Las noticias del día empujan a escribir necrológicas. Y, tras varios ensayos, he descubierto que escriba lo que escriba, será una necrológica. Pero, si ha de serlo, quiero que recoja la extrañeza de la mirada humana ante el mundo. Esa extrañeza decía Aristóteles que era la fuente de todo filosofar.
Comienzo recogiendo la extrañeza de la extrañeza a partir de algunas reproducciones de la maravillosa pintura rupestre levantina, que a mi modo de ver merecería estar conservada en condiciones mejores. Constituye, fuera de toda duda, un patrimonio de la humanidad. ¿Qué es lo que nos subyuga de estas imágenes, además, obviamente, se su belleza formal? Quizás que son los primeros testimonios de un hombre que se aleja del mundo, de su directa inmediatez, para observarse a sí mismo actuando en él. En esa distancia está el origen de la ironía necesaria para crear la cultura.
El sexo, la caza, la carrera... Ortega decía que en estas acciones nos encontramos con el fondo de todas las formas de la vida feliz.
Por cierto, ¿exagero mucho si sugiero que existe una cierta continuidad formal entre las imágenes de la cerámica ibérica, las menos helenizadas, y la pintura rupestre levantina? Parece que en el mundo ibérico el ciervo tenía un simbolismo muy especial: era un animal psicopompo, es decir, encargado de transportar las almas de los muertos al más allá. Tal como el Hermes griego. Algún día me armaré de imprudencia y os contaré como a mi parecer este es también el origen de Orfeo. Lo que los griegos helenizaron dotándolo de una forma humana era posiblemente para los antiguos tracios un ciervo sagrado.
- ¿Me quieres hacer creer que también bebe para olvidar?
- ¿Por qué no no? Hay frases que si se convierten en fórmulas es precisamente porque responden a realidades.
- Bah... ¿Y el comandante?
- Una bellísima persona.
- Eso no lo discute nadie, Cruells, lo que querría saber es si también bebe para olvidar.
- ¡Pues estar bien seguro! Todos los que beben lo hacen para olvidar.
- ¿Olvidar el qué?
- Generalmente ya no se acuerdan.
Me lo decía con absoluta seriedad. Las gafas de carey acrecentaban su cara de lechuza mientras intentaba convencerme de que el médico, el comandante, Gallart, Ponsetti, todos los "amantes del biberón" (como los llama el comandante), si beben es para ahogar en vino el sentimiento del vacío, "primer paso hacia la religión".
- Me das -ha insistido- la impresión de que no sientes el vacío, de que aún no lo has sentido nunca.
- ¿Es que querrías que me emborrachase?
- ¡Anda, vamos a dejar aquí!Evidentemente, de la "Incerta glòria" de Joan Sales.
Cualquiera diría que se acaba agosto y hay que trabajar.
ResponderEliminarPerdonadme, pero en el antepenúltimo dibujo diviso un torero.
ResponderEliminary en una de las pinturas aparece una vaca socratica
ResponderEliminarEstimat Goyo (con un puntazo y a parte, jiji).
ResponderEliminarA mi también me alegra mucho nuestro cruce virtual y me encanta lo que de tu post resulta demasiado ecléctico. Eclectízanos a tu manera, nos dejamos! un petó molt gran.
Tumbaíto: Septiembre es el mes más cruel...
ResponderEliminarCerillo: ¿Te refieres al que parece llevar toda una montera de torero? ¡Totalmente de acuerdo! Valdano decía que el fútbol es anterior a sí mismo, aquí se demuestra que mucho más anterior es el toreo.
ResponderEliminarLevant: Acabaré soñando con ellas.
ResponderEliminarMariona: Un fuerte abrazo. Alguna cosa sé de que te estás comiendo el mundo. ¡A por él!
ResponderEliminar¿Estamos en esas pinturas? Yo diría que sí.
ResponderEliminarLuis: Yo diría que también
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