Buscar este blog

jueves, 28 de febrero de 2008

Un RIP por don Leo

Leo Strauss falleció el 18 de octubre de 1973. En la sumaria necrológica que publicó el New York Times tres días después, se leía: “Leo Strauss, un influyente filósofo político e intérprete de la teoría política clásica, falleció el jueves de neumonía en el Anne Arundel Hospital de Anápolis. Tenía 74 años”. Pasaba a continuación a mencionar sus últimos años en esta ciudad y su magisterio con un tono bastante neutro: “Un maestro de varias generaciones de científicos políticos, escribió libros para otros especialistas más que para el público en general y no era muy conocido fuera de su campo”.

30 años más tarde este mismo diario descubrirá a otro (supuesto) Leo Strauss y se prestará sin reticencias a difundir las críticas de quienes lo presentarán como el ideólogo de los neoconservadores, contribuyendo a difundir una imagen perversa de su filosofía. Fue en las páginas del New York Times donde se identificó a un antidemócrata y elitista Leo Strauss como el responsable ideológico del auge del republicanismo. El ataque fue tan virulento y desmedido que Jenny Strauss se vio obligada a salir en defensa de la memoria de su padre en este mismo diario: “Artículos recientes han retratado a mi padre, Leo Strauss, como la mente oculta detrás de los ideólogos del neoconservadurismo que controlan la política exterior de los Estados Unidos... No reconozco al Leo Strauss que estos artículos describen.”

¿Cómo pudo escapársele a todo el mundo la relevancia ideológica del malo maloso de Leo Strauss, siendo tan perverso y depravado? ¿Cómo el New York Times no lo denunció en su momento? Lo cierto es que si Strauss fue tan relevante, en el New York Times no se mostraron muy avispados a la hora de redactar su necrológica. El 21 de octubre de 1973 el redactor de la necrológica que comentamos se limita a añadir a lo ya dicho, lo siguiente: “Uno de sus colegas observó que dentro de la profesión el Dr. Strauss es apreciado por mantener vivo el estudio de los filósofos políticos clásicos y por mostrar a sus estudiantes que pensadores como Maquiavelo y Hobbes eran relevantes para los dilemas políticos del presente en un momento en que la aproximación cuantitativa y conductista (behavioral) a las ciencias políticas está de moda”.

Nadie puso en duda tampoco las palabras de Bloom en el primer aniversario de la muerte de Strauss, que sostuvo que Leo Strauss había sido, básicamente, un hombre solitario. Por muchas personas relevantes que pudiera conocer y por muchas horas que pudiera pasarse hablando con sus alumnos, el centro de su ser, insistió Bloom, “era el solitario, continuo, meticuloso estudio de las cuestiones que consideraba más importantes”. Vivir era para él, fundamentalmente, pensar. Y no poseyó ambición mayor que la de comprender. Quien tenga ojos para ver podrá comprobar que “no pertenecía a ninguna asociación, ni asumió ningún cargo de autoridad”. Y, desde luego –añado yo-, estuvo muy lejos de ser un straussiano.

Siempre quedaba el recurso a la teoría conspirativa para justificar el desconocimiento que se tuvo de él mientras vivió. Si Leo Strauss fue un conspirador, era lógico que fueran muy pocos los que tenían un conocimiento directo de sus obras. Era lógico, también, que se mostrara reservado, que rehuyera la popularidad, que nunca se mostrara interesado por hablar en armonía con el gusto de su época, que no fuera nunca entrevistado en medios como el New York Times o el New York Review of Books.

¿Por qué no sospechar –retrospectivamente- que Bloom pretendiera ocultar alguna cosa cuando decía que “Strauss repetía con frecuencia el dicho de Hegel de que la filosofía debería evitar ser edificante” o afirmaba que “estaba preocupado en primer lugar con encontrar respuestas para sí mismo y sólo en segundo lugar en comunicar lo que había encontrado y mucho menos en que las demandas de la comunicación determinasen los resultados de su investigación.” Otros discípulos insistían que nunca se había preocupado por estimular el interés de sus alumnos por la gestión política. Pero el dogma de que los neoconservadores eran discípulos de Strauss se iba imponiendo inexorablemente tanto entre los medios liberales como entre los más conservadores de los Estados Unidos.

Hay una razón obvia por la que Strauss no pudo ser acusado de ideólogo de los neoconservadores en el momento de su muerte: el neoconservadurismo aún no existía. Pero los enemigos de Strauss no han dado valor a esta minucia.

Strauss no fue denunciado como neoconservador hasta los años de la “revolución conservadora” de Ronald Reagan (1981-1989), cuando algunos de sus discípulos coincidieron con los “neoconservadores”, que entonces culminaban su largo viaje ideológico desde las filas del trotskismo, en los años 30, hasta las del republicanismo, después de haber recalado en el campo base del partido demócrata durante más de dos décadas. Neoconservadores como Kristol o straussianos como Harry V. Haffa defendieron la existencia de un nuevo espacio político, basado en los principios de la Declaración de Independencia y alejado tanto de los libertarios de derecha como de los conservadores tradicionales (a los que menospreciaban como “paleoconservadores”). Su auténtico héroe era Ronald Reagan, a quien Norman Podhoretz bautizó como “the first new conservative”. Leo Strauss, por razones obvias, no coincidió con los neoconservadores ni en su origen ni en su meta. Tampoco en su trayectoria. No hay ningún artículo suyo en los órganos de expresión de este movimiento, Partisan Review o Encounter. El neoconservadurismo, como movimiento tiene su nacimiento ideológico en 1979, aun cuando el terminológico fuera anterior. Esta año su publica Confessions of a True, Self-Confessed Neoconservative (1979) de Irving Kristol, de quien es la definición del neoconservador como "un liberal asaltado por la realidad”. Esto debería ser suficiente para hacernos dudar de que Strauss pudiera haberse considerado nunca a sí mismo como neoconservador.

