Se cuenta que un príncipe, antes de ser coronado quiso conocer la verdad. Ocurrió en la India, y de esto hace ya muchos años. Así que eligió el mejor de sus caballos y abandonó el palacio, decidido a no regresar hasta haber conseguido su objetivo. Durante meses recorrió el reino preguntando por la verdad. A veces en algún pueblecito remoto se encontraba con alguien que creía haber oído de alguien que una vez la había visto pasar por delante de su puerta, o con ancianos que contaban relatos oídos en su niñez a otros ancianos acerca de la belleza de la verdad. Guiándose por los indicios que encontraba proseguía incansable su búsqueda. A los meses sucedieron otros meses y a estos los años. Un día su caballo tropezó en una piedra y cayó al suelo sin fuerza para volver a levantarse. El príncipe se encontró, por primera vez, cansado. De repente notó el peso de sus armas y un ligero temblor en sus rodillas. Caminó cuanto pudo y al anochecer buscó refugio en una cueva. Al adentrarse en la oscuridad creyó ver una figura que se movía con dificultad. Pensando que se trataba de una alimaña empuñó su espada dispuesto a pagar cara su vida. Pero cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra descubrió que lo que tenía ante él era una anciana harapienta, cubierta de pústulas y llagas que resultó ser la verdad. El príncipe se convenció de ello cuando al interrogarla comprobó que la anciana lo sabía todo de él, hasta sus más íntimos temores. No era, desde luego, como la había imaginado pero, al fin y al cabo, se trataba de la verdad. Al despedirse de ella le preguntó:
- ¿Qué quieres que les diga a los hombres de ti?
- Diles –contestó la verdad- que soy joven y hermosa.
Preciosa fábula.
ResponderEliminarMe he pasado para dejarte un fuerte abrazo y desearte Felz Año. Gracias por el relato.
1.- ¿El relato es verdadero?
ResponderEliminar2.- En la última frase se ha delatado: la verdad no miente.
3.- Feliz Año Nuevo. Deseo fervientemente que sea mejor que el infausto 2006.
Gracias Gabriela: Feliz año.
ResponderEliminarJoaquín: Si la última frase es falsa, entonces la verdad es vieja y fea.
ResponderEliminarFeliz año
Tan sólo paso para desearte un muy buen año, Gregorio.
ResponderEliminarLa verdad, a veces, duele mucho. Me imagino que a ella misma no le gusta que todo el mundo la reconozca por su estado físico y prefiere mentir para ocultarlo. Es una forma de verlo.
ResponderEliminarUsted también es joven y hermoso. Lo sé :)
ResponderEliminar¿Esto es suyo, Gregorio? Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarFeliz 2007; se lo deseo sinceramente.
Gracias Avanti. ¡Que mis buenos deseos lo acompañen!
ResponderEliminarChesk: Yo creo que la verdad sabe bien que la diferencia entre lo verdadero y lo falso no es necesariamente equivalente a la de lo saludable y lo dañino. Y a veces opta por ser saludable antes que verdadera.
ResponderEliminarKasandra: Pero no se lo diga usted a nadie.
ResponderEliminarPortorosa: ¿Me pregunta usted por la verdad? Se la diré, con dolor: No, no es mío. Es un cuento popular de la India que está recogido con diferentes variantes en diversas antologías. Yo esperaba que, acallando la cuestión de su autoría, pudiera hacerlo pasar por mío, y así robar un poco de autoestima. Pero me ha dejado usted con el traje nuevo del Emperador. ¡Menos mal que cuento con la lealtad de Kasandra!
ResponderEliminarLos psicoanalistas (sí, ya sé, ya sé...) dicen que, fuera del "setting" paciente-terapeuta, la verdad hay que tomarla como una agresión.
ResponderEliminarEn todo caso, el incicio "Ven, que te diré la verdad..." es terrorífico. Sobre todo, me imagino a los niños, soportando la verdad de sus mayores.
Lola
Comno siempre Lola apunta a la herida de la verdad. Yo temo a los que me dicen que "son muy sinceros y me van a decir la verdad" generalmente sobre cosas mías que a ellos no les importan nada.
ResponderEliminar¿Porque no se va a permitir la verdad una piadosa mentirijilla? Y por otra parte, joven y hermosa ¿desde que prisma?
En esa historia hay un elemento que roza lo absurdo: ¿c omo va un príncipe como Dios manda a meterse en esa aventura? Merece que le destronen de inmediato o que cambien al heredero.
Por cierto: yo soy Castor y digo siempre la verdad; yo soy Polux y siempre miento.
Bellísima historia.
Una historia preciosa. A veces la mejor verdad es una mentira. Saludos.
ResponderEliminarLuis, Lola: ¿Qué sería de la cultura sin su higiénica dosis de cinismo cotidiano? ¡Ya se encarga la naturaleza, por sí misma, de cantarnos las verdades evidentes, y brutales!
ResponderEliminarNausicaa: Si es que la historia de eso que llamamos civilización comenzó con una mentira. Da igual que elijamos le versión de "Pedro y el lobo" o la bíblica "y seréis como dioses".
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