Cuando empecé a comer se me acercó un viejo desarrapado, arrastrando los pies. Llevaba prendidas a la ropa un par de vieiras enormes y montones de estampitas piadosas de todo el santoral cristiano.
- ¿Tiene hambre? –le pregunté, mostrándole el bocadillo.
- ¡Ave María Purísima! –me contestó mientras se persignaba- ¿Y de qué es, hijo, si puede saberse?
- De mortadela.
- ¿Has dicho de mortadela? ¡Bendito sea Dios! ¿No me estarás tomando el pelo, hijo?
- ¡Mírelo usted mismo, hombre, desconfiado! -y abriendo el bocadillo le enseñé su contenido.
- ¡Bendito sea Dios! ¡Bien puede hacer diez años de la última vez que la caté!
Partí en dos el bocadillo y le ofrecí la que me pareció un poco mayor.
- De ninguna manera, hijo, yo no puedo coger el trozo más grande.
- Como quiera...
Le entregué el más pequeño y le guiñé un ojo.
- ¡Dios te lo pague!
- ¡A ver si es verdad!
- ¿Cómo no va a ser verdad? Aquí donde me ves a mi, cada noche me viene a visitar san Antón, me pone su perrico al costado y me tapa con su manta. Gracias a él no paso nada de frío.
- ¡Cómo se le va a aparecer San Antón!
- ¡Pues como te lo digo! No dice ni palabra, pero me pone el perrico aquí, al lado del estómago y duermo tan calentico.
El viejo se llevó un trocito de pan a la boca, lo estuvo reblandeciendo unos instantes y después lo acompañó con un pellizco de mortadela.
- Yo ya no puedo masticar, ¿sabes? Para tragarlo lo tengo que deshacer dándole vueltas.
- Ya veo, ya...
Comimos los dos en silencio, pero yo no podía apartar mi mirada de aquel hombre, que se relamía con cada trozo de mortadela que se llevaba a la boca.
- Tome, ande, tome este otro trozo. Disfruto más viéndolo comer a usted que comiendo yo.
- No, hijo, no. Tenemos que ser buenos cristianos y no pasarnos nunca de la raya.
- Pues se lo guarde para el perrico de San Antón.
- No, que es santo y no come.
- Ande... tenga... si yo, total...
- Me lo guardaré para mañana, que la viejica que supo vivir, pan para mayo y leña para abril.
- Se le quedará como una piedra.
- ¡Ay hijo! ¿Qué sabes tú de eso? ¡Como la piedra es como se pone el estómago cuando llevas mucho sin comer!
Permanecimos un buen rato juntos. El hombre me contó que iba camino de Compostela, a donde quería llegar poco antes de morir.
- ¿Cómo de poco?
- Pues poco quiere decir poco. A mi ya ni me queda correa ni me queda nada de nada. Es lo último que me falta por hacer en esta vida. ¿Pa’qué voy a darme prisa? ¿Qué voy a hacer después si llego antes d’hora?
El sol se reflejaba rutilante en el mar grasiento del puerto, tiñendo el agua de iridiscentes tonos metálicos. El hombre señaló hacia el horizonte marino, más allá del puerto y añadió:
- ¡Ya sólo me quedará ir allá, al Valle de Josafat!
Siempre he pensado que, a pesar de declararme no creyente, debo a la religión cristiana tres cosas:
ResponderEliminar- Todo el arte creado a raíz de su historia o gracias a su mecenazgo.
- Las campañas solidarias en el tercer mundo, sus misiones humanitarias y educativas, etc.
- La felicidad que da a aquellos que a través de ella ven un motivo para vivir y se sienten amparados.
Me pasa algo parecido
ResponderEliminarA veces siento envidia de los creyentes. Soportan el dolor y la adversidad aclamandose y pidiendo consuelo a Dios con lo que le trasladan el peso del infortunio a ese ser superior en el que confían, quedando así libres de la carga que, de otro modo, su conciencia les reclamaría.
ResponderEliminarHe dicho a veces porque, aunque el estoicismo nos dá la verdadera fuerza moral y espiritual a los no creyentes, esta fuerza flaquea en algunos momentos trágicos de nuestras vidas, pero sólo unos momentos, porque en un instante de meditación recuperamos la fortaleza espiritual en nosotros mismos. ¿Cual de las dos posturas será la más apropiada para afrontar las vicisitudes de la vida? Allá cada cual con su conciencia.
