domingo, 31 de octubre de 2021

Otoño



Ayer fue, de verdad, el primer día otoñal, que no de otoño. Durante la noche llovió con ganas y  ráfagas de furia intermitente azotaron las perdianas y dejaron las calles alfombradas de hojas de plátano amarillentas y cansadas. El otoño siempre es igual y nada hay más trivial ni más mecánico que una hoja caída a finales de octubre. Sin embargo, cada año la sensación, al repetirse, te asalta con la misma evocación melancólica. Ya no se siente el rumor germinal de la tierra, sino su cansancio, y en cada detalle de ese cansancio uno, a poco que se descuide, se encuentra preso de metáforas de la caducidad. Hay, sin embargo, algo nuevo en los últimos años: la inseguridad creciente de los pasos del viejo, que ve en cada hoja caída más un peligro para un resbalón que un aviso de la existencia sobre los ocasos inevitables. El anochecer tuvo el punto dramático que le pedía el día y allá a lo lejos, como hojas provisionalmente prendidas a los árboles, cientos de miles de seres humanos vivían su titilante vida.

12 comentarios:

  1. El otoño de la vida siempre sigue el mismo camino. Un beso

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  2. Supongo que habrà visto esto:

    "Las cinco identidades de Ramón Mercader, el asesino perfecto"

    https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20211030/7820888/cinco-identidades-ramon-mercader-asesino-perfecto.html

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    1. Lamentablemente no soy suscriptor de LV y no puedo leerlo. En los próximos días aparecerá un largo artículo mío en El País sobre Ramón Mercader con mis últimos descubrimientos, que modifican sustancialmente las visiones communes de lo sucedido.

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    2. Yo tampoco lo soy y puedo leerlo (quizas por vivir en Francia). Se lo copio mas abajo. En el articulo hay estas fotos (que puedo enviarle por mail si le interesan):

      -Ramón Mercader, en un hospital de Ciudad de México después de su arresto (Enrique Diaz/Galerie Bilderwelt/Getty Images)
      -Ficha policial de un joven Ramón Mercader (Terceros)
      -León Trotski, en el centro, con unos admiradores en México poco antes de su asesinato (Archivo)
      -Mercader a principios de los cincuenta, cuando aún estaba preso en México y se desveló que ni se llamaba -Mornard ni Jacson, sino que era un comunista de origen catalán. (Propias)
      -Caridad del Río, madre de Ramón Mercader. (Propias)
      -Ramón Mercader del Río, junto a su mujer e hijo. (Propias)

      (Escribo con un viejo ordenador francés con el que es muy complicado poner todos los acentos espagnoles - y buscar la egne).



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  4. (1-3)
    Espía inquebrantable
    Las cinco identidades de Ramón Mercader, el asesino perfecto

    El hombre que eliminó a Trotski, Ramón Mercader, era una máquina entrenada para matar. Y también para ocultar al mundo su verdadera identidad pese a los interrogatorios

    Abril Phillips
    30/10/2021

    “Esta vez... han... tenido éxito”, le dijo León Trotski a uno de sus guardaespaldas después de recibir un golpe en la cabeza con un piolet de alpinismo, que lo acabaría matando un día más tarde, el 21 de agosto de 1940, en Coyoacán, Ciudad de México. Así lo relata Michael Burleigh en su libro Day of the assassins. A history of political murder (Picador, 2021).

    El encargado de concluir la misión, tras los intentos fallidos de otros agentes de los servicios secretos soviéticos, era un espía del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) que se había hecho pasar por un canadiense llamado Frank Jacson. Pero ese no era su verdadero nombre ni el único que había usado hasta ese momento.

    “Era extremadamente inteligente y muy profesional”, explica Burleigh a Historia y Vida. Tal como relata el autor e historiador, después de haber golpeado a Trotski, el espía fue enviado a prisión, donde las autoridades mexicanas le sometieron a largos interrogatorios. “Era como un robot. Le hicieron muchas pruebas psicométricas, le vendaban los ojos o lo ponían en una habitación oscura y le pedían que moviera sus manos sobre diferentes objetos para luego dibujarlos, o que ensamblara un rifle desarmado. Y lo hacía perfectamente. Tenía muy buenos reflejos”, explica el autor.

