- ¿Por qué rezabas? -le preguntó él después.
- Siempre lo he hecho -dijo ella.
- Pero si te he oído cantar la Internacional.
- También es una oración.
- ¿El qué, la Internacional?
- Pues claro. Es una oración que infunde el valor de la oración.
¿Y acaso la fantasía no es mérito de la realidad? o dicho de otro modo: tiene usted toda la razón, Gregorio, la realidad acaparará siempre todos los méritos; que sea, pues, ella, la que rece por nosotros.
Cualquiera que vaya por el sur (en el norte no lo he visto tan evidente) podrá comprobar que no existe ninguna contradicción entre ser republicano y más rojo que las amapolas a la par que se sube descalzo al cerro para encender velas a la virgen. Y es que, al fin y al cabo, las unas son recetas para vivir en paz y las otras para descansar en paz.
Qué hermosos y cáusticos extractos, señor Luri.
ResponderEliminarGracias Manuel, pero el mérito es de la realidad, no de mi fantasía.
Eliminar¿Y acaso la fantasía no es mérito de la realidad? o dicho de otro modo: tiene usted toda la razón, Gregorio, la realidad acaparará siempre todos los méritos; que sea, pues, ella, la que rece por nosotros.
EliminarCualquiera que vaya por el sur (en el norte no lo he visto tan evidente) podrá comprobar que no existe ninguna contradicción entre ser republicano y más rojo que las amapolas a la par que se sube descalzo al cerro para encender velas a la virgen. Y es que, al fin y al cabo, las unas son recetas para vivir en paz y las otras para descansar en paz.
ResponderEliminar