En el prólogo a “Más allá del bien y del mal”, Nietzsche arremete contra los filósofos dogmáticos y, especialmente, contra el (supuesto) fundador del dogmatismo, Platón, que habría sido el inventor “del espíritu puro y de bien en sí”. “Hablar del espíritu y del bien como lo hizo Platón significaría poner la verdad cabeza abajo y negar el perspectivismo, el cual es condición fundamental de toda vida.” Resulta así que lo que en el inicio del prólogo se presentaba como una crítica al concepto de verdad, en el transcurso del mismo se metamorfosea en una apuesta por la vida. Es decir, sugiere ya, de entrada, que la verdad y la vida no son conceptos sinónimos. Más aún, pudiera ser que fueran, al menos en ciertas situaciones, antónimos.
Con esta duda se abren los aforismos de la primera sección de la obra, tituladas “De los prejuicios de los filósofos”.
En el aforismo 1, Nietzsche se pregunta por aquello que en nosotros aspira propiamente a la verdad, es decir, por el valor de la voluntad de verdad. Es una pregunta nueva que con su sola formulación hace tambalearse a todo el venerable edificio de la filosofía. ¿Acaso se busca la verdad por un valor que no es en sí mismo ni verdadero ni falso? ¿Por qué queremos la verdad? ¿Por qué la preferimos a la no-verdad? ¿Por qué es mejor la verdad que la incertidumbre o la ignorancia? A mi modo de ver son estas preguntas las que inauguran la filosofía propiamente moderna, aquella de la que aún somos directos herederos. Si es posible preguntar por el valor de la verdad es que es posible que exista algo de más valor que la verdad.
En el aforismo 2 se pregunta si acaso es posible que “a la apariencia, a la voluntad de engaño, al egoísmo y a la concupiscencia hubiera que atribuirles un valor más elevado o más fundamental para toda vida.” Se contesta en el aforismo 3 lo siguiente: “detrás de toda lógica y de su aparente soberanía de movimientos se encuentran valoraciones o, hablando con mayor claridad, exigencias fisiológicas orientadas a conservar una determinada especie de vida”.
Por lo tanto (aforismo 4) “la falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo; acaso sea en esto en lo que más extraño suene nuestro nuevo lenguaje. La cuestión está en saber hasta qué punto ese juicio, favorece la vida, conserva la vida, conserva la especie, quizá incluso selecciona la especie; y nosotros estamos inclinados por principio a afirmar que los juicios más falsos (de ellos forman parte los juicios sintéticos a priori) son los más imprescindibles para nosotros, que el hombre no podría vivir si no admitiese las ficciones lógicas, si no midiese la realidad con la medida del mundo puramente inventado de lo incondicionado, idéntico-a-sí-mismo, si no falsease permanentemente el mundo mediante el número, - que renunciar a los juicios falsos sería renunciar a la vida, negar la vida. Admitir que la no-verdad es condición para la vida: esto significa, desde luego, enfrentarse de modo peligroso a los sentimiento de valor habituales; y una filosofía que osa hacer esto se coloca, ya sólo con ello, más allá del bien y del mal”.
Fue pensando en Nietzsche como se me ocurrió traer hasta aquí la fábula del Príncipe y la Verdad que os conté hace dos días.
Gostei do seu texto.Passa na minha página.Abraços
ResponderEliminarhttp://claubertosantos.blogspot.com
Una experiencia personal: Desde este hilo nietzscheano (que me fascinó) es como llegué a Freud (no soy freudiana; pero también me fascinó), no por lo nuevo de sus preguntas, que no existe tal novedad, sino por cómo tiñe de pesimismo (?) el planteamiento de Nietzsche. Es como velar (en el sentido fotográfico) una nueva y luminosa mirada al mundo. Aunque también es cierto -hay que irse con cuidado con Nietszche- que Nietzsche mismo conocía de sombras y de oscuridad. Hay algún lugar (no tengo la referencia para variar) en dónde Nietzsche dice que el amor del filósofo a la vida es como el amor a una mujer dudosa.
ResponderEliminarLeyendo a Thomas Mann, fino lector él mismo de filosofía, encontré este reproche:
"¡Como si fuera necsario defender la vida contra el espíritu! ¡Como si existiera el menor peligro de que alguna vez las cosas fueran a transcurrir en la tierra de un modo demasiado espiritual!"
No es un reproche que anule, sin embargo, la verdad de la no-verdad.Al contrario. Más bien parece un lamento por no poder hacerlo.