La primera denuncia relevante contra Strauss es de 1985 y estaba firmada por un helenista, Myles Burnyeat, que lo presentó como “el gurú preeminente del conservadurismo americano”. Añadía que se puede conocer su pensamiento de dos formas: yendo directamente a sus libros o “solicitando una iniciación con un straussiano”, que es aquel que “lee los libros seculares de manera religiosa, talmúdica, cabalística, y, por encima de todo, de manera perversa”. Esta contundencia crítica provocó una inmediata salida en tromba de los discípulos de Strauss en defensa de la memoria del maestro. Burnyeat no sólo no cambió de opinión sino que trató al straussianismo de “nuevo culto emergente”.

Ese mismo año, 1985, Shadia Drury, de la Universidad de Calgary, descubrió ni más ni menos que una conspiración contra la democracia promovida ideológicamente por Leo Strauss. Tanto en sus artículos como en sus libros, Drury ha insistido en demostrar que Leo Strauss era un cínico y ferviente acólito del nihilismo de Nietzsche y Heidegger. Su libro The political Ideas of Leo Strauss, se convirtió pronto en un manual de campaña. En él se decía que Leo Strauss había fundado un culto filosófico a su propia persona y que había enseñado doctrinas diferentes a sus diferentes seguidores. No es una manera elegante de explicar las divergencias entre los straussianos, pero ha sido eficaz.

Cuando tres años después, en 1988, Heinrich Meier publicó Carl Schmitt, Leo Strauss und Der Begriff des Politischen, los críticos de Strauss creyeron encontrar finalmente la prueba definitva de la maldad intrínseca de Leo Strauss. Meier demostró la existencia de una estrecha relación intelectual entre Leo Strauss y Carl Schmitt, lo cual autorizó a unos cuantos cretinos a tratar directamente a Leo Strauss de nazi.

Hay que decir que algunos discípulos de Strauss, guiados más por la vehemencia que por la inteligencia, contribuyeron con su conducta a echar leña al fuego. Es el caso de Thomas Pangle, que en 1989, en la introducción a The Rebirth of Classical Political Rationalism, arrogándose una representatividad que estaba muy lejos de detentar, confiesa que los estudiantes y seguidores de Leo Strauss “no sólo han formado un grupo distinguido y combativo de conservadores en el mundo académico contemporáneo, sino también una fuerza revolucionaria en el conservadurismo americano”. Eran estos unos tiempos en que todos los vientos parecían favorables y este exceso parecía un gesto reivindicativo. Como es bien sabido, en 1989, después de la caída del muro de Berlín, mientras MacDonald invadía Moscú, Francis Fukuyama publicaba su artículo ‘The End of History?’. En estos años de optimismo, el término “neoconservador” parecía un título tan admirable que Pangle, al apropiarse de él, estaba lanzando, consciente o inconscientemente, un puente entre el neoconservadurismo y Strauss, dejando abierta la sospecha de que el pensamiento crítico de Strauss pudiera ser interpretado como ideología victoriosa.

El 2 de agosto de 1990 Saddam Hussein invade Kuwait. Una vez derrotado, el presidente Bush decidió retirar las tropas sin provocar un cambio de régimen en Irak. Esta orden fue criticada muy duramente por un antiguo colega de Strauss en Chicago, Albert Wohlstetter, maestro de dos de las figuras más polémicas entre los neoconservadores, Wolfowitz y Perle. Publicó un artículo con el expresivo título de “The Bitter End: The case for re-intervention in Iraq” Le Monde (FRANCHON, Alain y VERNE, Daniel, “Le stratège et le philosoph”, 15 de abril de 2003.) denunció inmediatamente que Wohlstetter era el estratega y Strauss el ideólogo de los neoconservadores. Lo cierto es que los neoconservadores vieron la retirada americana de Irak como un síntoma de la posible pérdida de tensión de la democracia americana. Fue de nuevo Thomas Pangle quien desarrolló esta tesis, con el argumento de que con el fin de la Guerra Fría y privada de su enemigo, la democracia liberal corría el riesgo de relajar su sentido cívico y abrir las puertas al triunfo del relativismo moral. Fukuyama y Donald Kagan comentaron esta obra de manera muy favorable.

Probablemente todos estos acontecimientos en sí mismos sólo habrían afectado tangencialmente a la memoria de Leo Strauss si no hubiesen venido acompañados por la conquista republicana de la mayoría en el Congreso de los estados Unidos en noviembre de 1994, que se había mantenido mayoritariamente demócrata desde 1952. Si los republicanos comenzaron a hablar de una “nueva mayoría social”, entre los perplejos demócratas no faltaron los que, frotándose los ojos, intentaron explicarse lo ocurrido echando mano del viejo recurso conspirativo. El New York Times se prestó al juego de presentar a Leo Strauss como el ideológico oculto de la recuperación republicana, añadiendo que se trataba de un filósofo hostil a la “presunción de la Ilustración de que todos los hombres fuimos creados iguales” y de un conservador que veía el status quo como la expresión de la voluntad divina. Shadia Drury se limitó a echar más leña al fuego ya prendido cuando en 1997 publicó Leo Strauss and the American Right, donde muestra a un Strauss decididamente enemigo de la democracia liberal, que enseñaba sus artes del engaño político a un grupo elitista de políticos americanos. Estas extravagancias fueron recogidas en centenares de artículos, como el de Gregory Bruce Smith, titulado ‘Leo Strauss and the straussians: An Anti-Democratic Cult?’.

El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar el ataque terrorista contra los Estados Unidos. Pocos días después, el 15 de septiembre, Bush reunió a sus principales asesores en Camp David. El neoconservador Wolfowitz aprovechó la ocasión para recoger la idea de su maestro, Wohlstetter, y proponer una guerra generalizada contra el terrorismo, incluyendo Irak.

