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jueves, 30 de abril de 2020

Días de coronavirus, 66. Contacto.

En The Atlantic se preguntan si el contacto físico humano es necesario. Para los mediterráneos, sin duda, es imprescindible. ¿Habrá que ir aprendiendo a dejar de ser mediterráneo? ¿Pero para qué salir a la calle si tenemos que ir por ahí con cara de desconfianza? ¿Sólo para que nos dé el aire y hacer ejercicio?

Me siguen preguntando por el mundo pos-coronavirico. Me molesta muchísimo esta pregunta. ¡Y yo qué sé! ¡Si aún no estamos seguros de comprender el mundo coronavírico, cómo vamos a saber qué habrá después de él! Mi tendencia espontánea es decir que no aprenderemos nada. Pero lo digo intentando ser optimista, ya que, vistas las cosas que algunos nos dicen que habrá que cambiar...

¿Qué hemos aprendido del mundo pre-coronavírico? ¿Qué hemos aprendido del cosmopolitismo, del fin de las naciones, del poshumanismo, del mundo multipolar, de la pospolítica, de las guerras identitarias, etc.? Pues no mucho, porque cuando llegó el virus, nadie quiso tratarlo como un enemigo común y corrimos a protegernos todos detrás de nuestras fronteras nacionales, a ver quién las tenía más inexpugnables. No parece que haya habido mucha coordinación internacional ni tan siquiera en la UE. Nos costará admitirlo a los europeos, pero, cuando despertemos, la nación seguirá ahí.

miércoles, 29 de abril de 2020

Días de coronavirus, 65. Nueva normalidad.

No recuerdo qué actor era el que decía que "como fuera de casa, en ningún sitio". No es mi caso, aunque echo mucho en falta mi terraza del Petit Café, pero, por lo que veo, no son pocos los que por muy grande que sea su hogar, a los cuatro días del confinamiento comenzaron a sentirse como personas sin techo, "homeless".

"Aquel que quisiera aprender a volar", dice Zaratustra, "debe primero aprender a caminar y a correr". El gobierno parece haber seguido las instrucciones de Nietzsche para llevarnos al tiempo prometido de "la nueva normalidad". 

Ya hay fechas para imaginar el futuro. Parece que el 11 de mayo se reabrirán las terrazas y que a finales de junio se podrá ir a la playa. En la repetición cotidiana de lo mismo no había futuro, sino un presente indefinido. 

Me entero de que la mortalitad per covid-19 es más del doble en hombres que en mujeres. Siempre he sostenido que el masculino es el sexo débil. 

Acabo de leer un artículo en The New Yorker que me ha provocado una especial desazón. Este es su titular: "Deaf-Blind People Fear That Doctors Won’t Save Them from the Coronavirus". Por lo visto, los americanos ciegos y sordos están siendo olvidados en la pandemia.

Walter Mehring, La biblioteca perdida (Die verlorene Bibliothek): “Cervantes no me abandonaba nunca. Era para mí el primero de los socorros, un bálsamo consolador capaz de sanar todas las locuras que herían mi corazón". 

Mail de B.: "Ce matin, je suis passée place des Vosges en allant faire mes courses. Je n’ai pu résister à l’envie de faire une photo de cette galerie actuellement déserte et morte. C’est à l’endroit où nous nous sommes arrêtés et où je vous ai parlé de Victor Hugo et de DSK (page 193 de El Cielo... ). Votre légère ironie au sujet de cette conversation me fait sourire, rétrospectivement".

Hay también pequeñas pero entrañables utopías en el pasado, que hemos decidido dejar atrás como fortalezas sin conquistar, para que nuestro avance en el tiempo no nos haga insensibles a sus incursiones melancólicas por la retaguardia.

martes, 28 de abril de 2020

Días de coronavirus, 64. Gobierno

Lo único que tengo que decir es que los albañiles llevan un día en casa y ya comienzo a echar en falta la cuarentena y cierra España. Por ahí afuera el gobierno sigue teniendo ideas, cosa que me preocupa cada vez más. Ahora, mientras unos estudian poner horarios para las salidas de casa, otros lanzan la idea de socializar el ahorro.

Escribe Samuel Richardson que "todos estamos perfectamente preparados para creer en lo que nos gusta". Ese, sospecho yo, es el mal del gobierno, puesto que parece tener un paladar muy caprichoso y voluble.


Añadido a las 10:59:

Tenía que haber previsto que mi amiga B. me podría ver; tendría que haberme puesto más elegante; pero la cuarentena te deja un tanto desmadejado e indolente:


lunes, 27 de abril de 2020

Días de coronavirus, 63. Albañiles.

"El secreto de la felicidad es encarar el hecho de que el mundo es horrible, horible, horrible", dejó dicho el horrible Bertrand Russell, una depredador afectivo que allá por donde pasaba no dejaba más que corazones calcinados y cenizas (en Alan Wood, Bertrand Russell, the Passionate Sceptic). 

En realidad, el mundo es tal como a uno le va y la manera de como a uno le va algo depende de su voluntad de encontrar belleza incluso entre los escombros. 

Ayer fue un día hermoso, con un sol radiante, cielos altos, la primavera explotando y niños por las calles. Mi impresión es que la gente sabe lo que se juega, aunque no todos con la misma claridad. Mi nieto Gabriel vino a visitarnos y nos encontramos, a la debida distancia, en la calle.

Mi mujer y yo nos pasamos la tarde limpiando a fondo. Alguien dijo que uno no sabe lo que tiene hasta que no se empeña en limpiar a fondo. Pues eso... Pero estábamos obligados a hacerlo porque hoy, lunes, nos venían albañiles a casa -¡ya están aquí!-, que es una de esas cosas que, cuando han de hacerse porque no hay otro remedio, te animan a ver a Bertrand Russell como un paladín de la moderación. Curiosamente, esta mañana me he despertado con la conciencia clarísima de lo que estaba soñando: me había olvidado de hacer un mapa de Inglaterra que la profesora de inglés de la escuela nos había mandado de deberes. Nunca tuve una profesora de inglés en la escuela, pero sí he tenido albañiles en casa. A veces -aunque muy de cuando en cuando-  sueño también que me llega una carta de la facultad diciendo que me falta un examen para que tengan validez mis títulos. Me imagino que son así los sueños de pobre.

Teniendo albañiles en casa es imposible no creer en el desconfinamiento.

10:18: Añado, tras venir de hacer la compra:

¿No os parece que hay demasiada gente esperando, expectante, encontrar en el comportamiento ajeno motivos para escandalizarse, como si creyeran que son tanto más morales cuanto más reniegan? Y cuando no encuentran en la superficie lo que buscan, escarban.

Al escribir "escarbar" he pensado en una moral de mondadientes.



Se me puede objetar que esta actitud es tan antigua como la misma vida en común, pero yo creo que las beatas de antes eran más honestas, porque sabían muy bien que eran las beatas del pueblo. La historia de los últimos 50 años podría explicarse como la de la metamorfosis de las beatas.

domingo, 26 de abril de 2020

Días de coronavirus. 62. ¿Expertos?