Gracias, Clauberto, es un honor tener un brasileiro entre los contertulios de El Café de Ocata.
ResponderEliminarLa referencia de Nietzsche, Lola: la apertura del prólogo de "Más allá del bien y del mal": "Suponiendo que la verdad sea una mujer-, ¿cómo?, ¿no está justificada la sospecha de que todos los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han entendido poco de mujeres?, ¿de la estremecedora seriedad, la torpe insistencia con que hasta ahora han solido acercarse a la verdad eran medios inhábiles e ineptos para conquistar los favores precisamente de una hembra?: -y hoy toda esa especie de dogmática está ahí en pie, con un actitud de aflicción desánimo."
ResponderEliminarSi es posible interrogar a la verdad sobre su valor es que ya no es autoevidente el valor de la verdad. Yo creo que este es el epicentro de terremoto nietzscheano. En él andamos.
Fué justamente al leer a Nietzche cuando empecé a intuir que la verdad era algo imposible de asir y de comprender: intuición apenas. Como algunas otras cosas, empecé a pensar, la verdad se define mejor por su negativo, pero hasta eso es de dificil utilidad. Vida y verdad no son de la misma sustancia y/o naturaleza, seguramente porque la segunda ni siquiera es.
ResponderEliminarPor eso, si yo fuera príncipe, no saldría a buscarla. Después de todo, Luri, ¿quien le aseguró al prínncipe que la vieja era la verdad o una mendiga un poco zumbada?
Esa es la cuestión, Luis: La verdad se reconoce en nuestro asentimiento. Hay algo que es reconocido por nosotros como verdadero y la claridad del reconocimiento nos permite afirmar sin duda: ese algo es verdadero. ¿Pero por qué necesitamos reconocer algo como verdadero? ¿Por qué el Príncipe -o, simplemente, la política- necesita encontrar alguna verdad desde la que gobernar? ¿Cómo sabe que su confianza en la verdad de la verdad no lo está traicionando?
ResponderEliminarClaudio.
ResponderEliminar"la falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo": es decir, el discurso de Nietzsche es irrefutable ¿qué objecciones podemos hacerle?¿y por qué debería tenerlas en cuenta?
"La cuestión está en saber hasta qué punto ese juicio, favorece la vida,...": no estamos más allá del bien y el mal, sino MAS ALLA DE LO VERDADERO Y LO FALSO. Es decir, la verdad no es un criterio sino un valor. ¿Sofista?
"si no falsease permanentemente el mundo mediante el número": contemporaneos de Nietzsche. Frege, Boltzmann, Helmholtz, Maxwell.
Dice Luri: "Si es posible preguntar por el valor de la verdad" Pero si la verdad es un valor, la verdad es relativa, finalmente ¿no hay verdad? Pero es que la verdad no es verdadera porque "vale". El valor no define su esencia sino nuestra relación con ella.
Fink designaba como "ecuación fundamental de Nietzsche": ser = valor, con lo que permanece ¿paradojicamente? ligado al dogmatismo platónico (metafísico). Como en Platón, ser y valor están del mismo lado, el lado del ser en Platón y el lado del valor en N. El nietzschismo sería entonces un platonismo del revés, pero sólo se invierten los términos: dónde Platón pensaba que el valor ES, Nietzsche dice que el ser VALE. La verdad no es más que un valor más y conocer es "valorar", y valorar desde los deseos (perspectiva). Fin último: NO CONOCER SINO JERARQUIZAR.
¿Problema con la verdad? Es científica, por ello exterior, sometida a discusión, "democrática", es decir, no jerarquizante.
Se llega entonces a: "No hay hechos sólo interpretaciones". Pero esta afirmación es un hecho, etc...
Claudio: El que planteas es, exactamente, el debate del presente. Y además lo planteas con perfecta claridad. Voy a intentar contestarte Nietzscheanamente:
ResponderEliminar1) De la afirmación"la falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo", no creo que deba inferirse que ya no hay diferencias entre lo verdadero y lo falso, sino que no todo lo falso es despreciable, ya que una falsedad lógica podría tener un valor afirmativo en un sentido existencial.Y aquí está el peligro, evidentemente.
2) No ha sido Nietzsche, sino un gran lógico polaco, Jan Lukasiewcz ("Del principio de contradicción en Aristóteles": no sé si hay edición en castellano, pero puedes encontrarla la edición francesa en L'Éclat) el que ha demostrado que el principio de contradicción no es tan absoluta y evidentemente firme como creía Aristóteles. Pero Lukasiewicz añade que si no creyéramos en él con firmeza se nos desmontaría inmediatamente la vida en común.
