domingo, 15 de julio de 2012

La importancia de las instituciones

Cuando una cultura, un pueblo, o una comunidad, comienza a dudar de sí misma es que ya ya no tiene instituciones capaces de dar sentido a la acción.

Ignorar la relación entre la dignidad de las instituciones y la del ciudadano es ignorar que el hombre se hace ciudadano gracias a su fe en las instituciones.

Sin fe en las instituciones hay hombres, pero no ciudadanos.

38 comentarios:

  1. Respuestas
    1. O ciudadanos o idiotas, Javier. También podría decirse: O espartano o ilota (sí, ya sé, la disyunción puede romperse optando por Atenas, pero eso nos lleva a lo de o ciudadanos o idiotas). O, con la fórmula aristotélica o animal político... o animal. El hombre que es sólo hombre a la fuerza ha de ser inhumano.

      Me produce cierta perplejidad, Javier, que un poeta (que es el pastor de la palabra común) diga eso. Me desconcierta, además, pensar que mi amigo Javier, para quien la palabra dada es sagrada, se me hiciera ateo.

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    2. He dejado de se ciudadano. El ciudadano miente, el hombre es un ser humano. La razón de la palabra solo acepta al hombre. Nunca hará lo propio con el ciudadano que habita en un régimen, y por naturaleza miente.

      El ateo es el hombre que "atea", querido Gregorio.

      El ciudadano persiste en la mediocridad de lo no genuino.

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    3. Me voy a poner tremendo: Lo único genuino es el silencio de los muertos. Donde hay vida humana hay impostura. Lo genuino del hombre es no poder dejar de ser ciudadano... incluso cuando se hace estilita.

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    4. ¡Qué arte! Cuando usted habla de la impostura tiemblo. Creo que lo único genuino del hombre es no haber solicitado haber sido.

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    5. Tendremos que hablar usted y yo de Heidegger, oiga, pero eso sí, con una buena botella de por medio, porque sólo el vino es capaz de restaurar los destrozos inevitables del diálogo.

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    6. Acepto encantado. Cada oportunidad que he tenido de estar con usted he aprendido lo que la calle no enseña. Será un placer, y además de Heidegger, hablaremos de "La República". Mil gracias querido Gregorio. UN fuerte abrazo.

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  2. Ay Dios, si es cruel el uno, más lo es el otro.

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    1. Necesitamos instituciones capaces de generar consensos... para protegernos de nosotros mismos, porque nada inhumano no es ajeno.
      Pero ciertamente, las instituciones no ofrecen garantías, sino fe.

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  3. Yo dejado llevar por mi hybris,contestaría como el poeta.
    Pero...he inspirado y he recordado que el hombre es un ser-social (algunos "clasicones" como Luri, le dirían político, en lugar de social) Pero por eso mismo, Luri creo que cuando dice Instituciones (me suena más a Weber) quiere poner Estado (o cosa pública, que suena mas a Platon y Aristoteles).
    Si la esencia del hombre es la ciudadanía entendida como pertenencia a un grupo humano (social,político,cultural,tribal, me da lo mismo), entonces no es que prefiera es que no hay más narices que ser ciudadano o hacerse el Mowgli.
    No obstante, hay en Luri, cierto esquema político que consiste en que el Sentido es un vector que va de las Instituciones hacia el hombre-ciudadano. Cuando, más hoy con las redes sociales y el mobil, eso se ha acabado. Ahora todo funcionará al revés, de como los ultimos veinte siglos ha funcionado. Ahora el sentido irá de los ciudadanos hacia la Institución: el botton-up! famoso. Como en las empresas. La lógica del nuevo capitalismo aplicado a la política. Que eso sea mejor, o pero, ya es otra cuestión....o quizás sea la Cuestión. Puesto que nadie me garantiza que no voy a dejar de ser tan esclavo como antes.
    ERS

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    1. ERS: Efectivamente, soy un clasicón. Y, efectivamente, o ciudadano o -siendo muy optimista- Mowgli.
      No es -a mi parecer, claro está- que la esencia del hombre sea la ciudadanía, sino que si usted me permite un leve giro, sino que la esencia del hombre es política y por lo tanto es una imposición. Lo demás, a mi parecer, son cuentos.
      Añadiré, para seguir con el tono clasicón, que la institución política fundamental es la "politeia" para entendernos: el régimen ordinario de la copertenencia).