Vivimos entre la desesperanza de la verdad y el miedo a la desinformación. La verdad puede ser políticamente malsana si desmoraliza  y políticamente desmoralizadora si es malsana. Por eso los pueblos en las situaciones dramáticas necesitan a personas a quienes perdonarles que les digan verdades valientes, aunque sean verdades a medias. Nosotros no tenemos esas personas. Por la televisión, la mayoría de nuestros políticos o llevan trajes que les vienen demasiado grandes o tienen caras tan duras que les cubren las espaldas o, simplemente, se dedican a tocar la lira mientras Roma arde. ¡Qué de tonterías estamos oyendo!

Los expertos se merecen nuestra confianza cuando lo son realmente y en relación a aquello en lo que son expertos. El sitio de un cocinero experto es la cocina, no necesariamente un quirófano. Pero en la actual necesidad que tienen nuestros políticos de no exponerse a la intemperie, sino blindarse tras la ciencia, hay implícito un mensaje de cobardía y desconfianza. Primero, porque parece que todos los supuestos expertos en el coronavirus son aprendices más o menos adelantados con opiniones que distan mucho de ser coincidentes. Segundo, porque si el consejo de los expertos debiera evitar que los políticos dijeran tonterías, con ello no hay suficiente para decir la palabra que la ciudadanía necesita, que es una palabra de confianza en que los líderes llevan el timón con rigor y firmeza. Tercero, porque los mismos que nos dicen que hay que confiar en los expertos, nos aseguran que la situación es muy fluida y que lo que es bueno hoy quizás no lo sea mañana. ¿Qué visión de la ciencia transmite esta metamorfosis permanente de la verdad?

En España estamos viendo que los medios ideológicamente afines al gobierno tienen depositada en su gestión una confianza que parece indefinida, y los medios críticos una desconfianza que parece también ilimitada. El gobierno, a mi parecer, no está intentando ganarse la confianza de los medios críticos con las herramientas que podrían permitírselo, las de la información. Lo peor es que da la sensación de que no las tiene. Es la falta de trasparencia lo que a mi, personalmente, más me inquieta. Mirando a Alemania, a Nueva Zelanda, a Corea del Sur o a Taiwán, tengo la sensación de que aquí hemos hecho algo muy mal. Sin embargo hay quien justifica al gobierno con el argumento de que ninguno de esos países está contabilizando con transparencia sus muertos.

No debiéramos olvidar nunca a nuestros 14.000 ancianos muertos. A alguien habrá que pedirle responsabilidades por esta tragedia. No debiéramos ni dormir tranquilos con esta cifra escandalosa sobre nuestras conciencias. ¿Qué país es el país que se muestra insensible ante este escándalo? ¿Qué políticos son aquellos que frente a este fracaso dramático se siguen blindando tras los expertos que no han sabido preverlo?

Y una cosa más:

sábado, 25 de abril de 2020

¿Merece la pena tener alma?

No solamente voy a contestar que sí a esta pregunta, sino que voy a defender que el humanismo (el humanismo no retórico) nació en Valladolid en 1550.

Días de coronavirus. 61. ¿Nueva normalidad?



No sólo Macron se ve obligado a jugar este papel. No sólo él venía a cambiar el  mundo y ahora tiene que atender las urgencias de la vida y de la muerte. No sólo él se ve obligado a reconocer que la realidad no está obligada a seguir el cauce que le marcan nuestros proyectos.

La prensa norteamericana habla de "la nueva normalidad". Vería yo más ajustado a los hechos hablar de la inesperada anormalidad. No creo que nos podamos acostumbrar a esto. Aunque dudo que podamos recuperar, al menos a corto plazo, lo perdido. La nueva normalidad es, en realidad, la incertidumbre. Parece evidente que no podemos pagar la factura económica que supondría hacer lo que debiéramos hacer para preservar la salud, pero no sabemos si podremos soportar la factura humana de no poder pagarla.

Toda nuestra confianza está puesta en la ciencia. Esperamos que se descubra pronto un tratamiento, una vacuna, algo que nos permita recuperar la abandonada previsibilidad de nuestras vidas. Es decir, ponemos nuestra fe en las elites cognitivas. Pero actuamos en nuestras instituciones educativas como si el conocimiento fuese una carga que no debiera molestar la estabilidad emocional de nuestros jóvenes.

Ayer fue el cumpleaños de mi nieto Gabriel. 6 años. Él, que siempre está hablando de "la familia", se queja de que "este mes de abril no me está gustando nada, nada". Mi mujer y yo fuimos a visitarlo por separado y a feliciarlo desde la calle, mientras él se asomaba al balcón de su casa. Eso sí, llevábamos un bolso de la compra, por si acaso...

Tres cosas más a las diez en punto.

1. En la panadería a la que voy habitualmente a comprar el pan me han hecho un café con leche. Mi deuda con ella no caducará jamás de los jamases. La felicidad puede ser un café con leche en un día luminoso de primavera. 

2. Un diálogo en plena calle:
- Se puede salir de casa tranquilamente porque no hay casi nadie en la calle.
- Pero no hay casi nadie en la calle porque los que se quedan en casa no piensan como tú.

3. En mi corto paseo de casa a la panadería y de la panadería a casa he visto dos puestos de venta de mascarillas. Uno, en una tienda de ropa de niño con la persiana a medio bajar; el otro, en un garaje. En los dos sitios había cola. Sensación de mercado gris oscuro.

viernes, 24 de abril de 2020

Días de coronavirus. 60. De Repubblica Ecclesiastica

I
En The Economist advierten de que hasta que haya una vacuna o un medicamento para combatir eficazmente el coronavirus, el resurgimiento de la epidemia será un peligro siempre latente. El problema es si es económicamente sostenible este estado de prevención de la latencia.

II
Tenemos un gobierno caricatural. Es cierto que, como decía Fraga, la política hace extraños compañeros de cama, pero uno no está preparado para ver ciertas cosas. Los comunistas, en el gobierno, ensalzan a Lenin. Los podemitas, en el gobierno, atacan a los jueces. Da la sensación de que comunistas y podemitas quieren estar a la vez en el gobierno y en la oposición, mientras los socialistas, en el gobierno, se empeñas en ser la oposición de la oposición. Cada día nos sorprenden con algo. La última sorpresa: la política populista de fijación de precios. Si obligas a vender mascarillas por debajo del precio de coste, el resultado es el mercado paralelo. 
III
 El populismo es la política a la que no le importa el hambre de mañana siempre que haya pan para hoy.

IV
Nuestros nietos contarán a sus nietos que un ser extraño, minúsculo e invisible, del que no se sabía si era o no un ser vivo, invadió las ciudades y dejó desiertas las calles y las carreteras, obligando a las familias a recluirse en sus casas porque el único procedimiento para luchar contra la invisibilidad del enemigo era evitarlo. La libertad se había vuelto un aliado del enemigo.

V
Una buena utopía para estos tiempos: "Unitatem in necessariis, in non necessariis libertatem, in omnibus caritatem”. - Marco Antonio de Diominis, De Repubblica Ecclesiastica (1617).

jueves, 23 de abril de 2020

Compañeros de viaje


Días de coronavirus.59. Lectura

Hoy no es el día del coronavirus, sino el día del libro, así que me voy a permitir celebrar la lectura recordando al que, posiblemente, fue su mayor apologista en el siglo pasado, Leo Strauss. Aquí tienen algunas de sus reflexiones.
 
