He pasado unos días muy a gusto en Sevilla y Cádiz, capitales de la España leve, y no por eso menos profunda; porque es esta una España que lleva la profundidad a flor de piel.
En Sevilla me alojaron en un hotel cómodo y funcional, que daba al Guadalquivir, justo en frente del puente de Triana, y de su mercado, uno de los lugares en los que mejor se come de España. Les aseguro que unas humildes zanahorias aliñadas son aquí un manjar exquisito, propio de una cultura que ha ido recogiendo con cuidado lo mejor de su heterogénea historia culinaria. A la izquierda tenía la mágica plaza de toros de la Maestranza y más allá la Torre del Oro, con sus misterios.
Hablé y me acogieron, me dieron de comer, de cenar, de desayunar, y di un largo paseo con mi hermano, Javier Sánchez Menéndez, poeta sevillano (valga la redundancia) de los que son capaces de hacer poesía con su escucha atenta. Con él siempre tengo motivos cordiales para recoger el hilo de lo que decíamos ayer. El sol templó las compañías y todo estuvo bien, alegre, sereno, entrañable. Me quedo con las caras alegres que me dieron la bienvenida a su mundo, que ya es un poco también el mío. Estoy seguro de que nos volveremos a ver.
De Sevilla a Cádiz, donde me esperaban 200 inspectores de educación para que les hablara de la lectura; profesionales serios, preocupados por lo que hacen, que aman la profesión, y que se sienten, con razón, el rompeolas de la educación española.
Cádiz se te queda adherido a la memoria, especialmente si te alojan en la plaza de San Francisco y te llevan a cenar al Casino. Cada detalle vivido ocupa su lugar en el espacio de los recuerdos buenos. Visité librerías de viejo, comí en el mercado (santuario gastronómico que no se queda atrás del de Triana), me encontré con otro poeta andaluz, Tomás Rodríguez Reyes y con Paula Fernández de Bobadilla, que me invitó a las bodegas de Jerez, pero yo estaba ya sin fuerzas. No tuve fuerzas ni para visitar a una queridísima amiga, Nacha Juanarena, compañera de estudios, allá en la Pamplona de finales de los 70. No me quedaban fuerzas, pero estaba lleno de entusiasmo y de cansancio feliz por los largos paseos de la madrugada y del atardecer.
Estando en Cádiz salió mi última colaboración en El locutori.
Buenos días, pues mira qué casualidad. Yo tengo dos Patrias Chicas: Sevilla y Cádiz. Tengo dos blogs, que te dejaré los enlaces, en ambos tengo dedicadad una etiqueta dedicada a la Tacita de Plata:
ResponderEliminarCÁDIZ: QUERIDOS RECUERDOS.
https://franconetti-aula-abierta.blogspot.com
https://ginesfranconettihavuelto.blogspot.com
Por si te apetece curiosear.
Enhorabuena por tu blog, al que sigo desde hace tiempo.
Amistosamente.