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miércoles, 1 de abril de 2020

Días de coronavirus. 34. Compras.

A media mañana he salido a comprar. Lloviznaba, pero no me apetecía coger el paraguas. Estaba deseando mojarme. El recorrido ha sido corto: La panadería, la frutería, el supermercado. Pero qué satisfacción, poder andar, dar un paso tras otro sin tener que estar topando con paredes, sentirme a mí mismo lejos de sillas y sofás, sensualmente satisfecho, acogiendo con alegría la presencia del  hermano viento en mi cara, redescubriendo la gozada que es tener dos piernas articuladas en tobillos, rodillas y femorales y comprobar que todo funciona como en un día de estreno. La vida activa es la vida en actividad. Casi me parecía sentir mi propia sangre deslizándose satisfecha como un torrente por cada una de mis venas y explayándose por mis músculos.

Pero se ha acabado y el vuelto a los viajes alrededor de mi casa.

Estos días se están hablando mucho del Viaje alrededor de mi cuarto que escribió el hermano de Joseph de Maistre, Xavier, mientras penaba un arresto domiciliario de 42 día por haber participado en un duelo.

Como si quisiera vengarse de los jueces, Xavier escribe con cierta altanería: "Me han prohibido ir y venir por la ciudad, pero me han dejado el universo entero; la inmensidad y la eternidad están a mis órdenes."

No hay duda de que Xavier tiene un vasto mundo interior que le permite recorrerlo sin cansarse, y una imaginación feraz que le ayuda a poblarlo con mil fantasías: "Nada, creo, más atractivo que seguir el rastro de las ideas, cual cazador que persigue a la presa sin atender ruta fija." 

Cuando finalmente recupera la libertad siente que el mundo exterior le sabe a poco, que las calles son mucho más estrechas que su alma y se lamenta porque la sujeción a los negocios le hará imposible volver a disfrutar de la libertad espiritual de su celda.

No es mi caso. A mí me gustan las calles, las tiendas, las plazas, las fachadas, los parterres, los coches aparcados, las personas con las que me encuentro y a las que no me atrevo a saludar muy de cerca, me gusta sentir que camino para afirmarme a mí mismo caminando y que mi cuerpo sigue vivo mientras voy a comprar pan.

He vuelto a casa con el bolso de la compra repleto, mojado y feliz.

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