A principios de 1950 Popper dio una conferencia en la Universidad de Chicago que a Strauss le pareció malísima. Poco después Strauss se enteró de que Popper podía estar aspirando a un puesto docente en esta universidad y contribuyó de manera decisiva a cerrarle el paso. Lo primero que hizo fue buscar la alianza de Voegelin.
Le escribió una carta en la que no ahorra adjetivos calificativos para despreciar a Popper. Lo tiene por un positivista tan engolado como incompetente. “Muy malo. No concibo que un hombre así sea capaz de escribir algo digno de ser leído y aun así hoy parece un deber profesional conocer sus publicaciones. Me podría decir Ud. algo al respecto —si lo desea, lo guardaré para mí.” (carta de 10.4.1950).
Voegelin le contesta inmediatamente, dejando meridianamente claro que su opinión sobre Popper no es mejor que la de Strauss: “Este Popper ha sido durante años no exactamente una piedra con la que uno se tropieza, sino una china molesta que tengo continuamente que apartar del camino porque constantemente la gente me mienta su trabajo sobre “la sociedad abierta y sus enemigos” como una de las obras maestras de nuestro tiempo. Esta insistencia me persuadió a leer el trabajo aunque de motu propio ni lo hubiese hojeado (…). Lo menos que se puede decir es que es un libro impúdico, mierda diletante (dilettantish crap). Cada frase es un escándalo. (…) Las expresiones «sociedad cerrada» y «sociedad abierta» están tomadas de las Deux Sources de Bergson sin explicar las dificultades que indujeron a Bergson a crear esos conceptos. Popper toma esos términos porque le suenan bien (…). Si la teoría de Bergson sobre la sociedad abierta es histórica y filosóficamente consistente (que es lo que creo), entonces la idea de la sociedad abierta de Popper es basura ideológica. (…). Popper es tan inculto filosóficamente (…) que no es ni siquiera capaz de reproducir aproximadamente el contenido de una sola página de Platón. Leer no es lo suyo (reading is no use to him) (…) En suma: el libro de Popper es un escándalo sin circunstancias atenuantes; por su actitud intelectual es el producto típico de un intelectual fracasado; espiritualmente, uno tendría que usar expresiones como granuja, impertinente, burdo; en términos de competencia técnica, como una obra de la historia del pensamiento, es diletante y por lo tanto vacío”.
Aunque Voegelin le pide a Strauss discreción con el uso de esta carta, deja bien claro que “sería faltar al deber profesional apoyar este escándalo con el silencio” (Carta de 18.4.1950). Se refiere, claro está, a la posible contratación de Popper. Strauss hizo el uso que creyó adecuado de la misma, mostrándosela a quienes tenían competencia para decidir sobre la cuestión.
“Usted ayudó a evitar un escándalo”, le agradece a Voegelin en una carta posterior (8.8.1950).
¿No le parece a usted, señor Luri, que el pensamiento de tradición anglosajón tiene algo de plebeyo? ¿Como ponerse sandalias con calcetines blancos?
ResponderEliminarUn saludo
Si nos ponemos a comparar tendríamos que sacar a relucir el pensamiento francés y su manía de ir sin sandalias.
ResponderEliminarMás bien creo que durante la guerra fría la ideología fue un arma arrojadiza y Popper ofrecía un discurso bonito y barato. Fue también el caso de Berlin.
Por otra parte Strauss y Voegelin eran alemanes, Popper austriaco... y la Universidad de Chicago recogía más lumbreras europeas que cualquier universidad del viejo continente.
ResponderEliminarDe la opinión que da Popper respecto a Wittgenstein, precisamente en "La sociedad abierta y sus enemigos", se puede deducir porqué alguien como él merecería tan mala calificación de alguien como Strauss.
ResponderEliminarEs posible que Popper fuese algo burdo en ocasiones pero no vendía humo ni mucho menos.
Sobre su artículo de hoy, debo felicitarle.
ResponderEliminarAunque desde la kerontología sean lo mismo un Reno finlandés y un Isard catalán, desde la pedagogía no deben confundirse, pues uno mora en las estepas heladas, mientras que el otro rumia en los bosques mediterráneos.