I
“Los hombres irreflexivos son lectores descuidados y sólo los reflexivos son lectores atentos.”
La persecución y el arte de la escritura, 1941

II
“En un buen escrito cada parte, por ínfima que sea, es necesaria, y nada es superfluo.”
Sobre una nueva interpretación de la filosofía política de Platón, 1946
 
III
“Aun cuando fuera cierto que podemos entender a los clásicos mejor de lo que ellos se entendían a sí mismos, sólo podríamos estar seguros de nuestra superioridad tras entenderlos exactamente como ellos se entendían a sí mismos. De otro modo podríamos confundir la superioridad de nuestra noción de los clásicos con una superioridad respecto a los clásicos.”
Sobre la tiranía, 1948

IV
“Se aprende a escribir bien leyendo buenos libros”
¿Cómo estudiar el Tratado teológico-político de Spinoza? 1948

V
“Yo sugiero que el fin del hombre debe ser comprendido en primer lugar como perfección de la comprensión”
¿Progreso o retorno? 1952
VI
“Es en la superficie de las cosas, y allá solamente, donde se sitúan los problemas que están en el corazón de las cosas”.
Pensamientos sobre Maquiavelo, 1958
VII
“Platón sabía que la mayoría de los hombres lee más con su ‘imaginación’ que con una atención libre de prejuicios, y que por lo tanto obtienen más beneficio con mitos saludables que con la verdad desnuda.”
El liberalismo de la filosofía política clásica, 1959
VIII
“Hay cosas que sólo pueden ser vistas como lo que se son si son contempladas con una mirada desarmada”.
¿Qué es la filosofía política? 1959

IX
“La vida es demasiado corta para vivirla con algo más que con los grandes libros”
¿Qué es la educación liberal? 1961

X
“Creo que los mayores errores que hemos cometido siempre, incluyéndome, por supuesto, a mí mismo, es que no prestamos suficiente atención a lo obvio, a la superficie”.
La República, curso del otoño de 1961
 

XI
“Bajo la perspectiva moderna, al menos en ciertas escuelas, se cree que el método precede al conocimiento. Yo creo que el conocimiento es lo primero (...) no ha habido nunca un problema, una pregunta, que no haya ido precedida por el conocimiento”.
La República, curso del otoño de 1961

miércoles, 22 de abril de 2020

Días de coronavirus, 58. Uñas de gato

I
Abril -dice el refrán- tiene cara de beato y uñas de gato. Hay que reconocer que este abril anda asomando sus uñas de gato con cierto recochineo. Estos días de lluvia, este cielo cenizo, estas ráfagas de viento, están haciendo mucho más pesada la cuarentena, refuerzan la sensación de que ahí afuera todo es intemperie. 

II
Creo que era Fraga el que decía del gobierno de Felipe González que sólo acertaba cuando rectificaba. No sé si Fraga tenía razón. Sé que este es un gobierno de Diego y de digo al que le falta capacidad de liderazgo. Tenía poco sentido que pudieras sacar a pasear al perro por donde quisieras y que para sacar a pasear a tu hijo tuvieras que ir al supermercado. "Alucinante -se quejaba un padre en las redes-. Yo vivo en el campo: puedo sacar a mi perra al campo para que corra, se desahogue, salte y disfrute de la naturaleza....pero si "saco" a mis hijos pequeños es sólo para llevarlos al súper o a la farmacia".

III
Cuando escribí La imaginación conservadora no podía prever hasta qué punto iba avanzada la sustitución del animal político por el animal terapéutico. Recurriendo a un famoso dicho español, oímos a los gobernantes repetir que "la salud es lo primero". ¿Pero es lo primero con respecto a qué? ¿Estamos seguros que todo lo demás es secundario? No me imagino a Churchill diciéndoles a los británicos que "la salud es lo primero". Claro que quizás por eso perdió las elecciones frente a Attlee.

IV
¿Y de verdad la salud ha sido lo primero?

V
En vísperas del día del libro, me encuentro con este regalazo


VI
He cambiado de navegador y vuelvo a poder hacer comentarios.


martes, 21 de abril de 2020

Días de coronavirus, 57. Un domingo 'grisantemo'.

El domingo pasado estuvo todo el día lloviendo. Estos días desangelados, tristes, fríos, lluviosos, estos días ‘grisantemos’, deberían estar prohibidos en tiempos de cuarentenas. ¡Pero es que, además, al atardecer se fue la luz y no volvió hasta media noche! Asistimos, pues, con los brazos cruzados a la llegada de la oscuridad con una melancolía acentuada por las llamas de las velas y las sombras. Llovía, hacía frío y el barrio estaba sumido en un silencio denso y oscuro que parecía interminable. Incluso llegué a añorar las tardes de domingo de la normalidad.

¿Recuerdan aquella desazón anímica de las tardes del domingo?

En la Historia de la decadencia escribe Cioran que “la única función del amor es hacernos soportables las tardes de domingo, crueles e inconmensurables, que nos dejan heridas que nos hacen daño durante el resto de la semana, e incluso durante toda la eternidad". Escribe esto, claro, porque no conoció la añoranza de las tardes de domingo.

Georges Seurat intentó pintar la tarde del domingo y, inevitablemente, le salió un cuadro enorme que tardó en terminar tres años. Lo tituló Un dimanche après-midi à la Grande Jatte. Está habitado por figuras algo fantasmales que miran sin ver, salvo una mujer abrazada a un hombre indolente, indiferente a su afecto. Sospecho que abraza sin darse cuenta las sobras de un amor del sábado. Seurat creía estar fundando el neoimpresionismo y, en realidad, estaba anticipando esas tardes de domingo que ahora echamos en falta.


En aquellas tardes de domingo no es que estuviéramos tristes, simplemente nos compadecíamos de nosotros por nuestra falta de alegría. 

El domingo pasado me compadecía de mí mismo por la falta de tardes de domingo.

lunes, 20 de abril de 2020

Días de coronavirus, 56. Ingenieros del alma.

I
“Nuestro objetivo es la refundación total del ser humano”, declaró uno de los principales “ingenieros del alma” del siglo XX, León Trotsky (Literatura y revolución). Y ya saben lo que ocurrió: que él mismo sucumbió a este proyecto. 

II
El hombre es un ser con fallos de diseño. Y ahí está la clave de su grandeza y de su miseria. Estamos condenados o a intentar acabar lo que se quedó a medio hacer o a aprender a vivir tullidos. 

III
Cada país es un régimen de gestión de los propios fallos de diseño. Por eso en todo político hay latente un ingeniero del alma o, al menos un potencial escritor de manuales de autoayuda para reparaciones anímicas de urgencia. La política es, y no puede ser otra cosa, una pugna de ingenieros. 

IV
Ningún político sabe limitarse a ser representante de sus electores. Todos quieren ser también sus educadores.

V
En cada país las querellas entre ingenieros del alma presentan un tono específico. No suele haber muchas diferencias tonales. Lo realmente distinto es la tensión con que cada país percibe su diferencia. Nosotros tendemos a vivirla como excepcionalidad. 

VI
Esa querencia tan nuestra a dramatizar lo que nos pasa... Siempre estamos dispuestos a pasarnos con las especias. Nuestra sensación de diferencia, que comienza con la ignorancia de lo que ocurre fuera, acaba agravando nuestros problemas. Somos ingenieros con el pulso alterado.

