Ayer se celebró el "Día escolar por la no violencia". Los escolares, al menos los de Cataluña, salieron a las calles para proclamar ante el tibio sol del mes de enero sus buenos deseos. ¿Alguno de ellos sospechó que el sol luce para todos con la misa indiferencia? ¡Pero qué felices se los veía, a ellos y a sus maestros, sintiéndose del lado de los espíritus puros! ¡Viva la patria común del cielo! ¡Vade retro, lado oscuro de la Fuerza! Yo, sin embargo -pensad de mí lo que se os antoje-, mientras intentaba abrirme paso por entre los escolares de Mataró que estaban empedrando el suelo de la Plaza de Santa Ana con cajas de leche en las que habría escrito sus esperanzas, pensé que estaba asistiendo al nacimiento de una nueva celebración europea contra la realidad. ¡Nuestra Señora de los Pusilánimes, ora pro nobis!
Este blog me llena de esperanza potrque observo cuan diferente es el mundo, al comparar mi/nuestra infancia tan llena de miserias y falta de eventos con esta de ahora, tan llena de eventos y purezas.
ResponderEliminarSiempre se ha escrito que el suelo de la Plaza Santa Ana (bella plaza por cioerto) está empedrado de buenas intenciones (o empapelado). Es cierto que el triste momento en que el triste momento en que el camión de la basura arrampla con los cartones de leche, los niños no estçan ahí para observar y comprender que gesto es metafórico.
Recuerdo que mis padres me decían: noi vayas a ninguna manifestación, que te puede pasar algo. Y yo iba si se terciaba, y si no, pues no.
Ahora, cuando veo que periodista becario pusilánime y de (por el momento) encefalograma plano, pregunta a un niño en la puerta de un colegio "¿que es lo que quereis?" y el niño seisañero contesta "queremos que no den una educación bla bla bla..." comprendo porque he consegido ser nada. Yo, de querer, hubiera querido no se qué, pero hubiera servido de bien poco saberlo.
Luis: En realidad lo que me molesta de estas muestras de la nueva religiosidad laica no es tanto lo que tienen de manifestación de fe, como el convencimiento que ponen de manifiesto respecto a que se pueden tener derechos gratis. Al menos cuando en los pueblos de antaño se sacaba el santo a los campos en procesión para pedir lluvia, se confiaba en la Misericordia Divina, pero ahora se le pide a un Anónimo sin rostro que nos entregue un derecho ("el derecho a la paz") a cambio de nada. Nuestras buenas intenciones ya pagan. ¿Quién les va a explicar a nuestros niños lo que vale cada derecho?
ResponderEliminarLa verdad , una que esta muy alejada del mundo de la infancia , no me ha dejado de sorprender el evento , y se me figura como una manipulacion inutil de pensamientos aun no formados ..
ResponderEliminarY yo que le enseño a mi sobrina cómo sobrevivir en la selva...
ResponderEliminarMe has parecido magistral.
No es inútil, Peggy, es perniciosa, muy perniciosa.
ResponderEliminarHace un tiempo escribí un pequeño ensayo resaltando los silencios del discurso pedagógico actual, del que están excluidos conceptos como "criterio", "virtud", "voluntad", etc. Estos silencios se compensan con la presencia obsesiva de una ideología pedagógica que es incapaz de sobrellevar la frustración de que la realidad no se corresponda con sus buenos deseos.
Fenixcaliope: Gracias.
ResponderEliminarSe cuenta que Hegel respondía a quienes le señalaban tal o cual hecho que se oponía a su magna teoría sobre el Todo: "¡Pues peor para el hecho!".
En esas estamos, por el desprecio de lo evidente: "la selva selvaggia". Desde mi punto de vista el principal objetivo de una educación realista debería consistir en el aprendizaje de cómo sobrellevar la frustración.