Traigo hoy a este café tres fragmentos de tres cartas que don Emilio Castelar dirigió a su amigo Antonio Cánovas, porque quizás hayan hallado en nosotros a sus destinatarios más necesitados. El primero, de 24 de abril de 1880: «Quisiera que tu asistencia [a la recepción de Castelar en la Academia] recordase a nuestra patria, tan necesitada de tolerancia, cómo nuestros disentimientos políticos y nuestra opuesta historia, no empecen a que nos apreciemos y nos queramos mutuamente». El segundo, de 22 de agosto de 1882: «El recuerdo de aquellos días en que nos sentábamos en los mismos bancos universitarios y [...] fundábamos una amistad entre nosotros dos, sin rivalidades ni envidias, que conservada siempre, a pesar de los disentimientos de ideas y de los tristes casos de la política, será uno de los mayores timbres de nuestra vida». La tercera del 11 de septiembre de 1882: «Somos testimonio vivo de cómo pueden sobreponerse los corazones a todos los disentimientos, y amarse con mutuo fraternal cariño los destinados quizá por la providencia en sus designios a representar tendencias diversas dentro del mismo amor a la Patria y bajo los mismos sentimientos de alta moralidad política y completo desinterés personal. Nuestra oposición política en nada mengua nuestro mutuo afecto.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.