Un hombre que se resigna, que no se rebela, que vive en la compaña inocente de santicos y perros espiritualizados, al que le emociona la mortadela, que sabe reservar para mañana y que mide el tiempo para hacer el Camino de Santiago esperando que sea el tiempo de la vida y que mira al mar como si debiera ir al Hades, que me suena más eso que el valle de Josafat, Para esos encuentros, Luri, conviene llevar un bocadillo que se pueda compartir y no deje a nadie sin apetito.
ResponderEliminarTiene la narración un tono neorrealista italiano, del tardío, tal vez del Pasolini de "Ucellacci e ucellini"
Juan: Entiendo lo que quieres decir. Claro que hay maneras y maneras de ser religioso (incluso dentro de una misma religión) y algunas exigen tal grado de ascetismo que acaban reduciendo la vida a un ejercicio de permanente desconfianza con el mundo. Cuando el mundo se ve como un lugar de exilio, nos encontramos ante el nihilismo religioso del que hablana Nietzsche. Por el contrario esa vivencia religiosa que permite la conquista de una conciencia de sí mismo mediada por una mirada a lo absoluto y que, en consecuencia es capaz de establecer un diálogo entre lo contingente y lo necesario, me merece absolutamente todo el respeto.
ResponderEliminarLuis: Pide lo que quieras estás invitado.
ResponderEliminarEs muy tierno Don Gregorio.
ResponderEliminarY sin embargo yo, todo el tiempo mientras le leía (lo digo después de leer a Luis Rivera) he pensado en Roth y en la batalla del santo bebedor..
ResponderEliminarDoña Kasandra: Joseph Roth es uno de mis novelistas preferidos.Y "La marcha Radetzky" una de las novelas reservadas para su relectura mediata. Así que le quedo profundamente agradecido por el elogio. Como aún es tempranito le voy a preparar un chocolate con churros, si a usted le parece bien.
ResponderEliminarEl otro día estuve en Kamakura, visitando unos templos Budistas y otros Shintoistas. A primera hora de la mañana un sacerdote Budhista nos ilustró, en un templo pequeñito en medio de un diminuto valle, como se realizaba una sesión de meditación Zen. Yo no entendí absolutamente nada aparte de alguna disculpa suelta, y algún preterito por ahí perdido. Pero estaba fascinada por su cara redonda en una cabeza pelada, y sus ojos practicamente cerrados, como los de un gato cuando duerme. El hombre no paró de hablar durante casi una hora y media y nos contaba sobre la rutina y los rituales (que es lo mismo pero sacralizado), en la misma sala, sentados junto a nosotros, había un montón de jubilados, que no paraban de reirse con lo que por lo visto eran chistes que explicaba el monje, sobre las penurias de pasar frío con estas ropas, y como en el fondo iba bien para sentirse en harmonía con la naturaleza.
ResponderEliminarAlegremente comentaba, que era bastante normal, que durante las sesiones de meditación, los monjes se quedaran dormidos mientras mantenían la postura del loto, pero que para eso, como parte del ritual, se tenía una especie de pala larga con la que el sacerdote de tanto en tanto golpeaba la espalda del monje que dormitaba. Una rutina, por la que todos debían pasar.
Él según me tradujeron, confesó que había recibido bastantes palos de ese tipo.
Abrió las ventanas corredizas de papel, y nos dejó ahí con el frío a ponernos en harmonía, y a escuchar el agua, el frus frus del viento, y la oveja del monasterio balando (?) un poco más abajo.
Me acuerdo que pensé, que así, yo también me hacía monje.
Leyendo tu historia, me acordé de una mujer del barrio del Raval que llevaba siempre unso guantes blancos.
ResponderEliminarUn saludo, Gregorio y un abrazo.
El estado de increencia podría compararse con un cielo capotado que no deja pasar la luz del día. El increyente suele estar dominado por las preocupaciones mundanas, intereses materialistas y bajos (ambición, codicia, posesión de bienes) y procura satisfacer en lo posible todos sus deseos. La sabiduría universal (no sólo la cristiana, sino, como bien ha apuntado muy bellamente Cel.lia, la de las tradiciones orientales, por ejemplo), enseña que el sabio es el que renuncia y (por decirlo al modo socrático) prefiere padecer injusticia a provocarla. En la Biblia pueden leerse palabras especialmente duras contra la contumacia de los increyentes, a los que llama "insensatos". Y es que, al punto de que uno lograse liberarse de todas sus esclavitudes, podría reconocer como cosa manifiesta que todos somos hijos de un mismo Dios. Y de ahí todas las consecuencias que puedan derivarse.
