Los habitantes de aquella isla se negaron a navegar. El hecho constado de que el norte geográfico no coincida con el norte magnético ni ninguno de los dos con el norte de aguja, les hizo aborrecer la imperfección de la navegación. Estaba demasiado contaminada de realidad. Es cierto que una oscura secta siguió cultivando, en el mayor de los secretos, y de manera exclusivamente teórica, el arte del pilotaje, pero cuando uno de sus miembros descubrió que a la pluralidad de nortes había que añadir los efectos del viento y las mareas a la hora de trazar un rumbo fiable, aparecieron disensiones internas que dieron lugar a su escisión entre pragmáticos y neopragmáticos. En cualquier caso, ningún miembro de ninguno de los dos grupos soñó nunca con embarcarse. Tenían pánico al error humano.
El pánico, siempre nos impide avanzar!!!Ha cambiado la entrada del café por unas copas, siempre bienvenidas, pero no e leen las letras del café de Ocata, Un abrazo
ResponderEliminarY menos mal que era sobre las aguas.
ResponderEliminar