Buscar este blog

miércoles, 6 de octubre de 2010

San Bruno


De la mano de Josep Oriol Pujol he ido esta mañana a la cartuja de Montalegre, en Tiana.


El santo nos ha regalado un día tentador (porque a uno le tentaba quedarse).


Y los monjes nos han acompañado con sus cantos gregorianos. Ha sido una misa en catalán, castellano y, sobre todo, en latín. Por cierto que el monje que daba la nota era el de Alsasua.

Vistas desde el interior de una celda.



El claustro.

Al salir he puesto en marcha el coche y, automáticamente, he conectado la radio. La  conclusión evidente es que tengo que cambiar, urgentemente, de automatismos.

Me he prometido a mí mismo volver, mientras pueda, cada San Bruno.

20 comentarios:

  1. Tot i haver-la vist per fora i passar-hi d'excursió vàries vegades, no he tingut ocasió de visitar la cartoixa. De la que les seves fotografies en son un tast.
    A tall de felicitació al seu net, en aquesta adreça hi te un Goig a Sant Bruno:
    http://bibliogoigs.blogspot.com/2010/10/goigs-sant-bru-la-seva-festa-es-el-dia.html
    (Ai, quants hauríem de canviar d'automatismes!)

    ResponderEliminar
  2. Ahooooora sí: Felicidades al petit Luri!
    No conozco la cartuja. Me la apunto en la lista de sitios a visitar, así me voy acostumbrando por si mi padre acaba cumpliendo su promesa: "Si un día me falta tu madre, me meto a cartujo" (lleva diciendo esto desde que puedo recordar).

    ResponderEliminar
  3. Bruno es un nombre precioso. Bruno Luri, suena musical,¿no?
    Felicidades.

    ResponderEliminar
  4. Soy de al lado -Mollet- y nunca he estado allí aún. No creo que se pueda visitar "alegremente" són una orden de costumbres muy estrictas.
    Scala Dei, da una visión muy evocadora de la vida cartuja, con su huerto pegado a cada celda, sus tornos, etc., hasta que llego Mendizabal y "mandó a parar".

    ResponderEliminar
  5. Mr.K: ¡La de veces que habré pensado yo eso!

    ResponderEliminar
  6. Amigos: La verdad es que he disfrutado mucho. Aunque sólo hubiese sido por disfrutar de la liturgia y el gregoriano hubiese merecido la pena la visita. Sin embargo, para ser completamente sincero, he vuelto a casa con un fuerte regusto a melancolía en la memoria. He tenido la sensación de que estaba asistiendo a un final de algo irrepetible. Quedan muy pocos monjes y la mayoría son de edades muy avanzadas. Me imagino que la cartuja de Montalegre no tiene más de diez años de vida. Eso a los monjes no les preocupa en absoluto. Saben que están en manos de Dios y que, por lo tanto, hay que aceptar el devenir de las cosas con resignación y, sobe todo, con esperanza.
    Viven en celdas muy humildes pero espaciosas. Tienen dos habitaciones, cuarto de estar y buhardilla. Además cada celda dispone de un pequeño huerto, lavadero y unas vistas fabulosas. Tiene que hacer frío de verdad en enero. Los monjes son afables, risueños y, sobre todo, tienen un aspecto de lo más saludable, a pesar de que sólo comen una vez al día y exclusivamente productos vegetales.
    Por cierto en el 36 fusilaron a varios. No les preocupa mucho la memoria histórica.

    ResponderEliminar
  7. Dos cosas más: Se alimentan básicamente de silencio, que paladean despacio, porque ya tienen el paladar educado para disfrutar de todos sus matices.
    Paseando por el claustro pensaba en ese silencio en el que el sufismo busca la negación del mundo y, por lo tanto, la afirmación de Dios. Pero también en el orfismo. En la entrada de la cartuja ya hay, para empezar, una imagen del Buen Pastor.
    En fin: Para el año que viene podríamos hacer una visita colectiva desde El Café de Ocata... eso sí, reservada exclusivamente a los varones.

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  9. Lola: Suena tan dulce que seguramente habré de tratarme esta diabetes afectiva que me tiene dominado.

    ResponderEliminar
  10. El silencio es inquietante, Don Gregorio. Cuesta habituarse a él. Supongo que estamos tan acostumbrados a oir ruidos que cuando escuchamos nuestros propios latidos o el fluir de la sangre nos entra una especie de angustioso vértigo. Eso los urbanitas, claro, porque las veces que he dormido al raso en la montaña con gente de pueblo me decían "¿Qué silencio? Si la noche está llena de vida, ¿no lo oyes?". Y yo, claro, asentía sin escuchar más que el zumbido de mis oídos.

    ResponderEliminar
  11. Alguna vez he sentido el ruido ensordecedor del silencio aplastante... Vibran las paredes, el piso, nos deja sin equilibrio...

    ResponderEliminar
  12. Arrebatos: el silecio en cierta forma nos empequeñece, porque en él no caben los pronombres de primera persona.

    Adrián: En esa pérdida de equilibrio encuentra el cartujo el camino hacia la contemplación de Dios.

    ResponderEliminar
  13. Don Gregorio

    ¡A misa, un viernes, y de la mano de Oriol Pujol! ¡Dios! ¡Está Usted hecho un monaguillo!

    Por cierto, veo que, definitivamente, la imagen del blog se ha convertido en una alegoría (o una imagen sin relación con el referente al que alude): el Café de Ocata ya no sirve cafés (ya no "es" un café) sino copas de vino; ¿de misa?

    Bruno: el de piel oscura. ¿Qué querrá decir?

    Suerte

    Tocho

    ResponderEliminar
  14. Don Tocho
    - Josep Oriol Pujol. Al César lo que es del César.
    - Le añado que comulgué.
    - La imagen del blog es volátil.
    - Bruno: El blindado, el acorazado.
    - ¿Suerte? ¡Yo busco la Gracia, oiga usted!
    - Sé que usted tampoco cancela la posibilidad de encontrarnos en un futuro indefinido compartiendo celda en Montalegre, especialmente ahora que ya dejan entrar mujeres (estoy pensando en nuestra querida Glauka, para que atienda nuestros achaques).

    ResponderEliminar
  15. Luri, ¿nos ha estado usted engañando?

    http://www.theonion.com/articles/historians-admit-to-inventing-ancient-greeks,18209/

    ResponderEliminar
  16. Un hermoso paseo. Gracias por compartirlo. Abrazos.

    ResponderEliminar
  17. A todos: los que se imaginan en la cartuja y los que no irían "ni borrachos"; les recomiendo la obra de Thomas Merton. En Kairós están publicados "El zen y los pájaros del deseo" y "Humanismo cristiano", en este último se incluye "Notas para una filosofía de la soledad".

    D. Gregorio apagar la radio del coche nos puede abrir la ventana de la celda... o no. Meditar cada pequeña acción que hacemos y suprimir automatismos supone vivir más conscientemente, más plenamente y -puesto que nos quieren autómatas- nos permite tocar los cojones un poco.

    ResponderEliminar
  18. Gracias, Luri, por recordar esta semana a San Bruno. Paz y alegría, dicen los Cartujos a todo el que quiere escuchar su silencio

    ResponderEliminar

Cocinar en Navidad

 I Como entramos en la Navidad, decidí ayer llenar la casa de olores caseros y cociné una gran cazuela de pies de cerdo que, se lo aseguro, ...