«Yo no teorizo, yo gobierno», decía Cánovas, posiblemente el político más culto que ha tenido España en la presidencia del gobierno. Su biblioteca alcanzaba los 30.000 volúmenes. Lo que quería decir era que como gobernante, se veía «amarrado por los cientos y tantos cordones de la realidad». Pero tenía muy claro que su deber era «sofocar la tragedia nacional, conteniendo las energías étnicas dentro de la forma lírica, para que la pobre España viva mansamente hasta que lleguen días más propicios. No podemos marchar a saltos, ni con trompicones revolucionarios. Las algaradas y las violencias nos llevarían hacia atrás, en vez de abrirnos paso franco hacia un horizonte remoto.» Cuando Cánovas murió, el jefe de los liberales, Sagasta, declaro: «Ahora todos nos podemos tratar de tú». A pesar de su cultura enciclopédica un día alteró involuntariamente en las Cortes una cita de fray Prudencio de Sandoval y hubo quien se levantó para corregirlo.
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