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  4. me da que no soy un ciudadano, tan sólo un hombre. Aunque los impuestos me recuerdan que no es así. Sucede que las democracias son de viejo pseudodemocracias, en las que falla siempre el factor humano, y eso Don Gregorio no creo tenga arreglo.

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    1. El ciudadano es el hombre que no solamente se siente en deuda con su comunidad y sus instituciones sino que además está agradecido a esa deuda. Un inglés, vamos.
      Me parece intuir en esa reticencia a la ciudadanía una herencia cristiana (mi reino no es de este mundo) y especialmente paulina (nuestro politeuma es el cielo). Quizás esta herencia explique porque en los países católicos el liberalismo ha sido siempre residual.
      Claro que no tiene arreglo. Pero hay muchas formas de desarreglo. La peor, la que nace del descreimiento.

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  5. Y ese es el principal problema (irresoluble) de la Unión Europea. La falta de politeia

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    1. No sea usted pesimista, eso es algo que arreglarán los siglos...

      Sí, las miserias de la orgullosa Europa... duelen.

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  6. Todavía colea aquello del hombre bueno por naturaleza y la sociedad 'institucional' que lo pervertía, el señor que lo dijo creo escuela 'pedagógica' y enviaba a sus hijos a las 'instituciones asistenciales' sin ningún tipo de problemas.

    Me temo que sin instituciones nuestro concepto de 'hombre' sería hoy muy distinto. El de 'mujer', mucho peor.

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    1. La condición ciudadana nos libera de la masa de individuos.

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  7. El hombre es un hecho lamentable. Gracias a Dios existen también los santos y los héroes.

    Cioran

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    1. Como soy un clasicón,sigo pensando, con Aristóteles, en la superioridad de la teoría.

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  8. Necesitamos instituciones, pero no cualquier tipo de institución.
    La institución por la institución, la institución en sí misma.
    Esta "democracia" concreta que tenemos, la realmente existente, es un régimen fallido, y no porque en su origen -1978- faltara la fe en ella. Eso se fue perdiendo y es justo y necesario analizarlo críticamente.
    Usted se aferra a la premisa de que este régimen es una República digna de ese nombre, y a la premisa adjunta de que en este régimen somos ciudadanos.
    Sí, en parte lo somos, no es ni blanco ni negro, pero no es esto.

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  9. Lo que me trae a la memoria a Protágoras y su... ¿cómo? ¿que si sigo va a necesitar usted otra copa? Vale, vale, no he dicho nada.

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  10. La historia ha demostrado miles de veces que las instituciones han terminado por convertir al ciudadano en un hombre muy "cabreado" que decide terminar con esas instituciones.
    Por otra parte,el hombre necesita de las instituciones para convivir sin matarse los unos a los otros.
    La cuestión es difícil,pero leyendo de nuevo la entrada está claro que nos encontramos de nuevo ante la primera premisa,las instituciones atacan otra vez.El futuro se ve negro,negro...¿Volverá el hombre a derribar estas instituciones para empezar todo de nuevo?¿O recapacitarán las instituciones y volverán a pensar en los ciudadanos?.El futuro lo dirá.

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  11. uno es agnóstico, gracias a dios, Don Gregorio, y como no cree ni en dios ni en los hombres, y menos aún en la basura política,lo tiene bastante complicado.

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  12. El gato de Schrödinger1:55 p. m., julio 15, 2012

    A ver si lo he entendido, D. Gregorio: si tengo fe en las instituciones, soy un ciudadano; si no la tengo, soy un idiota (en el sentido que le daban los antiguos griegos, claro).


