Lo único que tengo que decir es que los albañiles llevan un día en casa y ya comienzo a echar en falta la cuarentena y cierra España. Por ahí afuera el gobierno sigue teniendo ideas, cosa que me preocupa cada vez más. Ahora, mientras unos estudian poner horarios para las salidas de casa, otros lanzan la idea de socializar el ahorro.
Escribe Samuel Richardson que "todos estamos perfectamente preparados para creer en lo que nos gusta". Ese, sospecho yo, es el mal del gobierno, puesto que parece tener un paladar muy caprichoso y voluble.
Añadido a las 10:59:
Tenía que haber previsto que mi amiga B. me podría ver; tendría que haberme puesto más elegante; pero la cuarentena te deja un tanto desmadejado e indolente:
Desmadejado e indolente no sé...Pero es como si le quisiese salir un vacilar - un vacilar de vacilón - que en las condiciones actuales suele ser síntoma de una "higiene mental" muy saludable.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con lo que dice de las Apas de la Pública y , a propósito de las múltiples anécdotas de Mao, a mí una que me gusta mucho es lo que le pasó a Jacques Vergès que lo visitaba en compañía de Djamila Bohuired para exponerle sus proyectos sobre "Révolution africaine": Mao no decía nada y dejaba hablar a Vergès que hacía frecuentes pausas invitando a Mao a decir algo, pero este continuaba con los labios sellados, la situación empezaba a ser un poco extraña y Vergés enmudeció. Tras un silencio que le pareció eterno Mao dijo : "Y ustedes dos, ¿cuándo se casan ?". Y eso fue todo.
Magnífica anécdota, me la apunto.
EliminarY sí, reconozco que a veces tengo que hacer esfuerzos para no dejarme llevar por la tentación de la aprodia.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAPOSTILLAS A UN VÍDEO DE GREGORIO LURI
ResponderEliminar"la mayoría de los hombres lee más con su ‘imaginación’ que con una atención libre de prejuicios"
ResponderEliminarLee y escucha
Es inevitable. Uno lo descubre con el primer artículo que escribe o con la primera conferencia que da. Siempre está ahí esa mano que se alza para preguntarte por qué has dicho que x es blanco, aunque en realidad te has pasado quince minutos intentando explicar que x no es blanco. Llega un momento que esto te divierte bastante.
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