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lunes, 11 de febrero de 2008

Fábula de los despojos de Deseo

Andaba Zeus muy alterado por el Olimpo. Paseaba de aquí para allá con las manos cogidas a la espalda y la mirada un poco perdida. Los acontecimientos estaban tomando un cariz muy muy preocupante. Desconocía las razones exactas, pero lo evidente era que los hombres se estaban olvidando el cielo. Ya no ponían atención en los sacrificios y el humo que ascendía hasta las nubes no sabía a grasa, sino a carne flaca, vieja y quemada. Los templos estaban vacíos y las estatuas de los dioses cubiertas de líquenes. A Delfos sólo acudían judadores empedernidos a consultar con la Pitia asuntos relativos a las quinielas. Se acercó de nuevo a las puertas del cielo. Nada, ni un alma humana. Sin embargo hasta él llegaban las algarabías de las larguísimas colas que formaban los hombres esperando su turno para entrar en el infierno. Caronte no daba abasto.

“¿Qué diablos está pasando?”, gritó perplejo.

Hermes fue quien le informó que Pandora era la culpable de todo. Al destapar la famosa tinaja había dejado en libertad al Deseo que desde aquel día volaba a su antojo de aquí para allá seguido siempre por multitudes de hombres.

Tras meditar un rato las alternativas que tenía, Zeus decidió que a grandes males, grandes remedios, y ordenó a Apolo que secuestrara al Deseo y lo encerrase bajo siete llaves en una prisión del cielo. De esta manera los hombres se olvidarían de él y todo volvería a ser como antes.

Apolo cumplió fielmente con la orden recibida y durante unos días pareció que las cosas volvían a su cauce.

Pero nadie contaba con que las musas, que atraviesan paredes, se encapricharían con Deseo. Cada día le llevaban algún regalo. Un día Erato le cosió un trajecito de marinero, con su gorrita y sus guantes. Deseo parecía con él un niño de primera comunión. Se gustó tanto que tiró sus ropas viejas por la ventana.

Quiso la causalidad que fueran a caer a los pies de Memoria, que desde entonces anda tan ufana vestida con los despojos del Deseo.

8 comentarios:

  1. Perdón, porque no viene a cuento, pero me he encontrado esto que puede que interese a alguien:

    http://www.pierre-michel.fr/lexique/2008/laicite/crise.pdf

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  2. solo pasaba por aqui,esta muy bueno tu texto, el deseo que corroe al hombre ja ja o el hombre que sigue al deseo, sus impulsos, que se basa en la satisfacción de una necesidad real o ficticia, que más da, el deseo es deseo, pero cuando este es tan grande que puede llevar hacer cosas que ni uno puede creer.
    espero seguir visitando!
    adios.

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  3. Gluri:

    Tiene que continuar ¿qué pasó con las ropas viejas de Deseo?

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  4. Ay, por qué no pasan estas cosas, ahora???

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  5. Este tipo de relatos siempre me producen una rara nostalgia.

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  6. Dhavar: Pues pasa que esas ropas se encuentran guardadas, con mejor o peor fortuna, en los armarios de nuestra memoria.

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  7. Júlia: Hoy he estado hablando de ti con Luis, el del Bosque. Los dos hemos coincidido en nuestras alabanzas. ¿Te han pitado los oídos?

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  8. Relato precioso! Pero si no empezara la historia con Zeus, creeria que se trata de una cronica politica, de este pais en un periodico. Cambie usted los nombres y vera que cuadra perfectamente con la situación politica actual.

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