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martes, 14 de agosto de 2007

Cuenca mágica

Aquella famosa gemidora de Vallcarca, Celia, de la que nos distes cumplida cuenta en su momento, ha dormido en una habituación contigua a la mía en un hotal de Cuenca. O ella o su clon. ¡Qué naturalezas! La cosa comenzó con gemidos suaves que iban tomando más profundidad -una profundidad acompasada-, como si salieran de simas cada vez más profundas hasta que finalmente arrancaban desde las mismas plantas de los pies y tras atravesar músculos, nervios, tendones, venas y arterias se arremolinaban en la garganta y salían arrastrándose con fuerza, violentamente, cada vez más rápidos y, por supuesto, sin ningún cuidado por lo que pudieran pensar los vecinos. A la sesión, larga, muy larga, de gemidos le ha sucedido un golpeteo insistente de la cama contra la pared. Un auténtico martilleo que ha terminado con el mismísimo grito de tarzán de la selva. Lo juro. Si yo fuese como debiera de ser, tendría que haber llamado a la puerta de los protagonistas y felicitarlos efusivamente por la faena, ya que fue pública. Sin embargo, me he limitado a callar.
A la mañana siguiente, a la hora del desayuno todo era un cruzarse y recruzarse de miradas entre las mesas ocupadas por parejas. Sólo una estaba desayunando felizmente, ausente del bullicio del silencio y del estrépito de la curiosidad morbosa.
No se admiten comentarios sobre este tema. ¿Queda claro?
Por la tarde en la plaza pública de Priego nos atiende en la terraza de un bar una camarera que no sabe ni una palabra de español. Finalmente comprendo que es búlgara. ¿Qué hace una búlgara rigiendo un bar de Priego? Pues me imagino que algo semejante a los tres eslavos que en Beteta estan derribando una casa. Esto debe ser la España plural.
¿Y qué hago yo en Priego, Cuenca, preguntándole a una búlgara: "¿Sviñavite, na Cuenca?"
Por la noche -y mira que hay posibilidades para soñar- sueño con Súbal, de la Segona Periferia, que me había invitado amablemente al preestreno de una obra de teatro escrita y dirigida por él. Efectivamente, la cosa esta clara: Mono. Tengo mono de este mundo bloguero. Debe haber cosas peores pero no sé si mi mujer si lo cree.

9 comentarios:

  1. En este periplo ¿no pasareis por Segovia? Os invito a La Taberna del Bosque, claro.

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  2. Ese tipo de magia ya puebla mil y un rincones de nuestra geografía. Me refiero a la de los cadenciosos martillazos que arrastran a Tarzan y a las búlgaras, rumanas o polacas que nos sirven con pocas nociones de nuestro idioma.
    Del mono mejor ni hablo, ya lo padecí el mes pasado.
    Saludos y felices vacaciones.

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  3. ¡No sabes como me alegro de leerte (¿conocerte?) Luri¡
    Sólo puedo desearte lo que tú nos deseas, creo, a quienes te leemos: Libertad y Corazón.
    ;-)

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  4. Es que las paredes de los hoteles saben mucho de gemidos y también de broncas ....en cuanto a Internet, gracias a Dios en casi todos hay un punto que nos abre a la ventana virtual

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  5. Lo peor de la blogadicción es que es difícil explicarla. Además en cualquier lugar se encuentran motivos y motivaciones para abrir el portatil y contarlo, ya sea la llamada nocturna de la selva o una mirada turista convertida en foto...

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  6. No seria sonido pregrabado o un reclamo publicitario del hotel? Psicofonías? Alguien blogueando en solitario en su portátil? Lo siento, no he podido evitar comentar -un poco-. NO hay pueblín que se precie sin presencias universales en cualquier bar, así es el mundo.

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  7. Collons, amic Luri.

    Creo que su sueño aumentará su tasa de blogadicción en un 15 o 20%. Estamos jodidos, Luri, ¡¡sírvame un j&B!!

    De todas formas, puede usted estar seguro que será el primero en recibir su invitación al preestreno.

    Salut!!

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  8. Luis: Será difícil. Pasado mañana nos adentramos por las montrañas de Cádiz. Pero, sin duda, otra vez será.

    A los demás. Esto de hacer turismo es agotador. Si nos obligaran a hacer lo que hacemos pagando, habría revoluciones descomunales. Pero sarna con gusto, mo pica, por mucho que mortifique.
    Un abrazo, amigos.

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  9. Luri, devuélvame a mi folladora de Vallcarca, que se la echa de menos.

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