Los partidarios de la teoría conspiradora, que por aquel entonces ya hacía tiempo que había cruzado el Atlántico, entraron en ebullición. Heinrich August Winkler (“Wenn die Macht Recht spricht”, en Die Zeit, 26 de junio 2003) sólo encontró una diferencia entre la “revolución conservadora” que precedió a la llegada de Hitler en Alemania y la situación de los Estados Unidos: que los straussianos habían encontrado en Bush lo que Carl Schmitt había buscado inútilmente, el acceso al gobernante. A partir de este momento la crítica se transforma en parodia y toda hipérbole parece legítima como denuncia de la conspiración. En 2003, el excéntrico candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Lindon LaRouche, hace de Leo Strauss un “destacado ideólogo fascista” y una “criatura depravada y satánica”. LaRouche distribuyó más de 400.000 ejemplares de un panfleto antistraussiano que el diario Al Arab International publicó íntegramente en su edición del 3 de julio. Otros optando por la lírica fácil, como Jim Lobe, denunciaron que los “Neocons dance a Strauss waltz”; otros, prefiriendo la épica, se decantaron por la sal más gruesa, como Jeffrey Steinberg, que trata Strauss de “Fascist Godfather of the Neo-Cons”. Otros fueron más directos y se contentaron con tacharlo de likudnik. Se abrió la veda del pim-pan-pum y todo calibre estaba permitido. Se habló de los “leocons”, de los “straussianos Hijos de Satán”, de “la filosofía satánica de Leo Strauss”, etc, etc. En esta situación incluso los “paleoconservadores” se sienten orgullosos de su diferencia.Uno de los más fieles enemigos de Strauss ha sido Patrick Buchanan (BUCHANAN, Patrick, “Whose War?”, en The American Conservative, 24 de marzo de 2003). En Le Monde y en Nacional Review se han encontrado con frecuencia los mismos argumentos contra Strauss.

En el 2003, cuando más arreciaba la balacera, Richard Rorty tuvo la dignidad de salir en defensa de Leo Strauss, a quien había tenido de profesor en Chicago. Ya hemos hablado de eso. ¿Pero quién va a hacerle caso a Rorty pudiendo mantener una buena teoría conspirativa?

49 comentarios:

  1. Desde mi ignorancia inmensa en el tema, le felicito por tan excelente y erudita reflexión. Las teorías conspirativas siempre tienen éxito. No entiendo como en muchos manuales y textos en línea, a los que recurrimos los no iniciados cuando buscamos información, todavía se acumulen los 'penjaments' contra el pobre Strauss. Qué mundo.

    ResponderEliminar
  2. No he leído a Strauss y seguramente no lo leeré. Pero leyéndote a ti, siempre he creído que hay un elemento conservador en tu idea del mundo que no comparto. En ello no hay nada de despectivo. Ningún desdén hacia el concepto 'conservador'.
    Entiendo que en cambio, en tu texto ese concepto pasaría a ser mejor definido por la palabra 'neofascista' aplicada a la filosofía de Strauss. Lo cual, seguramente es absurdo en sus términos. Los desplazamientos semánticos son muy peligrosos.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Estupendo viaje que ilustra mucho. Nada hay más agradecido para el que ignora que echar mano del cliché de una instantánea y mostrarlo hasta la saciedad.

    Probablemente detrás de todo esto también se puede manifestar un fenómeno típico de la comunicación de masas: la repetición del cliché explica la cultura que no se tiene. ¿Qué quiere decir fascista? ¿Y neo fascista? ¿Y conservador? Pues peor todavía, ¿y strausiano?

    ResponderEliminar
  4. GLuri:

    No he leído nada de Strauss, pero me ha despertado el interés.¿Qué me recomienda para empezar?

    ResponderEliminar
  5. ¡Vaya! Aunque no es nuevo para mí tampoco, cada vez que algo así aparece (contra un "idealista", contra un "irracionalista", contra un "metafísico"... por ejemplo. Nota: hace poco me topé con el caso de Gödel...)se da uno cuenta de lo poco que uno puede esperar de la posteridad. Es decir, no sólo del presente "pasional" y "militante".

    Pues otro que voy a leer, mira por donde!

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Júlia. Hay que pensar contra las fórmulas. Si es que se quiere pensar, claro. Eso no evita equivocarnos, desde luego, pero nos permite reolvidar y reaprender.

    ResponderEliminar
  7. Gabriela: Yo me he definido aquí ya varias veces como un neo-conservador, en el sentido etimológico del término. En mi juventud estaba dispuesto a hacer feliz a la humanidad aunque para ello tuviese que cargarme a media humanidad. Hoy me conformo con la utopía, que considero razonable, de no hacer daño a nadie. ¡Y no veas tú lo que me cuesta!

    ResponderEliminar
  8. Luis: Hemos descubierto que estar dispuesto a aventurarse es arriesgado, porque inevitablemente te adentras en la incertidumbre. Pero es la condición para irse construyendo una biografía intelectual que sea algo más que la repetición de lo mismo. Me parece que somos afortunados por saber prescindir de certidumbres absolutas.

    ResponderEliminar
  9. Dhavar: Un buen comienzo puede ser la biografía intelectual de Daniel Tanguay: hay ediciones en francés e inglés. Si lees francés, te recomiendo "NIhilisme et politique", Bibliothèque Rivages, 2001.

    ResponderEliminar
  10. Carlos: Lo discípulos de Strauss son legión. De hecho es el único filósofo político del siglo XX que ha creado escuela. Sin embargo hay straussianos muy diversos. Los hay en el partido repuiblicano y en el demócrata; algunos han colaborado con Reagan y Bush, otros con Clinton; los straussianos norteamericanos de la costa este son diferentes de los de la costa oeste; en Europa hay abundantes straussianos en Francia, realizando una síntesis muy interesante entre Strauss y Aron. Incluso algún clérigo iraní ha reivindicado recientemente la hermenéutica straussiana. Hay straussianos judíos, cristianos y ateos. etc.