    Bien, pero me surge una complicación, y es que hay instituciones e instituciones. En unas tengo más confianza que en otras. Usted no nos aclara a qué instituciones se refiere, porque hay muchas y de diversos tipos. ¿Se refiere a las instituciones políticas? ¿Se refiere a todas en general? Si no tengo confianza en los bancos centrales y su arbitraria manipulación de los tipos de interés, si no tengo confianza en el Estado de las Autonomías, si no tengo confianza en la capacidad de la Seguridad Social para pagar las pensiones en el futuro, ¿puedo considerarme ciudadano?

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  13. No se como puede uno dejar de ser ciudadano. A mi humilde entender, una vez que un recien nacido se inscribe en el Registro Civil ya es ciudadano. Eso es lo que hace a uno ciudadano, el ser parte, subyugada o privilegiada (depende de como lo quieran ver), de la polis, la civitas, el Estado. Sobremanera cuando a uno le dan el numero de DNI. Por eso, expresiones tales como "soy ciudadano del mundo" o "prefiero ser hombre a ser ciudadano" me parecen abstracciones que rayan en el delirio o la ingenuidad, esto lo digo con todos los respetos. Habra hombres que no sean ciudadanos, los que no son miembros de un Estado, no creo que haga falta dar ejemplos. Sin embargo, cuando llega la civilizacion, la civitas, ya cambian las cosas. Es dificil escaparse. No se porque, pero la aparicion de los indignados me ha hecho pensar y meditar en el sentido del desaparecido servicio militar obligatorio. Es curioso como miles de ciudadanos piden y hacen demandas al Estado pero, por otro lado, hubieran estado en contra de dar parte de su tiempo vital a ese mismo Estado.
    Yo tambien soy bastante clasico. Aristoteles decia que somos el zoon politikon, el animal politico. No era para este filosofo la politica una extension de la etica, esta ultima abarcando el comportamiento y actitud individual y la primera las relaciones de unos hombres con otros? Aqui termino.
    Un saludo
    R. Donel

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  14. Este es un mensaje de Juan Poz que en vez de enviarlo aquí lo he enviado a la papelera (otra muestra más de mi impericia tecnológica). he podido recuperar el contenido:

    Siempre me ha parecido un alivio estar "sujeto" (pero de derecho), a nuestra Constitución, que recoge, a su vez, los Derechos Universales de las personas. Escribí en un aforismo, perdóneseme la autocita, que "El derecho es el fracaso de la especie", pero, al final, ha acabado convirtiéndose, vivir para ver..., en su bien más preciado. Hago abstracción, en este culto, de las imperfecciones del invento, porque todos las tienen, el hombre, el ciudadano, la ley y la razón, pero a mí me da una tranquilidad enorme saber que me muevo en ese marco jurídico que yo concibo como una defensa, por más que pueda algunas veces volverse contra mí en algunas sentencias incalificables.
    ¿Dónde está la incompatibilidad entre hombre y ciudadano? La existencia del uno implica la del otro, en hipóstasis perfecta. En los años 30 se habló mucho de la deshumanización en el arte, en la política, en todo, y ahora podríamos hablar, al contrario de lo generalmente aceptado, de la despolitización de todo, en esa vía neofascista que apunta Gregorio. ¿Hubieran llegado las cosas de la república a este estado si hubiéramos tenido una participación activa en esas cosas la mayoría de ciudadanos? Quejarse de los políticos sin comprometerse ni hasta el lúnulo de la uña en nada me parece un indicador desolador del pseudoanarquismo patrio de derechas y de izquierdas, que se harta de acusar de ineficacia desde la irresponsabilidad y el egoísmo, la típica demagogia de taberna, tan arraigada en cada rincón del país. Si los militantes de los partidos se contasen por centenares de miles, en cada uno, la salud democrática de nuestro país sería inquebrantable. Es queja extendida que progresamos tecnológicamente, pero no moralmente. Políticamente estamos en tiempos anteriores a los de los Comuneros, porque aquí todo se resuelve en cominerías...
    Dicho todo lo anterior, y si vamos a la raíz de los problemas, ¿por qué no empieza cada cual a vivir de sus fieles? Desde la iglesia hasta los partidos pasando por los sindicatos y los artistas, ¿han de subsistir todos del dinero de todos en vez de ganarse el pan con el sudor de su frente...? No ignoro lo que pueda haber de simplicidad en mi planteamiento, pero a día de hoy me parece que la única cuota digna de ser satisfecha es la de una asociación de consumidores...