3) ¿El discurso de Niezsche es irrefutable? Yo no me atrevería a decir tal cosa. Por ejemplo, si su profecía respecto al "último hombre" no se cumple -no se está cumpliendo- tendríamos perfecto derecho a dudar de sus palabras.
4) Efectivamente: estamos más allá del bien y del mal porque estamos más allá de lo verdadero y lo falso debido a las premuras inherentes a nuestra finitud. Es nuestra finitud la que nos aboca a la inevitabilidad de una decisión no fundada pero que sin embargo, fundamenta lo verdadero y lo falso, el bien y el mal.
5) Frege, Boltzmann, Helmholtz, Maxwell y quienes quieras más serían la prueba evidente de que la verdad tranquiliza, porque ordena, sistemiza, ofrece coherencia. El problema es que cuando contemplo el mundo desde mi vida me encuentro con frecuencia que quiero una cosa y su contraria; que amo a alguien al mismo tiempo que no lo soporto; que me enfrento a la evidencia de que del hombre como potencia (empleando la terminología aristotélica) se pueden afirmar muchas cosas, pero de cada una de ellas se puede afirmar también su contrario, etc. ¿La verdad del número explica la tragicomedia de la vida? ¿O es la tragicomedia la que necesita aferrarse a la seguridad del número para dotarse de sentido?
6) "Si es posible preguntarse por el valor de la verdad": Si es posible preguntarse por la necesidad saciada con la apropiación de la verdad.
7) Sí, efectivamente, Nietzsche es más platónico de lo que él se atrevería a pensar.
8) ¿Conocer no es jerarquizar?
9) "Se llega entonces a: "No hay hechos sólo interpretaciones". Pero esta afirmación es un hecho, etc...". Aquí me parece imposible no darte la razón. Puedo incluso sumar a tu cuestión la siguiente: Si todo es interpretación, ¿qué metaforiza la voluntad de poder?
Perdona por lo frágil de la respuesta. Las que planteas son cuestiones demasiado graves como para trivializarlas con respuestas esquemáticas e improvisadas, pero, a pesar de todo, al menos a mi me ayudan a ir pensando la complejidad del presente. Te confieso que tengo muchas dudas respecto a Nietzsche, pero cuando miro a mi alrededor y veo cumplidos buena parte de sus temores, no puedo sino concederle mis respetos.
Voy a dar la nota discordante.
ResponderEliminarParece haber consenso en que lo que llamamos "conciencia" es el resultado de la victoria final entre tendencias contradictorias que pugnan en la mente humano -en la mente, en el cerebro, nada de "subconscietes colectivos" o patrias cósmicas de ideas. Pero esto no los sabemos gracias a las intuiciones de Nietzsche o Freud, precisamente, sino a las neurociencias.
No conozco a Lukasiewcz, pero puede que interpretara demasiado rígidamente a Aristóteles. En realidad, la contradicción, como tal, no es negada por la lógica formal clásica; al contrario, está incluída, reconocida por ella. Las lógicas "no standard" parten siempre de la lógica clásica.
Yo no creo que Nietzshe "inaugure" nada. La duda sobra la verdad es tan vieja como la filosofía. Está en los sofistas contra los que piensa Platón, en los primeros "escépticos", en la literatura sapiencial cristiana, en Descartes, en...Si se trata solo de cuestionar el "valor de la verdad", Nietzsche llega muy tarde.
Lo que yo cuestiono es "el valor de Nietzsche". Prácticamente no acertó en nada. Las ciencias cognitivas no apoyan la idea "nietzschana" del pensamiento por imágenes, un rasgo más bien autista, tampoco conceden mucho crédito a la idea de que estamos atrapados en metáforas, o de que no exista más moral que la del superhombre egoísta.
Te aseguro, Eduardo, que son bien venidas tus notas. No sé si discordantes. ¿Contra qué acuerdo previo las enfrentas? Te aseguro, también, que yo te leo muy en serio, sobre todo cuando me resulta imposible estar de acuerdo contigo.
ResponderEliminarEl "acuerdo previo" consiste en considerar a Nietzsche un filósofo digno aún de ser tomado en serio, "inaugurador" del pensamiento moderno, campeón del "perspectivismo", etcétera.
ResponderEliminarNietzsche y la hermenéutica...¿Para qué?
