Un imbécil no se aburre nunca: se contempla.
II
Existen cosas de las que hay que tener el coraje de no escribir.
III
Poseer la verdad: pienso en esos hombres que tienen en su casa un león domesticado y duermen siempre con un ojo abierto.
IV
Un azar dio al hombre la inteligencia. Él la empleó: inventó la estupidez.
V
La desdicha de aquellos que no toman partido en política es la de sentir al mismo tiempo repugnancia por todas las facciones y tener la sensación de vivir rodeados de bandidos o de locos.
VI
Palabras de un cura de pueblo a una devota muy escrupulosa: “Dios no es tan tonto como parece.”
VII
¿No sería una muy buena imagen de la locura esa agitación del agua transparente que tan pronto deforma hasta la confusión lo que refleja, como se vuelve en la calma el espejo verídico de las cosas?
VIII
La duda es una cosa excelente; pero cuando se duda de algo, hay que saber expresar por qué; de lo contrario, se cae en la estupidez.
IX
Es posible que la frase más intuitiva y trascendente que se haya escrito a finales del siglo XIX sea esta frase de Renan, que dice: “La evolución de Europa marcha hacia un cierto americanismo”.
X
La gente se sorprende de que los filósofos no puedan convertirse en políticos. Sin embargo, no hay nada más fácil de entender: el filósofo sabe todo y termina convencido de que no sabe nada; mientras que el político no sabe nada y hace creer que lo sabe todo.
XI
Si quieres hacer filosofía, conócete a ti mismo; pero si quieres hacer fortuna, conoce a los demás.
XII
A todas las preguntas acerca de la religión, yo respondo con esta frase de Mark Twain: “La religión es creer en cosas que uno sabe que no son ciertas.”
Claudio.
ResponderEliminarPalabras de un cura de pueblo a una devota muy escrupulosa: “Dios no es tan tonto como parece.”
Muy bueno. Me ha hecho pensar en: "¡Creo. Ayuda a mi poca fe!"(S.Marcos 9.24)
Si se establece un silogismo básico
ResponderEliminara partir del aforismo X en relación con el XII, se podría llegar a la paradójica conclusión, de que Gourmont, era más cercano a los políticos que a los filósofos...
C.
Muy buenas todas las frases, y muy ciertas también. Me quedo con la XII: «a todas las preguntas acerca de la religión, yo respondo con esta frase de Mark Twain: "La religión es creer en cosas que uno sabe que no son ciertas".»
ResponderEliminarMe parece que Twain (y Gourmont) tenía toda la razón. Hay tantos motivos para creer como para no creer, por lo cual he llegado a la conclusión de que mejor no creer en cosas que sé que no son ciertas (y la "prueva" de que no lo son es justamente esta necesidad de creérselas ciégamente para fingir que son ciertas). Ante tal paradoja, me remito a cierto dicho de la jerga científica: ante la duda, la opción más simple suele ser la cierta.
Claudio: El que ha seleccionado los aforismos he sido yo. Me haces pensar.
ResponderEliminarNausicaa: Pero también podríamos aplicar aquí aquella vieja máxima jurídica latina: "In dubio pro reo"
ResponderEliminarel conocete a ti mismo de Delfos unido al conoce a los demas y añdiria para utilizarlos , es el exito
ResponderEliminarO simplemente en términos procesales, "inversión de la carga de la prueba"...
ResponderEliminarC.
Sí, pero el "In dubio pro reo" sólo te compromete a pasar página, dejando intactas, aunque atrás, las dudas. Pero la fe religiosa me exige, por definición, aparcar el escepticismo; y yo no puedo hacerlo. Es que no puedo, no hay manera.
ResponderEliminarLola
Claro, Lola, es imposible recuperar la fe de los antiguos. Nosotros, postsilustrados, le exigimos a la razón que crea, mientras que los antiguos no tenían que exigirle nada para creer (aunque sí, evidentemente, para creer en esta o aquella religión). No podemos desembarazarnos de Kant. Así que para nosotros la fe no puede ser otra cosa que una apuesta consciente de la voluntad. Si queremos ser honestos con nosotros mismos, claro está.
ResponderEliminarSí, pero la voluntad (cuánto le debe la modernidad, ¿eh? Gracias a ella seguimos, más o menos, en pie) sólo me alcanza para un "como si". Es decir una religiosidad fundamentalmente política.
ResponderEliminarLola
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe han encantado e iré a por más.
ResponderEliminarMe gustó. Mucho. He concluido que soy una imbécil. Lo cual sospechaba.
ResponderEliminarLola, tal como yo lo veo se trata, efectivamente, de una cuestión esencialmente política, pero al mismo metapolítica. Se trata de descubrir la posibilidad de una decisión crítica personal capaz de elegir el querer. Como sabes no estoy diciendo nada que no hubiera sugerido Nietzsche. Estoy pensando en la última consideración intempestiva, "El caso Wagner", donde desarrolla la idea de que el mayor desafío del filósofo es luchar contra aquello en lo cual es precisamente un hijo de su tiempo: "¡Pues bien! -dice- Soy, como Wagner, un hijo de esta época, es decir, un decadente: la diferencia reside en que yo lo he comprendido y me he opuesto. Es el filósofo dentro de mí quien se ha opuesto."
ResponderEliminarComo dice por algún lugar Karl Löwith, Nietzsche vivió y pensó hasta las últimas consecuencias la conversión del "tú debes" en el moderno "yo quiero".
El reto (a veces pienso que quimérico, pero, en cualquier caso, digno de ser pensado) es apropiarse del trivial "yo quiero" del último hombre para hacer de uno mismo algo diferente.
Creo que tú entenderás bien lo que quiero decir. Sin embargo me resulta imposible explicar esto a quienes están cargados de prejuicios antinietzscheanos.