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martes, 12 de octubre de 2010

12 de octubre

Lola habla en el post anterior de "una sociedad que vive sistemáticamente mintiéndose" y, como siempre, da que pensar. Así que antes de contestarle me he ido a tomar un café a la Plaza de Ocata y a comprar la prensa.

En realidad el que una sociedad se mienta a sí misma es una de las condiciones de su subsistencia y eso o impugna a todas las sociedades o no impugna a ninguna. Lo que cuenta aquí es lo saludables o morbosas que son sus mentiras. Las mentiras políticas se miden por sus resultados. Cada Estado es un mito.

Pensando en verdades y mentiras políticas me encuentro en La Vanguardia con una mentira morbosa en la viñeta pretendidamente humorística de Ventura&Coromina. "Postales globales: la hispanidad", se titula.  Muestra una carabela  llegando al Nuevo Mundo. En el globo que sale del puesto del vigía leemos: "¡Negocio a la vista". El mal negocio, me parece a mí es desvincularnos frivolamente de la fiesta del 12 de octubre.

En realidad Rodrigo de Triana se limitó a nombrar lo que veía, la tierra, porque el pobre no había leído ni a Hegel ni a sus detractores pesimistas. De hecho esa tierra que vieron sus ojos fue para él de poca promisión. Tanto es así que acabó sus días entre los moros de Marruecos, como un ferviente confeso del Islam. ¿Nos encontramos aquí con una anécdota  o con una categoría?

Sigo leyendo La Vanguardia. En la última página, "La contra", que para mí resume bastante bien en su trayectoria ese espíritu new age que es la auténtica ideología dominante de Cataluña, se habla de uno de los secretos que en Ocata guardamos con más llaves: el del capitán negrero Joan Maristany,  nacido a un tiro de piedra de donde estoy ahora mismo escribiendo su nombre, que cautivó a los últimos habitantes de la Isla de Pacua y los vendió como esclavos. Mal día, este 12 de noviembre para recordar estas cosas.

España es un país que vive con desmesura sus fracasos históricos y con mezquindad sus éxitos, porque no sabe mentirse a sí mismo. Nunca fue suficientemente liberal como para aprender esa lección  preliminar de la política.

¿No era Cánovas quien decía que es español el que no puede ser otra cosa? A veces, en el acaloramiento de una discusión se me escapa una de las convicciones que suelo mantener bien guardadas, no por temor a nada, sino por la pereza que me provoca una perspectiva de discusiones infinitas: En España históricamente ha habido muy poco centralismo. Para centralismo de verdad, el de los franceses. Pero si hemos sido poco centralistas no se debe a que no hubiese personas dispuestasa centralizar lo que fuera y como fuera, sino a que hemos tenido unos misérrimos caminos. Esta tesis la descubrí leyendo a Pierre Vilar, poco sospechoso, por cierto, de anticatalanismo. ZP que, por lo visto también ha leído a Vilar ha corrido a poner remedio al entuerto a base de kilómetros y más kilómetros de AVE.

Aquí las aduanas interiores seguían funcionando a mediados del siglo XIX.

Navarra perdió su condición de Reino con la Ley Paccionada de 1841, que instauró el régimen foral que dotó a la comunidad de un gobierno propio con capacidad para aprobar sus propios presupuestos, recaudar los impuestos, ocuparse de caminos y carreteras, de la ordenación y cuidado de los montes, etc, y le permitió, progresivamente, prestar los servicios de una Administración moderna. Como la Ley Paccionada se estableció entre dos reinos, los navarros siempre hemos entendido que no puede ser alterada unilateralmente por el Estado.

Vuelvo a Cataluña. Me parece que el nacionalismo catalán tampoco sabe mentirse. Me llevaría mucho tiempo desarrollar esta idea, pero resumiré mi posición diciendo que si el nacionalismo catalán ha sido capaz de construir su propio mito de España y de Cataluña ello se debe, entre otras cosas, a que España ha sido incapaz históricamente de elaborar el suyo propio. Insisto en que los mitos son consustanciales a cualquier sociedad que quiera afirmarse a sí misma. Pero aunque es evidente que los mitos catalanes permiten mantener vivo un sentimiento de exclusión de lo español, no parecen por sí mismos capaces de crear una realidad política autónoma. Interiormente tengo incluso la convicción de que en Cataluña políticos independentistas, de verdad, de verdad, no hay. De ahí que Cataluña vaya afirmándose a sí misma de manera ambigua como un no-lugar que, sin duda, está sometido a todo tipo de riesgos.

Y esto es todo lo que en esta mañana ventosa del 12 de octubre quería decir.

7 comentarios:

  1. Reflexiones para un amplio debate, las lecturas de la historia siempre son interesadas y olvidamos obviedades como algunas que usted pone en evidencia.