VII
Me parece que en ningún país saben muy bien que hacer con sus reclusos (usted y yo, amigo), cómo sacarnos de nuestras casas para ir recuperando la normalidad. En todas partes se tiene miedo de que la normalidad sea, al menos a corto plazo, un peligro. El desconfinamiento es un "desconfiamiento". 

VIII
Quizás el deseo más universal en estos momentos sea el de haber pasado inconscientemente, de manera asintomática, la enfermedad y estar blindados para la vida a la intemperie.

IX
El supuesto lapsus del Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, al afirmar que parte del trabajo policial durante la actual crisis sanitaria consiste en minimizar "el clima contrario" al Gobierno, debe ser explicado con mucha mayor serenidad que lo hecho hasta ahora por el ministro del interior. Contra la gravedad, el remedio es la transparencia. Y que cada palo aguante su vela. 

X
Los ingenieros del alma españoles deberían proponerse como primer objetivo desmontar de una vez el dramatismo con el que nos vivimos, que es nuestro singularismo.

domingo, 19 de abril de 2020

Días de coronavirus. 55. 20.000 muertos.

I
Superamos los 20.000 muertos por coronavirus. La cifra oficial es, exactamente, de 20.043, pero todos sospechamos que se queda corta. Este número solo nos puede dejar indiferentes si no pensamos mucho en él. Si lo vemos meramente como una cifra sin contenido.

II
En esta catástrofe los muertos no tienen rostro. No sabemos nada de sus rasgos físicos, sus biografías, sus planes, sus miedos, sus deudos... Nuestros 20.043 muertos son 20.043 muertos anónimos.  

III
Me resulta imposible llevar gafas y mascarilla. Se me empapan los cristales y no veo nada. Así que tengo que ir sin gafas por la calle, pero me las tengo que poner para pagar en las tiendas y aquí comienzan los problemas. 

IV
Me temo que todos creemos que los potenciales agentes contaminadores son los demás. Por eso ayer la propietaria de una frutería volvía la espalda a los clientes, se bajaba la mascarilla al cuello y tosía sin complejos. Por eso hay guantes por el suelo. Por eso es más fácil acercarse a un conocido que te encuentras por la calle que a un desconocido.

V
Se atribuye a Jacques Chirac este esputo dialéctico: "Las mentiras políticas sólo vinculan a quienes las escuchan". 

VI
Por razones tecnológicas que se me escapan, no puedo ni responder ni agradecer los comentarios que ustedes dejan por aquí, pero hoy no quiero pasar por alto el de Eugenia Torres. 

A mí, que no me olvidaré jamás de dónde vengo, me entristece profundamente que sean los padres de la escuela pública los que con más insistencia protestan contra las evaluaciones, los deberes y, en general, contra la exigencia académica escolar. Su actitud, además de contribuir a difundir una imagen poco rigurosa de los docentes, es profundamente lesiva para sus hijos. Un pobre pidiendo lástima es que es tan pobre que ha perdido hasta su dignidad. Si alguien no debiera nunca renunciar al pundonor, al orgullo, a la voluntad de superación es un pobre, a no ser que se dé por supuesto que la pobreza económica lleva aparejada una inevitable pobreza moral, cosa que me parecería insultante.

Cuando se habla de estas cosas siempre recuerdo un cartel electoral del PSUC en el que un obrero con las manos abiertas decía: "Mis manos, mi capital". No entiendo a quienes no quieren incrementar su capital, es decir, su autonomía. ¿Es que no se dan cuenta de que hay muchos conocimientos que si un pobre no los adquiere en la escuela no los va a poder adquirir en ningún otro sitio?

Sí, los docentes están haciendo un trabajo fenomenal. El mayor elogio que se les puede hacer es el de reconocer que están a la altura de las circunstancias. Procuro mantenerme en contacto con un gran número de centros educativos y creo saber lo que estoy diciendo. Pero, si le he de ser sincero, a veces tengo la sensación de que su trabajo, inmenso, es un poco caótico, especialmente con los alumnos que no siguen un libro de texto. La crisis actual nos está demostrando dos cosas. La primera, que la tecnología puede -y debe- completar al maestro, pero es incapaz de sustituirlo. La segunda, que la improvisación no puede suplir una buena secuenciación de contenidos. Si los alumnos tuvieran un libro de texto, el seguimiento coherente de su trabajo en casa sería más fácil. Además muchos libros de texto tienen versión digital, con lo cual se facilitaría su seguimiento. 

Repito aquí algo que he estado defendiendo en varios foros estos días: Un aprobado general no es otra cosa que el desprecio colectivo hacia el conocimiento convertido en regalo lastimoso a los alumnos más vulnerables para hacerles creer que así compensamos su vulnerabilidad.

sábado, 18 de abril de 2020

Días de coronavirus. 54. Escuela

I
Gracias a todos los que ayer os preocupasteis por mí. Pero estoy perfectamente. Lo mío fue una pequeña pájara mientras subía el Tourmalet, al que no hay manera de verle la cima.

II
Esto de uno de mis blogs de guardia, Auto/ficción: "Pienso en la inconsciencia del que pasea, incapaz de anticipar que con los años inéditos sentirá nostalgia de los pasos inocentes, perdidos para siempre, sabiéndose culpable, ahora, por no advertir -entonces--el peso magnífico de la luz y el aire suavemente aromático, y esa aspereza de la tierra con la que se alegran las manos de los campesinos".

III
El confinamiento es una invitación permanente a la inacción culpable, a pasar las horas muertas tumbado en el sofá, frente a una televisión encendida pero incapaz de decirte nada, aunque no pare de hablar, mientras piensas que hay mil maneras mejor de aprovechar el tiempo. Al prolongarse, inevitablemente nos obliga a mirarnos con displicencia. "¿Esto es todo lo que sabes hacer?", nos preguntamos. 

IV
Pasar el tiempo, es decir, poner las riendas de nuestra vida en manos del tiempo, ese es el martirio blando de la desidia. Una dulzura amarga.

V
Los antiguos, y Aristóteles en primer lugar, diferenciaban varias formas de relacionarnos con el tiempo:

1. La "skholé": Es la relación activa con el tiempo libre. Hay que subrayar "libre", porque esta actividad es propia de la persona que tiene cubiertas sus necesidades corporales y se dedica a las actividades liberales, las del espíritu. Los mejores ejemplos de estas actividades serían la música, la lectura y, sobre todo, la teoría. De aquí deriva nuestra escuela.

2. La ocupación ("askholia", o negación de la "skholé): Es el conjunto de actividades con las que tenemos que acarrear para poder disponer de tiempo libre. Es el trabajo ("ponos") que nos permite comprar el descanso. Dice Aristóteles que vamos al trabajo como a la guerra, para conseguir la paz. 

3. La recreación ("anapausis"), es el descanso del trabajador, el paréntesis en el que se recuperar fuerzas, el rato del bocadillo o del cortado, vamos.

4. El juego (paidia), que nos relaja, entretiene y divierte. 

En nuestra relación con estas diferentes formas de gestionar el tiempo se acaba formando nuestros carácter ("ethos").

