¿Por qué me resulta tan agotador acompañar a mi mujer a comprar, especialmente si se trata de un centro comercial o, sobre todo de Ikea? A Dios pongo por testigo que intento hacerlo bien, portarme como un hombre adulto y sereno que sabe tratar con su señora en tono dialogal sobre el color adecuado de la manta para la cama del nieto o sobre si es mejor este bol de cristal con un borde azulado que este otro con un fondo anaranjado. No lo logro, pero diré, en mi descargo, que nunca acierto con la respuesta adecuada. "¿A o B?", me pregunta mi mujer. "A", digo yo esperando acertar. "¿Cómo puedes decir A si a la legua se ve que es mucho mejor B?" Pero lo que me deja vaciado de mí mismo es el cansancio. Un kilómetro en una gran superficie equivale, psicológicamente, a un par de maratones. A los diez minutos ya parece que llevas arrastrando cada una de las cosas que no has comprado.
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lunes, 18 de octubre de 2021
De compras con la señora
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Los sueños rotos
I II He cocinado rabo de toro a la cordobesa. Creo que no les diré a mis nietos qué carne es... al menos hasta saber si les gusta. Cuatro g...
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ResponderEliminarYo soy mujer y me siento como vosotros cuando entro en IKEA con mis hijas.
ResponderEliminarYo soy mujer y tampoco lo aguanto. Un beso
ResponderEliminarFui una vez a Ikea y me propuse no volver más. De momento lo he logrado. Pero dejando Ikea de lado, me sucede lo mismo con mi mujer. No acierto ni una. Y lo bueno es que lo que ella elige es, sin duda, mejor que lo que yo hubiese elegido. Resumiendo: me rindo.
ResponderEliminarYo te creo, hermano
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