Ando intensamente dedicado a la escritura de un ensayo que inicialmente iba a titularse "Sostener el mundo" y que ahora estoy tentado en titular "En busca del tiempo que vivimos". Estoy en ese momento feliz en que las horas pasan volando porque las ideas fluyen y todo parece coherente, claro, profundo, riguroso...
Por reiterada experiencia sé que después, cuando lea lo escrito, me parecerá que no hay una línea que merezca la pena y tendré que dejarlo unas semanas en un cajón para que repose y mi cabeza atienda a otras cosas.
Pasado el tiempo que considere oportuno, le echaré otra mirada con más calma y entonces, con más objetividad, descubriré que este capítulo debe estar en otro sitio, ese punto está mal explicado, ese otro necesita un mayor desarrollo, esas diez páginas sobran...
Se lo llevaré al editor dudando de si no me estaré precipitando.
Se publicará finalmente y me lleegará a csa un paquete y al abrir el primer libro, entusiasmado, lo primero que veré será un gazapo: una falta de ortografía, un lapsus calami, una referencia mal citada... y concluiré que, efectivamente, debería haber esperado.
Hasta que comienzan a llegarme mensaje de amigos a los que admiro dándome su opinión. Y entonces respiraré, decidiré creerlos y comenzaré a darle vueltas al próximo.
La suerte es tener quien te publique. Un beso
ResponderEliminarNo es suerte: es mérito.
EliminarTal como lo describe parece una suerte de eterno retorno... Ánimo y enhorabuena por tanta ilusión
ResponderEliminarGracias por sus escritos. De todo corazón...
ResponderEliminarJosé
Bioy Casares: "¿Para qué publicamos?".
ResponderEliminarBorges: "Publicamos para dejar de corregir nuestros borradores".
Qué bueno.
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