VI

A veces Aristóteles utiliza el término "diagogué" en relación con la "skholé". El prefijo "dia" indica proceso, a través de (día-logos, día-metro...). El verbo "ágo" significa conducir. Hermes, el dios conductor de las almas, recibía el apelativo de "diagogueo". 

Con esta relación, Aristóteles quiere indicar que la "skholé" es el proceso mediante el cual nos vamos transformando a nosotros mismos. 

VII
Y aquí me permito una breve parada en el "pedagogo", término formado con "paidós" (niño) y el verbo "ágo". En Grecia, era la persona que acompañaba al niño hasta el lugar donde se practicaba la "skholé". Cuando comenzó a utilizarse esta palabra en Italia, a la gente le sonaba a "pedante", que no significa otra cosa que "peatón", "andar a pie", porque tenían muy presente el contraste entre la arrogancia de muchos pedagogos (ya resaltada por Platón) y su pobreza (tanto material como de "skholé").

VIII
Un ejemplo un poco hiperbólico de lo que era la "skholé" nos lo proporciona Plinio el Joven en una de sus cartas, al relatar la permanente hambre de sabiduría de su tío, Plinio el Viejo. Nunca dejaba de aprender, fuese el que fuese el bullicio que le rodeaba. Incluso cuando iba a bañarse aprovechaba para escuchar algún libro o dictar algún texto. "A su lado había siempre un secretario con un libro y tabletas (...). Por esta misma razón prefería ser transportado en una silla por Roma. Recuerdo una vez que me criticó por ir caminando y me dijo: 'No deberías haber perdido ese tiempo', porque pensó que se desperdiciaba todo el tiempo que no se dedicaba al estudio". 

viernes, 17 de abril de 2020

Días de coronavirus.53. Dientes de sierra.

Ayer por la tarde, no sé muy bien por qué, viví un fuerte bajón anímico. ¿El primero?

De repente comencé a pensar que el hecho de haber estado protegido hasta hoy no significa que mañana no vayas a infectarte y que el hecho de haber generado anticuerpos positivos no es una garantía de protección y me vi a mí mismo recluido en casa por tiempo indefinido para proteger una fragilidad que la misma reclusión fragilizaba. Al mismo tiempo recibí varios mensajes de amigos que me comentaban que se lo estaban pasando mal, bien porque sus negocios estaban acumulando pérdidas cada día, bien porque estaban hartos de la cuarentena. 

Todos los planes que tenía para este año se han visto alterados. Las fechas de entrega de varios textos se han pospuesto sine die y me vi rodeado de proyectos ilusionantes truncados. Me encerré en mi cuarto y sentado en el sofá estuve un buen rato sin hacer nada, sintiendo pasar el tiempo de manera deshilachada y vaga. Pasado un rato, comencé a leer. Me entretuve un poco con La educación de los hijos, de Nebrija y decidí que tenía que escribir algo sobre ese interesantísimo texto, pero pronto pasé a otra cosa, y a otra, y finalmente me fui a la cama dejando varios libros abiertos sobre la mesa. Me costó dormirme. Me sentía recluido dentro de la reclusión y mis pensamientos me llevaban a otra reclusión, la interior, que era como la reclusión de un vacío.

Hoy estoy más animado. Me imagino que no sólo las estadísticas del coronavirus tienen dientes de sierra. 

jueves, 16 de abril de 2020

Días de coronavirus. 52. Rerum senilium

"No queremos entender que la precaución es el mejor médico del Mundo", escribía el polígrafo Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781) en El mundo engañado por los falsos médicos. Algunos "expertos" dicen que la precaución, en el caso del coronavirus, va para largo.

He escrito en El Subjetivo sobre la fractura moral que nos ha producido el coronavirus, aunque no parece escandalizarnos demasiado. He titulado el artículo Rerum senilium, pensando en las cartas de Petrarca.

Veo también una fractura moral en la frivolidad con que se anuncia que se dará un aprobado general a los alumnos de primaria y secundaria  En realidad, lo que se anuncia es una promoción mayoritaria, pero no general, puesto que se dice que sólo repetirán los casos imprescindibles (luego, habrá repetidores), que se planificarán actividades de recuperación para los que lo necesiten (luego se admite que la promoción no significa aprobado) y que la evaluación no será homogénea, ya que se tendrá en cuenta el diverso rendimiento del alumnado en los dos primeros trimestres del curso. Es decir, se copia a Italia  pero con una salvedad, aquí se acaba dejando en manos de las Comunidades Autónomas la letra pequeña del asunto. 

Las autoridades educativas parecen creer que no importa que seamos más o menos inteligentes, más o menos virtuosos, más o menos autónomos, más o menos egoístas, más o menos vagos... lo que importa es que somos vulnerables y hay que evaluar a los alumnos por su vulnerabilidad. Hay en esta convicción pedagógica una derrota moral que, sin embargo, muchos pedagogos consideran una victoria. Pero la vulnerabilidad es una propiedad universal del ser vivo y por sí misma es incapaz de discriminar entre diferentes modelos de vida. Para aspirar a una vida buena se necesita un criterio de evaluación de lo humano diferente, un criterio que apunte hacia lo mejor que cada uno puede llegar a ser, no a lo que todos, inevitablemente, ya somos.

Johnny E. Williams se pregunta si la "romantización" de la cuarentena es un privilegio social. La pobreza siempre cuenta, como es evidente, sobre todo en los países pobres. "¿Qué tipo de cuarentena vamos a tener aquí, me preguntaba un amigo mexicano,  si mucha gente no tiene ni casa?" Pero entre nosotros, eso que Williams llama "romantización" no es sino una forma sofisticada de espantar el miedo. Lo que determina cómo vives las cuarentena no es tanto tu espíritu aventurero como la diferencia entre la salud y la enfermedad.




miércoles, 15 de abril de 2020

Días de coronavirus. 51. ¿El primer mes?

¡Lo que me cuesta escuchar en la tele a políticos y a expertos! No creo que sea del todo sana esta hartura mía, pero eso es lo que hay. Los veo como pésimos actores, sin registros, que temen defraudar a un público necesitado de actores creíbles. Pero peores, como dice Hughes, que los políticos y expertos, son los intelectuales que nos  quieren convencer de que el futuro estará a la altura de sus prejuicios. Hay una auténtica epidemia de futurólogos incapaces de respetar su miopía. ¡Menos mal que los pueblos se empeñan en desmentir a sus profetas!

Rafael Gambra -¿alguien se acuerda de él?- comentaba en uno de sus artículos en El pensamiento navarro (17 de octubre de 1971) que una vez oyó en Navarra una expresión que designaba muy gráficamente la inutilidad o irrelevancia de una conversación o de unas deliberaciones: “es como lo que hablan los pobres en los pajares”. 

El 15 de marzo comencé este diario. Llevo, pues, un mes, pobre de mí, hablando conmigo mismo en este pajar digital. ¿El primer mes?

Nota: Para las ironías barojianas sobre lo de "pensamiento navarro", recuerdo que El pensamiento español lo creó y dirigió el navarro más navarro que en la historia ha habido: Francisco de Borja Navarro Villoslada y Navarro Villoslada (sus padres, Manuel y María del Pilar, eran primos, de ahí la repetición del apellido) que, además, nació en Viana. 

martes, 14 de abril de 2020

Días de coronavirus. 50. 1.600

I
"De furia de villanos, de etcétera de notarios y de consulta de médicos, libera me Domine" - Juan Costa, "El gobierno del ciudadano", Zaragoza, 1584.