Isidoro: Ahí está, exactamente, nuestra diferencia. Yo creo que sólo vendía humo. Lo que pasa es que él no lo sabía.
ResponderEliminarPopper tiene la misma relación con la filosofía que los propagandistas católicos con la teología o un manual de campaña electoral con la filosofía política.
Enrri: Muchas gracias.
ResponderEliminar¿Y un Strauss, un Platón o un Hegel "vendían" humo a sabiendas? ¿O es que "vendían" otra cosa?
ResponderEliminarInsisto: Popper puede ser burdo en alguno de sus juicios pero su calidad de iconoclasta, y persona con la honestidad de no pretender crear secta mediante redacciones oraculares, es positiva y en gran medida reconfortante viendo el actuar de otros.
¿Popper? Un "hereje". Y es con los herejes como se desarman las religiones y misticismos varios.
Quizá no le falte razón a Isidoro al preguntar, respecto a Strauss: ¿O es que "vendían" otra cosa?
ResponderEliminarSobre Strauss e I. Kristol y las diferentes "verdades apropiadas" para diferentes clases de personas:
Kristol has been quite candid about his belief that religion is essential for inculcating and sustaining morality in culture. He wrote in a 1991 essay, "If there is one indisputable fact about the human condition it is that no community can survive if it is persuaded--or even if it suspects--that its members are leading meaningless lives in a meaningless universe."
[...]
At the heart of the neoconservative attack on Darwinism lies the political philosophy of Leo Strauss. Strauss was a German political philosopher who fled the Nazis in 1938 and began teaching at the University of Chicago in 1949. In an intellectual revolt against modernity, Strauss focused his work on interpreting such classics as Plato's Republic and Machiavelli's The Prince.
Kristol has acknowledged his intellectual debt to Strauss in a recent autobiographical essay. "What made him so controversial within the academic community was his disbelief in the Enlightenment dogma that `the truth will make men free.'" Kristol adds that "Strauss was an intellectual aristocrat who thought that the truth could make some [emphasis Kristol's] minds free, but he was convinced that there was an inherent conflict between philosophic truth and political order, and that the popularization and vulgarization of these truths might import unease, turmoil and the release of popular passions hitherto held in check by tradition and religion with utterly unpredictable, but mostly negative, consequences."
Kristol agrees with this view. "There are different kinds of truths for different kinds of people," he says in an interview. "There are truths appropriate for children; truths that are appropriate for students; truths that are appropriate for educated adults; and truths that are appropriate for highly educated adults, and the notion that there should be one set of truths available to everyone is a modern democratic fallacy. It doesn't work."
(Tomado de 'La tabla rasa' de Pinker)
Aunque heleído a Popper y casi nada a Straus, no tengo conocimiento para entrar en este debate, salvo para apuntar una cosa:
ResponderEliminarHace unos años, durante las dos legislaturas de gobierno del Partido popular, desde su fundación y desde el mismo Aznar, se lanzó la idea de la importancia de Popper en el pensamiento político moderno. No desconfío de los filósofos, pero sí de quienes deciden sacarlos a la luz para alimentar su trayectoría política con justificaciones filosóficas. Fué en cualquier caso una moda pasajera y en seguida se dejó de hablar de ello. Me he preguntado después, ¿porque Popper y no Patocka?
Antonio: Efectivamente, vendían otra cosa.Yo creo que lo de Popper son cuentos de hadas, aunque muy valiosos como munición ideológica, pero insostenibles teóricamente.
ResponderEliminarRespecto a Strauss, sería intelectualmente más honesto que loa tacaras con sus propias palabras, no con las que Pinker recoge de alguien que lo trató de pasada en Chicago.
No encontrarás ni una línea en toda la obra de Strauss que ponga en cuestión la ciencia moderna. Sí que encontrarás, a la inversa, abundantes declaraciones de que la ciencia moderna impide mantener la imagen del universo de los antiguos.
La interpretación de Strauss como un administrados de verdades para diferentes clases de personas sólo se sostiene en la ignorancia o en la mala fe. Entre otras cosas porque Strauss no tiene NINGUNA verdad que enseñar.