ResponderEliminarCafé muy italiano, corto, un dedito con mucha crema.Orujo blanco, temperatura natural, copa fría. Gracias.
ResponderEliminar¿No exageras un pelín, Joaquín?
ResponderEliminarLuis, tengo una raquía búlgara buenísima. Te la recomiendo.
ResponderEliminarLuri, venga la raquia. Y mientras llega reconozco que de nuestro querido Joaquín me llega una frase de tremenda inspiración que me apabulla: "Y es que, al punto de que uno lograse liberarse de todas sus esclavitudes, podría reconocer como cosa manifiesta que todos somos hijos de un mismo Dios." Sobre todo lo de la cosa manifiesta. Es decir, que liberado de todas las esclavitudes (entiendo que las de la razón e incluso las de la duda)cabría ver con claridad meridiana que existe una sola esclavitud común a todos. Recuerdo al citado Donoso de hace unos días: "primero está la providencia divina, después el libre albedrío".
ResponderEliminarJoquín, amigo, no te enfades.
Añadiré una pequeña maldad con respecto a Joaquín (y espero -si es que en realidqad nos ca an bien que lo tratamos con toda la cordialidad del mundo- que me entienda irónicamente): cuando se pone dogmático, me despierta las pulsiones pecaminosas.
ResponderEliminarMejor un aguita con sal ahora para los pies Don Gregorio que desde que me fui me los he tenido pateando por esas calles de Dios y ya ve qué horas son :)
ResponderEliminarMe apunto la suya... desde luego la que yo leí... con absenta, por supuesto incluida... una auténtica delicia. Así que ya me va pillando usted mi conciencia de la delicia cuando se la dejo caer :)
¿Su chocolate es bueno Don Gregorio?
En realidad es una reacción (enteramente sincera, desde luego) a opiniones de signo contrario, que se pueden leer más arriba. ¿Por qué lo manifiesto tiene que ser que sólo hay materia, y que Dios no existe? Como creyente, me molesta profundamente que me traten como un tonto haba, que busca consuelo en Dios.
ResponderEliminarJoaquín: Dado que la ciencia es incapaz de conocer el principio fundamental de todo y tampoco la existencia de Dios, y la fe está libre de la obligación de demostrar, cosa manifiesta en uno u otro sentido. Dicho por mi queda. ahora bien, Joaquín, de tonto haba nada.
ResponderEliminarPerdona, Joaquín, pero me he dejado algo en el anterior comentario. Te cito: "El increyente suele estar dominado por las preocupaciones mundanas, intereses materialistas y bajos (ambición, codicia, posesión de bienes) y procura satisfacer en lo posible todos sus deseos" No me conocía en ese perfil de ambicioso, codicioso y ansioso de satisfacer mis deseos, incluso los bajos y materialistas).
ResponderEliminarAhora en serio, porque escribía con ligereza. Comte Sponville en su último libro, en el que se declara ateo, siempre lo ha hecho, reivindica la espiritualidad del ateismo, cosa en la que coincido. ¿Porque dar por determinado un perfil antagónico de quien no coincide en tus creencias? Yo reivindico una concpeción espiritual del universo desde mi ateismo y de coincidir contigo será en el territorio espiritual, a cada cual el suyo, pero espiritual.
Que una cosa es bromear y otra es negar el pan y la sal al otro.
Aquí, Joaquín, he de unir mi voz a la de Luis.
ResponderEliminar¿Por qué a algunos creyentes parece costaros tanto aceptar de buena fe la generosidad, el altruismo, la espiritualidad, o incluso el ascetismo, de ciertos ateos? Creo que sabes que aquí estás entre amigos, precisamente por eso ts palabras tienen un exceso de autosuficiencia que no acabo de comprender.
Yo me considero un defensor de la religión, a pesar de que me resulta imposible creer en un dios personal y, desde luego, en un dios impersonal me parecería excesivo creer. ¿Encontraré alguna vez a un creyente capaz de defender mi ateísmo?
Lejos de mi ánimo escarnecer a los increyentes. Pero no consiento que ningún ateo venga, con esa suficiencia que dices, Gregorio, a dar lecciones de que los creyentes somos unos pobrecitos ilusos.
ResponderEliminarDesde la razón, la postura que me parece más honesta es, precisamente, la suspensión escéptica. Desde el momento que se afirma que Dios no existe, se incurre en el mismo dogmatismo que se pretende criticar, con la diferencia que es un dogmatismo de peor especie, porque pretende sustentarse en la sola razón, mientras el creyente confía en la fe.