II
Un nuevo vídeo de animales urbanizándose. Esta vez muestra a un par de ciervos paseándose como dos turistas ociosos por las calles de un barrio de París. 

III
La Generalitat de Catalunya, reticente ante la vuelta al trabajo en actividades esenciales, ha advertido de un posible rebrote de los contagios si no se acata el confinamiento estricto de la población. Al mismo tiempo, el Servei Català de Trànsit informaba que el Lunes de Pascua, estando vigente el estado de alerta que obliga al confinamiento en las casas, han regresado al área metropolitana de Barcelona 40.432 vehículos. El presidente de Foment del Treball ha defendido el retorno a las actividades no esenciales porque “la que se nos viene encima es grande”.

 IV
La primavera está explotando en mi jardín:



V

La OMS: “El nuevo coronavirus que da lugar al covid-19 es 10 veces más mortal que la gripe A (H1N1), que apareció en marzo del 2009 en México”.

VI


VII

Jesús Silva-Herzog sostiene en su blog “Andar y ver” que la falta de realismo político “es, aunque parezca extraño, resultado de una imaginación seca”. Estoy de acuerdo. El pobre de imaginación es incapaz de ver nada que ponga en cuestión sus prejuicios y no sabe mantener un trato saludable con lo que tiene delante de las narices. No ve más que la parte de la realidad adicta a sus preconcepciones. El resto le resulta sencillamente impensable. “La imaginación es la perdición del ideólogo”, concluye. Pues bien, la Generalitat de Catalunya se ha sentido gravemente ofendida porque el gobierno de España le ha mandado 1.714.000 mascarillas. ¡1.714! Ha tomado la cifra como un agravio a la historia de los catalanes. A Navarra han mandado 16.000 mascarillas. Curiosamente el año 1600 se derrumbó el claustro gótico de la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles y Francis Bacon descubrió la existencia de una cosa llamada "sesgo confirmatorio". 

VIII 


IX
La liturgia de los aplausos de las ocho de la tarde se ha impuesto en mi calle como una celebración eucarística. Diría que hemos descubierto colectivamente el placer de tener la obligación de un ritual compartido. Ayer estaba hablando amenamente por teléfono con un amigo de Málaga cuando dieron las ocho y le dije que tenía que colgar. No solo aplaudimos con ganas e, incluso, con cierta rabia. Lo principal es que nos saludamos unos a otros con nuestros aplausos, atentos a que no falte nadie. Me gusta tener esta sujeción a tierra firme, como a un amarre al más allá del confinamiento. Creo que a estas alturas todos tenemos claro que aplaudimos porque así tenemos algo que ofrecernos.

lunes, 13 de abril de 2020

Días de coronavirus. 49. Esquizofrenia

Tras varias mañanas soleadas, hoy amanece nublado. Ha llovido durante la noche y, muy probablemente, volverá a llover durante el día. La primavera es voluble, como la naturaleza. Ayer circuló por las redes un vídeo en el que se veía un gamo corriendo por las desiertas calles de Valladolid. 

E.R. me envía un mail con sus observaciones sobre el lenguaje que, pretendiendo ayudarnos, no deja de acosarnos en esta crisis:
  • Las mascarillas no son necesarias en marzo, pero son imprescindibles en abril.
  • El virus es como la gripe en febrero, pero en marzo es una pandemia mortal.
  • Tenemos la mejor sanidad de Europa, pero no tenemos camas, ucis, respiradores, ni mascarillas para los hospitales.
  • Tenemos controlada la epidemia, pero no sabemos cuántos contagios hay porque no tenemos tests y desconocemos el porcentaje de asintomáticos.
  • Nadie puede salir de casa, salvo los que tengan que ir a trabajar en puestos esenciales, en puestos no esenciales, y los que deban ir a hacer la compra...es decir que confinados realmente solo están los niños...
  • Hemos adquirido mascarillas pero no las distribuiremos hasta que acopiemos más.
  • Decían en febrero-marzo: "No OS protejáis con mascarillas (en residencias, en empresas..) para no crear alarma". Y al cabo de una semana, se decretaba el estado de alarma.
  • No hemos acabado el confinamiento del estado de alarma, pero se puede ir a trabajar porque no se puede colapsar la economía.
  • Los que deban ir a trabajar, que vayan en transporte privado, aunque las mascarillas las repartiremos en la entrada del metro.


Podemos añadir algún mensaje paradójico más
  • Debemos dejar atrás las palabras gruesas y el lenguaje agresivo, pero los de mi partido, seguirán igual.
  • Todos debemos trabajar unidos en torno a un gobierno desunido.
  • Todas las medidas están basadas en criterios científicos, pero no todos los científicos comparten las medidas.
  • Las muertes descienden, pero en los días festivos no sabemos muy bien qué pasa; habrá repuntes y no hay que descartar que vuelva a ser necesario tomar medidas extremas.
  •  Hay que volver al trabajo y las empresas deben garantizar la protección de los trabajadores, pero la CEOE denuncia que el Gobierno no ofrece los medios para ello y los sindicatos piden no trabajar "sin protección". 
  • El gobierno asegura que se negocia con los empresarios mientras estos se quejan de que a penas se los informa y, en todo caso, prefieren no ser informados por Iglesias.

Lo único cierto es que el número oficial de fallecidos asciende ya a casi 17.000. Y todos sabemos que el número oficial no es el real.

E.R. concluye su mensaje: “y así....se puede listar innumerables mensajes con doble vínculo en el que el ciudadano queda atrapado hasta la esquizofrenia social”.

domingo, 12 de abril de 2020

Días de coronavirus. 48. Luz

I
Domingo de Resurrección. «La luz es lo más hermoso de este mundo, y del otro», decía Miguel Servet. 

II
Alemania nos ha demostrado en esta crisis que la política es el arte de elegir perjudicados, es decir, de elegir quienes no forman parte de los nuestros. Vista la contundencia con que ha defendido a los suyos, los alemanes ya no están en condiciones para mirar por encima del hombro a Viktor Orbán.  

III
Las familias en reclusión viven como vivían antes, pero amplificando sus rasgos. La cuarentena no ha hecho aflorar nada nuevo, solo ha subido el volumen. Leo en la prensa que "un hijo pega a su padre porque este se niega a salir a comprarle marihuana".

IV
Hay muertes invisibles por coronavirus: las de los ancianos que mueren solos en sus hogares y que no aparecen en los datos oficiales. A veces un vecino llama a la policía porque en el piso de al lado el teléfono no deja de sonar...

V
El escritor norteamericano Nick Tosches solía tener un lamento en los labios: “I wanted to be alone, not forgotten”. Hay que tener a alguien que te quiera mucho al lado para que te deje solo sin abandonarte ni un minuto.

VI
Cuando Petrarca decía "sé que en las cosas humanas no hay nada sólido", miraba al cielo y se tranquilizaba. Allí reinaba lo estable. 