Respecto al racionalismo político. No veo cómo un demócrata puede no aceptar que, efectivamente, en la ciudad hay diferentes discursos y que cada uno tiene su racionalidad específica.
En rigor yo no llego a atacar a Strauss. Al menos no todavía.
ResponderEliminarSólo lanzo la cuestión con la esperanza de que alguien versado en este autor pueda responder de manera solvente a lo que parecen indicar esos extractos que he enviado.
Me importa específicamente la cuestión de la voluntad personal de querer contar las cosas tal como uno las considera "en verdad". Esto es algo siempre subjetivo por supuesto.
A mí me parece que Kristol (y Strauss) se sienten cómodos con esas "mentiras políticas". Diferentes "verdades", cada una de ellas "apropiada" para un colectivo diferente.
Parece que se da en Kristol, influido por Strauss, la voluntad de contar a todo el mundo lo que él considera real o más exacto y verdadero en política. (Dejo aparte a los niños, a quienes todos contamos algunas mentiras de vez en cuando por razones obvias.)
Creo que hay personas, tal vez pocas, no lo sé, que cuentan UNA misma y única "verdad", un mismo y único discurso, a todo el mundo por igual.
I. Kristol no me parece de estos ni por asomo, al menos a la vista de esos extractos y por lo que parece desprenderse de su inclinación straussiana.
Agradecería cualquier aclaración sobre el particular. Si el tema parece off-topic pues nada, lo dejamos.
Una pequeña enmienda a lo antedicho:
ResponderEliminarParece que se da en Kristol, influido por Strauss, la voluntad de contar a todo el mundo algo distinto de lo que él considera real o más exacto y verdadero en política. (Dejo aparte a los niños, a quienes todos contamos algunas mentiras de vez en cuando por razones obvias.)
Pero es que Kristol (el padre) fue un alto funcionario del Congress for Cultural Freedom y desde su puesto de ayudó a difundir las ideas de gentes como Popper o Berlin, en los que noc reía; mientras que Strauss fue un profesor bastante solitario de la Universidad de Chicago que NUNCA perteneció a ninguna organización política (si dejamos de lado su militancia en organizaciones sionistas en la Alemania de su juventud).
ResponderEliminarHay otra cosa a tener muy en cuenta: Leo Strauss nunca fue straussiano.
ResponderEliminarLuri: ¿era una rara avis? ¿Antes un testimonio que una verdad?
ResponderEliminarMe pillas, Luis, leyendo algunas lindezas que le dedicaban sus colegas en el departamento de Ciencia POlítica de Chicago, que no son menores que las que él y Voegelin le dedican a Popper. Lo claifican de "insufferable, arrogant, aloof snob". Y posiblemente lo era.
ResponderEliminarLo que pretende no es construir una flosofía propia sino extraer las consecuencias pertinentes de la muerte de Dios, más allá de los debates de salón propios de los posmodernos.
Lo que le critica a Popper es, básicamente, que aún siga pensando como si Nietzsche no hubiera existido.
Desde luego decir que "Leo Strauss nunca fue straussiano" no ayuda gran cosa.
ResponderEliminarPues nada. Me quedaré pues con la duda.
Un saludo.
A mí se me ocurre decir que hay dos cuestiones mezcladas: una, la de la veracidad, que es un valor ético, personal, y la verdad, que es una idea o concepto filosófico. Más que alabar la cristalina veracidad, o que tratar de defenderla desde un púlpito (veracidad cristalina que, si es absoluta, recae, esta sí, en pura niñería amente: "abuela, abuela, ¿por qué eres tan fea?"), lo que ha de tratar de entender el filósofo es en qué contextos una mentira contribuye a la generación de una verdad, en otro estrato. A no ser que se suponga, teológicamente, que la Verdad es una (unum, verum, bonum...). Es decir, que si hay impulso antimoderno en Strauss, lo es a fuer de antimedieval: antiteológico, aunque sea la remozada teología del progreso.
ResponderEliminarPor mi parte al menos creo haber dejado claro en un comentario anterior (con enmienda) que me ciño a "la verdad" subjetiva, tal como la aprecia cualquier persona desde su personal cosmovisión. Lo que uno (por ejemplo Strauss o Kristol) cree que es lo cierto.