    “Lo entrevistaron durante seis horas al día, seis días a la semana durante seis meses. Pero los criminólogos y psicólogos nunca llegaron más allá de su segunda identidad como playboy belga. Había otras tres identidades anteriores que nunca llegaron a conocer, incluyendo la verdadera, que era la de Ramón Mercader”, asegura Burleigh, que agrega: “Tiene que haber estado muy comprometido con lo que hizo. Cumplió veinte años de prisión”.

    Antes del personaje del canadiense Frank Jacson, Mercader había asumido la identidad del supuesto hijo de un diplomático belga y periodista deportivo, Jacques Mornard van den Dresched. De buen vestir y mucho dinero, en 1938 Jacques Mornard conoció y conquistó en la reunión en París de la Cuarta Internacional –la organización creada por Trotski en oposición al estalinismo– a un personaje que le serviría de llave maestra para infiltrarse en el círculo íntimo del revolucionario ruso: una trabajadora social neoyorquina de 28 años llamada Sylvie Ageloff.

    Nada en ese encuentro fue casual. Según explica Burleigh en su libro, el cruce de caminos entre Sylvie y su futuro amor fue seguido minuciosamente por los servicios secretos soviéticos. Después del encuentro, Jacques Mornard se encargó de ocupar rápidamente un lugar importante en la vida de la joven.

    Cuando Sylvie se quedó sin dinero, él le ofreció una suma considerable para que escribiera artículos de psicología en una revista llamada Argus, que era tan falsa como su nombre. Más adelante, cuando ella regresó a Nueva York, Mornard apareció de pronto para ofrecerle paseos por la ciudad.

    Aunque ella recordaría haberle oído decir que nunca antes había visitado la Gran Manzana, no fue suficiente para poner en peligro la tapadera del espía a ojos de su enamorada. Tampoco lo fue el hecho de que cambiara repentinamente su identidad para hacerse pasar por el canadiense Frank Jacson. La excusa, que Sylvie aceptó, era que lo había hecho para evitar el servicio militar obligatorio belga. No solo dio por válida esta explicación, sino que también lo acompañó en su viaje a México, e incluso se convirtió en la nueva secretaria de Trotski bajo su sugerencia.

    El nuevo nombre de Mercader no levantó las sospechas de nadie, a pesar de que había motivos suficientes para ello. “Él viaja a México con un pasaporte que decía Frank Jacson. Curiosamente, el agente del NKVD que falsificó el pasaporte escribió mal el apellido, puso Jacson sin la ‘k’. Pero nadie se dio cuenta”, dice Burleigh a Historia y Vida.

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  5. (2-3)
    Según recopila el autor, Sylvie le gritaría histérica a uno de los guardaespaldas de Trotski: “¡Mátalo! ¡Mátalo!”, al enterarse de que Mercader no era quien había dicho ser y que había asesinado a su jefe. Pero Sylvie no había sido la única engañada. “Él se metió en el círculo íntimo de Trotski, que no era fácil, porque estaba muy bien vigilado”, apunta Burleigh. “Le dedicó mucho tiempo. En primer lugar, consiguiendo una novia, que después se convirtió en la secretaria. Luego haría cosas como llevar a la mujer de Trotski de compras o conocer a los guardaespaldas y policías que estaban en la puerta de la casa”.

    Una vez en prisión, Mercader también logró manipular durante largo tiempo al equipo de psicólogos profesionales que lo examinó. “Como un buen espía, se mantuvo lo más cerca posible de la verdad. No decía mentiras descaradas. Por ejemplo, cuando describía su relación con su madre, Caridad Mercader, que también era espía del NKVD, en realidad estaba describiendo su verdadera relación con ella, pero sin dar su nombre”, asegura el autor, que añade que “también hablaba de su vida o de sus sueños reales, pero despojados de cualquier cosa que pudiera ayudar a identificarlo. Mantuvo esto durante unos diez años, en los que nadie supo quién era realmente”.

    Un episodio fortuito, en 1950, permitió que las autoridades mexicanas dieran con el verdadero nombre del asesino de Trotski. “Fue una especie de coincidencia. Uno de los criminólogos mexicanos visitó España, entró en una comisaría con una foto de este hombre y preguntó si alguna vez lo habían visto”, dice Burleigh. Al corroborar que las huellas dactilares y fotografías policiales de Jacques Mornard coincidían con las de Ramón Mercader, pudo revelarse su verdadera identidad.

