Buscar este blog

jueves, 28 de octubre de 2010

Memónides en Fliuente

Al pasar Memónides de Moronea por el ágora de Fliuente acompañado de uno de sus discípulos, se encontró con el espectáculo de una multitud alborotada que estaba cebándose en el escarnio de un  ciudadano de prestigio descubierto en cierta situación escabrosa y poco noble.
- ¡Huyamos de aquí! -le dijo Memónides a su discípulo tirándole de la clámide.
- ¿Pero maestro acaso no hay nada que aprender de esta movilización ciudadana?
- ¡No! Este alboroto es lo verdaderamente impúdico.
- ¿El de los ciudadanos?
- ¡Efectivamente!
- ¿Y qué tiene de malo?
- Que buscan su moralidad en la náusea en lugar de buscarla en el apetito.
- No te entiendo maestro.
- Necesitan denunciar al que ha caído en el error para sentirse virtuosos, ¿te parece que hay conducta más morbosa? Cuando la moral de un pueblo se mide por la fuerza con que se tiran las piedras  en una lapidación pública, la moral de ese pueblo no es superior a la del lapidado.

15 comentarios:

  1. Otro Maestro lo dijo con muy pocas palabras: no juzguéis y no seréis juzgados.

    ResponderEliminar
  2. Joaquín: Memónides no critica a los que juzgan sino a los que condenan en voz lo suficientemente alta como para asegurarse de que son oídos.

    ResponderEliminar
  3. http://www.firstthings.com/blogs/spengler/forum/viewtopic.php?f=1&t=1196

    Por cierto, oh la la, ce genou!

    ResponderEliminar
  4. Justamnete lo que tenemos aqui no es un juicio sino la reducción de este juicio a la condena. Es terrible cuando la ley se encarna sin frenos en la emoción, en lugar que sea la emoción la que se entregue a la justicia

    Saludos desde la olla

    ResponderEliminar
  5. Claudio: Leo Strauss era, efectivamente, un sionista que sabía que el futuro de Israel estaba ligado a su fe y él, sin embargo, tenía toda su entregada a la filosofía.

    ResponderEliminar
  6. Claudio;: respecto a su genuflexión: ¡Menos mal que alguien se da cuenta de lo realmente importante en este café!

    ResponderEliminar
  7. Pierrot: Más bien se trata de apresurarse a condenar porque esta es la única manera que tienen algunos de lucir su moralidad. También hay una moralidad impúdica.

    ResponderEliminar
  8. Memónides es memorable, y memorioso,y sobre todo, es justo, y su moral, pudorosa. Me pregunto si no le sucede un tanto, al aplauso, que como la condena, obligan siempre a una impostura. Que se lo pregunten a la princesa del pueblo.

    ResponderEliminar
  9. Al_Jaurismi: Me da la impresión de que Memónides encontraría más nobleza en el aplauso que en la indignación moral, porque el primero reconoce una cierta dignidad en el otro, mientras la segunda es una pugna por manifestar la propia dignidad en una competición de plañideras.

    ResponderEliminar
  10. Ya me imagino a Memonides paseando en Fluiente siguiendo la orilla del Asopo donde se escuchó por primera vez la palabra filosofia; y llegando a las proximidades de Sikion donde se descubrio por primera vez..

    ResponderEliminar
  11. Anónimo: Es Favorino de Arciate (80-160 d.C.) quien habla de la estancia de Memónides en Fliuente y sugiere que mantenía una relación con Axiotea, la ciudadana de esta ciudad que fue discípula de Platón en la Academia, similar a la que Sócrates mantuvo con Diotima. Pero conviene no apresurarse a tomarse estas informaciones al pie de la letra.
    ¡Un brindis por Pitágoras, que fue quien pronunció -dicen- la palabra filosofía por primera vez, aquí en Fliunte!

    ResponderEliminar
  12. ¿Y del gran Timón de Fliuente? que entre otras muchas cosas decía : «Me niego a afirmar que la miel sea dulce, pero puedo confirmar que me parece dulce.»

    ResponderEliminar
  13. Pues que pone de manifiesto que Antístenes está en el origen del escepticismo, que "ouden horízei" (nada define).

    ResponderEliminar
  14. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  15. Cierto es, Gregorio, una dignidad y una confianza en el hombre, demuestra.
    No hay impostura, si el que recibe el aplauso, no se mueve por un interés espúreo. Ojalá este país, no fuese tan cainita, o quizá no lo sea tanto, y esté de más, decir esto.

    ResponderEliminar

Truco o trato

 I Día larguísimo el de ayer. Los relojes adquirieron una consistencia daliniana y se independizaron de la aritmética. II  Me levanté con un...