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jueves, 3 de mayo de 2007

Sarkozy III

Alain Finkielkraut, hijo de un judío deportado a Auschwitz, ha desarrollado un pensamiento marcado desde el comienzo por la influencia de Hannah Arendt, Levinas y Kundera. Entre sus obras podemos citar « En el nombre del otro » (2005), « L'Imparfait du présent » (2002), « Une voix vient de l'autre rive » (2000) y « La Défaite de la pensée » (1987).

Según Fienkielkraut la democracia moderna ha evolucionado hacia la sustitución de la lógica del mando por la del consentimiento, pero presenta esta evolución como un progreso en la extensión de los derechos del hombre. Tras la proclamación de los derechos políticos, llegaron los sociales y ahora estamos asistiendo a la propagación de los derechos culturales e identitarios. Toda identidad diferente se considera capacitada para reivindicar el reconocimiento de su diferencia. Esta voluntad de reconocimiento se ve a sí misma de manera tan evidente como la demanda de un derecho humano, que no tiene necesidad de argumentar sus pretensiones, simplemente se limita a proclamarlas. De ahí que el poder esté dejando de ser algo sustantivo para devenir una instancia de reconocimiento y legitimación del derecho a la diferencia.

La democracia está dejando de verse a sí misma como una conquista a defender para pasar a imaginarse como un proceso a desarrollar. En sí mismo el fenómeno es preocupante, pero comienza a ser alarmante cuando algunos se instauran como portavoces privilegiados del proceso democrático. En el momento en que esta auto-instauración tiene lugar, el régimen de la discusión corre un grave peligro, porque los portavoces tienden a negar toda legitimidad a quienes ponen en duda o su portavocía o la inevitabilidad del proceso. Ven a los críticos de la democracia procesual como reductos anacrónicos de un tiempo ya superado, una rémora. Son incapaces de comprender que se nieguen a ser “modernos”.

Buena parte de la izquierda tradicional se ha reconvertido a la fe en la democracia procesual y comportándose como los guardias rojos de la nueva ideología.

Pierre Manent ha reflexionado sobre esta misma cuestión en su “Curso familiar de filosofía política”. La democracia –dice- presenta dos caras : (1) Como democracia liberal garantiza los derechos individuales, pero (2) para garantizar esos derechos individuales ha edificado el Estado liberal. Desde las revoluciones francesa y americana hasta mediados del siglo XX ha tenido lugar un desarrollo simultáneo de estos dos aspectos, de manera que la construcción del estado de derecho ha ido acompañada de la construcción de la democracia en el Estado nacional. Pero hoy la protección de los derechos individuales domina sobre la defensa del Estado, dando lugar a una sorprendente paradoja que puede formularse de esta manera: El mundo de la sociedad civil, con sus identidades diversas, quiere ser reconocido por el Estado, pero el mecanismo del Estado liberal tiene por objeto neutralizar las diferencias que hagan imposible la existencia de un espacio común que todos los miembros de la sociedad puedan considerar como propio. La vida democrática sólo es posible cuando existe ese espacio común.

Marcel Gauchet incide exactamente en el mismo fenómeno en “Tocqueville, l’Amérique et nous”, resaltando la originalidad del fenómeno de reivindicación del reconocimiento de la singularidad (de la diferencia), así como la incoherencia que lleva implícita. Por una parte tiende a ir más allá de los cuadros estatales y culturales establecidos, pero en tanto que demanda de reconocimiento, es una exigencia de ser admitido como diferente en un espacio común que, sin embargo se está contribuyendo a dinamitar.

Mañana le tocará el turno a André Glucksmann

9 comentarios:

  1. Bueno, otro aporte de esmerada caligrafía, remontándome a mamà Arendt de nuevo:

    "La esfera pública, al igual que el mundo en común, nos junta y no obstante impide que caigamos uno sobre otro, por decirlo así. Lo que hace tan difícil de soportar a la sociedad de masas no es el número de personas, o al menos no de manera fundamental, sino el hecho de que entre ellas el mundo ha perdido su poder para agruparlas, relacionarlas y separarlas."

