Paseábamos por las callejuelas de Ciutat Vella cogidos de la cintura, doblando por aquí o por allá, sin seguir ninguna dirección preconcebida y sin parar de besarnos. Sin darnos cuenta desembocamos en
- Me juego lo que quieras -le dije- a que no le falta ni un diente.
El viejo, que tenía un oído más fino que lo que yo había sospechado, nos abrió una boca enorme, mostrándonos una dentadura ennegrecida por la papilla negruzca de las aceitunas.
- No me falta ni una muela –nos dijo-. Toda la vida de la vida he desayunado lo mismo, un buen cucurucho de aceitunas negras y a plantarle cara al día, que buena falta hace.
- ¿Y a que nunca se ha lavado los dientes? -le preguntó Isa, con descaro.
- Una vez lo intenté, pero por pocas vomito del asco... ¡Qué arcadas que me vinieron! Estaba en el hospital y esta -señaló a la viejecita sentada a su derecha, una mujer apagada, pulcra y encogida- me trajo una muda nueva, un cepillo de dientes y un tubo de pasta de esa. ¡Qué asco! ¡Toda aquella espuma! Eso son idioteces, os lo digo yo. Inventos de los americanos. Si uno está bien todo lo que tiene que hacer es no ir a peor. ¡Cuánto mejor iría el mundo si dejáramos de empeñarnos en arreglarlo! ¿Qué falta le hacemos nosotros al mundo, a ver?
El viejo nos extendió el cucurucho.
- ¿Os apetece?
Al salir a las Ramblas Isa me pidió que la invitara a un café con leche.
Entramos, cogidos de la mano, en el Café de
Nos sentamos a su lado.
Mientras nos tomábamos el café le conté a Isa que yo tenía un amigo sevillano que ligaba con las turistas en las Ramblas y remataba la faena en
- ¿Cuál es el peor recuerdo de tu vida? -me preguntó.
- ¡Hombre! ¡Así de pronto!
- Pues dime el primero que te venga.
- Tenía un gorrión. Era un crío y mi padre me trajo un día a casa un gorrión que se había encontrado herido en el campo. Lo traté con toda delicadeza y al cabo de unos días estaba curado. Le ataba un cordelillo a una pata y lo sacaba a pasear.
- ¿Con un cordel?
- Volaba un poquito, que la cuerda era larga, pero en cuanto le daba un tirón, volvía y se me paraba sobre el hombro derecho. No puedes hacerte ni idea de lo orgulloso que estaba yo con aquel pajarillo. ¿Dónde se han metido aquellas tardes?
- ¿Qué tardes?
- Aquellas infinitas tardes de verano. ¿Dónde se han metido?
- ¿Y qué pasó?
- Que un día el tonto del pueblo lo cogió al vuelo y de un mordisco le arrancó la cabeza.
- ¡Esta es la historia más triste que me han contado nunca!
- Esta es la historia más triste del mundo.
Como esta semana tengo cita con el dentista, le contaré la historia del viejo que comía aceitunas negras en la Plaza Real, a ver qué le parece.
ResponderEliminarEcantador: la sabiduría de un anciano ("cuánto mejor iría el mundo si dejáramos de empeñarnos en arreglarlo") y la inocencia de un niño.
ResponderEliminarJoaquín: Es completamente verídica.
ResponderEliminarClaudio.
ResponderEliminar"Change, change, change! All this talk about change! Aren't things bad enough already?" (Lord Palmerston)
Tres historias muy tristes.
ResponderEliminarClaudio: !Cómo me gusta el cinismo anglosajón!
Una historia también muy triste es no saber quién es el tonto del pueblo y tener que uir de todos por si acaso y hasta tener que afrontar el hecho de que pudiera haber más de uno.
ResponderEliminar¿Dónde se han metido aquellas tardes de las Ramblas,de la libreria Documenta,de nuestra querida cajera, de su risa,del café de la Ópera,y de nuestra plaza de San Agustín?.Quién se las ha llevado?.
ResponderEliminarFerrancab: Has pillado perfectamente la moraleja. Y contra las fechorías del tonto del pueblo, no se puede hacer nada, porque el hecho de ser tonto le da patente de corso.
ResponderEliminarQueida Maga: ¿Existió alguna vez aquella Barcelona? Con frecuencia lo dudo. Tú a veces amenazas con sacar a la luz alguna fotografía comprometida que demostraría su existencia. Pero aún así, pensaría que es un artificio de la memoria. En cualquier caso la Barcelona actual, tan pagada de sí misma, tan orgullosa de sus moderneces, tan capital del mundo y tan plagada de turistas no puede tener ninguna relación con aquella. Piensa qwue los herederos del PSUC son los que van a mandar en la policía. Quizás la degradación comenzó el día que los japoneses descubrieron a los catalanes la existencia de un arquitecto llamado Gaudí.
ResponderEliminarSeguro que el tonto del pueblo también tenía la dentadura completa.
ResponderEliminarSaludos desde mi urna de cristal.