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  2. Un amigo: "Mira, el problema de Cataluña es que experimentan lo que podríamos llamar un declive relativo de su posición económica con respecto al resto del Estado.
    Y entonces miran alrededor.
    ¿Y qué ven?.Pues que otros que estaban también en cabeza hace treinta años hoy siguen estándolo.
    Y entonces se preguntan: ¿Espejito mágico, qué tienen ellos que no tenga yo?.
    Y el espejito les contesta: ¿Te acuerdas de aquella "antigualla" de Miquel Roca?. El Concierto en Euskadi y el Convenio en Navarra y...
    Entonces un nutrido coro de funcionarios - que no existían hace treinta años, cuando lo de Roca - y de listillos con corbata -que han existido siempre -, atruena : Sí,sí,sí...
    Y en eso estamos, ese es el programa :Igualico que Navarra, pero con seis millones de habitantes. O sea ,con el resto del Estado en posición de firmes."

    Un servidor: "¿Y la lengua?."

    Un amigo: "Teniendo en cuenta el número de hablantes del español - no sólo en Cataluña- y que el número de monolingües catalanoparlantes va camino de la extinción, es lógico que apuesten por la discriminación inversa."

    Sobre Navarra.
    Los derechos forales no son efectivos al margen de su reconocimiento por la Constitución española, uno de los "compromisos apócrifos"(Schmitt dixit) más salerosos de nuestra Carta Magna . Aquí tenemos una constitución escrita. En Reino Unido se puede discutir si el Tratado de Unión con Escocia es jurídicamente distinto de un tratado westfaliano, el de Utrech , por ejemplo.
    Aquí lo que sucede es que Navarra siempre estuvo del lado de los vencedores.
    Y punto.

    "El único pecado que la Historia no perdona es la derrota"

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  3. Básicamente de acuerdo, Gregorio, incluso en la alusión al viento, que me crispa, un fenómeno metereológico del que no puedo abstraerme.

    Toda identidad, individual y colectiva, espiritual también (la religión, "piso alto de una cultura" en metáfora no muy deslumbrante de M.Sacristán, nada menos), pervive a través de mitos, sobre todo fundacionales.
    Pero, quizá, porque, como creo que dices, ni España ni Cataluña han sabido hacerse, se da la paradoja de que Cataluña, pretende excluirse de la única realidad que la deja, mal que bien, ser, o anar fent. Esto ya no es una mentira mítica, es un error garrafal, es ese "no-lugar", que genera las mentiras actuales a las que yo me refería: impostura, esnobismo, frivolidad, inconsistencia, ataques de "rauxa" y caída libre en depresión.
    Por cierto, si he entendido bien a Vicens Vives (sólo hace una leve referencia en el libro qie acabo de leer), el Reino de Navarra, demasiado encerrado en sí mismo, sí que fue bastante ajeno a España. Quizá por eso comprende que su fortaleza y su singularidad están a buen recaudo dentro del estado español.

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  4. ¡Ese sí que es un mito, y de matute, y de toma pan y moja: la existencia de la "identidad colectiva"! Recuerdo el aforismo de Cioran que hice mío desde que lo leí: "El hombre que se precie no tiene patria. La patria es un engrudo". Primo hermano de éste de Bergamín: "Buscar las raíces es una manera subterránea de andarse por las ramas".

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  5. Quería saludarle, Gregorio, pues de vez en cuando paso por aquí y me disfruto de lo que usted escribe. Animo a todo el mundo a perder países, como en el poema de Pessoa. Los países... son mejores que la gente que los pisa o sobrevuela. Afortunadamente los animales carecen aún de nacionalidad. Si los países tuvieran ironía, fronteras ambiguas, paradojas terminales, arranques surrealistas, tramas complejas y estilos galopantes para el ciudadano de a pie, tal vez entonces... si fueran novelas o ensayos apasionadamente ponderados e inteligentes, sentiría algo por ellos. Pero no. Allá los patriotas con sus himnosis colectivas. Mis mapas mentales no tienen fronteras, tienen fragmentos retenidos de lecturas. Soy austrohúngaro y siempre me pareció emocionante que Prusia y Rusia fueran tan parecidas. Me interesa el Mosa, y Karelia, que ahora mismo voy a ver donde está en Google.

    Saludos cordiales.

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  6. Cada vez que leo la ultima pagina de La Vanguardia me pregunto como definit "eso". Habia pensado en frivolo, politicamente correcto, y alguna cosa mas, pero creo que llamarlo "new age" es sencillamente clavar el tema. Y si, esta es la autentica ideologia dominante en Catalunya, aunqeu solo sea porque es la ideologia ideal para los diletantes, el deporte nacional. Felicidades.

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  7. Ramon: La contra de la Vanguardia es algo muy serio. Claro que desde que los profesores de ética han dejado de observar cómo se crean valores sociales, tienden a despreciar lo que se escapa a su observación, pero ahí, en la contra, hay al mismo tiempo un escaparate y toda una escuela de moralidad en la que se mezcla el buen rollismo, el ji-ji-.ja-já, lo esotérico, las últimas aportaciones de la ciencia, los hallazgos excéntricos, la indignación moral, las promesas felicitarias a cómodos plazos y el manual de autoayuda... es decir, la new age.

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