    La separación -frontera y límite- fundamental reside, según Arendt, en las leyes, en la estabilidad que da la legislación básica de un Estado; en el totalitarismo la única ley que rige es la del movimiento (proceso), que liquida toda permanencia y toda posibilidad de espacio público, precipitando unos sobre otros y atrapándolos en el "anillo de hierro" del totalitarismo. De ahí, que el estado totalitario sea sólo una fachada, un cartón-piedra, cara a la galería (países no totalitarios); dentro, una camarilla de delincuentes, policia secreta al servicio de un liderazgo y de una ideología del movimiento como proceso brutalmente determinista de la Naturaleza (raza) o de la Historia (clase social).

    Lola

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  2. Citando a Cicerón:

    ¿Qué es una ciudad sino una sociedad en el derecho de los ciudadanos?

    O: pueblo no es todo conjunto de hombres reunidos de cualquier manera, sino el conjunto de una multitud asociada por un mismo derecho, que sirve a todos por igual"

    La República.

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  3. Pobrecita Arendt si levantara la cabeza y viera el Estado de Israel como va deambulando por su definición de Estado totalitario.

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  4. Petrusdom, hijo, Arendt tenía la rarísima cualidad de ser independiente y, por tanto, hasta cierto punto, imprevisible. Te recomiendo que te informes sobre sus relaciones con el nacimineto del Estado de Israel y con el Estado de Israel ya nacido. Te llevarás alguna sorpresa.

    Lola

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  5. Tengo la sensación -y ahí es a donde quiero llegar finalmente con esta serie de posts- que la sociedad francesa percibe, mayoritariamente, la carencia de Estado como un retroceso y no como un progreso. Y que, además, carga la responsabilidad del mismo en el "progresismo". De ahí que Sarko no tenga inconveniente en presentarse de derechas, abiertamente, y que haga de la crítica del 68 una de sus principales banderas. Esto es lo que no parece darse cuenta en absoluto, Ségo. ¿Los aires de los tiempos están cambiando en Europa? Sarko parece haber aprendido que la derrota de la socialdemocracia en Alemania no es meramente un hecho coyuntural. Los alemanes han desplazado del gobierno a los hijos del 68.

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  6. Gregorio una verdad poco dudable es que los padres no se eligen, te tocan, la cuestión entonces es ¿la derecha no son también, por supuesto de otra manera, hijos del 68?

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  7. Jordi, primero un saludo: Sigo con interés tu "Dietari londinenc": http://undietarilondinenc.blogspot.com/

    Contestando a tu pregunta: Creo que estamos asistiendo en Europa al comienzo de algo semejante a lo que ocurrió en los Estados Unidos en los ochenta. ¿Cuántas cosas hemos leído últimamente que suenan al "The Closing of the American Mind" de Bloom, que es de (1987)?. Creo que hay un discurso imperante, que yo llamo "beato", y que conocemos muy bien los que andamos en el mundo de la enseñanza que ya ha mostrado todo lo que podía dar de sí. Sarkozy lo señala como el discurso del 68. Y creo que, básicamente, tiene razón.

    Tienes razón en que ese discurso ha impregnado también a la derecha. Por eso me interesa el fenómeno Sarkozy. Va a ensayar desde la derecha lo que Blair intentó desde la izquierda. ¿Te parece que estoy muy equivocado?

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  8. Muchas gracias, Gregorio,yo también te sigo con interés e incluso con devoción. Totalmente de acuerdo con tu observación sobre la enseñanza. De manera paradójica este discurso además de entontecer una generación (y sigue) ha tenido el efecto de ser un instrumento para lograr alguno de los fines de la derecha, en el sentido más siniestro de la derecha.
    Busque el discurso de Sarkozy y no encontré más que algun resumen. Espero tu post de mañana, no tengo por tanto información para emitir una opinión fundamentada,ni tampoco para compararlo con Blair. De hecho, cuando más lo pienso Blair me parece una figura más compleja y su balance es del todo ambiguo

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  9. A mí también me resulta difícil enjuiciar a Blair, sobre todo porque a los políticos no hay que enjuiciarlos por sus intenciones, que suponemos que son magníficas, sino por sus resultados.

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