    ResponderEliminar
  11. GLuri:

    Muchas gracias.Leo francés con alguna dificultad, pero así practico, que siempre viene bien.

    ResponderEliminar
  12. Desde luego, en "Progreso o Retorno" Strauss tiene un tufillo muy conservador, y no neo sino paleo. Y me parece que sus seguidores en el Partido Republicano son mucho más numerosos que en el Demócrata. Otra cosa es esa etiqueta exagerada que se le pretende colgar como patriarca en la sombra del movimiento neocon, cosa que tiene que ser una exageración entre otras cosas porque los filósofos nunca han ejercido una gran influencia entre la clase política. ¿Usted cree que Zapatero o Rajoy van a seguir las consignas de algún filósofo? Los únicos que tienen verdadera influencia en la política son los economistas, y a mi juicio los verdaderos padres del movimiento neocon son Arthur Laffer o Milton Friedman.

    ResponderEliminar
  13. Sin duda, Strauss es un conservador de tomo y lomo. Pero lo que no tiene nada de conservador es la manera nietzscheana de sustentar su conservadurismo.
    Su héroe era Churchill.

    ResponderEliminar
  14. En mi opinión queda aquí bastante bien reflejado el abuso que se puede ejercer por medio de la propaganda interesada. Eso de “destacado ideólogo fascista” y una “criatura depravada y satánica” son buenos ejemplos. Por otro lado aquí también se da por supuesto que el término "neoconservador" ya de por sí debe significar algo "perverso y depravado". Y si alguien inquiere reiteradamente sobre ciertos aspectos dudosos de L. Strauss enseguida se le acusa de estar hablando desde "el reclinatorio, el púlpito o la trinchera".

    Yo quisiera no entrar en esas estrategias dialécticas y ceñirme a un acercamiento lo más serio posible de la cuestión planteada por ejemplo aquí (ver también mis otros comentarios).

    Por ejemplo y para empezar con algo concreto, ¿es cierto, como afirma Kristol, que "Strauss was an intellectual aristocrat who thought that the truth could make some [emphasis Kristol's] minds free, but he was convinced that there was an inherent conflict between philosophic truth and political order, and that the popularization and vulgarization of these truths might import unease, turmoil and the release of popular passions hitherto held in check by tradition and religion with utterly unpredictable, but mostly negative, consequences."?

    ¿O es este Strauss una especie de "hombre de paja" creado por Kristol para dar una cierta cobertura intelectual y respetable a lo que no es más que una idea generada por él mismo?

    Los que conocéis bien la obra de Strauss, ¿no véis en ella nada que pudiera ser asimilable a ese supuesto elitismo intelectual de Strauss y esa reticiencia que se le adjudica a "popularizar" y divulgar abiertamente el conocimiento adquirido por las élites (ya sean políticas o de otro tipo)?

    Por supuesto Leo Strauss pudo no ser un conspirador y al mismo tiempo sus ideas haber influido en ciertas personas que luego mostraron a su vez ejercer una influencia política relevante.
    Esto no tiene nada de extraño y no es incompatible conque sus ideas fueran elitistas.

    Y más allá de eso tampoco está claro que su "relevancia ideológica" se le "escapara a todo el mundo". A los propios neoconservadores, como I. Kristol, que se dicen influidos por L. Strauss cabe subrayar que no se les ha escapado.
    Si ellos dicen que se ven influidos por Strauss, la respuesta en sentido contrario de Gregorio Luri no es suficiente con decir simplemente que eso no puede ser cierto.

    En cualquier caso gracias por esta información interesante.

    ResponderEliminar
  15. Aunque se evidencia que hay mucha propaganda negativa y falaz contra Strauss eso no demuestra que cualquier crítica a Strauss tenga que provenir de las mismas fuentes contaminadas y tenga que ser falsa y perversa. No se demuestra que lo que viene en la wikipedia es falso. Al menos el estilo del breve artículo de wikipedia no muestra indicios de ninguna perversidad.
    Puede estar equivocado pero se merece una crítica a la altura.

    JJ.

    ResponderEliminar
  16. Antonio, ese proceder no tiene nada especial y es algo tipicamente intelectual (el elitismo). Si Strauss no quisiese que otros pudieran alcanzar su pensamiento no hubiese publicado ningún libro. Todo lo demás parece más propio de conspiranoias (como parece indicar el artículo de Don Gregorio) que otra cosa.

    Es fácil aceptar que haya cierto poso elitista, pero como decía, ésto es algo normal en muchos intelectuales; e inherente a su forma de pensar, de que las masas no pueden ser iluminadas. Ésto no es algo intrínsecamente malo, depende más de que ésto se utilize como argumento para acometer otras acciones, que si pueden ser perjudiciales.

    Por lo demás, los libros están ahí, así que quien lo desee puede indagar en ellos. Pero eso no significa ir predicando el pensamiento por las calles.

    ResponderEliminar
  17. Nacho: yo añadiría algo más: la desconfianza hacia el elitismo es el gesto definitorio del peor de los conservadurismos. Las grandes dictaduras populares del siglo XX han perseguido toda expresión de vanguardia... si no es que esta persecución es la expresión de su esencia. En esto se identifican el stalinismo, el nazismo y el macarthismo.
    ¡La vanguardia para el que se la trabaja!

    ResponderEliminar
  18. "la desconfianza hacia el elitismo es el gesto definitorio del peor de los conservadurismos. Las grandes dictaduras populares del siglo XX han perseguido toda expresión de vanguardia... si no es que esta persecución es la expresión de su esencia. En esto se identifican el stalinismo, el nazismo y el macarthismo."

    Buenoooo... Ya estamos. Hablando de propaganda...

