Los matices no dan votos. Los matices no ayudan, no reducen la complejidad del mundo, no movilizan, no gritan, no pueden ser utilizados como arma arrojadiza, no nos hacen hervir la sangre. No son políticos, en definitiva. Te retienen ante las preguntas, no te llenan de entusiasmo; te frenan, te hacen plantearte interrogantes, tienden a difuminar las fronteras entre nosotros y el resto. Si eliminamos los matices, todo se aclara, desaparece la niebla, se fortalecen nuestras convicciones. Si eliminamos los matices, el que pone en cuestión nuestras convicciones es un facha y al facha no se le discute, se lo elimina. Si eliminamos los matices, lo que está ocurriendo en Gaza es lo mismo que lo que sucedió en el getho de Varsovia, Hamas es la Z.O.B. y lo que hace Netanyahu es resucitar Treblinka. Si eliminamos los matices, todos los judíos son nazis, tanto estén en el gobierno como en la oposición; tanto estén a favor de Netanyahu como si se manifiestan contra él. Si eliminamos los matices, nosotros estamos a favor de todo lo bueno, movidos por nuestra empatía y filantropía, y los otros, a favor de todo lo malo, movidos por intereses inconfesables. Si eliminamos los matices, mantenemos prietas nuestras filas y fortalecemos nuestra fe.
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