    Según asegura Eduard Puigventós López en su libro Ramón Mercader, el hombre del piolet. Biografía del asesino de Trotsky (Now Books, 2015), esas huellas fueron tomadas quince años antes, en junio de 1935, cuando Mercader fue detenido junto a otros diecisiete jóvenes en el bar donde realizaban las reuniones clandestinas de las Juventudes Comunistas en Barcelona.

    “La ficha policial que le hicieron y que fue conservada por la Dirección General de la Policía en Madrid fue sumamente importante posteriormente, ya que las autoridades mexicanas, una vez encarcelado en aquel país, no tuvieron certeza realmente de quién era aquel reo hasta que no consiguieron contrastar su fotografía y sus huellas dactilares con las conservadas en esta ficha”, apunta el autor.

    El joven de 22 años y 1,80 m de estatura había sido detenido por comunista. Para ese entonces, aclara Puigventós, “había iniciado ya la actividad clandestina que, a partir de 1937, no abandonaría prácticamente durante el resto de su vida”. Su nombre completo era Ramón Mercader del Río. Había nacido el 7 de febrero de 1913 en Barcelona y fue criado por una familia burguesa, religiosa y conservadora. La familia de su padre, Pau Mercader Marina, tenía una empresa importante con varias fábricas en la ciudad, y su madre, Caridad del Río Hernández, venía de una familia aristocrática de Cuba.

    Sin embargo, la situación económica de la familia cambiaría drásticamente cuando el hermano mayor de Pau Mercader fundió los bienes familiares y se vieron obligados a mudarse al barrio Gótico, cerca de la basílica de la Merced. El contacto con la llamada “Barcelona canalla” despertaría en la madre de Ramón simpatías por grupos anarquistas. Caridad pasó de haber estado internada en grandes escuelas de Barcelona, París y Brighton, donde aprendió a hablar en catalán, inglés y francés, y de codearse con la alta burguesía, a relacionarse con los grupos más marginados de la sociedad.

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  6. (3-3)
    El cambio de vida de la familia tuvo un impacto negativo en la relación de los padres de Ramón Mercader, que terminó de deteriorarse por completo cuando su madre tomó a sus cinco hijos y huyó a Francia en 1925. Primero se instalaron en Dax, cerca de Bayona, en el País Vasco francés, y luego en Toulouse. Hacia 1928, la adicción a las drogas y los intentos de suicidio de Caridad hicieron que Pau viajara a Francia a buscar a sus hijos. Ramón, junto a otro de sus hermanos, fue ingresado en una escuela de hostelería en Toulouse. Caridad se mudó a París, donde mantuvo los primeros contactos con el Partido Comunista, al que terminó afiliándose. No volvió a Cataluña hasta 1935.

    Tal como recopila Puigventós, al regresar a Barcelona, Ramón vivió un tiempo con su padre y trabajó en el hotel Ritz, avalado por sus estudios, modales e idiomas. En esta biografía se recuperan otros elementos de su vida. Por ejemplo, que era muy fuerte físicamente. “Dicen que era capaz de doblar una moneda de cobre con tres dedos”, apunta el autor. También que era un joven elegante y algo presumido, aunque no mujeriego.

    “Era un hombre muy estricto también en lo sexual. Nunca le he conocido amigas frívolas, aventuras o cosas así. No creo, por ejemplo, que haya estado nunca en un prostíbulo. Era una persona de un puritanismo comunista exacerbado”, aseguraba su hermano Luis Mercader en sus memorias.

    Ese fanatismo comunista, ya claramente definido hacia 1930, era tal que descartaba, por ejemplo, la sardana o cualquier baile en general por considerarlo burgués, según afirma Puigventós. Tampoco pudo seguir la carrera militar, como era su deseo, por su afiliación política, lo que le resultó especialmente doloroso. Por su parte, Caridad, nada más regresar en 1935, se afilió al Partido Comunista en Cataluña y a la Unión de Mujeres Antifascistas.

    Durante los años de la Segunda República, Mercader forjó su identidad y conciencia política dentro de las Juventudes Comunistas. “Para cuando llega 1936, tiene las ideas claras, sabe de qué lado está. Ha roto lazos con la familia, tiene una participación decidida en la vida política del país. Sus amistades están en la órbita del partido y de los grupos comunistas, algo que lo hará también más fanático, e incluso diríamos que sectario”, apunta Puigventós.