Se trata de saber si la lógica, la matemática, la ciencia al completo, la religión, el arte, etc, están en mi vida, son elementos de mi vida, o si yo soy un ser explicable íntegramente desde la lógica, la matemática, la ciencia, etc. Si mi vida es explicable íntegramente desde la ciencia y la ciencia es capaz de explicar también mi necesidad de sentido y colmar esa necesidad, entonces Nietzche es una antigualla carente de otro interés que no sea meramente arqueológico.
ResponderEliminar¿Qué está en qué?
Quienes sospechamos que la vida es el cobijo de (entre otras muchas cosas) la ciencia, seguimos necesitando a Nietzsche para entender el sentido del todo del cual la ciencia forma parte.
Estaba con esas citas de Arendt y os las paso, porque, de hecho, lo que está implícito es de carácter moral.
ResponderEliminar1-"El imperattivo moral (del filósofo) en realidad no es nunca imperativo, incluso cuando el filósofo desea imponer sus razonadas exigencias a los que no razonan, como es por ejemplo el caso de Platón. En Kant, estamos ante una moral esencialmente no religiosa, basada en la autonomía absoluta de la razón humana. La moral es sencillamente razón práctica. El imperativo real subyacente al imperativo categórico es "no te contradigas a ti mismo". Y esta es, obviamente, la ley básica del pensamiento, o un mandamiento de la razón".
2-"La justificación para actuar justamente no puede ser probada. Platón lo reconoció así, y utilizó el mito de un estado futuro de recompensas y castigos como una especie de mentira con propósitos políticos; palo y zanahoria para mantener la línea a los incapaces de comprender la razón real para actuar justamente. Ahora bien, hoy, con el derrumbamiento de la autoridad religiosa, la prueba es si somos lo bastante maduros para retroceder y comprender la razón real para no hacer el mal (...), que es mejor sufrir el daño que causarlo; que es imposible vivir con un criminal, especialmente si ocurre que uno mismo es el criminal (...) como Platón nos mostró en "Gorgias" y en la "República".
1. Arendt a Auraam-Makis Koen, un estudiante de la Universidad de Chicago, 3 de julio de 1972, Library of Congress.
2. Notas preparadas por George Mckenna y anotadas por Arendt, Library of Congress.
Lola
Claudio.
ResponderEliminarDice Luri: "si su profecía respecto al "último hombre" no se cumple". Pero, ¿cómo ver si se cumple y, ya puestos, cómo hacer profecías, si nada es verdad? Aquí veo una contradicción de N: o es un dogmático o se somete a la búsqueda de la verdad y acepta que sus proposiciones son hopótesis. Y es que, ¿a su pesar? ARGUMENTA. Quizás Pirrón (al que N. llamaba algo así como budista griego) era más consecuente.
LOla:
ResponderEliminar1) Yo creo que el único compromiso que el filósofo tiene es con la radicalidad, es decir, con la desconfianza: Tiene que sospechar siempre, no vaya a ser que confunda su cansancio con el hallazgo del fundamento. De ahí que, en cualquier caso, hablar de "imperativo moral" en el caso del filósofo me parezca confuso.
2) Esa es la cuestión: ¿Puede ser probada la justificación para actuar justamente?
Por supusto que argumenta. Y hay pocos libros que ronden tan bien eso que sea la verdad como lo hace "La genealogía...". Por cierto, nada aforístico.
ResponderEliminarY el "último hombre" yo creo que sí se cumple.
De todos modos, uno de los desafíos básicos reside, y en eso no es nuevo Nietzsche; arranca de la edad media y esclata con Spinoza (a quién Nietzsche consideró su padre precursor), es el haber sustituido la verdad por la voluntad.
Lola
Las ciencias positivas no explican la totalidad de la vida. De acuerdo, esto ya lo sabíamos, pero hay un non sequitur en afirmar la "incompletud" de la existencia y, posteriormente, la validez de los acertijos nietzschanos para habérnoslas con esta incompletud.
ResponderEliminarPara "interpretar" las incongruencias de la vida yo prefiero a Cervantes o a Melville. La filosofía, entiendo, es otra cosa: es un saber casi literalmente "segregado" por las ciencias.
En definivita, que el filósofo no debe profetizar jamás -no está mal eso de comparar a Nietzsche con la literatura profética. Para eso deberíamos tener la "ciencia media" de los escolásticos.
Claudio: Creo que lees a Nietzsche como si se tratara de Descartes. Es, sin duda, tu derecho, pero me parece que esa lectura te incapacita para entender a Nietzsche tal como este se entendía a sí mismo. Nietzsche se plantea el reto de filosofar en el funeral de Dios. Sabe que no tiene que oponer un nuevo Dios al dios muerto, pero sabe también que dios vivirá eternamente en el lenguaje y, pro supuesto, en la lógica.