ResponderEliminarDecía, por ejemplo, que me importa específicamente la cuestión de la voluntad personal de querer contar las cosas tal como uno las considera "en verdad". Esto es algo siempre subjetivo por supuesto.
A mí me parece que Kristol (y Strauss) se sienten cómodos con esas "mentiras políticas". Diferentes "verdades", cada una de ellas "apropiada" para un colectivo diferente.
Parece que se da en Kristol, influido por Strauss, la voluntad de contar a todo el mundo algo distinto de lo que él considera real o más exacto y verdadero en política.
¿Será que, como dice 'Otro', Strauss y/o Kristol pretenden contribuir a la generación de una verdad a través de la mentira?
Y si es así, ¿qué tipo de "valor ético, personal" es ése?
¿No sería condenable tal proceder?
Aunque me resultaría ciertamente curioso (en caso de ser así) al menos encuentro que sería de agradecer la sinceridad con que el citado neocón expresa abiertamente su pensamiento.
Menudo marro, que se gastan entre los filosofos.Me cuesta seguirlos pero lo siguere intentandolo.
ResponderEliminarDon Gregorio usted apunta:Entre otras cosas porque Strauss no tiene NINGUNA verdad que enseñar. y yo me preguntó ¿ quien puede enseñar la verdad? yo creia que la verdad era relativa y no es unica,tiene muchos matices, esta sometida al tiempo y a la percepción del individuo,es sumamente subjetiva. ¿ Como alguien puede enseñar la verdad?
Lo decía más por británicos y estadounidenses, pero da igual.
ResponderEliminarGracias
Creo sinceramente que se siguen mezclando las dos dimensiones que esbozaba. Porque para juzgar la veracidad de Strauss (algo así como saber si "realmente decía lo que pensaba", si sus libros son expresión de sus pensamientos) tendríamos que hablar con el propio Strauss. Pero eso, además de imposible, me parece inoperante; porque, y esta es la otra dimensión, la obra de Strauss no se puede medir por su veracidad, sino por su verdad; porque es filosofía; porque está objetivada, más allá del arco de sus dientes.
ResponderEliminarDe otro modo: la veracidad de un autor es irrelevante filosóficamente; no quizá para un tipo de discurso externo, ideológico.
Y, por otro lado, yo no dije que Strauss mienta (que como digo me da igual, en ese estrato, y en ese sentido que acabo de relatar) para decir verdad, sino que un filósofo debe enfrentarse a la situación tal en que una falsedad conduce a una verdad en otro estrato: por ejemplo, la falsa creencia de Colón de llegar a las Indias por la espalda del Gran Turco propicia la verdad del descubrimiento.
Porque un filósofo, al menos hasta que los enemigos de la sociedad abierta nos hagamos con el poder, no es un político.
Un saludo.
1) Imaginemos que descubrimos la manera de hacer una bomba de un poder destructivo inmenso mezclando tres productos de fácil adquisición en cualquier supermercado. En este caso sería bueno que callásemos lo que sabemos.
ResponderEliminar2) Imaginemos que disponemos de una posibilidad de hacernos ricos y la administramos con prudencia para que los demás no nos tomen la delantera.
3) Imaginemos que descubrimos que la vida política se sostiene en convicciones sin fundamento, a las que podemos llamar "nobles mentiras" o "innobles falsedades". como queráis. En este caso.
3.1.) Eliminar la alienación en que vive la gente iluminándolos con la verdad que poseemos.
3.2) Callar, porque no tenemos nada mejor que ofertar.
Me imagino que respecto a (1) todos consideran que el silencio (o mentir sobre lo que se sabe, llegado el caso)es una conducta prudente y cívica.
Respecto a (2): esto es lo que se enseña en las escuelas de negocios. El capitalismo funciona con mentiras y silencios. Tiene mucho de partida de mus.
Respecto a (3.1): Es la conducta de los apóstoles de religiones o ideologías varias. Es la conducta misionera.
Respecto a (3.2): Esta es una situación singular porque el que sabe esto se encuentra desarraigado de su comunidad y está condenado a vivir "el régimen del solitario". A poco que aprecie a la gente, más vale que se guarde lo que sabe. Ninguna ciudad soporta a quien no cree en sus dioses.