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  15. Sobre las instituciones, tres cosillas más:

    La tentación de hacer borrón y cuenta nueva, es decir, de deducir que puesto que el mundo no alcanza a satisfacernos, debemos crear un nuevo mundo, es un vicio muy hispano. Las instituciones están, por supuesto, llenas de imperfecciones, pero el milagro es que existan. Y aquí yo sospecho, con Burke, que en su existencia hay reflejado un poso de saber... siempre que se las haya dejado reposar, claro.

    Claro que debemos comprometernos con la salud de las instituciones, pero para ello hay que creer en ellas. Más aún: estarles agradecido. Más aún del más aún anterior: reconocer con agradecimiento la deuda que tenemos contraída con ellas. Estas son ideas que resultan muy excéntricas por aquí, soy perfectamente consciente de ello. El otro día en una conferencia alguien me gritó un "¡Viva Ferrer y Guardia!" que, a mi, si les digo la verdad, me llena de orgullo, porque cosas como estas son cada vez más raras en las conferencias.

    Y una coda: La salud de la democracia depende en primer lugar de nuestra confianza mutua, mediada por las instituciones. Sin confianza mutua no hay democracia. Confianza: con-fido. Recuerden ustedes que la fe es creer en lo que no vemos.... pero es que si no ponemos fe, no vemos nada.

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    1. Si Moisés vale por "salvado de las aguas", Verrerés ha de ser el salvado del vertedero, ¿no? Gracias mil, por el bautismo (¡otro heterónimo que añadir a mi colección!), Gregorio, aunque no sea hija del faraón, pero seguro que se divirtió con La corte del mismo.
      La solidez de las instituciones han de acreditarse en la limpieza de su trayectoria, y la de nuestra democracia imperfecta aún es corta (las dos, la trayectoria y la limpieza...)

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  16. La democracia, pensaba esta mañana, es el sistema político más evolucionado (ya imagino que me lloverán los tomates y los huevos duros o frescos) porque consiste en trasladar nuestro poder como individuo a otro, lo que me lleva a su "con fido", con fiar en el otro, anulación de la desconfianza que el miedo al otro nos provoca, consustancial y primigenio a cualquier organismo vivo.
    La confianza en las instituciones dependerá de si estas se han logrado a través de un proceso más o menos diacrónicamente consensuado, en rima con el tiempo y las mentalidades del pueblo, del grupo social que llega a ellas y las establece como garantes de ese sistema. En ese sentido todos somos responsables de que se confíe en ellas o no, de su propia solidez social: todos hacemos política.
    En un grado más concreto dependerá esa confianza de si la evolución histórica de ese pueblo/estado ha estado llena de cortes abruptos, a los que tan dados hemos sido los españoles, revoluciones , lo mismo para atrás (fascismos, ni siquiera los llamo involuciones) que para adelante (anarquismos, tendencias ideológicas "anarquizantes", o sea, descapitalizadores de un poder concreto). Como nuestra historia está llena de ellas, probablemente tiene que ver con el hecho histórico de que este territorio ha sido enclave geoestratégico para el desarrollo de diferentes culturas y su capacidad de sincretismo, difícilmente existe la probabilidad de un poso en la mentalidad del individuo social español de confianza en ellas, y creo que ese es el gran problema de nuestra democracia (al contrario que sucede por ejemplo en el pueblo inglés). Todo se resolvería con el hecho de la extensión de un bien que suele olvidarse, por hartamente repetido: culturización, conocimiento de lo que hemos sido. Una vez que se asume creo que cuesta menos esfuerzo mental trasladar a una mentalidad individual el hecho de que si no se confía en algo que entre todos hemos creado en determinado momento histórico, ese algo garante dejará de existir como aval, para pasar a convertirse en corpus de conflicto, que es lo que siempre ha sucedido en "España", y sigue sucediendo.
    Da igual el nivel de implicación "gubernamental" de la ciudadanía, lo mismo, votante de a pie, intelectual, que cargo gobernante de derecho.
    Hasta ahora la solución en este país ha sido siempre la ruptura, normalmente aprovechada por esas tendencias menos interesadas en el "consenso", con lo cual el proceso de confianza no termina por llegar, por cuajar nunca. A ver si en alguna ocasión se consigue que sí. Lo conseguimos.
    Un saludo, Don Gregorio.