VII
A partir de mañana y visto que las cifras de muertos y contagiados mejoran día a día, los trabajadores de sectores no esenciales volverán al trabajo. La medida del gobierno es arriesgada, porque no cuenta ni con el beneplácito de todos los expertos ni con la unanimidad en el Consejo de ministros. Pero parece claro que si no comenzamos a descongelar la economía, la falta de recursos puede  acabar siendo insoportable. El gobierno de la Generalitat se ha apresurado a culpar a Sánchez de un posible rebrote de la epidemia.


VIII
El futuro siempre sorprende con sus grandes descubrimientos históricos. Nos esperan grandes descubrimientos en las próximas semanas.


IX
Gracias, B.: 

sábado, 11 de abril de 2020

Días de coronavirus. 47. Descontemporáneo.

I
Europa, decía Steiner, es una plaza con una terraza de un café. Sueño con los densos y aromáticos cafés del Petit Cafè. Su terraza era, a partir de las 11:00 mi lugar de trabajo. Allá estaba mi mesa, a la sombra de un plátano.

II
Quizás lo que quede de esta crisis, dada la evidencia de que la memoria es la gran prófuga de la política, sea el recuerdo efímero del sentido de lo trágico. Pasadas unas pocas semanas, volveremos a creernos posmortales... siempre que el virus no mute, claro.

III 
Una palabra me ronda desde hace días, la de "descontemporáneo". Hay que ser algo descontemporáneo para poder alejarse un poco del presente y observarlo a la distancia que permita comprenderlo. De cerca, se ve todo borroso.

IV
¿Y si solamente ante Dios -ante el Cristo velado del Sábado Santo, también- pudiéramos tener una imagen completa de nosotros mismos? La liturgia cristiana nos dice que Dios no se nos da en una única imagen, sino en la historia.

V
Lo veo cada vez más claro: Se está pasando el miedo. ¿Es por el efecto balsámico del tiempo o por el enorme empeño de nuestras autoridades -acompañado por el de la mayoría de medios de comunicación- por ocultarnos los muertos y así convertir nuestra reclusión en una burbuja de aburrimiento, de un aburrimiento... y de nada más?
VI
Leído en las redes: "La vida normal comenzará el día que abra el bazar chino del barrio".

VII

El volcán Krakatoa ha hecho erupción, despertando a otros seis volcanes. Hubo un tiempo en que creíamos en signos premonitorios. Ahora tenemos que conformarnos con regularidades estadísticas. 

viernes, 10 de abril de 2020

Días de coronavirus. 46. Donde se escribe la palabra "muerte".

La cuarentena es una molestia soportable. Es cierto que comienza a percibirse una saturación. Hartos de recluirnos entre cuatro paredes, vamos asomándonos cada vez con más descaro a las puertas de nuestras casas y perdiéndole el miedo a la intemperie. Nunca he visto a más personas sin prisa paseando melancólicamente a sus perros por la calle mientras se entretienen con el móvil. Pero la reclusión, aunque canse, es llevadera. Comemos y bebemos bien. Hay montones de canales en la televisión, siempre hay libros interesantes por leer y los amigos son amables y llaman de vez en cuando para decirnos que están ahí.

Las cosas cambian radicalmente cuando el virus se entromete de sopetón en nuestras vidas y descubrimos, de repente, cuál es la auténtica realidad de lo que nos está pasando. Quien choca con el virus, no puede evitar, por lo que me cuentan, sentirse pasajero del Titanic. La tripulación es incapaz de tapar las vías de agua que se han abierto en el "estado del bienestar" y tus demandas de socorro se pierden entre los gritos de auxilio de un pasaje asustado e impotente. 

El estado de bienestar funcionaba porque en realidad no lo habíamos puesto a prueba. Nunca le había llegado el agua al cuello.

Me han contado historias terribles. Me gustaría poder detallar lo que el director de una residencia de ancianos me ha dicho, pero le he prometido mi silencio y lo tendrá. Ayer, una amiga  me relataba con detalle su perplejidad cuando una voz remota le aconsejó por teléfono que confinase a su hijo de catorce años en su habitación porque tiene todos los síntomas del coronavirus, a pesar de que en su familia han llevado la cuarentena a rajatabla. La misma voz le añade que lo lleve a urgencias "si empieza a ahogarse", pero que no hay tests. Llegarán, pero no saben cuándo. Lo importante es que le observen la temperatura con frecuencia. ¿Cómo, si el termómetro de casa está estropeado y es imposible encontrar uno en las farmacias? Me cuenta más cosas inquietantes que no me atrevo a transcribir porque me cuesta creer que sean ciertas. 

A pesar de las dimensiones de la tragedia, nos negamos a ver  las imágenes de los ataúdes alineados en los espacios habilitadas para ello. No queremos contemplar el retorno de la muerte, esa cosa tan obscena que habíamos alejado de nuestras vidas, recluyéndola en tanatorios higiénicos, con máquinas de café y estrictos horarios de visita. Nos negamos a mirar cara a cara a la desnarigada porque, si lo hiciéramos, nos veríamos obligados a aceptar nuestra pequeñez, tan vulnerable. Pero la muerte, esa molestia insoportable,  se ha empeñado, nos guste o no, en exhibirse sin complejos en la plaza pública de una sociedad que, hasta hace pocos días, quería creerse a las puertas de la posmortalidad.

jueves, 9 de abril de 2020

Días de coronavirus. 45. El caldero

Parece que, poco a poco, se va viendo más gente por las calles. Los paseos de los perros se van alargando unos metros cada día, el camino de la compra es menos directo, la puerta de las calle más tentadora... Estamos comenzando a sentirnos saturados. ¿Hasta cuándo seremos obedientes?

Sobre el dilema de ayer, la respuesta es que, si necesitamos ser morales es porque somos finitos. En el fondo, es el mismo dilema que nos planteaba Platón con su famoso anillo de Giges: ¿Cómo actuaríamos si fuéramos propietarios de un anillo que nos hiciera invisibles? Eso es ética-ficción. La cuestión importante es cómo actuar cuando tienes cuerpo y cortas miras. En una ocasión, Moyano desarrolló un largo discurso en el Parlamento sobre lo que hubiera ocurrido de no haber triunfado la revolución del 68. Sagasta le contestó: “S.S. me recuerda lo que le pasó a uno que se entretuvo toda su vida escribiendo una obra de muchos volúmenes para demostrar los milagros que hubiera hecho un santo, si tal santo hubiera venido al mundo”.

Viendo las declaraciones y ruedas de prensa de nuestros gobernantes, me acuerdo de la historia de aquellos dos vecinos que contaba Freud. Un vecino le dice al otro” Yo jamás te pedí prestado tu caldero y, además te lo devolví intacto y, por otra parte, ya estaba agujereado”.

miércoles, 8 de abril de 2020

Días de coronavirus, 44. Dilemas

Día -¡al fin!- de trabajo intenso y productivo. Productivo no significa que haya escrito páginas admirables, ni tan siquiera que haya avanzado en la resolución de algo, sino que me pasé el día ahondando en la complejidad de un problema que tenía entre manos. Digamos que al anochecer su complejidad era mucho mayor que al amanecer. Y eso está bien. Quisiera escribir una defensa del humanismo, escandalizado como estoy por lo que estamos haciendo con los ancianos. Tengo la sensación de que nos estamos derrotando moralmente a nosotros mismos al plantearnos siquiera la cuestión de qué vidas son más o menos útiles. Una vez abierta esta rendija, los fantasmas que se cuela por ahí son incontrolables. Volví a Kojève y me llevé un interrogante a la cama: ¿Y si el poshumanismo ya ha tenido lugar y estamos viviendo en una situación en la que no nos importa a cuánto tenemos moralmente que renunciar para preservar nuestro bienestar material? Agamben parece no dudar de que, efectivamente, esto es lo que pasa. Pero no deja de ser pasmoso que los jóvenes no comprendan que los viejos no son alienígenas, sino, simple y estrictamente, su futuro.