    Bueno, entonces es cierto que se da ese elitismo en Strauss. Al menos vosotros dos lo dáis por bueno.
    Ha costado pero al final parece que se confirma.
    Otra cosa será ver si es condenable o no. No pongamos el carro delante de los bueyes.
    Personalmente no me importa mucho esa clase de elitismo más relacionada con la pedantería que con la "masonería" (por decirlo de alguna forma fácil de entender por todo el mundo).

    Fijaos que yo también me mostré sorprendido por el hecho de que I. Kristol se expresara de modo tan sincero.
    Concretamente dije:
    Aunque me resultaría ciertamente curioso (en caso de ser así) al menos encuentro que sería de agradecer la sinceridad con que el citado neocón expresa abiertamente su pensamiento.

    ¿Estamos al menos de acuerdo en que I. Kristol sí parece pecar de ese intelectualismo aristócrata y esa reticiencia a "popularizar" y divulgar abiertamente el conocimiento adquirido por las élites (ya sean políticas o de otro tipo)? Y eso, aunque lo haya expresado así, ABIERTAMENTE!!

    ¿Es este Strauss dibujado por Kristol una especie de "hombre de paja" para dar una cierta cobertura intelectual y respetable a lo que no es más que una idea generada por él mismo?

    Son preguntas razonables. No veáis en mí fantasmas que sólo están en vuestra imaginación.
    Por favor.

    ResponderEliminar
  19. Gracias a Gregorio Luri por este comentario en el post anterior.
    Si doy expresamente las gracias es porque me parece notar que a GL le cuesta mucho atender, directamente y sin más ceremonias, a las peticiones de los que vienen a curiosear por su blog (al menos en mi caso). Por tanto sus respuestas, a diferencia de las conseguidas con mayor facilidad en otros lugares, deben ser especialmente valoradas.

    Este comentario de GL al que me refiero es en verdad muy interesante por venir de una persona que parece realmente haber dedicado mucho tiempo a L. Strauss.
    A mí, por un lado me produce cierta desconfianza (como cierto "escepticismo") hacia el probable -que yo casi inclinaría hacia dudoso- valor útil de la obra de Strauss el hecho de que un conocedor de ella se muestre tan poco seguro de haberlo entendido. Me hace pensar en los posmodernistas, tipo Baudrillard, del que sí he leído algo, y que me parece mayormente humo.
    Pero esto bien podría ser un juicio precipitado por mi parte. Prefiero dejar provisionalmente en suspenso mi juicio y atender a la posibilidad de que Strauss sea en verdad un tipo realmente interesante como nos dice GL.

    Gracias por haberse expresado tan abiertamente. De verdad.

    ResponderEliminar
  20. Antonio, hay dos "tipos" de elitismo: uno es aquel que desprecia, de mirada altiva, por encima del hombro, que se percibe como ser superior dominante (esa es la palabra clave); el otro es aquel que se hace consciente de las diferencias entre las personas, y de que unos se interesan por pensar más las cosas (o pensar de un modo diferente algunas cosas en específico, una mirada más profunda), en cambio otros tienen otros intereses (que podrían ser igual de lícitos y necesarios), este elitismo puede ser crítico con aquellos que hablan sin “saber” (como parece desprenderse de la crítica a Popper), aunque esto obviamente es subjetivo, y también por esto mismo se puede caer en la pedantería.

    Tu pareces querer (corrígeme si me equivoco) colocar a Strauss dentro del primer tipo de elitismo. Entiende que yo sé igual de poco que tú que Strauss, y por lo tanto no puedo atreverme a contestar tus preguntas sin introducir un sesgo subjetivo importante. Pero por lo poco que sé y recabando opiniones y datos expuestos a lo largo de estas tres últimas entradas en la bitácora de Don Gregorio, creo que he llegado a diferentes conclusiones que tú. Probablemente la raíz de esto se deba a que partimos de diferentes puntos de partida (obviamente, como personas distintas que somos), o en este caso: tenemos diferentes formas de percibir el significado de la palabra “elitismo”. No quiero parecer un sofista, así que iré al grano: el elitismo en este caso es un estado potencial de conocimiento, no un estado de ego superior que dispone de otros como personas inferiores a las que se puede manipular, que es como se entiende el pensamiento “neocon maquiavélico” con el que se asocia (injustamente, parece ser) a Strauss.

    Al hilo de lo que dice Gregorio, aquellos movimientos e ideologías que tienden a rasurar a las personas, a imponer que todos somos iguales (no en el sentido de la justicia y los derechos, sino en cortar a todos por el mismo patrón) caen precisamente en el elitismo “despreciativo” para con aquellos que no abrazan el pensamiento único. Pero bueno, como no quiero irme por las ramas: ¿hablamos aquí de Kristol o de Strauss? No podemos juzgar a la persona de Strauss por las palabras de Kristol, y para mojarme contestaré a tu pregunta: creo que en cierto modo sí, es el “hombre de paja”, porque probablemente desfigura a Strauss para encajarlo en su particular empresa.

    ResponderEliminar
  21. "Tu pareces querer (corrígeme si me equivoco) colocar a Strauss dentro del primer tipo de elitismo."
    No, yo no quiero nada, sobre esta cuestión, más que recibir la opinión de gente más preparada.

    Lo que yo he visto en las últimas entradas de estos días en este blog (con sus respectivos comentarios) no me ha permitido avanzar prácticamente nada en esta búsqueda debido a las enormes reticencias de su autor salvo, en cierta medida, en el día de hoy.

    La idea, con pinzas y previsiblemente revisable, que tengo ahora mismo podría aceptar que L. Strauss ha sido un pensador muy utilizado por diversos autores posteriores en algunos casos seguramente con abuso, distorsionando su obra.
    En principio lo que dijera de él I. Kristol es mejor adjudicárselo al propio Kristol y mantener dudas acerca de si el verdadero Strauss tiene algo que ver con el personaje que él esboza.