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  17. Muy bien, R.Donel!.
    Coincido. Lo más interesante, como novedad a este diálogo-cafetil, es cuando dice que el ser-del-ciudadano está asociado al Registro civil. Tener un nº de código identificativo, sería ser-ciudadano. Estar fichado! vamos. El registro y su técnica como modo de control sobre la ciudadanía......es tan interesante esto...Luego otro dialogante ha hablado sobre hacienda!, fantástico!. Hacienda es el Registro-Control por antonomasia! En cambio el ser-político no creo que incluya esa condición del Registro como técnica de control. No sé...en fin, debo madurarlo más.

    ERS

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  18. Con fe o sin ella hay demasiados mandamientos para serles fiel.

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  19. Resumiendo, y que Luri me perdone si me equivoco: EL ser humano tiene una componente material que es su esencia de ser-hombre (componente esencio-material o causa material), por otro lado el ser humano tiene una componente formal cuya esencia o idea propiamente dicha, es su "ser-ciudadano" (o ser-político).
    ahora bien, si lo esencial es "ser-político" y lo material es "ser-humano", según Aristo+Teles, entonces el hombre-de-la polis ha de renunciar a su naturaleza material de humano, pero eso es una contradicción! porque la naturaleza no puede ser material sino ideal platónica o sustancial aristotélica.
    y además, entonces esa naturaleza esencial del hombre es "la materia" que tanto rechaza el ámbito de la forma humana de lo político. Entonces "lo político" como la esencia formal de lo humano esquiva aquello de "natural que hay en el hombre". En realidad, Aristóteles parece comenzar el separamiento o distanciamiento entre "Naturaleza de la polis" y "cultura de la Historia". Aristóteles es el primer Moderno, en estos términos políticos.
    Pero a la vez, es el símbolo de los clásicos!!! Esto se pone complicado!
    Luego Aristóteles se inventa la teoría hylé+mórphica para conciliar tal paradoja ente "las causa materiales de lo humano" y las causas formales de lo político. El Acto, solo puede ser la Polis que reúne a ambas en una misma sustancia: el hombre político.
    ERS

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    1. Fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o es un dios.

      Aristoteles Politica

      R. Donel

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    2. Efectivamente el hombre recién llegado al mundo es una materia que sólo adquiere su forma por su participación en una "politea", que es la que le muestra cuáles son sus posibilidades más altas. Sin ciudad, el hombre se queda abandonado a sus causas eficientes.

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  20. Jabois:
    usted no se está sacrificando por lo listos que fueron otros en su momento, sino para permitirles que lo sigan siendo
    http://e-pesimo.blogspot.com.es/2012/07/firmas-manuel-jabois-r-rivero-s-sostres.html

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    1. Bueno... me da la sensación de que somos como un equipo de fútbol enloquecido que cuando las cosas le van mal dadas, en lugar de unirse para hacer frente a los retos inapelables, se dedica a hacerse faltas a sí mismo. Nos gusta hacernos daño. Y cuanto más daño nos hacemos, más nobles nos sentimos.
      Nos hemos quedado sin soberanía, pero con toda la mala uva intacta.

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  21. En mi oponión ese equipo de fútbol enloquecido jamás ha existido.
    Yo personalmente no tengo esa sensación.

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