La perplejidad se me hizo explosiva cuando me detuve ante el siguiente dilema moral que nos presenta Saul Smilansky, un profesor de filosofía de la Universidad de Haifa: Lo que somos no es independiente de lo que nos ha hecho, así que o lo queremos todo o lo rechazamos todo. ¿Si pudiéramos hacerlo, qué preferiríamos: eliminar del pasado las circunstancias calamitosas que, sin duda, provocaron enormes sufrimientos a otras personas, eliminando también la posibilidad de nuestra existencia, o elegirnos a nosotros y por lo tanto todo lo que nos ha hecho posibles, incluyendo el sufrimiento ajeno?  (Saul Smilansky, “Morally, Should We Prefer Never to Have Existed?” Australasian Journal of Philosophy).

martes, 7 de abril de 2020

Días de coronavirus. 43. Retorno

I
Comienza a hablarse de la salida del túnel, del retorno, de la recuperación de la actividad económica, de estabilización, de mesetas, del plan para recuperar progresivamente la normalidad.

¡"Normalidad", qué palabra!

En las últimas 24 horas han muerto 205 ancianos en las residencias catalanas de la tercera edad por el coronavirus. Nos vamos acercando al millar de defunciones y, sin duda, rebasaremos la cifra porque no deja de crecer el número de positivos y hay más centros con presencia del virus que sin él. Mientras tanto, el ayuntamiento de Barcelona ha declarado que no tiene capacidad para incinerar a todos sus fallecidos. 

II
Cuenta Estobeo (Florilegio 3.7.69) que "cuando una plaga estaba afligiendo a los espartanos, a causa del asesinato de los embajadores de Jerjes -que habían exigido tierra y agua como signos de servidumbre-, recibieron un oráculo según el cual serían salvados si algunos espartanos fuesen seleccionados para ser ejecutados por el rey. Entonces Boulis y Sperkhis dieron un paso adelante porque creían que eran dignos de ese sacrificio. El rey, impresionado por su valentía, les ordenó que se fueran a casa".

Es decir, hubo un tiempo en que las plagas tenían sentido. Quiero decir, había una razón moral que las explicaba y, por lo tanto, había una razón moral para superarla. Ahora no. Ahora sabemos que el virus es amoral. Morimos sin razón, porque no hemos tenido suerte.

III
La palabra "cuarentena" proviene del italiano "quaranta", pero su origen remoto se encuentra en la Biblia, donde la purificación está frecuentemente asociada a este número: los cuarenta días y  cuarenta noches del diluvio, los cuarenta años de errancia de los israelitas en el desierto... y los cuarenta días de Cuaresma.



lunes, 6 de abril de 2020

Días de coronavirus. 42. Lévy

B. me envía un interesantísimo artículo que Bernard-Henri Lévy firma en Le Point ("Hystéro-virus", 9 de abril de 2020).

El filósofo francés comienza repasando dos importantes pandemias de la segunda mitad del siglo XX por las que hemos pasado muchos de nosotros. La primera, la gripe asiática de 1957-58, causó la muerte de entre uno y dos millones de personas. La segunda, la gripe de 1968, conocida como gripe de Hong Kong, se cerró con, al menos, un millón de muertos. 

Observa Bernard-Henri Lévy que nadie se acuerda de estas dos pandemias por la sencilla razón de que nadie las consideró dignas de ser rememoradas. En su transcurso, nadie imaginó, tampoco, la posibilidad de un confinamiento masivo o de paralizar la economía. Podemos sospechar, pues, que no son los hechos colectivos los que dejan por sí mismos una huella en nuestra memoria, sino el eco que esos hechos encuentran en los medios de comunicación. Un acontecimiento no es histórico, ni marca la frontera de un antes y un después colectivo si los medios de comunicación no se empeñan en asegurarnos que será así.

Hoy, resalta Lévy, sin darnos apenas cuenta de la relevancia de lo que estamos haciendo, consideramos como algo evidente que la vida tiene prioridad sobre la economía. “Eso es magnífico”. Pero no debemos olvidar que, en contra de lo que frecuentemente se oye, no estamos ante una tragedia sin precedentes, sino ante una histerización mediática de una tragedia, porque los “showcratas de los medios de información” se han empeñado en que así sea.

La pregunta que esta situación le sugiere a Lévy es inquietante: “¿Qué privilegios, qué derechos y libertades estamos dispuestos a sacrificar en el altar de nuestro sueño de un Estado sanitario en el que nos curaríamos de todo, hasta de la muerte?” Al leer esta pregunta he pensado inmediatamente en el "Estado universal y homogéneo" de Kojève, que garantizaría nuestro bienestar colectivo y nuestros pequeños placeres cotidianos a cambio de ir diluyendo en el caldo de la satisfacción corporal la sustancia moral de una democracia digna de su nombre.

Hay dos miradas posibles a la historia, que son también las dos maneras posibles de entenderla. La primera es la que lanzamos desde los valores del presente al pasado y, la segunda, la que lanzamos desde el pasado al presente. Todo se ve distinto según la perspectiva elegida. Por ejemplo, la actual pandemia, vista desde el pasado es una más, y no de las más graves porque nos pilla con un sistema de salud muy sofisticado, pero que puede tener consecuencias importantes por nuestra manera de afrontarla. Vista desde el presente, creemos estar asistiendo al derrumbe de algo indefinido y al nacimiento de no sabemos muy bien qué. 

domingo, 5 de abril de 2020

Días de coronavirus. 41. El animal, el criminal, el soberano.

Derrida señaló una inquietante similitud entre el animal, el criminal y el soberano. 

Ninguno de ellos respeta la ley. 

El animal (incluyo aquí al coronavirus), simplemente la desconoce. Vive en la inconsciencia de la ley. 

El criminal, la conoce. Tanto es así, que la posibilidad de su existencia como fuera de la ley depende de la existencia previa de la ley. Tiene experiencia de los beneficios que pueden proporcionarle el saltársela. Como se cree más listo que la ley, la amenaza de la pena no lo frena. Es menor que su confianza en sí mismo. Se cree el soberano, pero no lo es. Es sólo su parásito.

El soberano es el que crea la ley y, por lo tanto, vive por encima de la ley. Por eso se cree capacitado para hacer leyes nuevas.

El criminal vive de trampear con la ley; el animal, de ignorarla; el soberano, de crearla.

En situaciones de crisis, como la actual, se sitúan frente a frente el animal y el soberano. El criminal es sólo una anécdota a pie d página. Son los dos primeros los que escriben la historia porque ambos compiten por la creación de lo nuevo.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...