    La Guerra Civil sería un punto de inflexión en su vida y un paso decisivo en su militancia. “Ramón Mercader era, en 1936, un comunista de los pies a la cabeza, que confiaba ciegamente en la dirección del partido y las directrices que llegaban desde la Unión Soviética”, asegura el autor.

    Esa convicción se traduciría en una participación muy activa en los combates contra las fuerzas franquistas, no solo por parte de Ramón, sino también de su madre y sus hermanos (el mayor de ellos murió al arrojarse bajo un tanque para detonar granadas). Fue durante este período cuando Ramón y Caridad se incorporaron al NKVD.

    Son justamente los años previos a que asumiera la tarea de asesinar a Trotski los que llevan a Michael Burleigh a pensar que el espía llegó a tener más que las tres identidades que se le conocieron. “Estaba trabajando como un asesino antes de emprender esta misión. Creo que estuvo matando gente en otros lugares de Europa después de salir de España, es un asesino profesional y su madre también lo era. Hay todo tipo de cosas inexplicables, como que simplemente desaparece durante un año, en el que puede haber estado o no en Francia, Bélgica o en otro lugar. Y piensas, ¿qué estaba haciendo?”, se pregunta el autor.

    En este sentido, asegura que “podría haber tenido otras dos identidades ocultas o incluso más, cualquier número de ellas. Los soviéticos tenían agentes durmientes en todas partes, hombres muy bien entrenados. Tenían habilidades increíbles para aprender idiomas y adoptar otros roles. Los enviaban por todo el mundo y podían convertirse en otra persona. Eran muy buenos en asumir otra identidad. Él era completamente hermético, nadie fue capaz de atravesarlo”.

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  7. (4-4)
    Para el autor, los agentes del NKVD como Ramón Mercader eran una especie de máquinas asesinas. “Cuando escribí ese libro, pensé en qué asesinos son los que menos me gustaría que me persiguieran, porque el asesinato es como una forma de caza. Los que están al principio de mi lista son los agentes del NKVD. Porque los de la CIA cometerían demasiados errores, son básicamente incompetentes. Pero si fueran los del NKVD, sería muy aterrador. Te atraparían”, concluye.

    https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20211030/7820888/cinco-identidades-ramon-mercader-asesino-perfecto.html

    (Los comentarios estando limitados aqui a 4096 signos, he tenido que dividir el texto, calculando mal el numero de partes, que finalmente no son 3 sino 4).

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  8. Muchas gracias. Veo que no dice nada nuevo. Aprecio mmucho el trabajo de Puigventós, que es un historiador riguroso, pero como se verá, mis datos desmontan buena parte de lo que aquí se dice.

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  9. Esperemos entonces el articulo de El Pais.

    Imagino que conoce usted la bibliografia de la Wikipedia francesa sobre Ramon Mercader:

    Bibliographie

    Dans son essai, Jean-Pax Méfret consacre un long chapitre à l’assassinat de Trotski par Mercader : Douze assassinats qui ont changé l’Histoire, Jean-Pax Méfret Ramon Mercader sur Google Livres.
    Le blog dissident cubain Polémica Cubana a publié en janvier 2014 un long entretien avec Luis Mercader, le jeune frère de Ramon intitulé « Ramon Mercader, assassin de Trotsky, fort mal récompensé ». Outre l’ingratitude de l’URSS à l'égard de son frère, il évoque l'ensemble de son parcours, par exemple le contexte politique dans lequel il a assassiné Trotski, notamment les affrontements armés entre trotskistes et communistes pendant la guerre d’Espagne. http://www.polemicacubana.fr/?p=9901 [archive].
    Un documentaire espagnol sur ce personnage a été réalisé en 19967.
    Pierre Broué, Trotsky, Fayard, Paris, 1988, 1105 p. (ISBN 2-213-02212-7).
    Pierre Broué, L'assassinat de Trotsky, Éditions complexes, 1980. (ISBN 2-87027-056-9).
    Pavel & Anatoli Soudoplatov, Missions spéciales : Mémoires du maître-espion soviétique Pavel Soudoplatov, autobiographie, éditions du Seuil, Paris, 1994, (ISBN 2-02-021845-3).

    https://fr.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Mercader

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    1. Sí, la conozco. Gracias. A Luis Mercader lo traté personalmente.

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