Buscar este blog

miércoles, 20 de octubre de 2021

Conversadores

Ayer se presentó en el casino de El Masnou el Club Conservador, que quiere ser un club conversador de política y literatura. Para el acto inaugural me invitaron a decir alguna cosa solemne y comprensible. Critiqué a los conservadores que son tan celosos de conservar lo suyo que se olvidan de la importancia de conservar lo común; defendí que es el mismo derecho de propiedad el que legitima la huelga de los obreros y divagué sobre lo que me pareció adecuado al momento. Pero no es esto lo que guardaré en mi memoria. Lo que me impactó fue el pequeño diálogo que mantuve al final con un asistente de unos 50 años:

- Mi argumento para ser conservador -me comenzó diciendo- no tiene nada que ver con ninguno de los que ha dicho usted.

- ¿Y cuál es su argumento? -le pregunté, muy interesado en su respuesta.

- ¡El amor a la belleza! -mo soltó inmediatamente.

- ¿Ha leído usted a Scruton? -le volví a preguntar, pedante de mí.

- ¿Y quién es ese? -me respondió. 

Y me rendí de admiración.

2 comentarios:

  1. Yo tampoco conocía Scruton antes de leerlo a usted aunque reconozco que como liberal no entendía a los conservadores.

    ResponderEliminar
  2. Aun quedan esclavos matemáticos...

    ResponderEliminar

Las águilas no cazan moscas

 I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...