Buscar este blog

martes, 7 de noviembre de 2006

El oficio del hombre enamorado

Carta de Antonio de Guevara a su amigo Juan de Moncada (y así nos olvidamos un poco del tripartito). Estamos por 1540):
Espectable señor y magnífico caballero:
Si os paresce que respondo a vuestras letras tarde, echad la culpa a Palomeque, vuestro criado, que es cojo, y el caballo que le distes es manco y el camino es largo y el invierno es recio y yo también estoy siempre ocupado, aunque de mis ocupaciones he sacado poco provecho. A lo que sospecho, si ese vuestro criado tardó en llegar acá y tardó en tornar allá, fue la causa el ser en el camino enamorado; y si esto es así, ya, señor, podéis pensar cuánto querrá él más cumplir con el amor que le arde en el pecho, que no con las cartas que trae en el seno. Si me queréis creer, a hombres enamorados nunca cometeréis vuestros negocios, porque su oficio no es ocuparse en negocios, ni escrebir cartas, sino de aguardar esquinas, tañer guitarras, escalar paredes y ojear ventanas.

19 comentarios:

  1. Interpreto que en el Café de Ocata nadie está enamorado...

    En verdad es epístola bien graciosa.

    Después de leerla, se mira el Tripartito de otra manera...

    ResponderEliminar
  2. ¡llegué a luchar con honor!

    ResponderEliminar
  3. El tripartito se enamoró se desenamoró y ahora se casaron por lo civil con capítulos. Ahora los mensajes llegaran mejor a su destino.

    ResponderEliminar
  4. Claudio.

    Extraido del blog de Eduard Punset (a riesgo de que esto parezca Bilbaopundit)

    "Acabamos de descubrir que la ansiedad de la separación del niño al que se deja llorar hasta que revienta transcurre por los mismos circuitos cerebrales que el desamparo del que sabe que va a morir o ser abandonado por su pareja.
    El amor, claro, estoy hablando del amor."

    ResponderEliminar
  5. lo del tripartito es cama redonda
    y eso es más vicio que amor.

    por cierto, me ha encantado el texto.

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué coincidencia, Gregorio! Mi último post también habla de amor entre un cuarteto de cuerda y un cantante sin ópera.

    ResponderEliminar
  7. En pura lógica no existe eso llamado el amor, sino la supervivencia.
    El instinto de conservación provoca la búsqueda de acercamiento/apareamiento/selección.
    La necesidad de trato es consustancial a un ser que (mas ó menos) sabe comunicarse.
    Además, si no vivimos ninguno solos algo habrá qué hacer, no?
    Pero que bonita es la poesía...Ahhh

    ResponderEliminar
  8. que just-in-time parecen las respuestas, o debería decir prefabricadas ¿? y todo por internet (...)

    ResponderEliminar
  9. Ortega decía -seguro que lo sabéis- que el amor es un estado de imbecilidad transitoria. Lo explico: para él la imbecilidad se caracteriza por la concentración monotemática de la atención. El imbécil sólo puede estar pendiente de una cosa, pensar en exclusiva en ella, y durante todo el tiempo. Eso es el amor. Claro que el odio también, pero el amor no parece tan destructivo como el odio. Y hoy no toca hablar del odio.
    Por eso el amor es clarividente, porque al concentrar toda la atención durante tanto tiempo en un punto, le saca a relucir todas sus virtudes. El enamorado ve lo que los demas ni sospechamos que exista.

    ResponderEliminar
  10. Y por supuesto que os recomiendo a todos visitar el Blog de EL ESPIA DE MAHLER: http://espiademahler.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  11. Mira, copio una cita que acabo de leer. Una escritora muy jovencita, recomendada por Coetzee, Nicole Krauss, "La historia del amor":

    "Conserva su amor por él tan vivo como lo estaba en el verano en que se concocieron. Por eso ha dado la espalda a la vida (...) El tío Julian me dijo un día que el escultor y pintor Alberto Giacometti decía que, a veces, para pintar sólo una cabeza has de renunciar a toda la figura. Para pintar una hoja has de sacrificar todo el paisaje. Al principio, puede parecer que estás limitándote pero luego te das cuenta de que, si captas un centímetro de algo, tienes más posibilidades de percibir cierto sentido del universo que si pretendieras abarcar todo el firmamento.
    Mi madre no eligió una cabeza ni una hoja. Ella eligió a mi padre y, para presevar cierto sentido, sacrificó el mundo."

    No sé si Ortega estaría de acuerdo, vamos como que no. En todo caso esta novela de momento está muy bien (voy por el principio).

    Lola

    ResponderEliminar
  12. Creo que la epístola es una buena justificación del bajo rendimiento laboral.

    ResponderEliminar
  13. Gracias por la publicidad, Gregorio. Y feliz viaje al sur. Era esta semana ¿no?

    ResponderEliminar
  14. Ha sido un placer conocer el espacio de 'El espía de Mahler'.

    ResponderEliminar
  15. Pobre Palomeque, sobre ser cojo y montar un caballo manco, se ha enamorado... en el colmo de las desgracias, supongo que el caballo también. Saludos, amigo gregorio.

    ResponderEliminar
  16. Espia: Esto descubriendo la Sevila tropical. Lluvia, charcos, barrizales; la evilla 'selvaggia', vanos. Menos mal que, finalmente ha parado de llover y puede uno atreverse a elevar la mirada sin miedo a caer en una fosa, destino inevitable de algún japonés que otro, por lo que veo.
    Lo mejor: que los hombres no tengan que fingir que son indeferentes a la beleza transeúnte.

    ResponderEliminar
  17. Leo el comentario que deja Claudio y me alucino por el ''acabamos de descubrir''. A mí eso recuerdo que ya me lo explicó un psicólogo en una conferencia hace un montón de años. El canal sentimiento...

    ResponderEliminar
  18. Qué precisión de lengua y de emociones tenían nuestros antepasados:"ser enamorado".

    ResponderEliminar
  19. No sé si nuestros antepasados, pero sí don Antonio de Guevara. ¡Qué magnífica e irónica prosa la suya! La remito a usted, doña Maga, para que pueda disfrutar de otro "ser enamorado" a la "Epístola 46" de don Antonio, titulada: "LETRA PARA MOSÉN RUBÍN, VALENCIANO Y ENAMORADO, EN LA CUAL SE PONEN LOS ENOJOS QUE DAN LAS ENAMORADAS
    A SUS AMIGOS". La podrá encontrar en esta dirección:

    http://www.ensayistas.org/antologia/XVI/guevara/epistola46.htm

    ResponderEliminar

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, unánimemente tenido en la ciudad por «cumplido ...