jueves, 4 de septiembre de 2025

De miserables neuróticos a infelices banales


La pretensión de vivir una vida sin frustraciones es, simple y llanamente, contraria a la vida. Recordemos que para Freud lo más que podemos pedirle al psicoanálisis es que nos transforme de miserables neuróticos en infelices banales.

Consumimos tanta información sobre los trastornos socioemocionales, que estamos comenzando a interpretar los desafíos de la vida cotidiana como si fueran inevitablemente patológicos. Al mismo tiempo, en nombre de la salud mental y emocional estamos huyendo de todo lo que nos resulta ingrato y sometiendo a la infancia a una “narrativa” de enfermedades y malestares que acaba haciendo atractivo el propio malestar.  Ya no hay niños traviesos. Todo comportamiento infantil ha sido traducido al lenguaje terapéutico. 

El mundo se ha llenado de terapeutas, consejeros, mistagogos, coaches, sanadores, vendedores de crecimiento personal, psicólogos positivos, abraza-árboles y afines. Hemos entrado de lleno en la cultura del sentimiento del propio sentimiento. El resultado: La ansiedad se ha convertido en un producto comercializable, especialmente en el ámbito digital. Ya podemos hablar de la "industria de la ansiedad" o, si se prefiere, de psicosocialismo.

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