Una de estas posturas es la de Strauss.
Caray, qué complicado es esto. Ahora parece que hay que jugar al escondite ('Otro') o a las adivinanzas ('Gregorio Luri').
ResponderEliminarSegún dice I. Kristol (que puede que no tenga ni idea. No lo sé, pero me gustaría saberlo):
Kristol adds that "Strauss was an intellectual aristocrat who thought that the truth could make some [emphasis Kristol's] minds free, but he was convinced that there was an inherent conflict between philosophic truth and political order, and that the popularization and vulgarization of these truths might import unease, turmoil and the release of popular passions hitherto held in check by tradition and religion with utterly unpredictable, but mostly negative, consequences."
Kristol agrees with this view. "There are different kinds of truths for different kinds of people," he says in an interview. "There are truths appropriate for children; truths that are appropriate for students; truths that are appropriate for educated adults; and truths that are appropriate for highly educated adults, and the notion that there should be one set of truths available to everyone is a modern democratic fallacy. It doesn't work."
¿Era Strauss un "intelectual aristócrata" al que le gustaba jugar con ventaja respecto al resto de la gente (punto 2 de G.L.)? ¿Era un "enemigo de la sociedad abierta"?
¿Le gustaba sentirse algo así como un gnóstico aventajado? ¿O tal ves creía en algo parecido al polilogismo marxista?
Si alguien, con buena fe, quisiera darnos algo de luz sobre estas cuestiones, yo estaría muy agradecido.
Pero, se me ocurre, tal vez "el que sabe" no quiera compartirlo. Porque, tal vez, sienta que eso le da alguna ventaja.
Bueno, esto ya es darle muchas vueltas al tema.
Yo creo que debería ser más fácil intercambiar información. Al menos de este tipo.
Gregorio, tanto tiempo, es que con nuevo trabajo no he tenido tiempo de nada. Espero tener oportunidad para contarle en otro momento. Pero no quería privarme de comentarle que usted sabe cómo, he llegado a las lecciones de platón de Hegel. Nunca más claro que no existen dos discursos, uno esotérico y otro exotérico, y con que simplicidad se puede desmitificar la carta VII. He quedado completamente entusiasmado con su lectura que también arroja luz sobre el odio visceral de Nietzsche para con él.
ResponderEliminar"Pero, se me ocurre, tal vez "el que sabe" no quiera compartirlo. Porque, tal vez, sienta que eso le da alguna ventaja."
ResponderEliminarNo busques conspiraciones, que no las hay. Tampoco es que como el Conde Arnaldos, "yo no digo mi canción más que al que conmigo va", sino que, simple y llanamente, Strauss no se puede resumir. Digamos, en todo caso, hay que que estar un poco de vuelta de los ideales d ela Ilustración y las sociedades abiertas para sintonizar con él.
Aro: Me alegra mucho volver a encontrarte por aquí y espero que me tengas al tanto de tus devaneos.
ResponderEliminarHegel es, efectivamente, muy grande. Tan grande que ya nos ha pensado a todos. Todos estamos pensando dentro de su cabeza las sobras de su sistema.
Efectivamente, no existen dos discursos. Lo esotérico es, simplemente, menos exotérico, pero en uno u otro caso todo lo relevante está en la superficie, como en la realidad. Todo lo profundo está en la superficie. Lo que cuesta es verlo.
Yo no he leído a Strauss (ya llegaré), pero por lo que leo en la discusión, es como aquello de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo".
ResponderEliminarEn ese sentido es una mezcla entre las posibilidades (2) y (3.2). Por mis conclusiones precipitadas, extraigo que Strauss quiso hacer partícipe a una minoría de su pensamiento interno (aquellos que podían comprender) y callarse "la verdad" al resto.
Probablemente esté totalmente equivocado, pero la frase "Strauss no era straussiano" me recuerda a aquello de "Yo no soy marxista" que dijo Marx. Hay dos posibilidades: que realmente no creyese en su pensamiento publicado, o que éste fuese la verdad, pero en cambio el poseyera "su" particular verdad. Mezclando y agitando se pueden obtener varias posibilidades, aunque es demasiado divagar ya para no haber leído a Strauss.