Olvidaba decir que me has recordado a aquel que gritaba "¡La Plaza es mía!" en Cinema Paradiso, una película que, por cierto, también trata de una Sicilia inexistente.
ResponderEliminarSabes que sí existió.¿Osas dudar de las subordinadas sustantivas?.
ResponderEliminarSí, Maga: oso dudar de que aquellos polvos hayan traído estos lodos.
ResponderEliminarCosas.
ResponderEliminar1. En Barcelona ya no quedan bancos en los que sentarse, y los que quedan, fíchenlos y asegurenlos, porque hay política de quitarlos todos, para que no duerman los mendigos
2. Lo de los japoneses con Gaudi, no tiene nombre, y lo digo yo que estoy aquí
3. pobre gorrioncito!!
Claudio.
ResponderEliminarDe polvos y lodos. Montilla (ex PTE -¿sabéis los jóvenes lo que es eso?- ex PSUC) President. La generación del 68 en el poder.
El último libro de Paul Berman (una versión actual de Camus, con perdón) "Power and the idealists" va de ello:Joschka Fischer, Bernard Kouchner, Azar Nafisi,etc.
Yo sí recuerdo la Barcelona de la Maga. Pero la verdad, me veo a mí mismo en ella algo cretino. ¿No estábamos todos un poco lelos y luego vino un trompazo?
Si. Claudio. Eramos unos cretinos. Pero esa juventud fue la única que tuvimos. Y tampoco conviene ventear nuestras miserias indiscriminadamente.
ResponderEliminarYo me lo pasé muy bien. Y a eso no renuncio, que me quiten lo bailao...
ResponderEliminarEl PTE se presentó en "coalición" de listas electorales con ERC (Heribert Barrera) a las primeras eleciones democráticas porque ERepublicanaC no estaba aún legalizada y nadie más la acogió en su seno, incluso Tarradellas desde su exilio se negó a hacer el más mínimo gesto a favor (bien que hizo, políticamente claro). No tiene ningún valor analítico, pero es curioso el azar, sobre todo cuando los príncipes no son precisamente virtuosos.
Lola
¡Lola, no había caído en eso! Es cierto: El PTE y ERC se presentaron de la mano en las primeras elecciones. O sea, que volvemos al principio.
ResponderEliminar¡Mil gracias, HiperLola!
Ya que estais en ello, ¿os acordais de Nazario? ¡Y de heribert que presidía el Club de'Amics de l'Unesco? ¿Y de Eliseo? El pte no me admitió por burgués, pero si a un compañero mío que ha hecho una buena carrera en CiU. Recuerdo las citas d seguridad. Y las sillas d ela Rambla... Tengo 62 años y la nostalgía después de comer me produce tristeza. Jambore, me acuerdo de Jambore con Tete Montoliu, y de las reuniones de formación en una distribuidora de libros en la calle Buenos Aiores, que luego se convirtió en Restaurante italiano: la Mamma. Obiols, Raventos, y los ex poums... de allí viene mi pasión por Camus. Llueve, con la misma triste lluvia de aquellas tardes en que te preguntaban: ¿tú eres partidario del sindicatro único o de la libertad sindical" Empezaban los 60.
ResponderEliminarLuri, no convoques a los fantasmas...
Me acuerdo de Ocaña, Oriol Tramvia (ni Juancarlos ni Sofía) y, muy especialmente, de los contraculturales, que un primero de mayo tuvieron el valor de manifestarse por la Calle Aragón gritando "¡Juan Carlos, escucha, Sofía está en la ducha!", etc.
ResponderEliminarUna anécdota divertida. Esto sería por el 76 o el 77. Había una reunión de una escisión del PTE en un aula de la UB. El partido se llamaba PTE(i), es decir, Partido de los Trabajadores de España Internacional. Bien. El caso es que yo tenia una reunión al lado con la célula de estudiantes a la que pertenecía y, lo quisiéramos o no, oíamos todo lo que discutían los del PTE(i). La cosa, resumida, era más o menos así: el jefe les echó a todos una bronca del copón porque siendo la vanguardia de los trabajadores españoles no había ni un trabajador en el partido, con lo cual exigía que a partir de ese día todos se pudieran a trabajar a tiempo parcial. De esta manera solucionaban su pequeña contraduicción ideológica.
Hay que mirar hacia atrás sin ira. Mejor aún: con sobredosis de piedad.
Y autoconsmiseración, algunos...
ResponderEliminarLo del Partido de los Trabajadores sin ningún afiliado trabajador no tiene desperdicio.
ResponderEliminarVoy a preguntar a mi madre, que seguro que alguno de ustedes se escondió en su piso de la calle Sepúlveda.
Una de las cosas por las que más lamenté ver envejecer a mi abuela fue por esa manía de masticar con la boca abierta y mostrarme/nos su contenido... Ella que es como es de reparada.
ResponderEliminarY el más triste que me hayan contado no. Pero uno muy triste sí.
Otra vez una delicia leer estas memorias..
Sigo hacia adelante
Besos