Sí, mis palabras anteriores fueron un "pasón" (conozco muchos ateos honestos), pero sí mantengo que los intereses mundanos, ¡es obvio!, obturan la capacidad de elevar los ojos al cielo (metafóricamente hablando). Hubo un maestro que lo dijo mejor: no se puede servir a dos señores.
... Y me falta por añadir, Gregorio, que yo, como creyente, defiendo tu libertad, pero no tu ateísmo. Me causa espanto pensar qué seria del mundo dominado por el ateísmo. Sin contar con que los poderosos de este mundo no creen en Dios, sino en Baal.
ResponderEliminarEl caso es que mientras yo considero persona sensata, si lo es, por el conjunto de sus acciones a un creyente, este, si es como el modelo que preconiza Joaquín, considerará siempre al ateo insnensato por el hecho de no creer, sin entrar a juzgar el resto de sus activos. Favor le hará si le considera honesto (algunos) y le adjudicará, como el rayo, el servicio a Baal en forma de maldición bíblica, y además apuntará ligeramente la doblez de servir a dos señores.
ResponderEliminarFlaco ejercicio de tolerancia que quiero creer más un calentamiento de palabras.
Porque no se trata de salvar al amigo ateo de la condena, sino de entender que el libre albedrío que proponen algunos creyentes notoríos, de antiguo, deja en manos de Dios y del individuo el derecho a ejercer el destino en que uno quiera enredarse, y que la condena final de existir sería suficiente castigo sin que los demás lugartenientes de Dios, aspiren a intervenir, que las cosas de la fe son de uno y lo demás intromisiones.
Joaquín: Acepto tus palabras como provocación, porque no quiero creer que respondan a la autenticidad ni de un pensamiento honesto ni de un alma caritativa.
ResponderEliminarSí, Luís, Gregorio, tomad mis palabras más bien como provocación (o reacción apasionada). Luego he estado leyendo el diagnóstico sobre el laicismo, de las nuevas "orientaciones morales ante la situación actual de España" (23 de noviembre de 2006) que pueden leerse en la página web de la Conferencia Episcopal. No es una descripción novedosa, pero al menos es la línea que me parece más sensata. Ahí se dice: "Sin referencias al verdadero Absoluto, la ética queda reducida a algo relativo y mudable, sin fundamento suficiente, ni consecuencias personales y sociales determinantes" (n. 12).
ResponderEliminarEn cualquier caso, los creyentes estamos hoy en minoria y en retirada, nada que temer. Al menos en España, se están poniendo las bases para el triunfo del laicismo rampante y el aborregamiento de las masas, a mayor gloria de los poderosos. Quien tenga ojos para ver, que vea.
Me gusta mi ateísmo porque suele ser mucho más respetuoso con el creyente de lo que los ''supuestos creyentes'' se han mostrado conmigo.
ResponderEliminarEllos pretenden decirme como tengo que vivir. Y yo ya vivo no pisando. No deseando el mal. No mencionando a todas horas los castigos. No juzgando a los demás...
El "laicismo respetuoso" en acción:
ResponderEliminar"La Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) del colegio público Hilarión Gimeno de Zaragoza ha iniciado una recogida de firmas para protestar por la suspensión del festival de Navidad. El centro dice así defender y promover una educación laica. Según el Heraldo de Aragón, desde la asociación se ha explicado que el año pasado ya cambiaron los villancicos que hablaban de Jesucristo o tenían una referencia religiosa por canciones en inglés. El director del centro no ha querido dar más explicaciones, pero sí dijo que no hay sitio y que los preparativos del festival quitan mucho tiempo a los profesores."
http://www.libertaddigital.com:83/php3/noticia.php3?fecha_edi_on=2006-11-30&num_edi_on=1459&cpn=1276293628&seccion=SOC_D
Kasandra, no sé si te pasará lo mismo que a mi, pero a veces me encuentro más próximo a la religión de Jesús que a la de los cristianos.
ResponderEliminarJoaquín: permíteme que no dude de tu indignación ante semejante hecho que tendrá otras razones de otros grupos personas, además de la Asociación a la que mencionas. O tal vez sea una indignidad que deba ser denunciada.
ResponderEliminar¿No es la Navidad un hecho entrañlable y familiar? ¿No es la religiosidad navideña y los villancicos un hecho caserto, en el mejor sentido de la palabra? ¿Debo aceptar que mi hijo cante villancicos, en el caso de que estuvieran en edad de cantar, que ya no en una explosiópn de sentimiento religioso cristiano, en una sociedad en la que conviven otros sentimientos? ¿En la misma clase?