    Por otro lado sobre I. Kristol propiamente nadie ha dicho nada relevante (tampoco había por qué) y se mantienen las dudas sobre lo que de verdad pudo querer decir, aunque yo mantengo como sensato hacer una interpretación literal de las líneas extractadas aquí.

    ResponderEliminar
  22. Buenas.
    A ver si me explico. Si el pensamiento de Strauss es elitista, será en todo caso porque la sociedad de mercado es elitista. Es tan elitista como el pensamiento de Platón, o de Spinoza. Porque los libros de Strauss están en las librerias, y en las bibliotecas. Pero nadie los lee; porque nadie lee nada. Que sí, que sí, que nadie lee nada.
    Democrática y nada elitistamente podría ir un cualquiera, es decir, un átomo democrático, a la biblioteca, y leer a Strauss. Pero Strauss es elitista porque nadie lo lee.
    Y como nadie lo lee, se convierte en leyenda, en lo que ha de ser leído pero nadie lee; y entonces, la leyenda se utiliza para lo que haga falta: para que las élites se echen a Strauss a la cara.
    Si los átomos democráticos leyeran al elitista de Strauss, éste dejaría de serlo, porque todos serían élite. Pero nadie lo lee; si acaso, esperaremos a que hagan la película.
    El arduo trabajo del concepto se sustituye por el arduo trabajo del resumen; lo sensible en el lugar de lo inteligible, y entonces Strauss ha conseguido lo quería, dirá alguno avispado, ha logrado una mitología de dioses oscuros, sensibles; el propio Strauss convertido en un dios (entre dioses) oscuro, temible. La "verwirklichung" del strausianismo.

    Y dice Aristóteles: "Fácilmente se entiende cuán necesario es que los jóvenes sean instruidos, no para deleite, pues al aprender no juegan, ya que el estudio está necesariamente acompañado de fatiga."

    ResponderEliminar
  23. En otras épocas, el elitismo "natural" era obvio y estaba separado del poder (era objeto de mesenazgo, por ejemplo). Hoy, como es lo que se tiene para vender, se autovalora, qué remedio. Lo cierto es que es imposible que un intelectual de verdad (quiero decir, no un fantoche de poses, snob, postmoderno, etc., incluso un repetidor de dogmas) no se sienta parte de la élite "iluminada" e "iluminadora" (más allá de que lo confiese, se lo confiese, se atreva a decirlo, a pensarlo, incluso no se sienta culpable por ello, y por último, incluso también, no esté convencido de que no iluminará sino poco o nada). No hay más que estuchar a los políticos hasta los menos demogagos para sentir ese efecto de pertenencia a la élite, o escuchando las conversaciones que se producen en un mercado las más de las veces desde que "pides la vez" hasta que por fin te atienden.

    ResponderEliminar
  24. O lo que yo decía: "el elitismo en este caso es un estado potencial de conocimiento".

    ResponderEliminar
  25. primo de rivera, que no es primo si aceptamos que yo soy rivera, afirma que en progreso y Retorno "hay un tufillo muy conservador, y no neo sino paleo." Yo, que me tengo por hombre de mi tiempo, que es a lo más que puedo aspirar, no noto ese tufillo. ¿Será que Strauss es según el color del cristal con él que se le lee? ¿No le daría eso un aspecto universal?

    ResponderEliminar
  26. ¿Podríamos encontrar en Sócrates un cierto elitismo?

    ResponderEliminar
  27. "A mí, por un lado me produce cierta desconfianza (como cierto "escepticismo") hacia el probable -que yo casi inclinaría hacia dudoso- valor útil de la obra de..."

    Don Antonio ¿no siente vergüenza al decir este tipo de cosas?

    ResponderEliminar
  28. luis rivera: aquí tu primo que lo es -soy primo de todos los riveras- te asegura que ese libro de strauss es muy neocon o paleocon. lo que strauss defiende en "progreso o retorno" es la moralidad arcaica del judeocristianismo. a él le gustaría que la civilización occidental regresara a atenas y a jerusalén. pero no a la atenas de epicuro o diógenes, claro, sino a la de platón y aristóteles. o sea al gobierno de los elegidos. y al jerusalén de la torah. o sea a la tierra de los elegidos. y en su defensa del retorno a la moral tradicional critica a spinoza y defiende a maimónides, que si tanto le fascina es porque precisamente fue un pensador judío conservador y esotérico.

    ResponderEliminar
  29. No corte la frase don Anónimo. Póngala entera:
    A mí, por un lado me produce cierta desconfianza (como cierto "escepticismo") hacia el probable -que yo casi inclinaría hacia dudoso- valor útil de la obra de Strauss el hecho de que un conocedor de ella se muestre tan poco seguro de haberlo entendido.
    (y no por ello me he atrevido yo a insinuar que alguien aquí debería sentir vergüenza. Ya está bien de tantas pataditas en la espinilla. Yo he sido muy correcto.)

    Aprovecho de paso para destacar dos interesantes comentarios de 'primo de rivera' (uno y dos)

    ResponderEliminar
  30. Primero aclarar que el penúltimo de los comentarios firmados como anónimo, valga la contradicción, es también mío, no así el último.

    Respecto a lo que dice Antonio en su última respuesta: la frase completa, que el anónimo corta, no deja de ser en su longitud toda ciertamente poco aceptable, no en lo formal (correcta y completa) si no en lo material.
    Porque entonces habrías de poseer una terrible confianza (y hasta cierto dogmatismo) en la utilidad de las doctrinas de Benito Mussolini, pues un conocedor de su obra como Primo de Rivera (no me dejara mentir) se mostraba bien seguro de haberlo entendido.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  31. Querido primo, pues, pues parte del apellido nos da cierta familiaridad. ¿Ves? Yo no lo veo así. Me atrevo a decir que he leído ese libro sin ver tanta intención y finalidad, y si una exposición de dos tensiones que han producido nuestro mundo occidental. Que Straus se decante por una u otra, de las dos, Atenas o Jerusalén, no haría desmerecer la brillantez del planteamiento que ofrece.
    Por otra parte, en la lista de nombres que citas no veo razón alguna para objetivar conservadurismos o paleoconservadurismos. Antes que de Epicuro, venimos de los Diálogos de Platón o de la Apología de Sócrates. No veo mal en ello, ni siquiera una determinación histórica reaccionanria.

