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martes, 5 de octubre de 2010

De la caprichosa vida de las cosas

Esto comienza a repetirse de manera preocupante. La realidad se ha empeñado en jugar al escondite conmigo.  Sin previo aviso, así que siempre me pilla desprevenido.  Ayer por la mañana, por ejemplo. Estaba pasando unas notas de mi moleskine al ordenador. Llaman al timbre, miro por la ventana, es la cartera. Me levanto y bajo. Le firmo el recibo de una entrega certificada y vuelvo a mis asuntos. Pero el regreso es imposible porque la moleskine se ha esfumado. No está. Repaso mentalmente todos mis gestos. La tenía aquí delante, me he levantado, he pasado por aquí y por aquí. Vuelvo sobre cada uno de mis movimientos. La moleskine no está. Se ha esfumado. Me siento delante del ordenador perplejo y acepto la evidencia. Volverá a aparecer cuando quiera en el lugar más insólito. Y así ha sido. Esta mañana al levantarme la he encontrado. Porque me lo impide mi autoestima no os diré donde.

9 comentarios:

  1. Debe tener por casa al duende Furadín, que esconde las cosas.

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  2. ¿Ha probado con la oferta de limosna a San Antonio?

    Es infalible, se lo puedo asegurar.

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  3. Mi abuela invocaba a Santa Rita. Yo también lo hago. Pruébelo la próxima vez: se sorprenderá de lo bien que funciona.

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  4. Llevo cinco días con la agenda extraviada... por casa, de eso estoy segura.
    Y en la nevera no está.

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  5. Después de escribir el post me he ido a Tiana, a la cartuja de Montalegre a escuchar misa en el día de San Bruno, patrón de los cartujos y santo de mi nieto. Después de esperar, esperar y esperar. Ha salido un monje y me ha dicho que San Bruno es mañana. Por cierto el monje es de Alsasua y hemos estado hablando un buen rato.

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