Saludos.
Al final me queda como una sensación de 'gnosticismo straussiano para aventajados'.
ResponderEliminarMe quedo, provisionalmente, con dos ideas de la síntesis de GL que parecen claves:
1. Strauss no se puede resumir.
2. Digamos, en todo caso, que hay que estar un poco de vuelta de los ideales de la Ilustración y las sociedades abiertas para sintonizar con él.
Un poco curioso tanta reserva. Y no, no creo que sea cosa de "conspiraciones". Será algo más simple. Tal vez una forma de eludir el contestar de frente. Simple y llanamente.
Al final va a ser algo tan sencillo como interpretar literalmente los extractos de I. Kristol.
¿O no?
Como yo lo veo: la reserva no es a plantear las cosas "de frente", sino a pintarlas con brocha gorda. Así, se puede seguir los extractos de Kristol literalmente, como ya decía, si el interés está en otra parte que en la comprensión de una filosofía; por ejemplo, en el terreno de la ideología.
ResponderEliminarCabría interpretar esa posibilidad, pero no creo que en mi caso.
ResponderEliminarYo he venido a preguntar en un entorno en el que da la sensación de que Strauss es bastante conocido.
(Da la sensación pero no se aprecia luego ninguna enjundia)
¿Y qué me encuentro como respuesta?
Hermetismo.
Aquí parece que Strauss debe ser la leche, un tipo muy difícil de comprender e imposible de abordar someramente de ninguna forma.
Queda eso sí, la sensación de que es un tipo grande. No porque se haya argumentado nada solvente en ese sentido sino simplemente porque se afirma. Es un acto de valoración de Strauss positivista la que se hace aquí.
Lo mismo se puede decir de la valoración aparentemente negativa que se hace de Popper, sin entrar en ningún detalle.
Lo que hay aquí parece un simple intercambio de pareceres entre personas que ya están de acuerdo en algo y que no necesitan explicárselo mutuamente. Y al que no esté en el ajo, como es mi caso, no merece la pena prestarle demasiada atención. Yo me lo pierdo.
Pues bueno. Habrá que conformarse con eso.
Al menos convendréis conmigo en que vuestra actitud no es (ni siquiera pretende ser) convincente.
Antonio, creo que lo mejor que se puede hacer para comprender el pensamiento de un autor, es leerlo.
ResponderEliminar¿Qué nos interesa aquí: descubrir su filosofía o descubrir su ideología? Estamos en lo de siempre: ¿se puede separar la filosofía del autor de su psicología?
Preferiblemente, es mejor conocer ambas caras de la misma moneda, aunque muchos se empeñan en que de un autor debe valorarse, sobretodo, su pensamiento; independientemente de sus fueros internos. Yo no estoy de acuerdo con esa visión, pero es otra posibilidad, puesto que conocer la interioridad del autor es practicamente imposible, ni si quiera por su propia boca, menos por la de otros.
Así que después de todo, convenga olvidarse de las ideologías, en la medida de lo posible, y pensar sólo en su filosofía, y a partir de ella intentar recomponer el puzle estudiandolo más a fondo (si es lo que interesa, que tampoco tiene porque ser así). Mientras tanto, más vale no caer en los "dimes y diretes".
Saludos.
Sin embargo tras los múltiples exabruptos, no se da ninguna razón por la que Popper, según el entender de Strauss y Voegelin, es un necio.
ResponderEliminarNo, no. Esa no es la cuestión sino que aquí todo es muy hermético y resulta harto difícil conseguir siquiera unas orientaciones.
ResponderEliminarPero bien. Si solo fuera a lerr uno o dos libros de Strauss, que me pudiesen dar alguna información ÚTIL sobre el tema que es objeto de mi intervención, ¿cuál o cuáles me aconsejariáis?
Espero que no me digáis que necesito hacer la carrera de filosofía y letras (no, claro. Es broma).
UYYYYYYYY qué lío.Me voy a ser algo más feliz.Chao.
ResponderEliminarPor jugar un poco:
ResponderEliminarLa sociedad abierta [al cambio de miras] y sus enemigos [académicos]