede esperar cualquier cosa.... No obstante, el contraste de esta afirmación
    com la semblanza que Heidegger hace de Ortega, en "Encuentros con...", es por lo menos significativa.
    C.

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  13. C: No me sea usted tan lacónico. Que, aunque, sin duda, el ejercicio mental que proporciona me permite retrasar con cada una de su notas un par de meses la aparición del alzheimer, no estoy seguro de seguir sus pasos.
    Le confieso mi interés creciente por el autor de "El crepúsculo de las ideologías". A veces he pensado en él como un Kojève hispano.

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  14. Pues creo que usted como de costumbre, piensa mejor que bien, sin duda en su pensamiento se aprecian mútiples puntos de concomitancia. Y uno, no menor en mi opinión, es la relación personal que ambos mantuvieron con nuestro admirado Schmitt.
    C.

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  15. Curiosamente en la misma página de Le Monde en que aparecen los dos artículos sobre Heidegger se encuentra una doble reseña de dos ensayos sobre Schmitt. Uno de ellos es de un escritor de la llamadas "New Left", Gopal Balakrishnan, lo cual vuelve a poner de manifiesto que la fascinación de Schmitt sigue muy (diversamente) viva. Curiosamente Schmitt no es motivo de polémica en Francia. Tengo la sensación de que Schmitt se está leyendo cada vez con más intensidad, mientras que la fiebre de Heidegger parece haber ya pasado.

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  16. Mi acercamiento a Schmitt fue particuar, sin duda, no tanto por la precocidad, como por la persona que me permitió ahondar en su pensamiento, el cual mantuvo una estrecha relación personal con él. Me alegra ese apunte, porque si bien Schmitt tuvo vínculos personales y familiares en España. Su ámbito de influencia fue relativamente reducido, y su estigmatización continúa hoy en día. Claro que si comparamos el panorama del pensamiento político en España, en comparación a Francia o Italia por ejemplo, es lo más próximo que uno pueda imaginar a un erial.
    C.

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