ResponderEliminarEl último hombre está ahí: sal a la calle estos días de navidad. Mira la programación de la tele. Escucha los argumentos políticos.
Después de recorrer este interesante debate, me reafirmo en el convencimiento de que N. puede tener interés como fino prosista (alemán), o como ideólogo, o mejor dicho, crítico de los encubrimientos ideológicos y escritor predilecto de los adeptos del pensamiento débil... Pero ¿filósofo? N. es uno de esos bárbaros a los que Aristóteles pedía dar un pescozón, ya que no cabía argumentar por él. Por cierto, he perdido la ocasión de discutir cómo se trae y se lleva la idea de "Verdad". Nsda tiene que ver, digo yo, lo que piensa N. con los "valores" de las proposiciones lógicas, ni con las lógicas bivalentes, trivalentes (tipo Lukasiewik, que no impugna en absoluto la lógica aristotélica) o multivalentes. De hecho me he tomado la molestia de consultar alguna historia de la lógica, muy documentada. N. no aparece citado ni a pie de página. Para pensar.
ResponderEliminarMuy bien, Joaquín: Nietzsche, Heidegger, Foucault, Derrida son unos memos a los que es posible obviar. Obviémoslos. Una vez apartados de nuestro horizonte, descubrimos la realidad en sí. Volvemos a la claridad hegeliana. Recuperamos la luminosidad de los sistemas que explican el mundo de manera coherente. Dios sigue vivo y coleando. Las iglesias siguen llenas. No hay discusiones sobre la relación entre hechos y valores. Las comunidades políticas ofertan de manera creíble las alternativas de lo posible en este mundo de la misma manera que las comunidades religiosas clarifican los mapas del Más Allá. Las personas están dispuestas a dar la vida por sus ideas y los ejércitos y los conventos no pueden recibir a tanto postulante como llama a sus puertas. Sabemos quienes somos y qué nos cabe conocer y esperar. La ley cumple su papel y donde necesita ayuda, el pecado colabora. Y, lo más importante: ¡qué clara vuelve a estar la jerarquía! ¡Por Dios, por la Patria y el Rey!
ResponderEliminarPues bien, a mi me cuesta obviarlos. Precisamente por ello quería hallar la manera de ir más allá de ellos, pero sin ignorarlos.
Claudio.
ResponderEliminarLe agradezco mucho sus comentarios a mis brochazos.
A mí tambien me atrae N. y también mantengo una cierta ambivalencia. Y es que me atrae el "profeta" (tiene usted razón: acierta al pronosticar el mundo de hoy) pero me repele el que quiere superarlo negando, entre otras cosas, la verdad.
Para enlazar con su respuesta a Joaquín, no necesito "quedarme" en la jerarquía ni volver a ella "pasada la línea". Digamos que el mundo moderno, fragmentado, desjerarquizado, sin Dios, ni Patria, ni Rey, ni Arte, ni Ciencia, ni ..., es incómodo pero de momento me quedo.
Hablando en términos estadísticos, los europeos, hijos de N. (a qué negarlo), somos un islote de excepción en el planeta. El mundo no es como nos lo creemos nosotros. Nietzsche, Heidegger, Foucault, Derrida no son unos memos. Tienen coherencia "interna" y son indicadores o "señales" de por dónde anda nuestro mundo, el mundo excepcional europeo, sin dios patria ni rey. Pero son vías muertas del pensamiento, líneas de pensamiento orgulloso, autónomo, satánico (en una palabra). Yo prefiero el pensamiento humilde que se conforma con llamar a las cosas por su nombre; es el pensamiento al que debe resignarse las inmensas muchedumbres que tanto asco parece que le daban a N.
ResponderEliminarClaudio: Yo también me quedo. Para mi el retod el presente, en la medida en que somos ciudadanos europeos (signifique eso lo que signifique) no es tanto negar el nihilismo, que está ahí, sino cómo reencantar un mundo desencantado. Y es ahí donde, a mi modo de ver, entra de lleno la cuestión política. Y, en primer lugar, la voluntad.
ResponderEliminarJoaquín: Sí, posiblemente Europa es una isla postmoderna rodeada de océanos de certezas. Pero somos, fatalmente, europeos. El reto del presente es para mi filosófico-político. ¿Cómo conseguir que Europa vuelva a creer en sí misma? Y es aquí donde de nuevo Nietzsche puede ofrecer alguna orientación: "los grandes europeos...".
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