    ResponderEliminar
  32. Por otra parte, Luis, en la correspondencia con Scholem, Strauss se define a sí mismo -y lo hace varias veces a lo largo de los años- como "epicureo".
    Peronalmente la obra que más aprecio de Strauss es su comentario del "De rerum natura".

    ¡La fe, la fe, siempre presente!

    ResponderEliminar
  33. Luri: Buscaré el Comentario a Lucrecio, ¿como no había caido en ello?

    ResponderEliminar
  34. 'Otro', si uno entiende a un autor puede encontrar valor útil a su obra. O no. Pero al menos cabe esa posibilidad.
    Es decir, aunque uno entienda perfectamente, o al menos en gran medida, la doctrina de Mussolini eso no conlleva necesariamente una "terrible confianza" en su utilidad.
    ¿Estamos de acuerdo?

    Por otro lado, si no se entiende, dudo (es lo único que dije) que se le pueda encontrar algún valor útil (aunque bueno, tal vez sí, en cierta forma, si uno siente al menos que le ha supuesto mucho ejercicio mental. Aunque no haya mayor provecho que ése quizá puede producir cierta satisfacción).


    Dejo por aquí un artículo sobre Strauss que, tal vez, no les parezca del todo horrible
    Leo Strauss, Conservative Mastermind
    By Robert Locke

    si bien habla también del contenido dual en sus textos: "exotérico" (para un público genérico) y "esotérico" (para los entendidos).
    Porque la filosofía es "peligrosa".
    Por cierto, eso explicaría que no tuviera el menor reparo en publicar sus libros. Confiando en que la gran masa no los va a entender...
    El autor del artículo aclara, no obstante:
    Some dispute whether Straussian texts exist. The great medieval Jewish Aristotelian Moses Maimonides admitted writing this way. I can only say that I have found the concept fruitful in my own readings in philosophy. On a more prosaic level, even a courageous editor like my own can’t print certain things, so I certainly write my column in code from time to time, and other writers have told me the same thing.

    Como dicen los anglos: your comments are welcome.

    ResponderEliminar
  35. También destaco este comentario del año pasado de Gregorio Luri (sobre el que he caído fortuitamente. Thanks google) en el que parece responder favorablemente a una pregunta que se le hace acerca de si Kristol podría considerarse representativo del pensamiento de Straus. De Irving Kristol dice explícitamente que "es seguramente uno de los tipos más cultos e inteligentes de los Estados Unidos".

    ResponderEliminar
  36. ¿Pero es Strauss culpable de esto? Esa escritura "oculta" viene a ser así desde los tiempos de Heráclito o Parménides (por no hablar de otras filosofías orientales). Precisamente la vaguedad es lo que hace que a muchos autores se les pueda leer siglos después.

    Si se dijeran las cosas explicitamente, es posible que perdiese parte de su esencia (tampoco abogo yo por los místicos, que los hay y muchos, es decir que tiene que decir "algo", pero hay muchas formas de decir "algo"). Y en cualquier caso, a lo mejor no saber si se puede entender algo o no de su pensamiento sin haberlo leído, siempre te tendrás que basar en lo que otros dices.

    ResponderEliminar
  37. Que la filosofía es peligrosa lo sabemos desde Platón.
    Y que el discurso sea esotérico, repito, se deduce del hecho de que la gran mayoría es incapaz de leerlo y entender algo, o no entender nada, pero al "llegar", no al "partir". Porque tampoco leyeron a Platón, entre otras cosas.
    Exhorto a todo el mundo a que lea a Platón. Y a Strauss. Y después, si quieren, si les interesa, lean "fuentes secundarias". Lean artículos y wikipedias. Lean escoliastas. Lean biógrafos, hagiógrafos y censores.
    Desde luego, no es un consejo.

    ResponderEliminar
  38. pues yo lo que creo es que escribir de forma oscura, que efectivamente es cosa que han hecho muchos, es la antifilosofía porque filosofar es pensar y además compartir lo que piensas con los demás. da igual que lo hagas por pedantería o por lirismo o por elitismo o por maquiavelismo o por oscurantismo, yo me cago ahora mismo en todo aquel que no es claro y sencillo y directo. ya vale de rodeos y de gilipolleces y de códigos secretos. en el fondo me parece que todo se reduce a una cosa: miedo. la cosa tiene mucho que ver con la religión y la guerra y el judeocristianismo y la biblia, que no es filosofía: es puro engaño en el que tantos creyeron. a la gente que habla con rodeos y escribe con rodeos y actúa con rodeos yo lo que les digo es que tienen miedo por la razón que sea y hay que gritarles, en la cara, sin diplomacia ni esoterismo, que son unos sórdidos cobardes. en el fondo ¿cuál es la madre de la ideología del tal strauss? la mierda de la biblia.

    ResponderEliminar
  39. Sí bueno. Ahora podemos, si queremos, pasar a esa fase, que a mí ya me interesa algo menos discutir (al menos en este momento): la de si esa forma de proceder de Strauss e I. Kristol está bien, está mal, si es siquiera opinable, si es tradicional, de toda la vida, etc.

    Pero yo en un principio, en mi primera intervención en este blog, sólo pretendía dilucidar si había algo de cierto sobre eso de las diferentes "verdades apropiadas" para diferentes clases de personas. El "peligro" potencial de la filosofía para el hombre ordinario, según el hombre extraordinario.