No es la sociedad en que vivimos el fruto del esfuerzo de todos?
Mis hijos cantaron villancicos en sus coles porque nacieron cuando se cantaban villancicos y "no hay más tu tía" que se decía en Cataluña con yo era niño.
Tengo la impresión de que vives (o sobrevives) en guerra con el mundo que te rodea por causa de tu sentimiento profundamente religioso enfrentado a los otros sentimientos. Creo que piensas que hay una contracruzada para aniquilar aquello que se dispuso en un espacio europeo al que se le negó el derecho a ser librepensador.
Utilizo en muchas ocasiones ejemplos del Evangelio, de las parábolas; hablo a menudo del sentimiento cristiano en Occidente y de la espiritualidad de aquellos que asumiendo la fe en su falta de fe toman partido por no creer en un Dios creador. Pero muy pocas veces tomo la palabra de la Iglesia, tan beligerante, tan politícamente totalitaria, que tiene vocación de moral absoluta.
Soy cristiano, pero nada católico: no creo en la existencia de un Dios Creador, mucho menos bondad infinita; practico la moral cristiana y el respeto a los demás y nunca pongo por delante mis sentimientos espirituales, religiosos o ideológicos, salvo cuando topo con cualquier forma de fascismo, que por supuesto no es la tuya, pero lo menciono para que comprendas cuales son mis posicioners por las que no transijo.
Me han obligado a ir a misa tantas veces, a ejercicios espirituales, a aprender el catecismo y la religión, a hacer la comunión y a casarme por la iglesia, a escuchar la misa en formación militar durante mi estancia como soldado raso en el ejército, a pasear en semana santa por ciudades desiertas, con bares y cines cerrados, que es milagro que no sienta aversión por una Iglesia que de manera totalitaria fué cómplice de estado que le cedió la dictadura sobre las almas. Yo, Joaquín, he ido a pedir la Fe de Bautismo y el Certificado de buena conducta y buen cristiano a la parroquia, para cualquier acto de mi vida: por ejemplo, hacer una oposición o estudiar una carrera.
Es incomprensible que sea tan respetuoso con los creyentes y tan afectuoso con todo el mundo,( menos cuando me cabreo, es verdad, y no es esta la ocasión) después de haber visto el despojo que de Jesús ha hecho el catolicismo. No te puedes imaginar, Joaquín, cuantos cristianos andan por ahí tan contentos con esta vida en este país y tan espiritualmente descreidos.
¿Has observado la canbtidad de gente que cuando les preguntas si creen en Dios te contestan "en Dios si, en la Iglesia no"? YO hice, hace unos años, una encuesta sobre ello para un trabajo profesional. No te lo puedes imaginar, y la muestra era correcta.
Luís, comprendo todo lo que dices. Aunque yo, reproduciendo aquella pregunta de Gregorio, me interrogaría, sobre el caso sintomático de Zaragoza, cuándo los no creyentes defenderán la libertad y el derecho de los padres a que sus hijos reciban educación religiosa digna en sus colegios, sean públicos o privados. Creo que son muchísimas familias españolas, posiblemente la mayoría, las que quieren educación religiosa para sus hijos. Me atrevo a afirmar que la defensa de la libertad religiosa es el termómetro de la salud de una democracia.
ResponderEliminarY aciertas, Luís, al señalar el ambiente resentido contra la Iglesia. Tal vez merezca la pena leer, aunque sea para disentir, lo que acaban de decir los obispos:
"14. El proceso de descristianización y deterioro moral de la vida personal, familiar y social, se ve favorecido por ciertas características objetivas de nuestra vida, tales como el rápido enriquecimiento, la multiplicidad de ofertas para el ocio, el exceso de ocupaciones o la obnubilación de la conciencia ante el rápido desarrollo de los recursos de la ciencia y de la técnica. Más profundamente, la expansión de este proceso ha sido facilitada por la escasa formación religiosa de muchas personas, creyentes y no creyentes, por ciertas ideas desfiguradas de Dios y de la verdadera religión, por la falta de coherencia en la vida y actuaciones de muchos cristianos, y por la influencia de ideas equivocadas sobre el origen, la naturaleza y el destino del hombre; y, no en último término, por la debilidad moral de todos nosotros y la seducción de los bienes de este mundo: por “la codicia, que es una verdadera idolatría” (Col 3, 5)."
El profetismo ha escocido en todo tiempo.