domingo, 29 de julio de 2012

De nuevo, Platón

Suelo decir que conviene conocer a los clásicos porque pudiera ser que, lejos de estar desfasados, nos hubiesen comprendido a nosotros mejor incluso de lo que nos comprendemos nosotros a nosotros mismos. Para muestra, un botón

- La insaciabilidad unida a la falta de diligencia (améleia) es lo que altera un régimen político (politeía) y lo predispone a favor de la tiranía.
- ¿Cómo ocurre eso?
- Cuando un Estado democrático sediento de libertad carece de escanciadores comedidos, se embriaga más de la cuenta con el vino puro que le sirven. Entonces, pienso, castiga a los gobernantes que no le complacen por no servirle libertad en abundancia, y los acusa de criminales y oligárquicos.
- Así sucede, en efecto.
- Se comporta groseramente con los que son respetuosos con la autoridad (arkhé), despreciándolos por dejarse ningunear como esclavos voluntarios, mientras que alaba, aplaude y honra a las autoridades que se comportan como si carecieran de autoridad y a los que careciendo de autoridad se comportan como si la tuvieran. ¿No ha de ocurrir entonces que una comunidad  (polis) así se deje guiar por cualquier antojo?
- No podría ser de otro modo.
- La falta de autoridad (anarkhía) se adueña de las casas particulares, y acaba por apoderarse hasta de los animales.
- ¿Qué es lo que quieres decir con ésto?
- Pues que el padre termina comportándose como si su hijo fuese igual que él, e incluso le tiene miedo, y el hijo como si fuera igual que su padre, sin respetarlo ni temerlo, creyendo que así es más libre; el meteco es igualado al ciudadano, el ciudadano al meteco, y lo mismo ocurre con los extranjeros.
-  Eso es lo que llega a ocurrir, en efecto.
- Eso y alguna cosa más. El maestro teme y adula a los alumnos y los alumnos ningunean a los maestros y a los pedagogos; los jóvenes emulan a los mayores y rivalizan con ellos en palabras y obras; los mayores se muestran condescendientes, simpáticos, bromistas, imitando a los jóvenes, para no parecer ni antipáticos ni déspotas.

Platón, República VIII, 562c-563b (traducción un poco libre).

14 comentarios:

  1. Con Licurgo vivíamos mejor

    ResponderEliminar
  2. Y no aprendemos ni de los antiguos ni de los modernos.

    ResponderEliminar
  3. Don Goyo

    Tiene usted razón, aunque los gobernantes que Platón defendía eran filósofos, conocedores de la verdad.
    Por amantes de las Musas que fueran, acunados por la música que elevaba el alma, no sé si un arcaico Millet -que no Mileto- les hizo llover bienes et iteuves.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno... eso del rey filósofo sólo se daría si por un azar divino el gobernante se hiciera filósofo (cosa imposible) o el filósofo gobernante (cosa aún más imposible). Sin embargo es políticamente sano confiar en que un día nos toque en suerte un gobernante sabio.

      Eliminar
  4. Don Goyo

    Qué extraño tener que demostrar, una y otra vez (de aquí un momento, nuevamente) que uno no es un robot, como advierte el blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy fina la sección se estética. Al menos yo lo entiendo por el lado mecanicista y constructivista, que es la fatal arrogancia por antonomasia de los filósofos clásicos, y los clasicistas.

      Eliminar
    2. La sección de estética es grande, don Jorge. Ahora bien... la moderación no puede ser una virtud filosófica. Un filósofo moderado o teóricamente prudente sería un filósofo anerótico y, por lo tanto, un oxímoron.

      Eliminar
  5. Por supuesto, por supuesto. Y no son los únicos tampoco.

    ResponderEliminar
  6. ¡Córcholis!

    "In order that such a man also be ruled by something similar to
    what rules the best man, don't we say that he must be the slave of that
    best man who has the divine rule in himself?"

    (Rep. 590, trad. Bloom)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No olvides que Bloom (a quien Strauss, por cierto, nunca consideró especialmente sagaz: Stanley Rosen es quien lo sugiere)mantuvo un contacto directo con Kojève (el gran amigo de Strauss) en París y de ahí esa manía de entender a Platón desde la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo.

      Por cierto: me acaban de informar de la editorial que mi biografía intelectual de Leo Strauss ya está impresa. Se distribuirá a partir de finales de agosto o comienzos de septiembre. Pero de eso tendrá ustedes noticia inmediata.

      Eliminar
    2. ¡Córcholis! digo ahora yo
      Acudo al texto griego y sí que aparece el término "doulos", que significa siervo o esclavo. Pero a lo que hay que servir, dice Sócrates, es a lo divino que nos gobierna desde el interior y sólo si carecemos de este principio hemos de ponernos como servidores de quien lo posea.
      ¿Qué es lo divino que nos gobierna? Eso ya es harina de otro costal. Pero a Sócrates no le ahorró la cicuta.

      Eliminar
  7. Me ha dado usted una alegría con lo de la biografía de Leo Strauss...

    ResponderEliminar
  8. "Erotismo y prudencia", se titulará. Después de conducir en Nápoles, esto es lo más difícil que he hecho en mi vida.

    ResponderEliminar
  9. Al fenómeno que describe Sócrates unos cuantos siglos después Ortega y Gasset lo denominará "nivelación". En ello estamos, ciertamente.

    ResponderEliminar

Comer desde el reclinatorio

 I En el tren de vuelta a casa. Hace frío ahí afuera. Las nubes muy bajas, besando la tierra blanqueada por la nieve. Resisto la tentación d...