    Bastante ha costado empezar a sacar algo en limpio y ahora resulta que, de repente, varios de vosotros parecéis dar ya por bueno, y hasta de lo más natural, el que efectivamente exista esa pedagogía social multinivel, con diferentes significados e intencionalidades según la audiencia a la que vaya dirigida, en las obras de Strauss (y también en Kristol).

    También es curioso que al empezar a brotar este convencimiento entre los lectores de este blog, el primer acto reflejo por parte de algunos (no 'primo de rivera', desde luego) sea el de intentar apresuradamente improvisar alguna explicación en forma de disculpa o justificación.

    Quizá porque, en el fondo, les parece que hay algo que deplorar (?).

    Mejor ejemplo habrían de tomar de la transparente franqueza de I. Kristol ("seguramente uno de los tipos más cultos e inteligentes de los Estados Unidos", Gregorio Luri dixit):
    What made [Strauss] so controversial within the academic community was his disbelief in the Enlightenment dogma that `the truth will make men free.'

    ResponderEliminar
  40. Pues yo, como puro ejemplo, arriesgo a decir que el filósofo que más ha influido en nuestra forma de pensar, para bien o para mal, para seguirlo o denostarlo, en los últimos dos siglos ha sido uno de los escritores más oscuros de la historia: Hegel. Que dista mucho de ser directo, pues tal vez la "dirección", es falta de mediación, y por tanto pura candidez del pensamiento.
    Y por cierto que también de Hegel se dijo arteramente que no era otra cosa que filosofía cristiana.
    Y atribuir miedo al filósofo es del todo irrelevante, pues la filosofía que sea, si es tal, sobrevive a su individualidad. Hobbes dice por ejemplo que el tuvo dos madres, la biológica por un lado, y el miedo por otro. Y ahí está Hobbes, a pesar de todo.
    Sólo un ejemplo.

    ResponderEliminar
  41. creo, como popper, que hegel es enemigo de la libertad, y creo, como popper, que "mirar a la simplicidad y a la claridad es un deber moral de los intelectuales, pues la falta de claridad es un pecado y la pretenciosidad, un delito"

    ResponderEliminar
  42. A mí Heidegger me parece muy claro ¿y a usted, señor primo de rivera?

    ResponderEliminar
  43. Por mi parte, como si es enemigo del "sursum corda"; lo que sí es, es un gran filósofo.
    Y no es mal ejercicio comparar la potencia trituradora de la filosofía de Hegel con el simplicísimo Popper.

    ResponderEliminar
  44. Gracias, Gregorio. He comenzado a leerlo y a las pocas páginas ya me ha hecho reflexionar en aspectos clave. Disentiré sin duda de sus conclusiones extemporáneas, pero me será muy útil y aprovechable. Me parece muy interesante que ponga en eviencia el papel "oscurecedor" (inevitable, una necesidad histórica para mí) del racionalismo contemporáneo. Ya tendrás noticias mías al respecto.

    ResponderEliminar
  45. Gracias, Gregorio. Ya he comenzado a leerlo. Muy interesante la idea que desprendo por ahora de que el racionalismo contemporáneo tuvo/tiene un papel oscurecedor. Esto encaja en mis reflexiones como anillo al dedo (tal vez porque lo quiera ver así). En fin, ya veremos. Tendrás noticias y las discutiremos.
    Un saludo afectuoso.

    ResponderEliminar
  46. Vaya, Mr Blogger me engañó: me hizo creer que el primer comentario se había perdido. Bueno, dos versiones. Y aprovecho, tras continuar avanzando en la lectura de LS: ¿por qué no afilas tus conocimientos y proximidad a su enfoque y participas de la polémica entre Memetic W. y Eduardo? Sin duda, la óptica Strauss tendría mucho que decir ahí (al margen de que la comparta del todo, ya que creo estar de acuerdo con lo que la óptica VE pero no con los REMEDIOS...; repito, CREO...)

    ResponderEliminar
  47. Carlos: Ya tengo cincuenta y tantos años y cada vez me da más pereza polemizar con los demás. Además no tienes ni idea de la cantidad de polémicas que mantengo conmigo mismo.
    Tal como yo lo veo, Strauss no presenta ninguna alternativa política al presente. Lo que le preocupa es desarrollar una mirada crítica al presente que salvaguarde la libertad de la filosofía sin degradarla en ideología. Piensa que a sus alumnos -y en esto coinciden todos- los animaba, al despedirlos, a que lo traicionaran.
    Cualquier intento de hacer de Strauss un ideólogo político traiciona lo esencial de su pensamiento.

    ResponderEliminar
  48. ¡No, no, claro que no, no se trata de eso! Yo no coincido, como dije, con sus "remedios", pero sí en la convicción que nos emparenta y que vengo defendiendo desde que leí el revelador "El mito de la educación" (bueno, ya desde mucho antes aunque ese texto me dio un concepto, "grupalidad", que podía haberse llamado tambien como lo llama Strauss "compromiso empático"), a saber: que no podemos pensar como una única humanidad.
    La polémica, precisamente, necesita no de tomas de partido entre dos grupos enfrentados (entre miles) que creen que conseguirán vencerse el uno al otro mediante la razón, sino en decirles, "soy dos grupos", o, "teneis dos compromisos empáticos diferentes". Eso es todo, y tal vez unos de los dos, con más de 50 y pico años, se lo podríamos decir. Lo que pasa es que yo aún no terminé de leer a Strauss y tú sí o bastante más... Y me divertía la idea de que Staruss entrara en juego con más autoridad que la mía, que es "cero".
    Nada, ya sabes, cosas de la estrategia grupal... je, je!

    ResponderEliminar

Cocinar en Navidad

 I Como entramos en la Navidad, decidí ayer llenar la casa de olores caseros y cociné una gran cazuela de pies de cerdo que, se lo aseguro, ...